BLOOD

william hill

Seguidores

lunes, 7 de noviembre de 2011

KITAB AL-HIKAM



KITAB AL-HIKAM
(El Libro de la Sabiduría)
Ahmad Ibn Ata'Illah
Capítulo 1
1. Señal de que contamos con la acción
es que merme la esperanza cuando hay caída.
2. Desear la pobreza
cuando Allah te impone que uses las riquezas
es búsqueda de ti mismo, disfrazada.
Pero careces de altas ambiciones
si deseas usar las riquezas
cuando Allah te impone la pobreza.
3. La muralla de las decisiones divinas:
no la atraviesa ninguna fuerza síquica.
4. Tira el lastre de gobernarte a ti mismo:
lo que otro hace por ti no tienes que hacerlo tú.
5. Tus afanes por alcanzar lo que tienes garantizado
y tus descuidos al realizar lo que se pide de ti:
pruebas de que las tinieblas te velan el ojo del corazón.
6. Cuida de no desesperarte si,
pese a tus apremiantes súplicas,
tarda Allah en otorgarte Su favor.
Cierto es que te lo ha prometido, pero el que El elija para
ti
y no el que tu elijas para ti mismo.
Y en el tiempo que El prefiera, no en el que te hubiera
gustado a ti.
De Su promesa no dudes si lo prometido no llega
ni aunque tuviera señalado plazo fijo:
dañarías al ojo de tu corazón y empañarías el brillo de tu
conciencia.
8. Si Allah te abre una senda al conocimiento
¿qué importa que tus obras sean mínimas?
La senda, sólo la ha abierto para darse a conocer por ti.
¿Acaso ignoras que el conocimiento es Su don
y las obras tu ofrenda?
¿Qué medida común puede existir entre lo que El te da
y las ofrendas que tú Le haces?
9. Muchas y diferentes son las obras,
como variado es en sus formas el advenimiento
de los estados de Unión.
10. Las obras son formas fijadas:
en ellas penetra la vida por el secreto de la intención
pura.
Capítulo 2
11. Envuélvete en una vida oscura: el grano que germina
antes de sembrarlo no llega a madurar.
12. Nada mejor para el corazón que una soledad que le dé
paso al reino de la meditación.
13. ¿Cómo recibe iluminación el corazón
en cuyo espejo se refleja la imagen de las criaturas?
¿O cómo vuela hacia Allah encadenado a las pasiones?
¿Puede acaso querer entrar en presencia de Allah
quien primero no se ha purificado de sus vicios?
¿O anhelar la íntima comprensión de los misterios
quien no se ha arrepentido de sus menores caídas?
14. Tiniebla es el mundo entero, que sólo lo ilumina
la manifestación de Allah.
Quien, al contemplar el mundo, no vea a Allah en él
o cerca de él o antes o después de él, aún carece de luz.
Para él los astros del conocimiento están cubiertos
por las nubes de lo creado.
15. Esta es la prueba de Su omnipotencia: de ti se oculta
tras de lo que carece de ser junto a El.
¿Es, si no, concebible que una cosa pudiera velar
a Quien desvela todas las cosas
y Se desvela por todas las cosas y en todas las cosas?.
A quien Se desvela para todas las cosas
¿como podría velarle una cosa?
¿Y por qué crees que sería velado?
¡Si está más manifiesto que cualquier cosa!
El es el Unico y nada existe con El:
¿qué podría velarlo?
De ti está más cerca que cualquier cosa:
¿cual de ellas crees que Le podría velar?
¡Ninguna existe sin El!
¡O misterio de que el Ser aparezca en la nada
y lo temporal subsista con Aquél que tiene por atributo
la eternidad!
Capítulo 3
16. Agota toda ignorancia quien pretende que en el
instante actual suceda cosa distinta de la que Allah
manifiesta.
17. Aplazar tus obras para cuando seas libre es hacer
sacrificios a las inclinaciones del alma.
18. No pidas a Allah que te saque de un estado para
utilizarte en otro. Si quisiera te utilizaría sin cambiarte
de estado.
19. Jamás buscador alguno detuvo su ambición en lo que
ya le había sido revelado sin oír al momento las voces
de la verdad: ¡El que tú buscas está aún más allá! Y
aunque la apariencia de las criaturas te deslumbre con
la magia de sus lentejuelas, su realidad profunda te
grita al instante: "Somos una tentación, no seas
perjuro" (Qur'an, 2, 102).
20. Pedirle algo es pensar mal de El. Buscarle es estar en
Su ausencia. Buscar a otro es carecer de pudor para
con El. Y pedir a otro ¡ya es estar muy lejos de El!
21. No exhalas un soplo sin que en ti se cumpla uno de Sus
decretos.
No estés esperando a que cesen (en ti) las alteraciones,
pues entonces, en el estado en que El te pone, no
estarías atento a El sólo.
23. ¡Nada de lo que pretendes obtener por tu Señor es
imposible! ¡Nada de lo que quieres obtener por ti
mismo es fácil!
24. Mientras permanezcas en este bajo mundo, que no te
extrañen las tribulaciones: sencillamente revelan qué
atributos se merece y cómo se le debe calificar.
25. Este es signo del éxito final: regresar al Allah en los
principios. Aquél cuyos principios sean iluminados,
iluminado también será su final.
26 Lo que ha sido depositado invisible en las conciencias,
se transparenta en el testimonio de las apariencias.
Capítulo 4
27. ¡Qué distancia entre el que prueba por El
y el que pretende probarle!
El primero reconoce la verdad donde la ve
y lo afirma todo
por la existencia de su principio.
El segundo, al dar pruebas de Allah,
demuestra cuan lejos se halla de El.
Si no, ¿desde cuando está El ausente
para que haya que probarle?
¿O desde cuando está lejos
para las criaturas que vienen a El? .
28. "Que el que viva en la abundancia,
gaste según su abundancia" (Qur'an, 65, 7):
éstos son los que han llegado a El;
"y el que haya recibido con medida" (Ibíd.)
son los que todavía caminan hacia El.
A éstos últimos les guían
las luces de la orientación,
mientras que los primeros poseen
las luces del cara a cara.
Aquéllos van por las luces.
A éstos las luces les vienen,
pues pertenecen a Allah y nada más:
"Di: Allah, y deja que se entretengan
con sus discusiones" (Qur'an, 6, 91)
Capítulo 5
29. Más te vale buscarte defectos escondidos
que intentar descubrir
las cosas invisibles que te están veladas.
30. Allah no está velado:
en tus ojos está el velo,
pues para velar a Allah habría que cubrirle
y cubrirle es contenerle y abarcarle:
"Pero Allah domina
por encima de Sus servidores" (Qur'an, 6, 18).
31. Para mantenerte siempre atento
a la llamada de Allah
y cerca de Su presencia,
suprime de tu humanidad todo atributo
contrario a tu condición de servidor.
32. Estar satisfecho de sí mismo:
tal es la raíz de toda desobediencia,
de todo descuido y de toda pasión.
Pero no estar nunca contento de ti
es la fuente de toda obediencia,
de toda vigilancia y de toda pureza.
Toma por compañero a un ignorante,
descontento de sí:
¡verás cómo para ti vale más
que un sabio satisfecho de sí!
Además, ¿de qué vale la ciencia
de un sabio contento de sí?
Y ¿sigue siendo ignorante
el que no está satisfecho de sí mismo?
33. El rayo de tu mirada interior
te permite ver Su cercanía;
la realidad de tu mirada interior
te hace ver que no eres nada ante Su ser;
la verdad de tu mirada interior
te permite ver Su ser
sin tu nada y sin tu ser.
34. Allah era, y nada era con El:
¡Y ahora es como era entonces!
Capítulo 6
35. Que tu ambición no elija por blanco
a otro que no sea El:
¡nunca el Generoso se ha quedado más corto
que las esperanzas!
36. No expongas a ningún otro
necesidades impuestas por El:
¿Quien podría levantar
lo que El mismo ha puesto?
En verdad, quien no es capaz
de socorrerse a sí mismo
¿cómo podría socorrer a los demás?
37. Si a causa de Sus atributos no logras
hacerte de un juicio favorable,
háztelo a causa de la forma en que te trata:
¿a qué te ha acostumbrado sino a Su bondad
y de qué te ha nutrido sino de Sus favores?
38. Lo verdaderamente asombroso es querer huir
de lo que nadie escapa nunca
y aferrarse a lo que necesariamente se irá:
"No son los ojos los que se ciegan,
sino los corazones del pecho
los que se ciegan" (Qur'an, 22, 46).
39. Como el asno que da vueltas a la muela,
que su punto de llegada
siempre es el de partida:
lo mismo serás tú si vas
de una criatura a otra.
Mejor es que vayas de las criaturas
a su Creador,
pues "todo al fin vuelve a tu Señor"
(Qur'an, 53, 42).
Y considera el dicho del Profeta:
"el que emigra hacia Allah y Su Profeta,
ciertamente hacia ellos emigra;
mas el que emigra
en pos de una cosa de este mundo
o de una mujer para casarse,
sólo emigra para eso."
Comprende la frase: "sólo emigra para eso."
Y medítala, si estás dotado de inteligencia
Capítulo 7
40. Aquél cuyo ejemplo no te induzca al bien
y cuyas palabras no te orienten hacia Allah:
¡no vayas con él!
41. Si vas con uno peor que tú, corres el peligro
de creerte mejor de lo que eres.
42. No hay obra mínima
si proviene de un corazón desapegado
ni obra importante
si proviene de un corazón lleno de deseos.
43. Las buenas obras son consecuencia
de buenos estados
y éstos son frutos de haber echado raíces
en las moradas donde se permanece.
44. No abandones el Recuerdo
porque en él no te halles
en presencia de Allah.
Pues es peor descuidar el Recuerdo
que tener un descuido en el Recuerdo.
Puede que Allah te eleve
de un Recuerdo hecho con descuido
a otro efectuado atentamente,
y de éste
a un Recuerdo en que llegues
a estar presente ante El,
y aun de éste
a otro en que llegues a estar ausente
a todo lo que no sea el objeto del Recuerdo:
"Y esto para Allah no es nada difícil"
(Qur'an, 14, 20).
45. Por muy grande que sea tu pecado,
mantén un prejuicio favorable a Allah.
El que conoce a su Señor sabe
que nada es su pecado ante Su generosidad.
Signo de muerte del corazón:
no entristecerte por los actos de obediencia
que has dejado de cumplir
y no lamentar las faltas
que has cometido realmente.
47. Ninguna falta es mínima
si El te opone Su justicia. Ninguno es grande
si El te acoge en Su misericordia.
48. La obra más provechosa para el corazón
es aquélla en la que ni te fijas,
que incluso la juzgas indigna de existir.
49.
50.
51.
52.
53.
Si te envía un soplo divino
es para que por él llegues a El.
Te lo envía para sustraerte
de las manos de los otros
y liberarte
de la esclavitud de las criaturas,
para arrancarte de la cárcel de tu ser
y arrojarte
al aire libre de la contemplación.
Las luces son corceles
para corazones y conciencias.
La luz es el ejército del corazón,
así como la tiniebla es el del alma:
cuando Allah asume la defensa de Su servidor,
le asiste con el ejército de luces
y aleja de él las fuerzas tenebrosas
de todo lo que no es El.
Corresponde a la luz levantar el velo
ante el ojo interior, juzgar,
y al corazón
dar un paso al frente o retroceder.
Que tu observancia no te complazca
por venir de ti
sino por venir de Allah
a través de ti.
"Di: por la gracia de Allah
y por Su misericordia,
que de todo ello se complazcan, pues mejor es
que lo que atesoran" (Qur'an, 10, 58).
54. A los que caminan hacia El
y a los que han llegado
Allah no les deja ver sus propios actos
ni contemplar sus propios estados de Unión:
a los primeros
porque en tales actos y estados
aún no han realizado
la sinceridad con El,
a los segundos
porque al contemplarle a El
han perdido todo interés
en sus estados y sus actos
Capítulo 8
55. La bajeza de alma siempre sale
de la semilla de la avidez.
56. ¡Lo que más te conduce
es la ilusión!
57. Eres libre de una cosa
cuando renuncias a ella,
esclavo
cuando la codicias.
58. Quien no vaya a Allah
por las caricias de Sus favores,
ante El será llevado
por las cadenas de la prueba.
59. El que no acoge los favores divinos
con acciones de gracias
corre peligro de perderlos,
el que muestra su reconocimiento
los retiene encadenados.
60. Ten cuidado: si te envía Sus favores
aunque te sigas comportando mal
te está llevando insensiblemente
a tu perdición:
"Les llevaremos paso a paso a la perdición
por donde no se imaginan" (Qur'an, 7, 182).
Si tarda en llegarle el castigo
pese a comportarse mal con Allah,
el principiante se dice en su ignorancia:
si mi comportamiento fuera represensible
Allah me habría dejado de socorrer,
apartándome de Su lado.
En verdad que ya no te socorre
y tú lo ignoras,
aunque sólo sea privándote
de más aumentos de Sus gracias.
Y ya te ha arrojado de Su lado
sin que te apercibas,
aunque sólo sea abandonándote
a tus caprichos.
62. Si ves a un creyente al que Allah obliga
a practicar devociones externas
y le mantiene durante largo tiempo
en este menester,
aún después de haberle favorecido
muchas veces con Sus gracias,
no desprecies lo que su Señor le otorga
porque no veas en él
ni la marca de los sabios
ni el gozo de los amantes:
no existirían prácticas externas
si tampoco hubiera estados de Unidad.
63. A algunos Allah les reserva para Su servicio,
a otros les honra con Su amor:
"A unos y a otros,
a todos les concederemos en abundancia
de los dones de tu Señor.
Los dones de tu Señor no se niegan a nadie.
Capítulo 9
64. Es raro que las visitas divinas
no sean súbitas.
Así nadie presume
de haberlas merecido.
65. Si ves a uno que contesta todas las preguntas
y exterioriza cuanto contempla
y da noticia de todo cuanto aprende,
sabe que es un ignorante
66. En el otro mundo El ha situado
el lugar donde recompensa
a Sus servidores creyentes
porque el mundo de aquí no puede contener
lo que El les quiere dar.
Además, le aprecia demasiado
para recompensarlos en un mundo pasajero.
67. Encontrar en este mundo
el fruto de tu acción:
prueba de que ha sido aceptada en el otro.
68. ¿Quieres saber lo que vales para El?
Fíjate en qué te emplea.
69. Cuando Allah te hace obediente y,
por tu obediencia, desprendido para con El,
sabe que te está colmando con Sus gracias,
externas e internas
Capítulo 10
70. Lo mejor que puedes pedirle:
¡lo que El pide de ti!
71. Entristecerse por haber desobedecido
y no luchar por enmendarse
es signo de ilusión.
72. Sabio no es el que
en el lenguaje figurado
descubre que Allah le es más íntimo
que su propia alusión,
sino el que ya ni lenguaje figurado tiene,
extinguido en el ser de Allah
y concentrado en Su contemplación
73. La esperanza va acompañada por la acción;
si no, es una veleidad.
74. Esto piden los gnósticos a Allah:
servirle con sinceridad
y salvaguardar los derechos del Señorío.
75. El te pone en el consuelo
para no dejarte en el desconsuelo
y te pone en el desconsuelo
para no dejarte en el consuelo.
Luego te arranca de uno y de otro
para que a nada pertenezcas sino a El.
Mucho más que al desconsuelo
el sabio teme al consuelo:
pocos durante el consuelo permanecen
dentro de los límites de la cortesía
pues en el consuelo el alma encuentra gusto,
mas ninguno encuentra en el desconsuelo.
77. Puede que al colmarte Allah te prive
y que privándote te colme.
Pues si privarte
te abre la puerta de la inteligencia,
la privación es un regalo.
78. El exterior de las criaturas es un cebo
y su interior una advertencia.
El alma se contenta con el engañoso exterior
pero el corazón
penetra en la intimidad de la advertencia.
79. ¿Aspiras a un poder que no perece?
No te apoyes en ningún poder
condenado a su extinción.
80.
La verdadera travesía milagrosa es
cuando rechazas de ti el espacio del mundo
y ves al Más Allá
más cerca de ti que tú mismo.
81. Los dones que provienen de las criaturas
son privaciones.
Las privaciones que vienen de Allah
son favores.
Capítulo 11
82. Allah es demasiado grande
para recompensar al término del plazo
al servidor que Le sirve al contado.
83. De recompensa a tu obediencia
basta con que te haya juzgado digno de ella.
84. A los que obran por El
les basta, de recompensa,
con lo que El les revela al corazón
cuando le obedecen,
y con lo que El les gratifica
al darles acceso a Su intimidad.
85. Quien le adore por algo que de El espere
o para obedeciéndole evitar Su castigo,
no hace en verdad justicia a Sus atributos.
86. Dándote manifiesta Su bondad,
privándote manifiesta Su poder:
en ambos casos se te da a conocer
y a ti viene en Su solicitud.
87. La privación te duele
al no ver en ella la intención de Allah.
Puede que El te abra
la puerta de la obediencia
sin abrirte la de Su complacencia,
puede también que El decrete
para ti el error
y que, gracias a éste, llegues por fin a El.
89. Desobediencia
seguida de humildad e indigencia
vale más que obediencia seguida de orgullo y vanidad.
90. Dos gracias que toda criatura necesita
y de las que no escapa ningún ser:
recibir la existencia y luego el socorro.
Primero te hace el regalo de existir,
luego te sigue ayudando.
91. Tu indigencia te es esencial:
las causas que la mantienen
recuerdan sólo
lo que aún te queda oculto de ella,
y a una indigencia esencial
los accidentes no pueden suprimirla.
92.
93.
94.
95.
96 .
Tu mejor momento:
cuando te ves en la indigencia
y reducido a un estado de insignificancia.
Cuando te aísla de Sus criaturas,
es que quiere abrirte
la puerta de Su intimidad.
Cuando El te pone una súplica en la lengua
es que te la quiere conceder.
El sabio siempre se siente necesitado
y nunca encuentra satisfacción
en otro distinto que Allah.
Ha iluminado El las cosas visibles
con las luces de Sus criaturas,
y las conciencias
con las luces de Sus atributos.
Esta es la razón de que se eclipsen
las luces de las cosas
y nunca se apaguen
las de corazones y conciencias.
Por eso se ha dicho:
el sol del día se pone de noche
pero el de los corazones no desaparece jamás
Capítulo 12
97. Que se te aligere el peso de la prueba
al saber que es El quien te está probando,
pues Aquél cuyos decretos te asaltan
es El mismo que para ti
siempre ha elegido el bien.
98. Imaginar que Su benevolencia
está divorciada de Sus decretos
delata una gran cortedad de vista.
99. Tratándose de ti
lo que hay que temer
no es que tus caminos se confundan,
sino que te arrebate la pasión:
eso es lo que preocupa de ti.
100. ¡La alabanza a Aquél que ha velado
el secreto de la Elección para la santidad
bajo un exterior humano
y Se ha manifestado
en la majestad del Señorío,
provocando servidumbre!
101. No acuses a tu Señor
de que tarda en acogerte,
más bien acúsate a ti mismo
de retrasarte en el comportamiento correcto.
102. Cuando te permite cumplir
en lo externo Sus mandatos,
mientras interiormente te abandonas a El,
te está concediendo un gran favor.
Quien con certeza ha sido objeto de Elección
no necesariamente ha alcanzado
la liberación perfecta.
Capítulo 13
104. No desprecies las prácticas externas
como el ignorante.
El soplo Divino existe en el otro mundo
pero las prácticas externas
desaparecen con éste.
Es más urgente ocuparse primero
de lo que no persiste.
Además, la práctica externa
es lo que El exige de ti
mientras que el soplo Divino
es lo que tú solicitas de El.
¿Qué medida puede existir, común
a lo que El exige y tú solicitas?
105. Los auxilios afluyen
según las predisposiciones
y las luces brillan
según la pureza de las conciencias.
106. El ignorante se pregunta al levantarse:
¿qué voy a hacer hoy?
Y el sabio:
¿qué va a hacer hoy Allah de mí?
107. Devotos y ascetas se asustan de todo
porque todo les aparta de Allah.
Si Le vieran en todo
no se asustarían de nada.
108. En este mundo te ordena Allah que mires
a Sus criaturas,
que ya desplegará ante ti en el otro
la perfección de Su esencia.
109. Como te sabe impaciente por llegar a El
te ha hecho ver lo que de El proviene.
Cuando Allah te supo propenso a aburrirte
modificó para ti lo prescrito,
mas sabiéndote propenso también
a precipitarte
te señaló las horas de su cumplimiento.
Así, tu cuidado será orar,
y no cumplir con la observancia de un ritual:
pues no todo el que cumple con la oración
está orando.
111. La oración purifica los corazones
y abre la puerta de lo incognoscible.
112. La oración es lugar del coloquio
y fuente de la fidelidad.
En ella se ensancha el campo de la conciencia
y brilla el esplendor de las luces.
Conocedor de tu debilidad,
ha disminuido el número de oraciones.
Pero sabiendo también
cuánto necesitas de Sus favores,
las ha multiplicado en frutos.
113. ¿Reclamas algo a cambio de tu acto?
Pues así te será reclamado
que lo hagas con sinceridad:
el que no tiene confianza
basta con que le ofrezcan seguridad.
114.
115.
116.
117.
118.
No pidas nada a cambio de una acción
de la que no eres autor.
Suficiente recompensa por tu obra es
que El se digne aceptarla.
Como cortesía para contigo
te atribuye lo que El mismo crea.
Ilimitada es la censura que mereces
si El te entrega a ti mismo,
pero inagotable es
tu merecimiento de alabanzas
si El manifiesta en ti Su generosidad.
¡A los atributos de Su señorío quedes atado,
realizando en ti
los atributos de tu servidumbre!
Si te ha prohibido apropiarte
de lo que no es tuyo
sino de otras criaturas,
119.
120.
121.
122.
¿cómo te iba a dejar que te apropiases
lo que constituye la calidad
de Quien es "Señor de los mundos"
(Qur'an, 1, 2)
¿Cómo quieres que se interrumpa para ti
el curso habitual de las cosas
si tú no interrumpes en tu alma
los malos hábitos?
Lo importante no es la petición que hicieras
sino que seas gratificado
con una buena conducta.
La mejor oración para pedir
es una extrema indigencia;
miseria y pobreza:
éstas atraen muy pronto a ti los dones.
Si para llegar a El
primero tuvieras que acabar con tus vicios
y aniquilar tus pretensiones,
jamás llegarías a El.
Pero cuando El quiere
hacerte llegar a Sí mismo
cubre tus cualidades con Sus cualidades
y tus atributos con Sus atributos
y luego te hace llegar a El,
no por lo que va de ti a El
sino por lo que va de El a ti.
Capítulo 14
123. Si el velo de Su bondad
no cubriese tus acciones,
ninguna merecería ser admitida.
124. Más necesitas Su clemencia
cuando Le obedeces
que cuando Le desobedeces.
125. De la desobediencia hay una doble manera
de librarse durante la acción,
por miedo a quedar desacreditados
ante los demás.
Pero los Privilegiados
quieren librarse antes aún,
por temor a resultar despreciables
a ojos del Rey Verídico.
126. El que te honra,
honra en verdad el velo de Su bondad.
Es a El a quien tienes que dar las gracias
y no al que te honra o te enaltece.
127. El verdadero compañero es el que sabe tus defectos y,
sin embargo, sigue contigo.
Pero esto sólo es cierto
de tu Señor el Generoso,
pues tu mejor amigo
es el que te busca por ti mismo
y no por lo que vaya a obtener de ti.
128. Si brillase la luz de la certidumbre,
verías al otro mundo demasiado cerca de ti
para emprender éxodo hacia él
y verías ya el eclipse de la aniquilación
cubriendo las bellezas de este mundo.
No es que coexiste con Allah
un ser que le oculta de ti:
¡nada coexiste con El!
Tuya es la ilusión
de que algo coexiste con El
y ella es la que Le oculta.
130. Si no hubiera Su transparencia
en las cosas creadas,
ninguna sería visible.
Pero si aparecieran Sus atributos,
Sus criaturas desaparecerían.
131. Porque está escondido
hace El aparecer todas las cosas,
pero El, que es el Evidente,
recubre el ser de todas las cosas.
132. Te ha permitido considerar
lo que hay en las cosas creadas
pero no que te apegues ellas:
"Di: considerad lo que hay en los cielos"
te ha abierto la puerta del entendimiento.
Pero no dice "considerad los cielos"
para no orientarte hacia la existencia
de los astros.
133. Los universos se afirman
porque El les da firmeza
y se desvanecen
ante la unicidad de Su esencia
Capítulo 15
134. Las gentes te alaban
por lo que se figuran de ti
pero tú censura a tu alma
por lo que sabes de ella.
135. ¿Alabado?
El creyente se avergüenza ante Allah,
pues teme que le alaben por una cualidad
que él no ve en sí mismo.
136. No hay mayor ignorante
que el que trueca certidumbres,
que son suyas,
por opiniones, que son de otros.
137. ¿Hace que te alaben y tú no te ves digno?
¿Alábale tú a El si le ves digno!
138. ¿Que se alaba al asceta?
Lo que se le provoca es tristeza
pues ve que las alabanzas
provienen de lo creado.
Pero a los sabios
se les ensancha el corazón
pues ven que esta alabanza
proviene del Rey Verídico.
139. Si tu corazón se ensancha
cuando recibes un favor,
y se encoge cuando no te es concedido,
sabe que aún te encuentras
en la fase infantil
y que no eres sincero en tu devoción
Capítulo 16
140. ¿Has cometido una falta?
No desesperes, por ello, de alcanzar
la rectitud con tu Señor.
¡Acaso haya sido la última falta
que estaba decretada para ti!
141. ¿Quieres que la puerta de la esperanza
se abra para ti?
Considera lo que viene de El a ti.
Pero si buscas la puerta del temor,
considera lo que va de ti hacia El.
142. Concede El más, a veces,
en la noche del desconsuelo
que lo que puedas adquirir
en la iluminación del día del consuelo:
"no sabéis cual de ellos os es más allegado
en utilidad" (Qur'an, 4, 11).
143. El lugar donde amanecen las luces
