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viernes, 29 de enero de 2010

EL ASESINO

EL ASESINO

STEPHEN KING

Repentinamente se despertó sobresaltado, y se dio cuenta de que no sabía quien era, ni

que estaba haciendo aquí, en una fábrica de municiones. No podía recordar su nombre

ni que había estado haciendo. No podía recordar nada.

La fábrica era enorme, con líneas de ensamblaje, y cintas transportadoras, y con el

sonido de las partes que estaban siendo ensambladas.

Tomó uno de los revólveres acabados de una caja donde estaban siendo,

automáticamente, empaquetados. Evidentemente había estado operando en la máquina,

pero ahora estaba parada.

Recogía el revólver como algo muy natural. Caminó lentamente hacia el otro lado de la

fabrica, a lo largo de las rampas de vigilancia. Allí había otro hombre empaquetando

balas.

"¿Quién Soy?" - le dijo pausadamente, indeciso.

El hombre continuó trabajando. No levantó la vista, daba la sensación de que no le

había escuchado.

"¿Quién soy? ¿Quién soy?" - gritó, y aunque toda la fábrica retumbó con el eco de sus

salvajes gritos, nada cambió. Los hombres continuaron trabajando, sin levantar la vista.

Agito el revólver junto a la cabeza del hombre que empaquetaba balas. Le golpeó, y el

empaquetador cayó, y con su cara, golpeó la caja de balas que cayeron sobre el suelo.

El recogió una. Era el calibre correcto. Cargó varias más.

Escucho el click-click de pisadas sobre él, se volvió y vio a otro hombre caminando

sobre una rampa de vigilancia. "¿Quién soy?" - le gritó. Realmente no esperaba obtener

respuesta.

Pero el hombre miró hacia abajo, y comenzó a correr.

Apuntó el revólver hacia arriba y disparó dos veces. El hombre se detuvo, y cayó de

rodillas, pero antes de caer, pulsó un botón rojo en la pared.

Una sirena comenzó a aullar, ruidosa y claramente.

"¡Asesino! ¡asesino! ¡asesino!" - bramaron los altavoces.

Los trabajadores no levantaron la vista. Continuaron trabajando.

Corrió, intentando alejarse de la sirena, del altavoz. Vio una puerta, y corrió hacia ella.

La abrió, y cuatro hombres uniformados aparecieron. Le dispararon con extrañas armas

de energía. Los rayos pasaron a su lado.

Disparó tres veces más, y uno de los hombres uniformados cayó, su arma resonó al caer

al suelo.

Corrió en otra dirección, pero más uniformados llegaban desde la otra puerta. Miró

furiosamente alrededor. ¡Estaban llegando de todos lados! ¡Tenía que escapar!

Trepó, más y más alto, hacia la parte superior. Pero había más de ellos allí. Le tenían

atrapado. Disparó hasta vaciar el cargador del revolver.

Se acercaron hacia él, algunos desde arriba, otros desde abajo. "¡Por favor! ¡No

disparen! ¡No se dan cuenta que solo quiero saber quien soy!"

Dispararon, y los rayos de energía le abatieron. Todo se volvió oscuro...

Les observaron como cerraban la puerta tras él, y entonces el camión se alejó. "Uno de

ellos se convierte en asesino de vez en cuando," dijo el guarda.

"No lo entiendo," dijo el segundo, rascándose la cabeza. "Mira ese. ¿Qué era lo que

decía? Solo quiero saber quién soy. Eso era.

Parecía casi humano. Estoy comenzando a pensar que están haciendo esos robots

demasiado bien."

Observaron al camión de reparación de robots desaparecer por la curva.

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