está en los corazones
y en la intimidad de las conciencias.
144. En el fondo de los corazones
hay colocada una luz
que está mantenida
por la luz que proviene
de los tesoros del Más Allá.
145. Existe una luz mediante la cual
te revela Sus criaturas
y otra mediante la cual
te descubre Sus atributos.
A veces las luces
son obstáculos para el corazón,
como para el alma
el velo espeso de las cosas.
147. Tras el espesor de las apariencias
ha escondido las luces
de lo íntimo de las conciencias:
demasiado altas están
para que la exteriorización las envilezca
o la vanidad las exhiba.
Capítulo 17
148. Gloria a Aquél que no permite descubrir
quienes son Sus amigos
sino mediante signos
en los que El Mismo se deja descubrir,
que sólo los da a conocer
al que quiere conducir hacia Sí mismo.
149. A veces te revelará
lo incognoscible de Su reino
e impedirá que se levante para ti el velo
que oculta los secretos de Sus servidores.
150. El que descubra los secretos del creyente
y no imite la misericordia divina,
su descubrimiento será una prueba para él
y causa de desgracia.
151. Evidente y clara es la búsqueda de sí mismo
en la desobediencia,
pero escondida y disimulada en la obediencia:
¡y qué difícil es remediar lo escondido!
152. Hay ocasiones en que la hipocresía
se introduce en ti
aun cuando nadie te ve.
153. Tu deseo de que las gentes conozcan
tu Elección:
señal de que no eres sincero en tu práctica.
Haz que desaparezca la mirada de las gentes
sobre ti en la mirada de Allah sobre ti,
y que la visión de Sus visitas
te vuelva ausente a las visitas de aquéllas.
Quien conoce a Allah
Le ve en todas las cosas,
quien se ha aniquilado en El
se vuelve ausente a todas las cosas
y quien Le ama
no puede preferir nada antes que a El.
155. Lo que te vela a Allah
es el exceso mismo de Su proximidad.
Se vela El mismo
con Su excesiva manifestación,
y Se oculta a los ojos
con la intensidad de Su luz.
Capítulo 18
156. No reces para obtener alguna cosa de El,
pues demostrarías cuan poco Le conoces.
Reza para manifestar tu condición de siervo
y rendir tributo a Su señorío.
157. ¿Cómo la petición, que es posterior,
podría ser causa del don Suyo
que la ha precedido?
¡El juicio anterior al tiempo
es demasiado trascendente
para guardar relación con causa alguna!
158. Su providencia para contigo
y sin nada por tu parte:
¿Dónde estabas cuando dirigió hacia ti
Su providencia
y volvió hacia ti Su solicitud?
Ciertamente que en Su preeternidad no había
ni acciones sinceras ni estados místicos.
¡Sólo había pura gratuidad por Su parte,
y don magnifico!
159. Como no ignora que el creyente aspira
a conocer el secreto de la Providencia,
El ha dicho:
"Para su misericordia escoge a quien quiere"
(Qur'an, 3, 74).
Mas como tampoco ignora que si le dejara así
abandonaría toda acción para fiarse de lo que ha sido
decretado
antes del tiempo,
ha añadido:
"la misericordia de Allah está cerca
de los bienhechores" (Qur'an, 7, 56).
160. En la voluntad divina
se fundan todas las cosas
pero ella no se funda en cosa alguna
Capítulo 19
161. A veces la cortesía les inspira
abandonar toda petición
y fiarse de Su reparto,
pues Su conmemoración les distrae de pedir.
Además, sólo el que puede distraerse
necesita aviso
y sólo se apremia al olvidadizo.
162. La llegada de aflicciones
es festividad para los principiantes.
163. A veces las aflicciones te darán más
que el ayuno o la oración.
Las aflicciones son un desfile de regalos.
164. ¿Quieres ser colmado de regalos?
Haz que pobreza e indigencia
sean verdad en ti:
"pues para los pobres son las limosnas"
(Qur'an, 9, 60).
165. Realiza en ti tus atributos
El te ayudará con los Suyos
Realiza en ti la humildad
El te ayudará con Su grandeza
Realiza la incapacidad
El te asistirá con Su omnipotencia
Realiza la debilidad
El te sostendrá con Su fuerza y Su poder.
166. En ocasiones es favorecido con dones
quien aún no posee la rectitud perfecta.
Señal de que es el propio Allah
quien te pone en un estado,
es que te mantiene en él mucho tiempo
con buenos resultados.
168. El que habla basándose en las buenas acciones
que realiza
se verá reducido al silencio por sus faltas.
El que habla basándose en los favores
que recibe de Allah
no se callará aunque yerre.
169. Las luces de los sabios
preceden a sus palabras.
Así, donde ha habido iluminación
penetra la inspiración.
170. Toda palabra viene al exterior
con la marca del corazón que la profiere.
171.
172.
173.
174.
175.
176.
177.
¿Que a uno se le autoriza a expresarse?
Su expresión será comprensible
para los oídos del mundo
y su lenguaje, claro para todos.
Puede que las verdades aparezcan
con su luz ensombrecida
si no te han permitido que las reveles.
Cuando se expresa un sufí es porque se le desborda el
éxtasis
o para instruir a un principiante.
El primer caso es el de los buscadores;
el segundo, el de los maestros confirmados
en las realidades de la experiencia.
Las palabras son alimento
para oyentes menesterosos:
sólo te dan lo que tomas de ellas.
A veces habla de una estación de Unidad
quien apenas la ha entrevisto
y otras, quien está instalado en ella:
esto resulta ambiguo
excepto para el que posee mirada interior.
Al buscador le está vedado expresarse
sobre lo que acontece en su corazón:
le disminuiría el efecto
y le impediría ser sincero con su Señor.
177.
178.
No tiendas la mano
para recibir de las criaturas
a menos de ver en ellas
que el donador es tu Señor.
Si es así,
toma lo que la ciencia del Din te autoriza.
Si a veces el sabio siente pudor
incluso de presentar una simple petición
a su Señor, pues preferiría contentarse con Su decisión
¿cómo no le daría vergüenza pedir
a una criatura?
Capítulo 20
179. ¿Dudas entre dos cosas equivalentes?
Considera cual le es más penosa al alma
y síguela:
¡sólo la verdadera pesa!
180. Señal de que está uno siguiendo a la pasión:
afanarse en obras gratuitas
y descuidar el cumplimiento
de las obligatorias.
181. Ha vinculado las prácticas obligatorias
a tiempos determinados
para que la tentación de aplazarlas
no te aparte de ellas,
pero ha fijado el momento con holgura
para dejar sitio a tu libre elección.
182. Sabiendo el poco entusiasmo
que ponen Sus fieles al servirle,
les ha impuesto el cumplimiento
de Sus prescripciones,
llevándoles así hacia El
con las cadenas de la obligación:
"tu Señor se asombra de gentes
que hay que llevarlas al Paraíso
con cadenas."
183. ¿Te obliga a servirle?
¡No, sólo te obliga a entrar en Su Paraíso!
184. El que se asombra de que Allah
pueda librarle de sus pasiones
y sacarle del abandono en que se encuentra,
juzga impotente la Omnipotencia divina:
"Mas sobre todas las cosas Allah tiene poder"
(Qur'an, 18, 45).
Para enseñarte a apreciar Sus favores
te hunde a veces en las tinieblas:
el que no aprecie los regalos recibidos
¡Ya los echará de menos
cuando se les retiren!
186.
187.
188.
Ante la afluencia de dones divinos,
el asombro no te debe distraer
del deber de dar las gracias.
¡Si no, tu rango quedaría rebajado!
Enfermedad intratable:
cuando la dulzura de la pasión
manda en tu corazón.
Sólo una amenaza temible
o un deseo angustioso
echan del corazón a la pasión.
Igual que no Le gusta una acción compartida,
tampoco quiere compartir el corazón:
la acción compartida, la rechaza;
el corazón compartido, no lo visita
Capítulo 21
189. Hay luces a las que se ha permitido llegar
(al corazón)
y otras a las que se ha permitido entrar
(en el corazón).
A veces las luces afluyen sobre ti, pero
al encontrar tu corazón
rebosando imágenes de lo creado,
se vuelven, por donde habían venido,
a su punto de origen.
Vacía tu corazón de lo creado.
El te lo llenará de conocimiento
y de secretos.
190. ¿Te parece que tarda El mucho
en dar por terminada tu aflicción?
¡Mira pues con cuánta lentitud
te vuelves tú hacia El!
191. Lo que está prescrito para cada tiempo
se puede cumplir
pero, con las exigencias de cada tiempo
¿cómo corresponder?
Pues cada nuevo tiempo que viene
renueva también lo que Allah te exige
y refuerza Su mandato.
¿Cómo podrías cumplir
deberes de tiempos pasados
cuando hay que ocuparse de los del presente?
192. Lo que has perdido de tu vida
es insustituible
pero inestimable es
lo que has ganado de ella.
193. ¿Deseas una cosa?
¡De ella eres su esclavo!
Y de nadie sino de El
quiere Allah que lo seas.
194. Ni tu obediencia Le favorece
ni tu desobediencia Le perjudica.
Si te impone aquélla y te prohíbe ésta,
es por lo que una u otra te van a dar a ti.
Darse a El no añade nada a Su poder,
alejarse de El no lo disminuye en nada
Capítulo 22
196. Alcanzar a Allah
no es sino alcanzar el conocimiento de Allah.
El es demasiado trascendente
para unirse a una cosa
o para que una cosa se una a El.
197. Acercarte a El es sólo
ser testigo de Su proximidad.
Si no ¿qué relación entre tú
y la realidad de Su proximidad?
198. Durante la manifestación divina
las verdades afluyen en bloque,
pero su esclarecimiento se efectúa
luego de haber retornado a la conciencia:
"Mientras lo leemos
estáte atento a su lectura.
Luego Nosotros te lo explicaremos"
(Qur'an, 75, 1819).
199. Cuando las visitas divinas afluyen a ti,
trastocan tus costumbres:
"Cuando los reyes entran en una ciudad,
la despojan" (Qur'an, 27, 34).
Estas visitas son mensajeras
del Conquistador:
no encuentran obstáculo que no pulvericen:
"Y arrojamos la verdad contra la mentira
y la pulveriza: no existe" (Qur'an, 21, 18).
200. ¿Allah velado
cuando es en El donde el velo
aparece, existe y está?
201. No desesperes de ver aceptada una acción
en la que no te has encontrado presente:
pues actos se aceptan a veces
cuyos frutos no se revelan al momento.
No juzgues favorablemente
una manifestación interior
antes de conocer sus frutos:
La nube no es deseada por la lluvia
sino por los frutos que nacen de ésta.
203. No intentes prolongar
las manifestaciones divinas
cuando ya han manifestado sus luces
y entregado sus secretos:
¡en Allah posees una riqueza
que te dispensa de todas las demás
pero de la que nada te puede dispensar!
204. Tu deseo de retener las cosas:
¡señal de que no Le has encontrado aún!
El desconsuelo que deja en ti el perderlas:
¡prueba de que no estás a El unido!
Capítulo 23
205. Cualesquiera que sean sus muchas formas,
la felicidad proviene de Su visión
y Su proximidad;
y el tormento, de que no Le sientes
junto a ti.
La causa, pues, del tormento
es el velo que Le oculta,
mientras que la felicidad perfecta
es contemplar el Rostro de Allah,
el Magnífico.
206. Los corazones sufren dolores y tristezas
sólo porque están privados de Visión.
207. Termina Su favor para contigo
al darte lo que te basta
y quitarte lo que te habría descarriado.
208. Que sean menos tus motivos de gozo
y menos serán también los de tristeza.
209. Si no quieres ser destituido
rechaza una soberanía
que para ti es efímera.
210. Los principios son tentadores (en este mundo)
pero el final te echa para atrás.
El exterior (de las cosas)
te resulta atractivo
pero su interior te invita a rechazarlas.
Allah ha hecho (de este mundo)
lugar de lo que no es El
y hogar de todo desacuerdo
para que renuncies a ello.
212. Sabiendo que no aceptas el mero consejo,
El te ha puesto a prueba en este mundo
para que te sea más fácil su renuncia.
213. Ciencia útil:
la que inunda el pecho con sus rayos
y descorre el velo del corazón.
214. La mejor ciencia es
la que va acompañada de temor.
Si la ciencia se alía al temor,
va a tu favor.
Si no, va contra ti.
215.
216.
217.
218.
Cuando sufres por el abandono de las gentes
o por su mala lengua,
refúgiate en el conocimiento
que Allah tiene de ti:
si tal conocimiento no te bastare
sabe que ésta es aún mayor desdicha
que estar expuesto a la maldad humana.
Hace que los demás te hagan sufrir
para que no descanses en ellos.
Quiere volverte insatisfecho de todo
para que nada te distraiga de El.
Ya sabes que el Shaetan te acecha sin cesar:
por lo tanto, no pierdas de vista tampoco
a Aquél que te lleva sujeto
"por el mechón de la frente" (Qur'an, 11, 56).
Ha hecho de Shaetan tu enemigo
para que huyas hacia El,
y excita al alma contra ti
para que no dejes de acercarte a El
Capítulo 24
219. El que se proclama humilde
es el verdadero orgulloso, pues sólo se puede ser
humilde
en relación a una grandeza.
Atribuirse a sí mismo esta grandeza
es ser verdaderamente orgulloso.
220. Humilde no es aquél
que en su acto de humildad
se considera superior a lo que hace,
sino el que rebajándose
se considera inferior a lo que hace.
221. La verdadera humildad es la que nace
de la contemplación de Su grandeza
y de la manifestación de Su atributo.
Sólo la contemplación de lo que Le califica
puede liberarte de lo que te califica.
222. La alabanza a Allah distrae al creyente
de darse gracias a sí mismo
y los derechos de Allah le impiden recordar
sus propios intereses.
223. No es amante el que espera
que el amado le pague en la misma moneda
ni el que le reclama algún objeto.
Amante es el que se gasta por ti,
no aquél por quien tú te gastas.
224. Si no fuera por los espacios del alma
no habría caminar para los buscadores,
pues entre El y tú no hay distancia
que pueda salvar tu búsqueda
ni tampoco separación
que deshaga tu unión con El.
Te ha situado en un mundo intermedio
entre Su reinado y Su reino
para que veas la elevación de tu rango
entre Sus criaturas:
¡eres una perla escondida
en la concha de Su universo!
Este sólo contiene tu corporeidad
pero no puede englobarte
pues es real tu espiritualidad.
226. Si no le son abiertos
los espacios del Más Allá,
el hombre en el universo
es prisionero de su entorno
y está emparedado
en la figura de su propio yo.
227. Vas con las criaturas
mientras no hayas visto al Creador.
¡Pero ellas irán contigo
cuando Le hayas visto!
228. De la elección
para una situación de privilegio
no se sigue necesariamente
que ya no le afecten a uno
los atributos de humanidad:
Tal como las luces del día
que nacen en el horizonte
pero no emanan de él,
así es esta elección:
ya el sol de Sus atributos luce
en la noche de tu existencia,
ya lo retira de ti
devolviéndote a la condición
que te es propia.
El día, pues, no se eleva en ti de ti
sino que adviene en ti (del exterior).
229. Por la existencia de Sus nombres
y por éstos mismos afirma El Sus atributos
y por Sus atributos prueba El la existencia
de Su esencia: pues no es posible que un atributo
subsista en sí mismo.
Así, a los que están en éxtasis les revela
la perfección de Su esencia
y luego les lleva a la contemplación
de Sus atributos
y de éstos al apego a Sus nombres
230.
231 .
232.
233 .
234 .
235 .
236
y de Sus nombres a la contemplación de Sus efectos.
Pero los ascetas siguen el camino inverso.
Así, lo que es meta para los ascetas
es punto de partida para los extáticos
y lo que es partida para los extáticos
y lo que es punto de partida para los ascetas
lo es de llegada para los extáticos:
pero en un sentido diferente.
También sucede que se encuentren en camino:
unos subiendo, otros bajando.
Como las luces del cielo que sólo aparecen
en el Reinado visible (de este mundo),
así el valor de las luces de los corazones
y las conciencias sólo será conocido
en el Reino invisible (del Más Allá).
Probar en este mundo el fruto de las buenas obras
anuncia a los justos
que existe recompensa en el Más Allá.
¿Cómo puedes exigir recompensa
por una obra que El mismo te ha dado de limosna
o por un acto de sinceridad
con que El mismo te ha obsequiado?
Para unos la iluminación precede a las oraciones,
para otros las oraciones preceden a la iluminación:
el uno invoca a Allah
para que le ilumine el corazón,
el otro porque su corazón ya está iluminado.
Nunca huba oraciones exteriores
sino porque existen contemplación
y meditación interiores.
Te ha hecho testigo
antes de pedir tu testimonio.
Y al tiempo que las apariencias
proclamaban Su divinidad
los corazones y las conciencias realizaban en sí
la verdad de Su unicidad.
Allah te honra con una triple gracia:
de tí hace Su conmemorador
y sin Su gracia jamás serías digno
236 .
237.
238 .
239 .
240 .
de evocar Su recuerdo;
hace que seas conmemorado en El,
confirmando Su relación contigo;
y por último, que seas conmemorado cerca de El,
poniendo así remate a Su gran favor.
Hay vidas largas en duración
pero poco ricas en auxilios divinos
y otras cortas en duración
pero ricas en auxilios divinos.
Aquél cuya vida es bendita atesora en poco tiempo
favores divinos tales
que desbordan del dominio de la expresión
y rebasan toda posible alusión.
El fracaso supremo es que,
una vez liberado de toda preocupación,
no te orientes hacia El
ni emprendas la partida hacia El
cuando los obstáculos han disminuído.
Meditar es que el corazón peregrine
por los espacios de las criaturas.
Es la luminaria del corazón:
sin meditación no hay luz en él.
La meditación es doble:
asentimiento y fé,
contemplación y visión.
Lo primero corresponde a los expertos en reflexión,
lo segundo a los maestros en contemplación
y discernimiento.
Fragmentos de cartas
I.
Sabe, pues, que el modo en que se empieza denota ya cómo se
acabará:
el que empieza en Allah
terminará también en El.
Lo que te da preocupaciones es lo que deseas y persigues, lo que
descuidas es aquello a lo cual prefieres otra cosa.
Quien posee la certeza de que Allah le busca, buscará a Allah con
sinceridad.
Quien sabe que todo está en manos de Allah se concentrará en
abandonarse a El.
Sabe también que las bases de este mundo se tienen que derrumbar
y que será despojado de sus esplendores. Sabio es, pues, quien se
complace más en lo que persiste que en lo que se encamina hacia la
nada:
¡Su luz ya resplandece con signos premonitorios!
En efecto, ya se ha apartado de este mundo sin dolor y lo ha
rehuido, negándose a hacer de él su patria o a adoptarlo como lugar
de reposo.
En el mundo, ha tomado impulso hacia Allah el Altísimo y ha
cruzado el mundo apoyado en Allah para llegar a Allah.
Transportado por la fuerza de su alma como en montura que no se
detuviese jamás y siguiera adelante sin descanso hasta depositarle
en la presencia sagrada sobre la alfombra de la intimidad, lugar de
las confidencias y el cara a cara, del encuentro y la conversación, de
la contemplación y el descubrimiento. La presencia sagrada se
vuelve entonces nido donde el corazón se refugia, tomándolo por
morada.
Si entonces desciende otra vez hacia el cielo de sus derechos o la
tierra de sus intereses, lo hace autorizado y confirmado, arraigado
ya en la certidumbre. Así, pues, no son la falta de cortesía ni el
descuido los que le llevan de retorno a sus derechos, ni pasión ni
afán de goce a sus intereses:
retorna a ellos en Allah,
para Allah, de parte de Allah
y a la vista de Allah.
"Y di: Señor, hazme entrar por la entrada de la sinceridad y salir
por la salida de la sinceridad."
(Qur'an, 17, 80) Que mi mirada esté fija en Tu fuerza y Tu poder
cuando me hagas entrar y yo sometido y entregado a Ti cuando me
hagas salir.
"Y dame de Tu parte un poder victorioso."
(Qur'an, 17, 80)
Que me haga vencedor, que haga vencedor por mí y que no haga a
nadie vencedor de mí, un poder que me haga vencedor de la visión
de mí mismo y aniquilo en mí el dominio de mis sentidos.
II.
Aunque el ojo del corazón vea que sólo Allah es responsable de un
favor, la ley prescribe que hay que dar las gracias a Su criatura.
Pero a este respecto los hombres se dividen en tres categorías:
1. El inconsciente sumido en su inconsciencia: en él predominan los
sentidos y para él se ha desvanecido la presencia sagrada.
Por tanto, considera que la acción proviene de las criaturas y no ve
que pertenece al Señor de los mundos. Cae en asociacionismo
manifiesto si lo plantea como dogma, o en asociacionismo implícito,
si es relativo.
2. El hombre que ha tenido experiencia de la realidad, que se ha
vuelto ausente a las criaturas tras la visión del Rey Verídico y en el
cual la conciencia de las causas ha quedado anegada por la visita de
la Causa de las causas.
Es, pues, éste un creyente deslumbrado por la Realidad, cuyos
fulgores resplandecen ante él.
Ha recorrido la vía y la posee en todo su extensión, conciencia de las
criaturas:
su ebriedad predomina sobre su lucidez,
su unión sobre su desunión,
su extinción sobre su existencia
y su ausencia sobre su presencia.
3. Más perfecto que él es el que también ha bebido pero cuya
lucidez ha aumentado, que está ausente pero cuya presencia se ha
acentuado; su unión no le vela su desunión, su desunión no le oculta
su unión; su extinción no le aparta de su sobreexistencia ni su
sobreexistencia de su extinción: a cada cosa le da su parte justa y
queda en paz con lo que le debía.
Por eso, cuando sobre la lengua del Profeta bajo del cielo la disculpa
de la calumnia
(Qur'an, 24, 1115).
Abu Bakr dijo a A'isha:
"¡Oh, A'isha, da gracias al Profeta!" Y ella le contesto: "¡Por
Allah! ¡Sólo daré gracias a Allah!"
Abu Bakr le indicaba la estación más perfecta: la sobreexistencia,
que implica afirmación de las criaturas, puesto que Allah dijo:
"Sé agradecido Conmigo y con tus padres"
(Qur'an, 31, 14). Igual que el Profeta dijo:
"No es agradecido para con Allah quien no lo es con los hombres."
Pero A'isha estaba en aquél momento conmocionada en sus
sentidos, ausente para las criaturas.
Por eso no vio más que al Unico, al Poderoso.
III.
Acerca del dicho del Profeta:
"Se ha hecho de la oración refresco para mi vista"
Ibn 'Atá'llah dijo, contestando a quien le preguntó si aquello le era
propio o si también otros beben de esta fuente y toman parte de ella:
El refresco de la vista en la contemplación es proporcional al
conocimiento del objeto contemplado. Comoquiera que en el Profeta
este conocimiento fuera insuperable, ninguna vista posee el frescor
de la suya.
Ahora bien, si decimos que el frescor de su vista en la oración viene
de la contemplación de la majestad del objeto contemplado, es
porque él mismo alude a ello diciendo "en la oración" y no "por la
oración." Pues el Profeta sólo puede hallar el frescor de la vista
mediante su Señor.
No podía ser de otro modo tratándose de quien había predicado esta
estación y la recomendaba a los demás con estas palabras:
"Sirve a Allah como si le vieras."
Pero es imposible verle y contemplar otra cosa con El.
Sin embargo, alguien ha objetado:
Puede que el Profeta halle el frescor de su vista "por" la oración,
pues ésta es un don de Allah y proviene de Su favor.
Es imposible que no disfrutara de ella ni en ella encontrara refresco
para su vista, pues el Señor ha dicho:
"Di: por la gracia de Allah y por su misericordia, que de todo esto
disfruten" (Qur'an, 10, 58).
Sabe que, para quien discierne el secreto de la Palabra, la respuesta
viene sugerida en la misma aleya. Pues dice: "que te todo esto
disfruten" y no "disfrute".
¡Oh, Muhammad, diles que disfruten del don y del favor, pero a ti,
que tu gozo sea en el Favorecedor, como reza otra aleya:
"Di: ¡Allah! Y deja que se entretengan con sus discusiones"
(Qur'an, 6, 91)
IV.
Con respecto a los dones que descienden sobre ellos, los hombres se
comportan de tres modos:
1. Está el que se complace en los dones, pero no por Quien los ha
donado ni por cual ha sido Su origen, sino por el gusto que
encuentra en ellos. Es un inconsciente y en él se cumplen estas
palabras del Altísimo:
"Cuando por fin exultaban de gozo por lo que les había sido dado,
les arrebatamos súbitamente"
(Qur'an, 6, 44).
2. Está el que se complace en los dones por serlo de Quien los envía
y gracia de Quien los concede.
En él se cumplen estas palabras de Allah: "Di: por la gracia de
Allah y por Su misericordia, que de todo ello se complazcan, pues
mejor es que lo que ellos atesoran"
(Qur'an, 10, 58).
3. Y por último está el que se complace en Allah y no queda
prendido de los dones ni por placer manifiesto ni por
agradecimiento interior.
La contemplación de Allah le distrae de todo lo demás y de tal modo
se concentra en El que no ve más que a El solo.
En él se cumplen las palabras del Altísimo:
"Di: ¡Allah! Y deja que se entretengan con sus discusiones"
(Qur'an, 6, 91).
¿Acaso Allah no reveló a David:
"Oh, David, di a los justos que en Mí se complazcan y que en Mi
recuerdo encuentren la felicidad?" Quiera Allah que en El y en Su
contento encontremos nuestro gozo tú y yo, y ojalá no nos ponga
entre los descuidados, sino que, por Su gracia y generosidad, nos
haga recorrer el camino de los justos.

LA VIDA NUEVA -- DANTE ALIGHIERI


LA VIDA NUEVA
DANTE ALIGHIERI




I
En aquella parte del libro de mi memoria, antes de la cual poco
podía leerse, hay un epígrafe que dice Incipit vita nova. Bajo este epígrafe
se hallan escritas las palabras que es mi propósito reunir en esta
obrilla, ya que no en su integridad, al menos sustancialmente.
II
Luego de mi nacimiento, el luminoso cielo había vuelto ya nueve
veces al mismo punto, en virtud de su movimiento giratorio, cuando
apareció por vez primera ante mis ojos la gloriosa dama de mis pensamientos,
a quien muchos llamaban Beatriz, en la ignorancia de cuál era
su nombre. Había transcurrido de su vida el tiempo que tarda el estrellado
cielo en recorrer hacia Oriente la duodécima parte de su grado y,
por tanto, aparecióseme ella casi empezando su noveno año y yo la vi
casi acabando mis nueve años. Llevaba indumento de nobilísimo, sencillo
y recatado color bermejo, e iba ceñida y adornada de la guisa que
cumplía a sus juveniles años. Y digo en verdad que a la sazón el espíritu
vital, que en lo recóndito del corazón tiene su morada, comenzó a
latir con tanta fuerza, que se mostraba horriblemente en las menores
pulsaciones. Temblando, dije estas palabras: Ecce deus fortior me,
veniens dominabitur mihi. En aquel punto, el espíritu animal, que mora
en la elevada cámara adonde todos los espíritus sensitivos del hombre
llevan sus percepciones, empezó a maravillarme en gran manera, y
dirigiéndose especialmente a los espíritus de la vista, dijo estas palabras:
Apparuit jam beatitudo vestra. Y a su vez el espíritu natural, que
reside donde se elabora nuestro alimento, comenzó a llorar, y, llorando,
dijo estas palabras: Heu miser! quia frequenter impeditus ero deinceps!
Y a la verdad que desde entonces enseñoreóse Amor de mi alma,
que a él se unió incontinente, y comenzó a tener sobre mí tanto ascendiente
y tal dominio, por la fuerza que le daría mi misma imaginación,
que vime obligado a cumplir cuanto se le antojaba. Mandábame a
 menudo que procurase ver a aquella criatura angelical. Yo, pueril, andábame
a buscarla y la veía con aparecer tan digno y tan noble que ciertamente
podíansele aplicar aquellas palabras del poeta Homero: «No
parecía hija de hombre mortal, sino de un dios.»
Y aunque su imagen, que continuamente me acompaña, se enseñorease
de mí por voluntad de Amor, tenía tan nobilísima virtud, que nunca
consintió que Amor me gobernase sin el consejo de la razón en
aquellas cosas en que sea útil oír el citado consejo.
Pero como a alguno le parecerá ocasionado a fábulas hablar de pasiones
y hechos en tan extremada juventud, me partiré de ello, y, pasando
en silencio muchas cosas que pudiera extraer de donde nacen éstas,
hablaré de lo que en mi memoria se halla escrito con caracteres más
grandes.
III
Transcurridos bastantes días para que se cumplieran nueve años
tras la supradicha aparición de la gentilísima criatura, aconteció que la
admirable mujer aparecióseme vestida con blanquísimo indumento,
entre dos gentiles mujeres de mucha mayor edad. Y, al entrar en una
calle, volvió los ojos hacia donde yo, temeroso, me encontraba, y con
indecible amabilidad, que ya habrá recompensado el Cielo, me saludó
tan expresivamente, que entonces creíame transportado a los últimos
linderos de la felicidad.
La hora en que me llegó su dulcísimo saludo fue precisamente la
nona de aquel día, y como se trataba de la primera vez en que sonaban
sus palabras para llegar a mis oídos, embargóme tan dulce emoción,
que apartéme, como embriagado, de las gentes, apelé a la soledad de mi
estancia y púseme a pensar en aquella muy galana mujer.
Pensando en ella se apoderó de mí un suave sueño, en el que me
sobrevino una visión maravillosa, pues parecíame ver en mi estancia
una nubecilla de color de fuego, en cuyo interior percibía la figura de
un varón que infundía terror a quien lo mirase, aunque mostrábase tan
risueño, que era cosa extraña. Entre otras muchas palabras que no pude
entender, díjome éstas, que entendí: Ego dominum tuus. Entre sus brazos
parecíame ver una persona dormida, casi desnuda, sólo cubierta por
un rojizo cendal, y, mirando más atentamente, advertí que era la mujer
que constituía mi bien, la que el día antes se había dignado saludarme.
Y parecióme que el varón en una de sus manos, sostenía algo que intensamente
ardía, así como que pronunciaba estas palabras: Vide cor
tuum. Al cabo de cierto tiempo me pareció que despertaba la durmiente
y, no sin esfuerzo de ingenio, hacíale comer lo que en la mano ardía,
cosa que ella se comía con escrúpulo. A no tardar, la alegría del extraño
personaje se trocaba en muy amargo llanto. Y así, llorando, sujetaba
más a la mujer entre sus brazos, y diríase que se remontaba hacia el
cielo. Tan gran angustia me aquejó por ello que no pude mantener mi
frágil sueño, el cual se interrumpió, quedando yo desvelado.
Y a la sazón, dándome a pensar, noté que la hora en que se me
presentó la visión era la cuarta de la noche y, por ende, la primera de
las nueve últimas horas de la noche. Y, meditando sobre la aparición,
decidí comunicarlo a muchos renombrados trovadores de entonces.
Como quiera que yo me hubiese ejercitado en el arte de rimar, acordé
componer un soneto, en el cual, tras saludar a todos los devotos de
Amor, rogaríales que juzgasen mi visión, que yo les habría descrito.
Y seguidamente puse mano a este soneto, que comienza: «Almas
y corazones con dolor.»
Almas y corazones con dolor,
a quienes llega mi decir presente
(y cada cual responda lo que siente),
salud en su señor, que es el Amor.
Las estrellas tenían resplandor
el más adamantino y más potente
cuando adivino el Amor súbitamente
en forma tal que me llenó de horror.
Parecíame alegre Amor llevando
mi corazón y el cuerpo de mi amada
cubierto con un lienzo y dormitando.
La despertó mi corazón, sangrando,
dio como nutrición a mi adorada.
Después le vi marcharse sollozando.
Este soneto se divide en dos partes. En la primera aludo y pido
respuesta; en la segunda, indico a qué debe contestarse. La segunda
parte empieza en «Las estrellas».
A este soneto respondieron, con diversas sentencias, muchos, entre
los cuales figuraba aquel a quien yo llamo el primero de mis amigos.
Escribió entonces un soneto que empieza así: «Viste a mi parecer
todo valor.» Y puede decirse que éste fue el principio de nuestra amistad,
al saber él que era yo quien le había hecho el envío. Por cierto que
el verdadero sentido del sueño mencionado no fue percibido entonces
por nadie, aunque ahora es clarísimo hasta para los más ignorantes.
IV
A partir de aquella visión, comenzó mi espíritu natural a verse
perturbado en su desenvolvimiento, pues mi alma hallábase entregada
por completo a pensar en aquella gentilísima mujer. Así es que en breve
tiempo tornéme de tan flaca y débil condición, que muchos amigos
se apesaraban con mi aspecto y otros muchos se esforzaban en saber de
mí lo que yo quería a toda costa ocultar a los demás. Y yo, apercibido
para sus maliciosas interrogaciones, gracias a la protección de Amor,
que me gobernaba según el consejo de la razón, respondíales que Amor
era quien me había reducido a semejante estado. Mentábales Amor
porque mi rostro lo denotaba de tal guisa, que fuera imposible encubrirlo.
Y cuando me preguntaban: «¿Por causa de quien te ha destruido
Amor?», mirábalos yo sonriendo y no les contestaba nada.
V
Aconteció un día que la gentilísima mujer hallábase en sitio donde
sonaban alabanzas a la Reina de los Cielos y que yo me encontraba en
sitio donde podía ver a mi bien. En medio de la recta que nos unía estaba
una hermosa dama de agradable continente, la cual me miraba con
frecuencia, maravillada de mis miradas, que a ella parecían enderezarse.
Fueron muchos los que se percataron, hasta el punto de que, al partirme
de allí, oí que a mi vera decían: «¿Ves cómo esa mujer atormenta
a este hombre?» Y como la nombraran, comprendí que se referían a la
que había estado en medio de la recta que, partiendo de la gentilísima
Beatriz, terminaba en mis ojos, lo cual me animó en extremo, asegurándome
de que mis miradas no habían descubierto mi secreto.
Y a la sazón pensé escudarme con aquella hermosa dama para disimular
la verdad. Tan lo conseguí en tiempo escaso, que las más de las
personas que de mí hablaban creían saber mi secreto. Con aquella mujer
escudéme por espacio de meses y hasta años. Y para fomentar la
credulidad ajena, escribí ciertas rimas que no quiero transcribir aquí,
aun cuando se referían a la gentilísima Beatriz; las omitiré, pues, a no
ser que traslade alguna que más parezca en alabanza de ella.
VI
A tiempo que aquella dama servía para disimular el gran amor
mío, sentí vehementes deseos de recordar el nombre de mi gentilísima
señora, acompañándolo después de muchos nombres de mujeres más
bellas de la ciudad- patria, por voluntad del Altísimo, de la mía-, compuse
una epístola en forma de serventesio, que no transcribiré, y que ni
tan sólo hubiera mencionado si no fuese para decir lo que, componiéndola,
sucedió, por maravilla, o sea que no pude colocar el nombre de
mi amada sino en el lugar noveno entre las demás mujeres.
VII
En tanto, he aquí que la mujer que por largo tiempo habíame servido
para disimular mi pasión hubo de partirse de la susodicha ciudad y
pasar a muy luengos países; por lo cual yo, al quedarme sin la excelente
defensa, me desconsolé más de lo que hubiera podido creer al
principio. Y pensando que si yo, de algún modo, no manifestaba dolor
por su partida, las gentes hubieran advertido pronto mi fingimiento,
decidí exponer mis lamentos en un soneto, que transcribiré, por cuanto
mi amada fue causa inmediata de ciertas palabras que en tal soneto
figuran, según advertirá quien lo conozca. Escribí, pues, este soneto,
que empieza, «Vosotros que de Amor seguís la vía.»
Vosotros que de Amor seguís la vía,
mirad si hay lacería
que se compare con mi pena grave.
Escuchad mi clamor, por cortesía
y en vuestra fantasía
ved que soy del penar albergue y clave.
Diome el Amor por grácil hidalguía
-que no por virtud mía-,
una vida tan dulce y tan suave,
que a menudo la gente, nada pía,
detrás de mí decía:
“¿Por qué ese pecho de la dicha sabe?”
Pero he perdido ya el fácil acento
que el Amor me prestó con su tesoro;
y tanto lo deploro
que aun para hablar carezco de ardimiento.
Mostraré, pues -cual quienes en desdoro
ocultan por vergüenza su tormento-,
por de fuera, contento,
mientras por dentro me destrozo y lloro.
Este soneto consta de dos partes principales. En la primera quiere
llamar a los fieles de Amor con aquellas palabras del profeta Jeremías
que dicen: O vos omnes qui transitis per viam, attendite et videte si est
dolor sicut meus, y rogarles que tengan la bondad de escucharme. En la
segunda refiero en qué situación me ha colocado Amor con otra intención
que no muestran las partes extremas del soneto, y digo lo que he
perdido. La segunda parte empieza en «Diome el Amor».
VIII
Poco después de partirse la hermosa dama plugo al Dios de los ángeles
llamar a su gloria a una mujer joven y de muy bello aspecto que
en la supradicha ciudad era muy estimada. Viendo yo su cuerpo yacente
sin el alma entre otras muchas mujeres que lloraban lastimeramente,
recordé que habíale visto en compañía de mi gentilísima amada,
y no pude contener algunas lágrimas. Así llorando, decidí dedicar, unas
palabras a su muerte, en virtud de haberla visto alguna vez con la dama
de mis pensamientos. Algo de ello apunté en las postreras palabras que
escribí, como verá claramente quien las lea. Fue entonces cuando compuse
estos dos sonetos, el primero de los cuales comienza diciendo:
«Puesto que llora Amor, llorad, amantes», y el segundo: «Muerte vil,
de piedades enemiga.»
Puesto que llora Amor, llorad, amantes
al escuchar la causa del lamento.
También las damas, con piadoso acento,
como el Amor se muestran sollozantes.
En mujer de bellezas relevantes
la muerte vil ha puesto su tormento,
ajando, no el honor, que es macilento,
sino tales bellezas, más brillantes.
Pero hízole el Amor gran reverencia,
pues yo le vi de veras, no apariencia,
gimiendo cabe el hecho tremebundo.
Y a menudo a los cielos se volvía
donde ya para siempre residía
la que no tuvo par en este mundo.
Este soneto se divide en tres partes. En la primera llamo e incito a
los fieles de Amor para que lloren, les comunico que su señora llora y
les digo la causa de que llore, a fin de que estén más dispuestos a escucharme;
en la segunda refiero dicha causa, y en la tercera hablo de los
honores que a dicha mujer hizo Amor. La segunda parte empieza en
«También las damas;» la tercera, en «Pero hízole el Amor.»
Muerte vil, de piedades enemiga,
De pesares amiga,
juicio que se resuelve pavoroso,
ya que heriste mi pecho doloroso,
acude presuroso
y en tu daño mi lengua se fatiga.
Si de merced te quiero hacer mendiga,
conviene que yo diga
tu proceder, que siempre es ominoso;
no permanece a gentes misterioso,
mas no hallaré reposo
hasta que el mundo amante te maldiga.
De la tierra arrancaste con falsía
cuanto a una dama embelleció galana:
su juventud lozana
tronchaste cuando amante florecía.
Su nombre no diré; sólo diría
su virtud y su gracia soberana.
Quien al bien no se afana,
jamás espere haber su compañía.
Esté soneto se divide en cuatro partes. En la primera llamo a la
muerte con algunos de los nombres más apropiados; en la segunda,
dirigiéndome a ella, expreso la causa que me impele a vituperarla; en la
tercera la vitupero, y en la cuarta me dirijo a una persona indefinida,
aunque para mi entendimiento esté definida. La segunda parte comienza
en «Ya que heriste»; la tercera, en «Si de merced», y la cuarta, en
«Quien al bien».
IX
Unos días después del fallecimiento de aquella dama aconteció
que hube de partirme de la antedicha ciudad y encaminarme hacia
donde se hallaba la gentil mujer que había sido mi defensa, si bien el
término de mi andar no estaba tan lejos como ella. Y aun cuando iba yo
en nutrida compañía, me disgustaba el andar en tal manera, que los
suspiros no podían desahogar la angustia que mi corazón sentía a medida
que me alejaba de mi bien.
Entonces, el dulcísimo sueño que me tiranizaba gracias a mi gentilísima
amada se me apareció en la imaginación cual peregrino ligeramente
vestido con groseros harapos. Parecía afligido y miraba al suelo,
salvo cuando, al parecer, dirigía sus ojos hacia un río de aguas corrientes
y cristalinas que se deslizaba cerca del camino que yo seguía. Creí
que me llamaba para decirme estas palabras: «Vengo de ver a la dama
que por tanto tiempo fue tu defensa, y sé que no volverá; pero traigo
conmigo el corazón que yo te hice dedicarle y lo llevaré a otra dama
que te defienda como aquélla te defendía.» Y, como la nombrase, conocíala
perfectamente. «Empero -añadió-, si por ventura refirieses algo
de lo que te he comunicado, hazlo de suerte que no se entrevea la simulación
de amor que practicaste con aquélla y que te convendrá practicar
con otras.»
Dijo, y desapareció súbitamente la visión, no sin haber influido
grandemente sobre mí. Aquel día cabalgué con aspecto demudado, muy
pensativo y suspirando pródigamente. Al día siguiente di principio a
este soneto que empieza: «Cabalgando anteayer por un camino.»
Cabalgando anteayer por un camino,
rumbo que en modo alguno me placía,
di con Amor en medio de mi vía
con ligero sayal de peregrino.
Por su talante le juzgué mezquino,
cual sí hubiera perdido jerarquía;
el trato de la gente rehuía,
entre suspiros, pálido y mohino.
Mas diciendo mi nombre así me hablaba:
“Vengo de lejos, donde se encontraba
tu pobre corazón en ministerio,
que te devuelvo para verte gayo.”
Y entonces me ganó turbio desmayo
mientras Amor fundíase en misterio.
Este soneto se divide en tres partes. En la primera refiero cómo
encontré a Amor y qué me pareció; en la segunda refiero lo que me
dijo, aunque no enteramente, por miedo a descubrir mi secreto; en la
tercera refiero cómo desapareció. La segunda parte empieza en «Mas
diciendo mi nombre»; la tercera, en «Y entonces me ganó».
X
A mi regreso dediquéme a buscar a la dama que mi dueño habíame
indicado en el camino de los suspiros. Para abreviar, diré que en
corto tiempo le hice de tal modo mi defensa, que muchos hablaban de
ello más de lo prudente, lo cual me apesadumbraba sobre manera. Y
por causa de estas lamentables habladurías, que me inflamaban con el
vicio, mi discretísima amada, que fue debeladora de todos los vicios y
soberana de todas las virtudes, encontrándome al paso, negóme su
dulcísimo saludo, en que yo cifraba toda mi felicidad: Por eso, aun
cuando me salga de mi actual propósito, quiero dar a entender los benéficos
efectos que su saludo obraba en mí.
XI
Cuando la encontraba, dondequiera que fuese, con la esperanza de
su magnífico saludo, no sólo me olvidaba de todos mis enemigos, sino
que una llama de caridad hacíame perdonar a todo el que me hubiese
ofendido. Y si alguien me hubiera preguntado entonces algo, mi respuesta,
con humilde apostura, hubiera sido: «Amor.» Cuando ella estaba
próxima a saludarme, un espíritu amoroso, destruyendo todos los
otros espíritus sensitivos, impulsaba hacia afuera a los apocados espíritus
del rostro, diciéndoles: «Salid para honrar a vuestra señora», y se
quedaba él en lugar de ellos. Así, quien hubiera querido conocer a
Amor, hubiera podido hacerlo mirando la expresión de mis ojos. Y
cuando saludaba mí gentilísimo bien, no solamente Amor era incapaz
de ensombrecer mi inefable dicha, sino que con semejante dulzura
reducíase a tal estado, que mi cuerpo, en un todo sometido a su poder,
manifestábase a menudo cual cosa inerte e inanimada. De lo cual se
colige claramente que en su salud estaba mi felicidad, la cual muchas
veces sobrepujaba y excedía a mis facultades.
XII
Mas, volviendo a mi propósito, debo decir que, al negarme tal felicidad,
fue tanto mi dolor que, partiéndome de la gente, retiréme a
solitario paraje donde bañar el suelo con muy amargas lágrimas. Y una
vez hubo remitido este llanto, encerréme en mi estancia, donde podía
lamentarme sin ser oído. Allí, implorando misericordia a la dama de las
cortesías y exclamando: «Ayuda, Amor, a tu siervo», me dormí como
un niño entrelloroso luego del castigo.
En medio de mi sueño parecióme ver en mi estancia, y sentado
junto a mí, a un joven puesto de blanquísimo indumento, que, muy
preocupado al parecer, me contemplaba en el lecho. Y, cuando me
hubo mirado algún tiempo, parecióme que me llamaba suspirando para
decirme estas palabras: Fili mihi, tempus est ut proetermitantur simulacra
nostra. Y entonces me pareció conocerle, pues llamábame cual
muchas veces me había llamado ya en mis sueños. Mirándole, parecióme
asimismo que lloraba lastimeramente y que esperaba de mí alguna
palabra, por lo cual, convencido de ello, comencé a hablarle de
esta manera: «¿Por qué lloras, noble señor?» A lo que respondióme:
Ego tanquan centrum, circuli cui simili modo se habent circunferentiae
partes; tu autem non sic. Entonces, meditando sus palabras, hallé que
me había hablado con gran oscuridad, por lo cual procuré decirle lo
siguiente: «¿Por qué, señor, me hablas tan oscuramente?» Y me repuso,
ya en lengua vulgar: «No preguntes sino cosas útiles.» Comencé, pues,
a hablar con él del saludo que se me negó y le pregunté la causa de esta
negativa, a lo cual respondióme del siguiente modo: «Nuestra Beatriz
oyó, hablando de ti con algunas personas, que la dama que te indiqué
en el camino de los suspiros había sido enojada por ti, lo cual motivó
que la gentilísima Beatriz, contraria a que se causen molestias de este
linaje, no se dignara saludarte, creyendo que habías molestado. Por
esto, aunque realmente ha tiempo que conoce tu secreto, quiero que le
rimes unas palabras diciéndole el señorío que sobre ti ejerzo gracias a
ella, y cómo a ella te consagraste desde tu más tierna infancia. Invoca
por testimonio a quien lo sabe, y yo, que soy éste, gustosamente daré
fe, con lo cual advertiré tus verdaderas intenciones y consiguientemente
se percatará de que estaban engañados quienes le hablaron. Haz
que tales versos sean indirectos para no hablarle directamente, como si
no fueras digno de ello. Cuida, en fin, de mandárselos a donde yo me
encuentre y pueda dárselos a entender, así como de revestirlos con
suave armonía, en la que intervendré cuando fuere menester.»
Pronunciadas estas palabras, desvanecióse y se truncó mi sueño.
Luego, rememorando, inferí que la visión había acaecido en la novena
hora del día. Y antes de salir de mi estancia me propuse componer una
balada en la que cumpliría lo que mi señor habíame impuesto. Así, escribí
esta balada, que empieza: «Balada, corre, que al Amor te envío.»
Balada, corre, que al Amor te envío;
con él junto a mi dama te adelantas,
y de mi afecto, que en tus versos cantas,
hable después con ella el dueño mío.
Balada mía: irás tan cortésmente
que, aunque sin compañero,
podrías presentarte do quisieras;
mas si deseas ir seguramente
a Amor busca primero
porque no es bueno que sin él te fueras.
Pues la dama que manda en mi albedrío
contra mis ansias hállase enojada,
y si no vas de Amor acompañada
temo que te reciba con desvío.
Con dulce son, cuando estés junto a ella
comienza de este modo,
si su permiso concederte quiere:
“El que me envía a vos, señora bella,
anhela que ante todo
sus disculpas oigáis si las tuviere...
Amor, el grato acompañante mío,
quizá le hizo mirar otras doncellas
pensando en vos; mas al mirar en ellas
no desertó de vuestro señorío.”
Dile: “Su corazón, señora, tuvo
en vos fe tan entera
que a daros gloria fue siempre inclinado.
Muy temprano fue vuestro y se mantuvo.”
Y si no te creyera,
pregúntelo al Amor, que está enterado.
Cuando te vayas, con acento pío,
suplicando perdón, por si la enojas,
di que morir me mande, y sin congojas
satisfará mi vida su albedrío.
Y a quien de toda compasión es clave
le dices que argumente,
quedándose, en favor de mi persona.
Siquiera- dile- por mi tono suave
accede, complaciente,
y por tu siervo con favor razona.
Y si ella, por tu oficio, le perdona,
anúnciele por la paz gayo semblante.”
Gentil balada mía, tú, constante,
haz que el triunfo te ciña su corona.
Esta balada se divide en tres partes. En la primera le digo dónde
ha de ir, la animo para que vaya más tranquila y le aviso qué compañía
ha de tomar si quiere ir con seguridad y sin peligro alguno; en la segunda
le digo lo que le cumple dar a entender, y en la tercera le doy
venia para partir cuando quiera y encomiendo su gestión en brazos de
la fortuna. La segunda parte empieza en «Con dulce son», y la tercera,
en «Gentil balada».
Alguien podría objetarme que no acierta a quién hablo en segunda
persona, pues la balada no contiene más palabras que las citadas; pero
creo que esta duda la resuelvo en parte todavía más dudosa de esta
obrita; entonces, pues, comprenderá quien aquí dudare y quisiere controvertirme.
XIII
Tras la susomentada visión, y una vez pronunciadas las palabras
que Amor me obligó a decir, muchos y diversos pensamientos comenzaron
a asaltarme y combatirme en forma tal, que contra algunos de
ellos no podría defenderme. Cuatro consideraciones, sobre todo, inquietaban
mi vida; una de ellas era ésta: bueno es el dominio de Amor,
ya que aparta el entendimiento de sus siervos de todas las cosas viles.
Otra era ésta: nada bueno es el dominio de Amor, pues cuanta más fe se
tiene, más graves y dolorosos extremos hace pasar. Otra era ésta: tan
dulce al oído es el nombre de Amor, que imposible me parece que su
influencia no sea dulce en todo, comoquiera que los nombres respondan
a las cosas denominadas: Nomina sunt cosequientia rerum. Y la
cuarta era ésta: la mujer por quien Amor así te asedia no es como las
demás mujeres, cuyo corazón fácilmente se puede ganar. Y cada una de
tales consideraciones me acuciaba tanto, que estaba yo como quien
quiere irse y no sabe por dónde. Si intentaba buscar un camino en el
que todas las consideraciones coincidiesen, tal camino era también muy
desfavorable para mí, pues tenía que invocar a la Piedad y arrojarme en
brazos de ella. Y en tal situación viniéronme deseos de rimar y compuse
este soneto, que empieza: «Hablan de Amor mis muchos pensamientos.
»
Hablan de Amor mis muchos pensamientos,
pero con varia y múltiple tendencia,
pues mientras uno alega su potencia,
otro halla en la virtud sus argumentos;
ni oculta la esperanza sus contentos,
ni dejo de llorar con gran frecuencia.
Sólo al pedir piedad tienen tangencia
dentro del corazón tantos acentos.
Puesto en el trance de escoger, me pierdo;
cuando pretendo hablar, no sé qué diga;
y con ello me encuentro siempre en duda.
Por eso, si deseo algún acuerdo,
conviéneme apelar a mi enemiga,
la Piedad, gran señora, por mi ayuda.
Este soneto puede dividirse en cuatro partes. En la primera digo y
expongo que todos mis pensamientos son de amor; en la segunda afirmo
que son diversos, y muestro diversidad; en la tercera digo en qué
parece que anden todos los acordes, y en la cuarta digo que, deseando
hablar de Amor, no sé por qué pensamiento decidirme, y si quiero
abarcarlos todos necesito llamar a mi señora la Piedad, enemiga mía. Y
digo «señora» casi irónicamente. La segunda parte empieza en «Pero
con varia»; la tercera, en «Sólo al pedir», y la cuarta, en «Puesto en
trance».
XIV
Tras esta porfía de tan diversos pensamientos, acaeció que mi
gentilísima amada acudió a un lugar en que estaban reunidas muchas
mujeres hermosas y adonde yo fui llevado por un amigo que creía hacerme
un gran obsequio conduciéndome a sitio donde tantas mujeres
mostraban su hermosura. Pero yo, ignorando a qué había sido conducido
y confiándome a la persona que me había llevado a las postrimerías
de la vida, le dije: «¿Para qué hemos venido junto a estas damas?» A lo
que me contestó: «Para que sean más dignamente servidas.»Lo cierto
era que se habían congregado allí para acompañar a una bella señora
que aquel día habíase desposado y a quien, con arreglo a usanza de la
supradicha ciudad, habían de acompañar asimismo la primera vez que
se sentara a la mesa en la morada de su esposo. Por complacer a mi
amigo decidí permanecer con él al servicio de aquellas damas; pero,
seguidamente, parecióme sentir un pasmoso temblor que, comenzando
en el lado izquierdo de mi pecho, extendíase súbitamente por todo mi
ser. Hube de apoyarme disimuladamente en un pintado friso que rodeaba
toda la estancia. Entonces, temeroso de que los, demás reparasen en
mi temblor, alcé la vista y, mirando a las damas, vi entre ellas a la gentilísima
Beatriz. Y fueron de tal modo aniquilados mis espíritus por la
fuerza que Amor adquirió viéndome tan próximo a mi bellísima dama,
que sólo quedaron con vida los de la vista, si bien parecían fuera de su
sitio, como si Amor quisiera ocupar su lugar nobilísimo para ver a la
admirable señora. Y aunque yo me hallaba demudado, mucho dolíanme
estos traviesos espíritus de la vista, que, lamentándose fuertemente,
decían: «Si Amor no nos lazara fuera de nuestro sitio, podríamos estar
mirando a esa maravillosa mujer como están mirándola los ojos de los
demás.»
A todo esto, muchas de aquellas damas, advirtiendo mi transfiguración,
dieron en asombrarse y empezaron a burlarse de mí, hablando
con mi amada, por lo cual mi equivocado amigo cogióme de la mano,
me sacó fuera de la presencia de dichas señoras y me preguntó qué me
pasaba. Yo, más tranquilo ya, resucitados los espíritus muertos, repuestos
los lanzados, respondí a mi amigo de este modo: «Puse los pies en
esa parte de la vida más allá de la cual no se puede pasar con propósito
de volver.»
Y, separándome de él, tornéme a la estancia de los llantos, en la
cual, llorando avergonzado, me decía: «Si mi amada conociera, mi
estado, no creo que se mofara así de mi persona, sino que sentiría gran
compasión.» Y, mientras lloraba, decidí escribir unas palabras en que,
dirigiéndome a ella, significara la causa de mi transfiguración y le
manifestara que yo sabía perfectamente que ella la ignoraba, así como
que, de haberla conocido, se hubiera compadecido de mí. Naturalmente,
decidí escribirlas con el deseo de que por ventura llegasen a sus
oídos. Y compuse, por ende, este soneto, que empieza: «¡Oh mujer que
mil burlas aderezas!»
¡Oh mujer que mil burlas aderezas
con tus amigas viendo mi figura!
¿Sabes que vengo a ser nueva criatura
en la contemplación de tus bellezas?
Si lo supieras, toda gentilezas
fuese quizá la mofa que me apura,
que Amor, pues tu visión me, transfigura
cobra tantos arrestos y fierezas,
que ataca aciagamente mis sentidos
-ora parecen muertos, ora heridos-,
dejándome tan sólo que te vea.
Cariz, por consiguiente, muestro ajeno,
si bien en mi persona es donde peno
el mal que en mi dolor se regodea.
No divido en partes este soneto, porque la división se hace solamente
para aclarar el sentido de la cosa dividida, y como es sobrado
evidente por su motivada causa, no necesita división. No obstante,
entre las palabras donde se manifiesta la materia de este soneto, hay las
dudosas, como cuando digo que Amor mata todos mis espíritus, menos
los de la vista, que permanecen con vida, si bien desplazados de sus
funciones; pero esta duda, imposible de resolver por quien no sea tan
devoto de Amor como yo, no lo es para quienes lo son, ya que éstos
ven claramente lo que resolvería lo dudoso de esas palabras. Por lo
demás, no me toca resolver dicha duda, ya que mi lenguaje resultaría
entonces inútil o verdaderamente superfluo.
XV
Después de la reciente transfiguración, asaltóme un pensamiento
tenaz que no me daba punto de reposo y me argüía de esta manera: «Si
pasas en tan lamentable estado cuando te hallas cerca de tu amada, ¿por
qué procuras verla? Si ella te preguntara algo, ¿qué le contestarías, suponiendo
que para contestarle tuvieses libres tus facultades?» Pero un
humilde pensamiento respondía así: «Si no me cohibieran mis facultades
y tuviese desenvoltura para contestar, diríale que, en cuanto me
pongo a considerar su admirable belleza, me acomete un deseo tan
poderoso de verla, que destruye y aniquila cuanto en mi memoria se le
pudiera oponer. Así es que los padecimientos pasados no son obstáculo
para que procuré verla.» Y movido por estos efectos decidí escribir
unas palabras en que, al mismo tiempo que me excusara de semejante
reprensión, hablase también de lo que me ocurre acerca de ella. Compuse,
pues, el soneto que empieza: “Cuanto vive en mi mente halla la
muerte.”
Cuanto vive en mi mente halla la muerte
si me aproximo a vos, amada mía,
y Amor me dice en vuestra cercanía:
“Huya quien por morir se desconcierte.”
El corazón exangüe y casi inerte,
en el color del rostro da su guía.
Y las piedras, mirando mi agonía,
“¡Que muera al punto!”, claman con voz fuerte.
¡Cómo peca quien viéndome en tal guisa
mi alma desconsolada no conforta
mostrando que el penar mío le apena!
Y es que neutralizáis con vuestra risa
mi mirada, en sus pésames absorta,
y que, anhelando muerte, se envenena.
Este soneto se divide en dos partes. En la primera expreso la causa
en virtud de la cual me abstengo de acercarme a mi amada; en la segunda
refiero lo que me ocurre por acercarme a ella. Esta segunda parte comienza
en «y Amor me dice». Y esta misma segunda parte se divide en
otras cinco, según diversas materias. En la primera expreso lo que
Amor, aconsejado por la razón, me dice cuando estoy cerca de ella; en
la segunda manifiesto el estado del corazón por el aspecto de mi rostro;
en la tercera indico cómo pierdo toda tranquilidad; en la cuarta afirmo
que peca quien no se apiada de mí, cosa que, en cierto modo, me consolaría,
y en la última explico por qué debiera compadecérseme, que es
por la expresión lastimera de mis ojos, expresión lastimera desvirtuada,
ya que no se manifiesta a otros, por las mofas de ella, que mueve a imitación
a quienes tal vez verían mi lamentable estado. La segunda parte
comienza en «El corazón»; la tercera, en «Y las piedras»; la cuarta, en:
«¡Cómo peca!», y la quinta, en «Y es que neutralizáis».
XVI
Después de haber escrito este soneto, entráronme deseos de, decir
también algo referente a cuatro aspectos de mi estado, los cuales me
parecía no haber manifestado nunca. El primero de ellos es que muchas
veces condolíame porque la fantasía impulsaba a mi memoria para que
considerase en qué estado me dejaba Amor. El segundo es que Amor, a
menudo, me asaltaba dé súbito tan fuertemente, que sólo vivía para
pensar en mi amada. El tercero es que, cuando esta lucha de Amor se
movía contra mí, yo, completamente pálido, andaba buscando a mi
amada, creyendo que con verla estaría defendido en la batalla y
 olvidando lo que me ocurría al aproximarme a tan gran beldad. El cuarto es
que el hecho de verla, no solamente no me defendía, sino que acababa
desbaratando lo poco que de vida me restaba. Así, pues, compuse este
soneto que empieza: «Muchas veces revélase a mi mente.»
Muchas veces revélase a mi mente
el estado a que Amor me a sometido,
y en fuerza de emoción pienso y me pido:
“¿Sufrirá más dolor algún viviente?”
Pues me acomete Amor tan diestramente
que casi me derriba sin sentido,
no dejándome más que un desmedido
aliento que por vos razona y siente.
Buscando salvación, lucho a porfía,
hasta que en postración sin valentía,
busco en vos el remedio que apetezco.
Y cuando al contemplar alzo los ojos,
me ganan los temblores y sonrojos
mientras, yéndose el alma, desfallezco.
Este soneto se divide en cuatro partes, correspondientes a los cuatro
aspectos a que se refiere; pero como han sido enumerados más
arriba, me constreñiré a indicar cada parte por su comienzo. La segunda
empieza en «Pues me acomete»; la tercera, en «Buscando salvación», y
la cuarta, en «Y cuando al contemplar».
XVII
Escritos los tres sonetos últimos dirigidos a mi amada y en los que
le refería mi estado, creí oportuno callar ya, pues me pareció haber hablado
bastante de mí. Y comoquiera que después dejé de dirigirme a
ella, convínome tratar materia nueva y más noble que la pasada. Diré,
con la mayor brevedad posible, lo que fue motivo de ella, ya que es
agradable de oír.
XVIII
Muchas personas, por mi solo aspecto, habían comprendido el secreto
de mi corazón. Y varias damas que estaban Congregadas para
deleitarse con la mutua compañía eran conocedoras de mis afectos, por
cuanto todas habían presenciado muchas de mis turbaciones. Pasando
yo, llevado por el azar, cerca de las gentiles señoras, llamóme una de
ellas, que por cierto era de gratísimo hablar. Cuando llegué a donde
estaban y vi que mi gentilísima dama no se hallaba allí, me serené, las
saludé y preguntéles qué se les ofrecía.
Había muchas mujeres, algunas de las cuales reían entre sí, mientras
otras me miraban esperando mis palabras y otras mantenían coloquios.
Una de éstas, volviendo hacia mí sus ojos y llamándome por mi
nombre, hablóme así: «¿Con qué fin amas a tu dama, que no puedes
sostener su presencia? Dínoslo, porque seguramente la finalidad de ese
amor será algo no visto jamás.» Pronunciadas estas palabras, no solamente
ella, sino todas las otras mujeres, mostraron sus deseos de esperar
mi respuesta. Y entonces les hablé así: «La finalidad de mi amor,
¡oh dama!, se cifra en saludar a la mujer que sabéis, y en ello consiste
mi felicidad, término de todos mis anhelos. Mas desde que le plugo
negarme su saludo, Amor, que es mi señor, ha puesto mi felicidad
entera en algo que no puede fallirme.» Rompieron entonces aquellas
damas a hablar entre sí, de manera que yo creía oír sus palabras entrecortadas
de suspiros, tal como a veces vemos caer la lluvia mezclada
con copos de nieve. Y cuando hubieron hablado algún tanto, la misma
dama que antes me habló, díjome lo siguiente: «Te rogamos que nos
digas dónde se halla tu felicidad.» Y díjeles respondiendo: «En las
palabras de alabanza a mi amada.» Y repuso mi interlocutora: «De ser
cierto cuanto dices, las palabras con que nos has referido tu situación
las habrías pronunciado con ese propósito.»
Y me partí de aquellas damas meditando lo oído, casi avergonzado,
diciendo para mí: «Ya que tanta felicidad hallo en las palabras que
loan a mi dama, ¿por qué he hablado de otras cosas?» Y decidí tomar
siempre, en adelante, por motivo de mis palabras, cuanto fuera elogio
de mi gentilísima amada. Reflexionando, pensé que me había lanzado a
grave empresa para mí, por lo que no me atreví a empezar. Y así estuve
algunos días, con ansia de hablar y con temor de quebrar mi silencio.
XIX
Aconteció, pues, que andando por un camino junto al cual se deslizaba
un río clarísimo, sentí tantos deseos de expresarme, que comencé
a pensar en qué modo lo haría. Y pensé que lo oportuno era hablar de
ella dirigiéndome a otras mujeres, pero no a cualesquiera, sino a las que
son bellas y distinguidas. Entonces mi lengua se movió como espontáneamente
para decir: «¡Oh damas que de amor tenéis idea!» Y con gran
alegría retuve tales palabras en mi memoria para tomarlas por principio
de lo que dijese. Ya vuelto a la supradicha ciudad, tras varias jornadas
de meditación, comencé una canción con aquellas palabras, dispuesta
como se verá al tratar de su división. La canción empieza, en efecto:
«¡Oh damas que de amor tenéis idea!»
¡Oh damas que de amor tenéis idea!
Hablaros de mi dama yo pretendo.
Y no agotar su elogio es lo que entiendo,
sino tan sólo descargar mi mente.
Cada vez que la elogio cual presea,
Amor me hace sentir con tal dulzura,
que, de obrar con sutil desenvoltura,
enamorara de ella a toda gente.
Y no aspiro a loar sublimente
por si caigo- contraste- en la vileza;
me ceñiré a tratar de su belleza,
para lo que merece, brevemente,
¡oh señoras amables!, con vosotras,
pues no dijera, cuanto os digo, a otras.
Llama un ángel al célico intelecto
y le dice: “En el mundo verse puede
un ser maravilloso, que procede
de un alma que hasta aquí su luz envía.”
El cielo, que no tiene más defecto,
pide a Dios si tal guisa le concede
y el total de los santos intercede.
Tan sólo la Piedad abogacía
interpone por mí. Mas Dios decía:
“Sufrid, dilectos míos, con paciencia,
que no acuda tan presto a mi presencia,
pues hay quien en la Tierra la porfía,
y dirá en el infierno a los precitos:
“¡La esperanza yo vi de los malditos!”
Por mi dama suspiran en el cielo;
quiero, pues, referiros su nobleza.
La que mostrar pretenda gentileza
acompáñase de ella en la salida
que en todo pecho vil infunde un hielo
con que mata los viles sentimientos,
y quien logra mirarla unos momentos
se queda ennoblecido o sin la vida,
y el digno de mirar a mi elegida
experimenta al punto su potencia
porque es su saludar beneficencia
que hasta la ofensa estólida liquida.
A más, Dios otra gracia le ha otorgado:
no puede mal morir el que le ha hablado.
“Siendo mortal -Amor en sí repite-,
¿cómo tan bella puede ser y pura?”
La vuelve a contemplar y en sí murmura
que hízola Dios sin norma de costumbre.
Con la perla su fina tez compite;
color grato en mujeres, con mesura.
Compendia lo mejor de la Natura.
De todas las bellezas es la cumbre.
Al lanzar de sus ojos clara lumbre
surgen de amor espíritus radiosos
que hieren en la vista a los curiosos
y al corazón infligen pesadumbre.
Su boca, donde Amor está presente,
nadie puede mirarla fijamente.
¡Oh canción mía! Sé que irás hablando,
a muchas damas una vez lanzada.
Te ruego, ya que estás aleccionada
como hija del Amor, joven y pía,
que por doquier digas suplicando:
“¿Qué senda llevárame a la persona
cuya alabanza lírica me abona?”
Y si tu acción no quieres ver baldía,
esquiva a todo ser sin cortesía,
no fíes, de poder, tus intereses
sino a la dama y al varón corteses
que te señalarán la buena vía.
Y puesto que al Amor verás con ella,
recomienda al Amor mi gran querella.
Para que se entienda mejor esta canción, la dividiré más cuidadosamente
que las composiciones anteriores. Ante todo, haré tres partes:
la primera es proemio de las palabras siguientes; la segunda es el tema
de que se trata, y la tercera viene a ser auxiliar de las precedentes. La
segunda empieza en «Llama un ángel»; la tercera, en «¡Oh canción
mía!»
La primera parte se divide en cuatro. En la primera explico a quién
y por qué deseo hablar de mi amada; en la segunda, lo que me parece,
cuando pienso en sus merecimientos y cómo hablaría de ella si me atreviera;
en la tercera, cómo debo hablar de ella para no verme impelido
por obstáculos, y en la cuarta, dirigiéndome de nuevo a quien quiero
hablar, explico la causa de que me dirija a ellos. La segunda empieza
en «Cada vez»; la tercera, en «Y no aspiro», y la cuarta, en «¡Oh señoras
amables!»
Después, al decir: «Llama un ángel», empiezo a hablar de mi amada.
Esta parte se divide en dos. En la primera explico cuánto la estiman
en los cielos, y en la segunda, cuánto la estiman en la Tierra. Esta, que
empieza en «Por mi dama», se divide en dos. En la primera explico lo
referente a la nobleza de su alma, enumerando algunas de las poderosas
virtudes que de su alma proceden; en la segunda explico lo referente a
la nobleza de su cuerpo, enumerando algunas de sus bellezas. Esta, que
empieza en «Siendo mortal», se divide en dos: en la primera trato de
algunas bellezas, concernientes a toda persona; en la segunda trato de
algunas bellezas que conciernen a determinadas partes de la persona.
Esta segunda parte, que empieza en «Al lanzar de sus ojos», se divide
en dos: en una hablo de su boca, que es término de amor. Y para que se
disipe todo pensamiento impuro, recuerde el lector que más arriba
queda escrito que el saludo de tal mujer, función de su boca, fue término
de mis anhelos mientras lo pude recibir.
Luego, al decir: «¡Oh canción mía!» añado una estrofa a manera
de auxiliar, en la cual manifiesto lo que de esta mi canción espero. Y
comoquiera que esta última parte es fácil de entender, no me entretengo
en más diversiones. No niego que, para hacer más inteligible esta canción,
convendría establecer más subdivisiones; sin embargo, quien no
tenga bastante ingenio para entenderla con las divisiones hechas, no me
disgustará si la deja estar, pues, en verdad, temo, con las divisiones
establecidas, haber facilitado, a demasiados su inteligencia, si acaso la
canción llega a oídos de muchos.
XX
Una vez divulgada, en cierto modo, esta canción, como la oyese
cierto amigo mío, sintióse inclinado a rogarme que le dijera qué es
Amor, pues quizá, por las palabras oídas, esperaba de mí más de lo que
yo merecía., Y pensando yo que después de lo tratado era oportuno
decir algo de Amor, así como en la conveniencia de atender a mi
amigo, decidí escribir unas palabras en que de Amor tratase. Entonces
compuse este soneto, que empieza: «Escribió el sabio: son la misma
cosa.»
Escribió el sabio: son la misma cosa
el puro amor y el noble entendimiento.
Como alma racional y entendimiento,
sin uno nunca el otro vivir osa.
Hace Naturaleza, si amorosa,
de Amor, señor, que tiene su aposento
en el noble sentir, donde contento
por breve o largo término reposa.
Como discreta dama, la Belleza
se muestra, y tanto place a la mirada,
que los nobles sentires son deseo:
por su virtud, si dura con viveza,
la fuerza del amor es desvelada.
Igual procede en damas galanteo.
Este soneto se divide en dos partes. En la primera hablo de Amor
en cuanto es en potencia; en la segunda hablo de él en cuanto de potencia
se reduce en acto. Esta segunda parte empieza en «Como discreta
dama». La primera parte se divide en dos: en la primera manifiesto
en qué sujeto se encuentra esta potencia; en la segunda explico
cómo han nacido este sujeto y esta potencia y cómo uno se halla en
relación con otro igual que la materia con la forma. La segunda empieza
en «Hace naturaleza». Luego, al decir: «Como discreta dama», explico
cómo dicha potencia se reduce a acto; primero cómo se reduce en
el hombre, y después -al decir; «Igual procede»- cómo se reduce en la
mujer.
XXI
Una vez traté de Amor en los susodichos versos, sentí apetencia
de escribir, también en alabanza de mi gentilísima amada, unas palabras
mediante las cuales mostrara no solamente cómo por ella se despierta
Amor en caso de que esté dormido, sino cómo ella le hace acudir
allí donde no está en potencia. Y entonces compuse este soneto que
empieza: «Mora Amor en los ojos de mi amada.»
Mora Amor en los ojos de mi amada
por lo cual cuanto mira se ennoblece.
Aquel a quien saluda se estremece:
todo mortal le lanza su mirada.
Si ella baja la faz, el todo es nada,
el ánimo en quejumbre desmerece,
muere soberbia, cólera perece.
¡Oh mujeres, le cumple ser loada!
Toda humildad y toda dulcedumbre
nace oyendo su voz pura y afable.
Dichoso el hombre que la vio primero.
Cuando sonríe -que su boca es lumbrese
magnifica y hácese inefable
porque es algo divino y hechicero.
Este soneto consta de tres partes. En la primera explico cómo dicha
mujer reduce a acto la mencionada potencia con la nobleza que
emana de sus ojos, y en la tercera explico lo mismo con referencia a su
nobilísima boca; pero entre ambas partes hay otra cosa menor que, por
decirlo así, se auxilia en la precedente y en la siguiente y que empieza
en «¡Oh mujeres!», mientras la tercera empieza en «Toda humildad».
La primera parte se divide a su vez en tres. En la primera digo cómo
tiene la virtud de embellecer todo cuanto mira, lo cual equivale a decir
que conduce a Amor en potencia allí donde no está; en la segunda digo
cómo reduce en acto a Amor en los corazones de todos aquellos a quienes
ve, y en la tercera digo cómo reduce en acto a Amor, en los
corazones de todos aquellos a quienes mira. La segunda empieza
en «Aquel a quien saludo»; la tercera, en «Todo mortal». Luego, al
decir «¡Oh mujeres!», doy a entender a quién tengo intención de hablar,
invitando a las mujeres para que ayuden a rendir pleitesía a mi amada.
Después, al decir: «Toda humildad», repito lo ya dicho en la primera
parte, pero con referencia a dos funciones de su boca, una de las cuales
es su dulcísima voz y otra su admirable sonrisa, si bien no digo de ésta
cómo actúa en otros corazones, pues la memoria no puede recordarla ni
recordar sus efectos.
XXII
No muchos días después, por voluntad del Señor de los Cielos
(que ni a sí mismo se privó de la muerte), abandonó esta vida, seguramente
para ir a la eterna gloria, el que fue padre de la maravillosa y
nobilísima Beatriz.
Y como semejante partida causa dolor en quienes, habiendo sido
amigos de quien se va, se queda; como no hay amistad más íntima que
la de un buen padre con un buen hijo y la de un buen hijo con un buen
padre; como mi amada era extremadamente buena y su padre- según
general y justificadamente se cree- extremadamente bueno, es natural
que mi amada sintiese un amarguísimo dolor. Y como, según costumbre
de la antes referida ciudad, las mujeres reúnense con las mujeres y
los hombres con los hombres en ocasión de estos tristes acaecimientos,
fueron muchas las mujeres que se congregaron donde Beatriz lastimeramente
lloraba. Aconteció, pues, que encontré a varias mujeres que
allí tornaban y les oí repetir palabras quejumbrosas de mi amada, entre
ellas las siguientes: «Llora de tal suerte como para que muera de compasión
quien la vea llorar.» Alejáronse después aquellas mujeres, y
quedéme tan triste, que de vez en vez bañaba mis mejillas alguna lágrima,
que yo disimulaba llevándome con frecuencia las manos a los
ojos. Al punto hubiérame ocultado, de no hallarme por donde pasaban
la mayor parte de las mujeres que de ella separábanse. Así es que permaneciendo
en el mismo sitio, oí a otras mujeres, que pasaron junto a
mí y que iban diciendo: «¿Cuál de nosotras podrá tener alegría habiendo
oído quejarse tan dolorosamente a esta mujer?» Luego pasaron otras
que decían por mí: «Ese hombre llora igual que si la hubiera visto como
la hemos visto nosotras.» Y otras, después, dijeron también por mí:
«Se ha alterado tanto, que no parece el mismo.» Y al paso de otras
mujeres oía yo palabras de este estilo referentes a ella y a mí.
Luego, meditando, decidí escribir unos versos, muy justificados,
en los que resumiría cuanto de aquellas mujeres había oído. Y como
gustosamente las hubiera interrogado, de no haber tenido reproches,
escribí, cual si las hubiera interrogado y me hubieran respondido. Así
es que compuse dos sonetos. En el primero, pregunto según sentía
deseos de preguntar, y en el segundo expongo la respuesta utilizando lo
que oí, como si me lo hubieran dicho contestando. El primero empieza:
«Vosotras que traéis lacio semblante», y el segundo: «¿Eres tú quien
loaba su hermosura?»
Vosotras que traéis lacio semblante,
bajos los ojos y el dolor marcado,
¿de dó venís con rostro tan ajado
que compasión inspirará al instante?
¿Tal vez tuvisteis a mi Amor delante
con el rostro por llantos anegado?
Damas: decidme ya lo sospechado
viendo vuestro dramático talante.
Y si venís de sitio tan piadoso,
tomaos junto a mi breve reposo
para comunicarme lo que sea.
Veo que vuestros ojos tienen llanto
y en vosotras observo tal quebranto
que por ende mi ser se tambalea.
Este soneto se divide en dos partes. En la primera, tras la invocación,
pregunto a dichas mujeres si vienen de junto a ella, anticipándoles
que lo creo así al ver que vuelven ennoblecidas; en la segunda ruégoles
que me hablen de ella. La segunda parte empieza en «Y si venís».
He aquí el otro soneto tal como anteriormente se ha referido:
¿Eres tú quien loaba su hermosura
hablando con nosotras muy frecuente?
Nos lo pareces por tu voz doliente,
aunque se haya mudado tu apostura.
Mas ¿por qué en el llorar tu alma se apura
hasta dar compasión a extraña gente?
¿La viste tú llorando, y en tu mente
patética membranza se figura?
Deja, pues, que llorando caminemos
sin que livianamente nos calmemos,
ya que su llanto nuestro oído hería.
Tanto a la compasión mueve su cara,
que quien con atención la contemplara
llorando ante tu dama moriría.
Este soneto consta de cuatro partes, que corresponden a los cuatro
modos de hablar entre sí que tuvieron las mujeres por quienes contesto.
Pero como arriba están harto claras, no me entretengo en referir el contenido
de cada parte, sino que me limito a separarlas. La segunda empieza
en «Mas ¿por qué en el llorar»; la tercera, en «Deja, pues», y la
cuarta, en «Tanto a la compasión».
XXIII
Pocos días después sucedió que en determinada parte de mi cuerpo
me sobrevino una dolorosa afección, en virtud de la cual estuve
sufriendo y penando nueve días de una manera muy amarga, lo cual me
causó tanta debilidad, que hube de estar como los que no pueden moverse.
 Al noveno día, sintiendo unos dolores casi intolerables, me puse
de pronto a pensar en mi amada, y, luego de haber pensado cierto tiempo
en ella, volví mis pensamientos hacia mi debilitada vida, y viendo
cuán breve sería su duración, aun estando sano el cuerpo, comencé a
llorar internamente por tanta desgracia. Con fuertes suspiros decía para
mí: «Alguna vez tendrá que morirse la gentilísima Beatriz.»
Entonces me ganó tal desfallecimiento, que cerré los ojos y comencé
a delirar como persona fuera de sí. Y al principio de los desvaríos
de mi fantasía se me aparecieron rostros de mujeres con las cabelleras
sueltas, que decían: «Morirás, morirás.» Tras aquellas mujeres se
me aparecieron unos rostros estrambóticos y horripilantes que decían:
«Ya estás muerto.» Y como mi fantasía diera en divagar así, llegué a
ignorar dónde me hallaba, y, además, parecíame ver por las calles a
mujeres de sueltos cabellos que lloraban con tremenda tristeza; parecíame
que el sol se oscurecía hasta el punto de que las estrellas se
mostraban de un color tal como sí llorasen; y parecíame que los pájaros
caían del aire muertos, así como que se producían muy grandes terremotos.
Maravillado, al mismo tiempo que espantado, con tal fantasía,
imaginé que un amigo venía a decirme: «¿Acaso no sabes que tu amada
ha abandonado ya este mundo?» A la sazón, comencé a llorar muy
lastimeramente, no sólo con la imaginación sino con los ojos, bañados
en verdaderas lágrimas. Figurándome que miraba hacia el cielo, creía
ver muchedumbre de ángeles que volvían a él llevando delante una
blanquísima nubecilla. Y parecióme que aquellos ángeles cantaban a
gloria y que entre las palabras del cántico figuraban las de Hosanna in
excelsis! Nada más oía. Y entonces me figuré que el corazón, donde
tanto amor se albergaba, decíame: «Cierto es que ha muerto nuestra
amada», con lo cual echaba yo a andar para ver el cuerpo donde había
residido aquella nobilísima y, bienaventurada alma. Tan poderosa fue
la errada fantasía, que me enseñó a mi amada muerta; diríase que unas
mujeres le cubrían la cabeza con blanco velo, y su cara ofrecía un talante
de humildad tal como si dijera: «Estoy viendo el principio de toda
paz.» Con esto, sentíme tan anonadado que llamaba a la Muerte, diciendo:
«¡Ven a mí, dulcísima Muerte! No me seas cruel, pues debes
ser noble, a juzgar por donde has estado. ¡Ven a mí, que tanto te deseo!
¿No ves que ya tengo tu mismo color?»
Y cuando vi realizadas ya las dolorosas ceremonias que con los
cuerpos de los difuntos es costumbre hacer, parecióme que volvía a mi
estancia y que desde allí miraba al cielo. Y tan exaltada estaba mi imaginación,
que, llorando, dije con voz verdadera: «¡Oh alma hermosísima!
¡Feliz quien te contempla!» Y cuando, con dolorosos extremos de
llanto, pronunciaba estas palabras y llamaba a la Muerte para que se
llegara hasta mí, una mujer joven y bella que se encontraba junto a mi
lecho, creyendo que mi llanto y palabras obedecían sólo a los dolores
de mi enfermedad, comenzó también a llorar con gran espanto, por
donde otras mujeres que en la estancia se hallaban se percataron, por el
llanto de ella, de que yo lloraba. Entonces la separaron de mí (me unían
a ella lazos de muy próxima consanguineidad) y se me acercaron para
despertarme, creyendo que soñaba. «No duermas más- decíanme-. No
desconsueles.» Estas palabras atajaron mi gran desvarío, cuando quería
decir: «¡Oh Beatriz, bendita seas!» Ya había dicho: «¡Oh Beatriz!»
cuando, reaccionando, abrí los ojos y vi que todo era un engaño. Y
aunque había pronunciado dicho nombre, estaba mi voz tan entrecortada
por los sollozos, que aquellas mujeres no pudieron entenderme, a lo
que creí. Grave vergüenza sentía yo; mas, por una advertencia de
Amor, volvíme hacia ellas. Y al verme comenzaron a decir por mí:
«Semeja un muerto», y a musitar: «Procuremos reanimarlo.» Me dirigieron,
pues, muchas palabras de consuelo, y me preguntaron por qué
había tenido miedo. Yo, una vez estuve algo repuesto y me hube dado
cuenta del falaz desvarío, respondíles: «Voy a explicaros lo que me ha
pasado.» Y desde el principio al fin les conté lo que había visto, si bien
callando el nombre de mi amada.
Después, sanado ya de la dolencia, decidí escribir unos versos en
que narrase lo acontecido, por parecerme cosa agradable de oír. Y
compuse esta canción, que empieza: «Una joven señora compasiva»,
ordenada según declara la división infrascrita:
Una joven señora compasiva
de humanas gentilezas adornada,
oyó cómo llamaba yo a la Muerte.
Y al percibir mi vista en pena viva,
así como al oír mi voz dañada
se puso, temerosa, a llorar fuerte.
Otras damas, a quienes llanto advierte,
repararon en mí, desconsolado,
y, habiéndome apartado,
solícitas corrieron a mi vera,
diciendo: “¡No soñéis de esa manera!”
y “¿Qué le habrá turbado de tal suerte?”
Y de la pesadilla fui librado
diciendo al mismo tiempo el nombre amado.
Era mi débil voz tan lastimosa,
entrecortada por angustia y llanto,
que el nombre sólo oí de mi adorada.
Con la vista confusa y vergonzosa,
reminiscencia del pasado espanto,
me hizo lanzar Amor una mirada.
Se encontraba mi faz tan demacrada,
que exclamaba con fúnebre recelo:
“Hay que darle consuelo.”
Tras consultarse con la voz doliente,
decía un son frecuente:
“¿Qué cosa ves que tanto te anonada?”
Y dije, al amainarse mis suspiros:
“¡Oh, damas! Lo que fue voy a deciros.”
Mientras pensaba yo en mi frágil vida,
viendo que su durar es un instante,
Amor lloraba dentro de mi pecho.
Y se me puso el alma dolorida
para decir en tono suspirante:
“La muerte de mi amada será un hecho.”
Entonces me ganó tan gran despecho,
que los ojos cerré como si ciegos
quedaran, y andariegos
se fueron mis sentidos por el mundo.
Mas yo, meditabundo,
aunque con el espíritu desecho,
vi que a mí unas mujeres se acercaban
y que con saña “¡Morirás!” clamaban.
Después vi cosas nunca imaginadas
al discurrir febril mi fantasía,
pues me encontraba en fantasmal paraje
donde corrían hembras desgreñadas
con lloro y clamoreo que esparcía
tristeza corrosiva como ultraje.
Luego, con otro cuadro me distraje
viendo apagarse el sol, naciendo estrellas
llorar el sol con ellas,
cesar todos los pájaros su vuelo.
estremecerse el suelo
y presentarse un hombre sin coraje
diciéndome: “¿No sabes, dolorido,
que tu dama sin par ha fallecido?”
Mi vista lacrimosa levantaba
y como lluvia de maná, veía
que tornaban los ángeles al Cielo.
Nubecilla gentil, rula indicaba,
y “Hosanna!” proclamaban a porfía.
Admitirlo podéis cual lo revelo.
Entonces dijo Amor: “Nada te celo.
Ven nuestra dama a ver, que muerta yace
Mi delirar falace
llevóme al sitio donde unas mujeres,
en fúnebres deberes,
a mi amada cubrían con un velo.
Y en aspecto la vi tan humildoso
que decir parecía: “En paz reposo.”
Por suerte me abatió melancolía
al contemplar tanta dulzura en ella.
“¡Oh Muerte!- dije-. En ti presiento bienes
y bellezas que antaño no advertía.
Pues moraste en el cuerpo de mi bella,
no es justo que por ti tenga desdenes.
Dirigiréme a ti, si tú no vienes.
Hermana en palidez, mísera dama,
¡mi corazón te llama!”
Luego partíme, terminado el duelo,
y solo con mi anhelo
dije alzando mi vista a los edenes:
“¡Quien te vea, alma hermosa, qué contento!”
Y me llamasteis en aquel momento.
Esta canción consta de dos partes. En la primera, hablando con
persona no concreta, explico que ciertas personas me sustrajeron de un
vano delirio y que prometí contárselo; en la segunda cuento lo que les
dije. La segunda parte empieza en «Mientras pensaba.» La primera
parte se divide en dos. En la primera refiero lo que una mujer y varias
mujeres dijeron e hicieron cuando me vieron delirar, antes que volviese
a mis cabales sentidos. En la segunda repito lo que aquellas mujeres
dijéronme cuando cesé en el desvarío. Esta parte empieza en «Era mi
débil voz». Luego, al decir «Mientras pensaba», refiero cómo les conté
mi fantasía. Y hago de ello dos partes. En la primera refiero ordenadamente
dicha fantasía; en la segunda, diciendo en qué momento me
llamaron, les doy las gracias tácitamente. Esta parte empieza en «Y me
llamasteis».
XXIV
Tras aquel vano delirio, aconteció un día que, hallándome sentado
y meditabundo en un lugar, noté que el corazón me daba un vuelco cual
si me encontrase ante mi amada. Entonces se me representó Amor y parecióme
que venía de donde la dama de mis pensamientos estaba.
También me pareció que alegremente decía a mi corazón: «No te olvides
de bendecir el día en que me apoderé de ti, pues debes hacerlo.» Y
en verdad sentíame el corazón tan jubiloso, que, dada su nueva condición,
no me parecía el mío.
Poco después de estas palabras, que me dijo el corazón con la lengua
de Amor, vi venir hacia mí a una gentil señora, famosa por su belleza,
y que había sido largo tiempo amada de aquel mi primer amigo.
Llamábase Juana, si bien por su belleza, según cree alguien, se le impuso
el nombre de Primavera con que se la denominaba. Y mirando vi
acercarse tras ella a la admirable Beatriz. Ambas pasaron junto a mí,
una tras otra, y parecióme que Amor me hablaba con el corazón para
decirme: «A la primera se la llama Primavera tan sólo porque hoy viene
así, pues yo induje a quien le puso nombre a que la denominase
Primavera, porque prima verrá, el día en que Beatriz se muestre después
de la visión de su devoto. Y si se considera su primer nombre
también equivale a decir prima verrá, pues el nombre de Juana procede
de aquel Juan que precedió a la luz verdadera diciendo: Ego vox clamantis
in deserto; parate viam Domini. Y aún parecióme que a continuación
me decía estas palabras: Quien quisiera pensar sutilmente,
llamaría Amor a Beatriz por la gran semejanza que conmigo tiene.»
Volviendo después sobre todo esto decidí escribir unos versos a
mi primer amigo, callando, no obstante, ciertas palabras que me parecía
indicado callar y creyendo que su corazón aún estaba inclinado hacia la
belleza de tan gentil Primavera. Y compuse este soneto, que empieza:
«Un ímpetu amoroso que dormía.»
Un ímpetu amoroso que dormía
tuvo en mi corazón renacimiento.
Y Amor vi que venía tan contento,
desde lejos, que no lo conocía.
Díjome con talante de alegría:
“Te cumple venerar mi valimento.”
Y apenas transcurrió corto momento,
mirando al sitio de que Amor venía,
vi a mis señoras Beatriz y Juana
-una maravillosa, otra hechiceraseguir
la ruta, hacia nosotros llana.
Y según mi memoria reverdece,
díjome Amor: “Si Juana es Primavera,
es la otra el amor, pues me parece.”
Este soneto consta de muchas partes, la primera de las cuales dice
cómo sentí desvelarse en mi corazón el acostumbrado temblor y cómo
me pareció que Amor desde lejos alegraba mi corazón; la segunda dice
cómo me pareció que Amor me hablaba al corazón y cómo se me mostraba;
y la tercera dice lo que vi y oí durante el tiempo en que Amor
estuvo conmigo. La segunda parte empieza en «Díjome con talante», y
la tercera, en «Y apenas transcurrió». La tercera parte se divide en dos:
en la primera refiero lo que vi, y en la segunda refiero lo que oí. Esta
segunda empieza en «Díjome amor».
XXV
Aquí cualquiera persona digna de que se le aclaren las dudas podría
dudar de lo que digo acerca de Amor, tratándolo como si fuera una
cosa en sí, y no sólo sustancia inteligente, sino como si fuese sustancia
corpórea. Lo cual, a decir verdad, es falso, pues Amor no existe por si
mismo como sustancia, sino que es un accidente en la sustancia. Que
yo hablo de él como si fuera cuerpo y, más aún, como si fuera hombre,
despréndese de tres cosas que digo de él. Primeramente, digo que le vi
venir de lejos; pero como venir implica movimiento local, y como,
según el filósofo, sólo el cuerpo es localmente móvil, se deduce que
considero a Amor como cuerpo. También digo de él que reía y hasta
que hablaba, lo cual- especialmente la risa- parece propio del hombre:
por tanto, es evidente que lo considero personificado.
Para aclarar estas cosas, según creo oportuno, conviene considerar
que antiguamente no había cantores de amor en lengua vulgar, sino que
los cantores eran ciertos poetas de lengua latina; los asuntos amorosos
no los trataban poetas vulgares, sino poetas cultos; y me refiero a entre
nosotros, pues quizá en otras partes, como en Grecia, suceda aún lo que
sucedía. No ha muchos años que surgieron los primeros poetas vulgares
(hablar en rima en vulgar equivale a hablar en verso en latín, según
cierta proporción). Y señal de que hace poco tiempo es que si buscamos
en lengua de oc o en lengua de sí, no encontraremos escrito nada
más allá de ciento cincuenta años a esta parte. Por cierto que la causa
de que algunos burdos poetas lograsen nombradía de bien decir es que
fueron los primeros que compusieron en lengua de sí. Y lo que movió
al primero de todos ellos a versificar en lengua de sí fue el deseo de que
entendiera sus decires una mujer a quien se le hacían de difícil entendimiento
los versos latinos. Cito el detalle contra quienes riman sobre
materia no amorosa, siendo así que tal guisa de expresarse fue inventada
para decirles de Amor.
Por ende, como los poetas tienen más licencia en el lenguaje que
los prosadores, y como quienes hablan en rima no son sino poetas vulgares,
justo y razonable es que se les conceda mayor licencia en el
lenguaje que a los demás que se expresan en vulgar; así es que toda
figura o recurso retóricos que se concedan a los poetas deben concederse
a los rimadores. Si, pues, vemos que los poetas han hablado de las
cosas inanimadas como si tuvieran sentidos y razón y han hecho que
hablaran entre sí (y ello no sólo con cosas verdaderas, sino con cosas
falsas, pues de cosas que no existen han dicho que hablan del mismo
modo que han dicho que hablan de muchos accidentes cual si fueran
sustancias y hombres), justo es que el rimador haga lo mismo, pero no
sin razón alguna, sino razonadamente, de manera que sea posible explicarlo
en prosa.
Que los poetas han hablado como se ha dicho se demuestra con
Virgilio, quien- en el primer canto de la Eneida- dice que Juno, diosa
enemiga de los troyanos, habló así a Eeolo, señor de los vientos: Aeole,
namque tibo, a la que Eolo repuso: Tuus, o regina, quid optes explorare
labor; mihi jussa capessere fas est.
El mismo poeta, en el tercer acto de la Eneida, hace que la cosa
inanimada hable con la cosa animada, donde dice: Multum, Roma,
tamen, debes civilibus armis. Horacio hace que el hombre hable con- su
misma ciencia como con otra persona. Y no solamente son palabras de
Horacio, sino que éste, casi repitiendo las del buen Homero, dice en su
Arte poética: Dic mihi. Musa virum. Ovidio, al principio del libro llamado
Remedio de amor, hace que Amor hable como un ser humano
donde dice: Bella mihi, video, bella parantur, ait.
Todo esto pueden tenerlo en cuenta quienes duden en alguna parte
de este mi opúsculo. Y para que no tergiverse las cosas ninguna persona
obtusa, debo añadir que ni los poetas hablaron así sin sentido ni los
rimadores deben hablar sin poner sentido en lo que digan, pues gran
vergüenza sería para quien rimase con figuras y recursos retóricos que,
al pedirle que desnudase sus palabras de tal vestidura, para que fueran
entendidas rectamente, no supiese hacerlo.
Mi primer amigo y yo conocemos a algunos de los que riman tan
neciamente.
XXVI
La gentilísima mujer de quien anteriormente he hablado era tan
admirada por las gentes, que cuando iba por las calles corrían todos a
contemplarla, lo cual me alegraba sobre manera. Y cuando ella estaba
cerca de alguien, tanta honestidad infundíale en el corazón, que no osaba
levantar la cabeza ni responder a su saludo: muchos que experimentaron
tal influencia podrían abonarme ante los incrédulos. Coronada y
vestida de humildad pasaba ella, sin mostrar vanagloria de lo que veía y
oía. Y cuando había pasado, decían muchos: «No es una mujer, sino un
hermosísimo ángel del cielo.» Otros decían: «¡Qué maravilla! ¡Bendito
sea el Señor, que tan admirables obras produce!» Mostrábase, en efecto,
tan bella y colmada de hechizos, que quienes la miraban sentíanse
invadidos por una dulzura tan honesta y suave, que no podían expresarla,
a más de que al principio se habían visto obligados a suspirar.
Estos efectos y otros más admirables producía mi amada, por lo
cual yo, pensando en ello y queriendo volver al estilo de su alabanza,
decidí escribir unos versos en los que diese a entender sus admirables y
excelentes influencias, no tan sólo para dirigirlos a quienes podían
verla en la realidad, sino para los demás, a fin de que procuren saber de
ella lo que las palabras no pueden entender. Entonces compuse este
soneto, que empieza: «Muéstrase tan hermosa y recatada.»
Muéstrase tan hermosa y recatada
la dama mía si un saludo ofrece
que toda lengua, trémula, enmudece
y los ojos se guardan la mirada.
Sigue su rumbo, de humildad nimbada
y al pasar ella su alabanza crece.
Desde los cielos descender parece
en virtud de un milagro presentada.
Tan amable resulta a quien la mira,
que por los ojos da un dulzor al seno
que no comprenderá quien no lo sienta.
Y hasta parece que su boca alienta
un hálito agradable, de amor lleno,
que va diciendo al corazón: “¡Suspira!”
Este soneto es tan fácilmente comprensible por lo ya referido, que
no necesita división alguna. Así es que, dejándolo, insistiré en que mi
amada causaba tanta admiración, que no solamente se le tributaban
honores y alabanzas, sino que gracias a ella se les tributaban a otras
damas. Yo, percibiendo esto y queriéndolo manifestar a quien no lo
percibía, decidí escribir versos en que lo explicara. Y entonces decidí
componer este otro soneto que empieza: «Ve toda perfección con gran
fijeza.»
Ve toda perfección con gran fijeza
quien ve, entre otras mujeres, a la mía,
y deben, las que vanle en compañía,
rendir gracias a Dios por tal largueza.
Tan grande es el poder de su belleza,
que, lejos de inspirar envidia impía,
llevóme al sitio donde unas mujeres,
de amores, y de fe, y de gentileza.
Todo, a su sola aparición, se humilla;
pero no luce sola en hermosura,
sino que la refleja por su ambiente.
Y tal hechizo en sus acciones brilla,
que nadie recordara su figura
sin suspirar de amores dulcemente.
Este soneto consta de tres partes. En la primera digo entre qué personas
parecía más admirable mi amada; en la segunda pondero cuán
agradable era su compañía, y en la tercera hablo de lo que por su influencia
se operaba en las demás. La segunda parte empieza en «Y
deben»; la tercera, en «Tan grande». Esta última parte se divide en tres.
En la primera digo cómo influía en las mujeres en cuanto a sí mismas;
en la segunda, cómo influía en ellas respecto a los demás, y en la tercera
afirmo que influía admirablemente, no sólo en las mujeres, sino en
todas las personas, y no sólo cuando estaban en su presencia, sino
cuando se acordaban de ella. La segunda parte empieza en «Todo, a su
sola aparición», y la tercera en «Y tal hechizo».
XXVII
Luego de esto, di un día en pensar sobre lo que había dicho de mi
amada en los dos anteriores sonetos; y percatándome de que no había
hablado de lo que a la sazón me ocurría, parecióme haberme expresado
defectuosamente. Decidí, por tanto, escribir unos versos en los que manifestara
cuán sujeto me hallaba a la influencia de mi amada y cómo
actuaba en mí dicha influencia. Y suponiendo que no podía referirlo todo
en la brevedad de un soneto, comencé entonces esta canción que
empieza:
Tanto tiempo, me tiene dominado
Amor por su virtud de señoría,
que si al principio duro parecía,
hogaño me parece suavizado.
Y es que cuando me deja anonadado
porque el ánimo escapa y se extravía,
entonces, débil, siente el alma mía
tal goce, que me noto demudado.
Amor requiere luego tal potencia,
que me hace suspirar si estoy hablando
Y, mi dama invocando,
aumenta, con placer, mi complacencia.
Tal acontece si a mi vista acude,
aunque pueda haber gente que lo dude.
XXVIII
Quomodo sedet sola civitas plena populo! facta est quasi vidua
domina gentium! Aún no había pasado del inicio de dicha canción, de
la que sólo había terminado la anterior estrofa, cuando el Señor de los
justos llamó a mi gentilísima amada para que goce de la gloria bajo la
enseña de la bendita Reina y Virgen María, para cuyo nombre hubo
siempre gran veneración en las palabras de la bienaventurada Beatriz.
Y aunque tal vez fuera oportuno decir algo de su partida de este mundo,
no es mi propósito tratar de ello, por tres razones: la primera es que
no entra en el plan del opúsculo, como puede verse en el proemio; la
segunda es que, aun cuando entrase en el plan, no podría yo hablar de
ello como fuera menester; y la tercera es que, aun eliminando los dos
obstáculos anteriores, no me conviene tratar de ello, por cuanto habría
de convertirme en un apologista de mí mismo, cosa, en fin de cuentas,
muy vituperable, por lo cual dejaré tal materia para otro glosador.
Empero, como el número nueve se ha mostrado muchas veces entre
las precedentes palabras, no sin motivo al parecer, y comoquiera
que en la partida de mi gentilísima amada diríase que también tuvo
importancia tal número, conviene decir aquí algo que creo pertinente.
En primer término, diré cómo intervino dicho número en su partida, y
luego explicaré con razones la causa de que tal número le fuera tan
amigo.
XXIX
El alma nobilísima de Beatriz partióse, según la manera de computar
el tiempo en Arabia, en la primera hora del noveno día del mes;
según la manera de computarlo en Siria, en el noveno mes del año,
pues allí el primer mes es Tisirin, que corresponde a nuestro octubre, y
según la manera de computarlo nosotros, en el año de nuestra indicación,
o sea, del Señor, cuyo número redondo había cumplido nueve
veces en el siglo en que ella fue puesta en este mundo: vivió entre los
cristianos de la centuria decimotercera.
Una de las razones en virtud de las cuales dicho número le fue tan
amigo, podría ser la de que, según Tolomeo y la ciencia cristiana, son
nueve los cielos que se mueven, y, según la general opinión de los astrólogos,
dichos cielos nos transmiten las relaciones armoniosas a que
se hallan sometidos, por lo cual la fidelidad de dicho número nueve daría
a entender que, al ser ella engendrada, los nueve cielos móviles
estaban en perfectísima armonía. Esto es, desde luego, una razón; pero,
pensando más sutilmente y según la verdad infalible, dicho número fue
ella misma. Me explicaré mediante una comparación. El número tres es
la raíz de nueve, pues que sin otro número, multiplicado por sí mismo,
da nueve, según vemos claramente que tres por tres son nueve. Ahora
bien: si el tres es por sí mismo factor del nueve, y, por otra parte, el
Factor o Hacedor por sí mismo de los milagros es también tres, o sea
Padre, Hijo y Espíritu Santo, que son Tres y Uno, a mi amada le acompañó el número nueve para dar a entender que era un nueve, es decir,
un milagro, cuya raíz- la del milagro- es solamente la Santísima Trinidad.
Quizá persona más sutil hallaría en esto razón todavía más sutil;
pero la apuntada es la que yo veo y la que me place más.
XXX
Una vez ausente de este mundo mi gentilísima amada, quedó la
ciudad antes aludida como viuda despojada, por lo que yo, llorando en
medio de tanta desolación, escribí a los principales de la ciudad acerca
de su condición, citando aquellas palabras iniciales de Jeremías que
dicen: Quomodo sedet sola civitas. Y digo esto para que nadie se maraville
de que las haya mencionado antes como introducción de la nueva
materia que seguía. Y si alguien me reprochara no escribir las palabras
que siguen a las citadas, me excusaría con que mi propósito, ya desde
el principio, fue solamente escribir en lengua vulgar; por lo cual, comoquiera
que las palabras que siguen a las citadas son todas latinas,
saldríame de mi propósito transcribiéndolas. A más, idéntica intenciónque
yo escribiera solamente en vulgar- sé que tuvo aquel mi primer
amigo a quien escribo.
XXXI
Cuando mis ojos hubieron llorado largo tiempo y tan fatigados
estaban que ya no podían desahogar mi tristeza, propúseme aliviarla
con palabras de dolor. Determiné, por ende, componer una canción en
la cual, entre lágrimas, discurriese acerca de aquello por quien tanto
dolor había destruido mi alma. Entonces compuse la canción, que empieza:
«Mis, ojos han vertido tanto llanto». Y para que esta canción
termine más secamente, la dividiré antes de escribirla, como haré de
ahora en adelante.
Esta misma canción consta, pues, de tres partes. La primera es
prefacio; en la segunda hablo de ella, y en la tercera me dirijo lastimeramente
a la canción. La segunda parte empieza en «Beatriz ascendió»;
la tercera, en «¡Oh mi canción!» La primera parte se divide en tres: en
la primera explico qué me impulsa a hablar; en la segunda digo a quién
quiero hablar, y en la tercera, de quién quiero hablar. La segunda empieza
en «Comoquier que el recuerdo»; la tercera, en «Por ende». Luego,
al decir: «Beatriz ascendió», hablo de ella y hago dos partes en el
discurso: en la primera digo la causa de que fuese arrebatada, y en la
segunda, cómo los demás lamentan su partida. Esta segunda parte empieza
en «Se separó». Y se divide, a su vez en tres partes. En la primera
hablo de quien no la llora, en la segunda de quien la llora, y en la tercera,
de mi situación. La segunda empieza en «Sin que le sobrecoja»; la
tercera, en «Me causa angustia». Luego, al decir: «¡Oh mi canción!»,
me dirijo a la canción misma, indicándole a qué mujeres ha de ir y permanecer
con ellas.
Mis ojos han vertido tanto llanto
por el pesar que el corazón henchía,
que parecen exhaustos totalmente.
Y si aliviar pretendo mi quebranto,
que a la muerte me lleva con falsía,
he de hablar con la voz languideciente.
Comoquier que el recuerdo se presente
de que, mientras mi dama subsistía,
hablaba de ella, ¡oh damas!, con vosotras
no quiero hablar con otras,
que las que cobijáis la cortesía.
Por ende, como fue la amada mía
súbitamente al Cielo, en llanto digo
y cómo al triste Amor dejó conmigo.
Beatriz ascendió al reino de los cielos
y en la quietud del ángel permanece.
¡Oh damas, de vosotras se ha alejado!
Y no la arrebataron ni los hielos
ni el calor, según norma que acontece,
sino su corazón, insuperado.
El resplandor por su virtud lanzado
a los cielos llegó con tal potencia,
que Dios, ante el magnífico portento,
llamó con dulce acento
a la dama gentil a su presencia.
Y provocó el maravilloso evento
a fin de evidenciar que el bajo mundo
era indigno de un ser tan sin segundo.
Se separó de su gentil persona
su espíritu gracioso y delicado,
que actualmente reside en lugar digno.
Quien no la llora cuando la menciona,
alberga un corazón duro y malvado
do no se encontrará sentir benigno.
No existe corazón, siquiera maligno,
que pueda imaginar su puro encanto,
sin verse acometido de congoja,
sin que le sobrecoja
un ansia de morir fundido en llanto.
Y de confortación su alma despoja
quien en su mente ve lo que ella fuera
y cuál fue arrebatada considera.
Me causa angustia el suspirar muy fuerte
cuando me acude el pensamiento grave
de aquella que mi pecho desgarra.
Y pensando a las veces en la muerte
me gana un sentimiento tan suave,
que muda los colores de mi cara.
Cuando ese pensamiento se declara
me vencen los dolores tan potentes,
que me estremezco del dolor que siento,
y tal cariz presiento
que me aparta vergüenza de las gentes.
Solo, vertiendo lágrimas ardientes,
llamo a Beatriz. “¡Estás ya muerta!”, exclamo,
y me consuelo en tanto que la llamo.
Lloros de penas y ansias de agonía
pártenme el corazón en dondequiera
hasta el punto de herir a quien me oyese,
y cuál es mi vivir desde aquel día
en que subió mi dama a la alta esfera
no hay lengua que a decirlo se atreviese,
ni tan siquiera yo, cuando quisiese,
pues no sabría dar con tino el tono
que tanto amarga mi presente vida,
a tal grado abatida,
que todos me murmuran: “¡Te abandono!”
al percibir mi faz descolorida.
Pero mi ser presente ve el bien mío
y de hallar galardón no desconfío.
¡Oh mi canción de lágrimas y duelos!...
Vé en busca de señoras soberanas
a quienes tus hermanas
llevaban alegría y gentileza.
Y tú, nacida en gracia de tristeza,
queda con ellas triste y en desgana.
XXXII
Una vez compuesta semejante canción, llegóse a mí quien, según
los grados de amistad, podía considerar yo como mi segundo amigo, el
cual tenía tal parentesco de consanguinidad con la gloriosa Beatriz, que
no podía haberlo mas estrecho. Luego de conversar conmigo, suplicóme
que le compusiera unos versos para dedicarlos a una mujer que
había muerto, si bien disimuló sus palabras con objeto de parecer que
se refería a otra que también había fallecido. Mas yo, advirtiendo que
se refería solamente a la bienaventurada Beatriz, respondíle diciendo
que haría lo que suplicaba. Y meditando sobre ello decidí escribir un
soneto en que me lamentase largamente y entregarlo a mi amigo para
que pareciese escrito por él. Y entonces compuse este soneto, que empieza:
«Venid para escucharme los lamentos.» Se divide en dos partes.
En la primera llamo a los devotos de Amor para que me escuchen; en la
segunda hablo de mi lamentable estado. La segunda parte empieza en
«Lo que morir.»
Venid para escucharme los lamentos,
almas piadosas, que piedad lo pide.
Lo que morir, por el penar, me impide
es que lanzo mis penas a los vientos.
Apelo al llanto en todos los momentos
aunque el llanto a acudir no se decide.
Mi dolor no se pesa ni se mide
si lágrimas no bañan sus tormentos.
Venid para escucharme la llamada
a la dama que fuese a la morada
que su virtud celeste requería.
Venid para escucharme que abomino
de la presente vida y mi destino,
ya que me falta su presencia pía.
XXXIII
Una vez compuesto el soneto, considerando quién era aquel a
quien pensaba entregarlo para que pasase por suyo, parecióme la merced
pobre y mísera, tratándose de persona tan allegada a la gloriosa
Beatriz. Por ende, antes de entregarle el susodicho soneto, compuse dos
estrofas de una canción, la primera verdaderamente para él y la segunda
para mí, si bien quien no las examine sutilmente las juzgará referentes
a una misma persona; mas quien las examine sutilmente verá que
hablan personas distintas, por cuanto una no la llama señora suya a
Beatriz, y la otra, sí, como paladinamente aparece. Tanto esta canción
como el soneto susomentado se los entregué, diciéndole que sólo para
él los había compuesto. La canción empieza: «Cada vez que me acude
el pensamiento.» Consta de dos partes. En una, es decir, en la primera
estrofa, se lamenta el amigo mío y allegado de ella; en la segunda me
lamento yo. Es en la estrofa que empieza: «Y tiene el suspirar.» Se ve,
pues, que en esta canción laméntanse dos personas, una como hermano
y otra como siervo.
Cada vez que me acude el pensamiento
de la dama hechicera,
de la mujer por quien mi pecho siente,
pone en mi corazón triste contento
la dolorida mente
y exclamo: “¿Aun, alma mía, no te ausentas?
Las torturas sin par que experimentas.
“en este mundo, ya tan fastidioso,
me ponen pensativo en miedo inerte.”
Y por eso a la muerte,
llamo como un dulcísimo reposo
y le digo que venga, tan sincero,
que siento envidia porque yo no muero.
Y tiene el suspirar de mis desvelos
un tono quejumbroso
que a la muerte se aclama con porfía,
pues ella fue el confín de mis anhelos
cuando la dama mía
víctima fue de golpe abominoso.
Porque su ser, amable por lo hermoso,
desde que abandonó nuestra presencia,
con belleza tan alta se confunde
que en los cielos difunde,
luz de amor que todo ángel reverencia.
Y su mentalidad, por sutil, brilla
de tal modo que causa maravilla.
XXXIV
El primer aniversario del día en que mi amada adquirió ciudadanía
de vida eterna hallábame yo sentado mientras, recordándola, dibujaba
un ángulo sobre unas tablillas. Al volver los ojos, vi cerca de mí a caballeros
que me cumplía atender. Contemplaban lo que yo hacía ysegún
se me dijo después- ya estaban allí algún tiempo antes de que yo
me percatase. Al verlos, me levanté y, saludándolos, dije: «Otra persona
pensaba tener ahora por testigo.» Cuando se alejaron torné a mi
tarea, a dibujar figuras de ángel. Y estando en ello vínome a las mientes
escribir en conmemoración del aniversario, y dirigiéndome a quienes se
me habían acercado. Entonces compuse el soneto que empieza: «Por
ventura acudió a la mente mía.» Tiene dos principios y lo dividiré con
arreglo a cada uno de ellos.
Con arreglo al primero, el soneto consta de tres partes. En la primera
digo que aquella mujer estaba ya en mi memoria; en la segunda,
lo que Amor me hacía; en la tercera, los efectos de Amor. La segunda
empieza en «Amor, que en mi memoria»; la tercera, en «Llorando, sí».
Esta parte se divide en dos: en la primera digo que todos mis suspiros
salían hablando; en la segunda, cómo algunos hablaban de manera
distinta a los otros. La segunda parte empieza en «Y el suspiro más
fuerte». De la misma guisa se divide el soneto con arreglo al otro principio,
salvo que en la primera parte digo cuándo aquella mujer se presentó
en mi mente, cosa que no refiero en el otro.
PRIMER COMIENZO
Por ventura acudió a la mente mía
la señora gentil a quien pusiera
por sus méritos Dios en la alta esfera
de la humanidad, do está siempre María.
SEGUNDO COMIENZO
Por ventura acudió a la mente mía
la que llora el Amor, dama radiosa
cuando por su virtud, tan poderosa,
llegasteis, para ver lo que yo hacía.
Amor, que en mi memoria la veía,
despertóse en el alma, do reposa,
a suspiros mandó voz imperiosa
y brotaron con gran melancolía.
Llorando, sí, salían de mi pecho
con voz que determina la presencia
de lágrima fatal en cara triste.
Y el suspiro más fuerte y más deshecho
exclamaba: “Oh sublime inteligencia;
al Cielo, hoy hace un año, que subiste.”
XXXV
Algún tiempo después, hallándome dedicado a recordar pasados
tiempos, estaba preocupado y con tan dolorosos pensamientos, que me
daban aspecto de terrible decaimiento. Dándome cuenta de mi estado,
levanté los ojos por ver si alguien me miraba. Y entonces vi a gentil
mujer, joven y sobre manera hermosa, que desde un ventanal mirábame
tan compasivamente, al parecer, que diríase reunida en ella toda compasión.
Y como cuando los afligidos ven que se compadecen de ellos,
más presto dan en el llanto, cual si tuvieran compasión de sí mismos,
noté que se iniciaba en mis ojos prurito de lágrimas, por lo cual, temiendo
descubrir las miserias de mi vida, apartéme de la vista de aquella
hermosa. «Es imposible- decía en mi fuero interno- que en dama tan
compasiva no exista un nobilísimo amor.» Entonces decidí escribir un
soneto en que me dirigiese a ella y comprendiera cuanto he referido en
este discurso. Y como por ello mismo resultará harto evidente, no lo
dividiré. El soneto empieza en «Vieron mis ojos toda la clemencia».
Vieron mis ojos toda la clemencia
que clara apareció en vuestra figura
al percibir los actos y postura
que me inspira el dolor con gran frecuencia.
Noté que sabe vuestra inteligencia
la condición de mi existencia oscura,
tanto, que el corazón se me tortura
por mostrar, con el llanto, mi indigencia.
Por ende, me aparté de vuestros ojos
sabiendo que los lloros y sonrojos
saldrían de mi pecho emocionado.
Y dije para mí en pecho doliente:
“También anida en dama tan clemente
el amor que me puso en tal estado.”
XXXVI
Aconteció después que, dondequiera me viese esta mujer, tornábase
su semblante compasivo y palidecía como amorosamente, por lo
cual a menudo recordábame a mi nobilísima amada, que con semejante
palidez se me mostraba. Y en verdad digo que muchas veces, no pudiendo
llorar ni desahogar mi tristeza, procuraba ver a tan compasiva
señora, la cual diríase que con su presencia hacía brotar lágrimas de
mis ojos. Por ello ganáronme deseos de escribir algunos versos dirigidos
a ella. Y entonces compuse este soneto, que empieza. «Color de
amor y de piedad talante.» No el menester dividirlo, por cuanto resulta
claro con lo antedicho.
Color de amor y de piedad talante,
nunca tornó tan admirablemente
un rostro de mujer por mí frecuente
llanto de devoción, mirar amante,
como vos los tomáis, señora, ante
la gravedad de mi decir doliente,
tanto, que al veros túrbase mi mente
y el corazón sospecho que no aguante.
Y están mis pobres ojos con recelo
de veros mucho y por diversos modos
por ansias de llorar que en ellos moran.
Pero, aunque tanto fomentéis su anhelo
que por las ansias se consumen todos,
es- llorar ante vos- cosa que ignoran.
XXXVII
Tanto me deleitaba ver a tal señora, que mis ojos comenzaron a
deleitarse en demasía al verla, por lo cual acusábame frecuentemente
yo mismo y teníame por vil. En ocasiones abominaba de la vanidad de
mis ojos y decíales en mis pensamientos: «Antes solíais provocar el
llanto de quien veía vuestra dolorosa condición, y ahora diríase que
pretendéis olvidarlo por esta mujer que os mira. Os mira, pero solamente
por la pena que le produce la bienaventurada mujer a quien llorar
solíais. Mas haced cuanto queráis, malditos ojos, ya que os recordaré
con tanta frecuencia, que nunca, sino tras la muerte, cesarán vuestras
lágrimas.» Y en cuanto hube reprendido entre mí y en tales términos a
mis ojos, me asaltaron grandes y angustiosos suspiros. Y a fin de que la
pugna desarrollada en mí fuera conocida por alguien más que por el
desventurado que la sufría, decidí escribir un soneto en que describiese
mi horrenda situación. Y compuse el soneto que empieza: «Lágrimas
muy amargas derramando.» Consta de dos partes. En la primera hablo a
mis ojos como hablaba mi corazón en mí mismo; en la segunda aclaro
alguna duda, manifestando quién es el que así habla. Y empieza esta
parte en «Dice mi corazón». Cabría hacer más divisiones, pero serían
inútiles, una vez expuesta claramente la materia.
“Lágrimas muy amargas derramando,
estuvisteis por tiempos, ojos míos.
Y la gente sentía escalofríos
de lástima que fuisteis observando.
“Más creo que lo iríais olvidando
si fuera yo inclinado a desvaríos
y no obstaculizara los desvíos
a la que hízoos llamar rememorando.
“Pero me hacen temer la petulancia
y la vanidad vuestra por la instancia
de un rostro de mujer que ahora os mira
“Recordad, mientras muerta no os apunta .
a la señora vuestra, ya difunta.”
Dice mi corazón. Luego, suspira.
XXXVIII
La presencia de aquella dama poníame de tal guisa, que muchas
veces pensaba en ella como en persona que harto me placía. «Es- llegaba
a pensar- una gentil señora, bella, joven y discreta, que tal vez Amor
me ha dado a conocer para consolar mi existencia.» Y a menudo pensaba
aún más amorosamente, hasta el punto de que el corazón aceptaba
tal argumento. Pero luego de la aceptación, pensaba yo lo contrario,
como por la razón inducido, y decíame: «¿Qué pensamiento es éste,
Dios mío, que de tan ruin manera quiere consolarme y no me deja lugar
a pensar otra cosa?» Pero seguidamente surgía otro pensamiento para
decirme: «Ya que te hallas tan atribulado, ¿por qué no quieres sustraerte
a tal amargura? Bien advertirás que un hálito de Amor pone ante
ti deseos amorosos, procedentes de tan noble origen como los ojos de la
dama que tan compasiva se ha mostrado.» Yo, que albergaba una pugna
vivaz en mí mismo, quería seguir hablando de ello; pero como en la
lid de los pensamientos venían los que abogaban por ella, a ella creí
conveniente dirigirme. Y compuse el soneto que empieza: «Un noble
pensamiento que os presenta.» Y digo «noble», por cuanto a noble
dama se refería, ya que por lo demás era un pensamiento muy vil.
En dicho soneto hago dos partes en mí, con arreglo a la división
de mis pensamientos. A una parte llamo «corazón», o sea el deseo, y a
la otra, «alma», o sea la razón. Y refiero cómo hablan entre sí. Que es
propio llamar corazón al deseo y alma a la razón, resultará evidente
para quien me place que me entienda. Bien, es verdad que en el soneto
anterior tomo el partido del corazón contra el de los ojos, lo cual parece
contrario a lo que digo en el inmediato siguiente; no obstante, también
allí tomé el corazón por el deseo, pues que mayor anhelo tenía yo de
recordar a mi gentilísima amada que de ver a ésta, si bien tenía de ello
cierta apetencia, ligera al parecer, con lo cual se demuestra que lo allí
dicho no se opone a lo que aquí se dirá.
Este soneto consta de tres partes. En la primera comienza diciendo
a esta señora cómo mi deseo se dirige hacia ella; en la segunda refiero
cómo el alma, o sea la razón, habla con el corazón, o sea el deseo; en la
tercera incluyo la respuesta. La segunda parte empieza en «¿Quién
es?»; la tercera, en «Y el corazón».
Un noble pensamiento que os presenta
viene a morar conmigo tan frecuente
y razona de amor tan dulcemente,
que hace que el corazón en él consienta.
“¿Quién es -demanda el alma- este que intenta
mitigar el dolor de nuestra mente
y el influjo del cual es tan potente
que cualquier otra idea nos ahuyenta?”
Y el corazón: “¡Ay alma cavilosa!
Es un novel espíritu amoroso
que ante mí ha desplegado sus delirios.
“Su vida, en lo que tenga de valiosa,
dimana del espíritu piadoso
que turbábase al ver nuestros martirios.”
XXXIX
Un día (a la hora de nona, aproximadamente) alzóse en mí, con-tra
este adversario de la razón, un pensamiento pertinaz. Creí ver a la bienaventurada
Beatriz con las bermejas vestiduras con que primero se
mostró a mis ojos y tan juvenil como cuando por vez primera la vi.
Entonces comencé a pensar en ella. Y según iba recordándola por el
orden del tiempo que pasó, mi corazón empezaba a arrepentirse profundamente
por el deseo de que cobardemente habíase dejado ganar
algunos días, a pesar de la constante razón. Una vez ahuyentado tan
maligno deseo, todos mis pensamientos se dirigieron a la gentilísima
Beatriz. A partir de entonces pensaba en ella tan avergonzado, que lo
denotaba con suspiros: suspiros que al salir decían lo que el corazón
decía, o sea el nombre de mi nobilísima dama y cómo partió de este
mundo. Con frecuencia pensaba tan dolorido, que olvidábame hasta del
sitio donde me encontraba. Con este recrudecimiento de suspiros renovóse
el amortiguado llanto, de manera que mis ojos parecía que solamente
desearan llorar, y sucedía a menudo que, por el llanto continuo,
se ponía en torno a los ojos ese purpurino color que suele asomar cuando
se recibe alguna tortura. Tuvieron, pues, justo castigo a su ligereza,
de modo que en adelante no mirarían a nadie que los pudiese mirar en
forma que los redujera a tal situación. Y yo, con el propósito de que el
deseo maligno y la vana tentación aparecieran aniquilados sin que los
anteriores versos pudieran inducir a dudas, decidí escribir un soneto en
el que compendiara lo dicho. Y compuse entonces el soneto que empieza:
«Tanto, ¡ay de mí!, el espíritu suspira.» (Dije «¡ay de mí!» porque
me avergonzaba de la ligereza de mis ojos.) No divido este soneto, porque
su sentido tiene sobrada claridad.
Tanto, ¡ay de mí!, el espíritu suspira
-pensando en ella, nacen los enojos-,
que ya no pueden mis vencidos ojos
devolver la mirada a quien los mira.
Parecen hechos para un par de antojos
llorar y revolverse en una pira.
Y Amor, viendo sus penas, no retira
corona del martirio con abrojos.
Los tales sentimientos suspirados
dan en el corazón una soflama
que el mismo Amor, con efusión, la advierte.
Y es que llevan en sí los desdichados
el nombre prodigioso de mi dama
y acentos relativos a su muerte.
XL
Después de esa tribulación, en esos días en que la multitud acude a
ver la bendita imagen que Jesucristo nos dejó para recuerdo de su hermosísima
faz, la cual contempla mi amada en la gloria, aconteció que
algunos peregrinos pasaron por la calle mayor de la ciudad donde nació,
vivió y murió aquella gentilísima mujer. Y estos peregrinos, a lo
que me pareció, andaban meditabundos, por lo que yo, pensando en
ellos, me dije: «Los tales peregrinos se me antojan de lueñes tierras y
no creo que hayan oído hablar de aquella mujer ni sepan algo de ella;
antes al contrario, pensarán en algo distinto, quizá en sus amigos ausentes,
que nosotros no conocemos.» Luego seguí diciéndome: «Si los tales
peregrinos fueran de cercano país, mostraríase la turbación en sus
semblantes al atravesar la dolorida ciudad.» Y proseguía yo diciéndome:
«De poderlos retener un tanto, haría que llorasen antes que salieran
de esta ciudad, pues les diría palabras que arrancarían lágrimas en
quienquiera que las oyese.»
En cuanto hube perdido de vista a los peregrinos decidí escribir un
soneto en que manifestara lo que había dicho en mi fuero interno. Y para
que pareciese más lastimero, me propuse escribirlo cual si a ella me
dirigiese. Así, pues, compuse el soneto que empieza: «¡Oh peregrinos
de faz cavilosa!» Escribí peregrinos en la amplia acepción del vocablo,
que puede tomarse en dos sentidos: amplio y estrecho. En el amplio
sentido, es peregrino quien se halla fuera de su patria; en el estrecho,
sólo se llama peregrinos a quienes van a Santiago o de allí vuelven. A
más, es de advertir que de tres modos se llama propiamente a quienes
caminan para servir al Altísimo. Llámase «palmeros» a quienes van a
Oriente, pues suelen traer muchas palmas de allí; «peregrinos» a los
que van al templo de Galicia, pues la sepultura de Santiago está más
lejos de su patria que la de cualquier otro apóstol, y «romeros» a los
que van a Roma, que era adonde se dirigían mis peregrinos. No divido
este soneto porque harto manifiesto es su sentido.
¡Oh peregrinos de faz cavilosa
quizá por algo que no está presente!
¿Venís acaso, como se presiente,
de alguna tierra luenga y fabulosa,
ya que no vais con cara lacrimosa
atravesando la ciudad doliénte
cual un enjambre ajeno, por nesciente,
a la fatal desgracia que la acosa?
Si queréis conocerla, deteneos.
El corazón me dice con suspiros
que no proseguiréis sin afligiros.
La ciudad sin Beatriz hase quedado,
y hablando de mi amada es obligado
que de llorar os nazcan los deseos.
XLI
Dos nobles señoras me mandaron a decir, en ruego, que les enviara
estos versos; pero yo, atento a su nobleza, acordé enviárselos con
más algunos versos nuevos que haría y que les enviaba con los otros
para corresponder más dignamente a sus atenciones. Y entonces escribí
un soneto refiriendo mi estado y se lo envié acompañado del soneto
anterior y de otro que empieza: «Venid a oír.»
El soneto que a la sazón compuse empieza: «Sobre la esfera que
más alta gira.» Consta de cinco partes. En la primera digo adónde va mi
pensamiento, dándole el nombre de alguno de sus efectos. En la segunda
digo por qué asciende, es decir, qué le impele. En la tercera digo lo
que ve, o sea una mujer a quien se honra en las alturas, y le llamo «peregrino
espíritu» porque espiritualmente va allí y reside allí cual peregrino
fuera de su patria. En la cuarta digo cómo la ve que es de tal
modo, que no la puedo entender; pudiera decirse que mi pensamiento
penetra en la ciudad de ella a tal punto que mi inteligencia no lo puede
comprender, pues nuestra inteligencia se halla en relación a las almas
bienaventuradas así como nuestros débiles ojos ante él sol, según dice
el filósofo en el segundo libro de la Metafísica. Y en la quinta digo que,
aun cuando no pueda comprender hasta dónde me remonta el pensamiento,
o sea lo admirable de la condición de mi amada, al menos
comprendo que semejante pensamiento se refiere a ella, porque noto
frecuentemente su nombre en mi pensamiento. Al fin de esta quinta
parte escribo «amigas» para dar a entender que me dirijo a mujeres. La
segunda parte empieza en «Pero una vez allí»; la tercera, en «Y al llegar
al lugar»; la cuarta, en «Y la ve tal», y la quinta, en «Más sé que».
Cabría dividirlo más minuciosamente y hacerlo más útilmente comprensible;
pero puede bastar esta división, por lo que no me entretengo
en subdivisiones.
Sobre la esfera que más alta gira
llega el suspiro que mi pecho lanza.
Pero una vez allí, de nuevo avanza
por más potencia que el Amor inspira.
Y al llegar al lugar de donde aspira
ve a una dama ceñida de alabanza
y, por el vivo resplandor que alcanza,
el peregrino espíritu la mira.
Y la ve tal que no le entiendo cuando
háblame de ella -rara y sutilmenteobedeciendo
al corazón abierto.
Mas sé que de mi dama me está hablando,
pues recuerda a Beatriz frecuentemente,
lo cual, amigas, tengo por muy cierto.
XLII
Terminado este soneto, me sobrevino una extraña visión en que
contemplé cosas tales que me determinaron a no hablar de aquella alma

bienaventurada hasta tanto que pudiera hablar de ella más dignamente.
Para lograrlo estudio cuanto puedo, como a ella le consta. Así es que, si
el Sumo Hacedor quiere que mi vida dure algunos años, espero decir de
ella lo que jamás se ha dicho de ninguna. Después ¡quiera el Señor de
toda bondad que mi alma pueda ir a contemplar la gloria de mi amada,
de la bienaventurada Beatriz, que gloriosamente admira la faz de Aquel
qui est per omnia saecula benedictus!

-

INTERESANTES

¿QUIERES SALIR AQUI? ; ENLAZAME

-

Twitter

.

Etiquetas

h. p. lovecraft (122) relato (114) cuento (76) Stephen King (63) gotico (60) GIBRÁN KHALIL GIBRÁN (57) Robert Bloch (50) terror (48) lovecraft (46) guy de maupassant (44) Lord Dunsany (43) anne rice (39) horror (37) maupassant (37) scifi (35) Edgar Allan Poe (31) cuentos (28) ambrose bierce (27) Jorge Luis Borges (26) oscar wilde (26) los mitos de cthulhu (24) algernon blackwood (23) poema (23) ray bradbury (23) blood gothic (22) august derleth (21) dark (21) enlaces (21) 1ªparte (20) bloodgothic.blogspot.com (20) demonios (19) imagenes (19) poemas (19) 2ªparte (18) mario benedetti (18) vampiros (18) capitulo del necronomicon (17) h.p. lovecraft (17) poesia (17) relatos (16) Clark Ashton Smith (15) Horacio Quiroga (15) amanecer vudú (15) musica (15) alejandro dumas (14) becquer (13) blood (13) gothic (13) underground (13) Philip K. Dick (12) amor (12) charles dickens (12) fantasia (12) fredric brown (12) pulp (12) poe (11) EL BAR DEL INFIERNO (10) Howard Phillips Lovecraft (10) el vampiro (10) las mil y una noche (10) necronomicon (10) vampiro (10) Charles Bukowski (9) el hombre ilustrado (9) friedrich nietzsche (9) gibran khalil gibran (9) lilith (9) onirico (9) paul auster (9) subrealismo (9) terror onirico (9) victoriano (9) 2 (8) Andrés Díaz Sánchez (8) Fantasmagoría (8) Isaac Asimov (8) Lewis Carroll (8) Yukio Mishima (8) arte (8) cuento de amor (8) cuento gotico (8) diccionario (8) el extraño (8) fantasmas (8) franz kafka (8) king (8) psicodelicos (8) realidad (8) vamp (8) varios (8) videos (8) Bram Stoker (7) El Castillo de Otranto (7) Selección (7) autor novel (7) cthulhu (7) cuento corto (7) cuento onirico (7) demonologia (7) entrevista con el vampiro (7) guy (7) julio cortazar (7) mitos (7) novel (7) novela (7) oscuro (7) psi-ci (7) recopilacion (7) seleccion (7) sentimientos (7) shelley (7) tatuajes parlantes (7) un mundo feliz (7) 2ª parte (6) ALFRED BESTER (6) ANTON CHEJOV (6) Bestiario (6) Douglas Adams (6) LA VOZ DEL DIABLO (6) LAS BRUJAS DE MAYFAIR (6) RESIDENT EVIL (6) Rubén Darío (6) Selecciones (6) bukowsky (6) clive barker (6) crepusculo (6) cuento victoriano de amor (6) darknes (6) el paraiso perdido (6) el pasillo de la muerte (6) ficcion (6) john milton (6) la metamorfosis (6) mary (6) meyer stephenie (6) pandora (6) rammstein (6) ramsey campbell (6) realidad sucia (6) stephen (6) vampirismo (6) 3ªparte (5) ALEXANDRE DUMAS (5) ANGELES (5) ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA (5) Charles Nodier (5) En busca de la ciudad del sol poniente (5) Flores de las Tinieblas (5) Lord des Morte (5) Marqués de Sade (5) aire frio (5) al azif (5) angel oscuro (5) aventuras (5) charles bukowsky (5) dioses (5) el cazador de sueños (5) el ceremonial (5) el demonio de la peste (5) el horla (5) gotica (5) henry kuttner (5) la casa del pasado (5) la hermandad negra (5) lavey (5) leyendas (5) libros (5) links (5) relato corto (5) wikipedia (5) Aldous Huxley (4) BRIAN W. ALDISS (4) CUESTION DE ETIQUETA (4) Drácula (4) Dylan Thomas (4) EL BESO SINIESTRO (4) EL RUISEÑOR Y LA ROSA (4) EL templo (4) ENTRADAS (4) Edmond Hamilton (4) Federico García Lorca (4) Historias de fantasmas (4) LIBROS DE LA UNIDAD (4) LOS MISERABLES (4) Las Mil y Una Noches (4) Los Fantasmas (4) Los Versos Satánicos (4) Poemas vampíricos (4) Poul Anderson (4) Richard Matheson (4) Robert E. Howard (4) Rudyard Kipling (4) Una Voz En La Noche (4) William Hope Hodgson (4) allan (4) anime (4) anonimo (4) avatars (4) chuck palahniuk (4) citas (4) colleen gleason (4) comentario (4) cuento gotico-victoriano (4) cyberia (4) de lo mejor de paul auster (4) diablos (4) donde cruzan los brujos (4) edgar (4) el diablo (4) el retrato de dorian gray (4) el sabueso (4) el wendigo (4) espiritus (4) fantastico (4) frankestein (4) frases (4) galeria (4) goticos (4) hechizos (4) historias (4) infierno (4) jorge fondebrider (4) la ciudad sin nombre (4) la hermosa vampirizada (4) letra (4) licantropia (4) los amados muertos (4) mito (4) muerte (4) saga vampiros (4) salman rushdie (4) schahrazada (4) twilight (4) victor hugo (4) voces de oscuridad (4) 1984 (3) 3 (3) 666 (3) A n n e R i c e (3) A r m a n d (3) AL ABISMO DE CHICAGO (3) ALGO LLAMADO ENOCH (3) Al otro lado del umbral (3) Alejandro Dolina (3) Apariciones de un Ángel (3) Arthur Machen (3) BOB SHAW (3) Brian Lumley (3) CRONICAS VAMPIRICAS 2 (3) Corto de Animación (3) Dan Brown (3) Días de ocio en el Yann (3) E. Hoffmann Price (3) E. T. A. Hoffmann (3) EL DESAFÍO DEL MAS ALLÁ (3) EL FANTASMA DE CANTERVILLE (3) EL HORROR OCULTO (3) EL LADRON DE CUERPOS (3) EL TEMPLO DEL DESEO DE SATÁN (3) EL TIEMPO ES EL TRAIDOR (3) El Espectro (3) El Libro Negro (3) El espectro de madam Crowl (3) El morador de las tinieblas (3) El príncipe feliz (3) Emisario Errante (3) En la cripta (3) Frank Kafka (3) Fritz Leiber (3) Ghost in the Shell (3) Giovanni Papini (3) Gitanjali (3) Hombre con manías (3) J. Ramsey Campbell (3) JOSEPH PAYNE BRENNAN (3) John Stagg (3) Jr. (3) LA BIBLIOTECA DE BABEL (3) LA CONFESIÓN (3) LA EXTRAÑA CASA EN LA NIEBLA (3) LA IGLESIA DE HIGH STREET (3) LA MARCA DE LA BESTIA (3) LA RISA DEL VAMPIRO (3) LAS RUINAS CIRCULARES (3) La Jaula (3) La Trilogía de Nueva York (3) Mercenarios del Infierno (3) Miguel Hernández (3) Palomos Del Infierno (3) Pío Baroja (3) Rafael Alberti (3) Thanatopia (3) Théophile Gautier (3) Tomás Moro (3) Un Sueño en un Sueño (3) abraham merrit (3) alas rotas (3) alien (3) alquimia (3) amuletos (3) angeologia (3) antiguas brujerias (3) antologia (3) apocalipsis (3) biografia (3) cain (3) carrie (3) charles baudelaire (3) cronicas vampiricas (3) cuento victoriano (3) cuentos del siglo XIX (3) danza macabra (3) dark . gotico (3) david langford (3) de profundis (3) definicion (3) el abismo en el tiempo (3) el alquimista (3) el demonio en la tierra (3) el exorcista II (3) el libro negro de alsophocus (3) el loco (3) el mono (3) el sacrifico (3) el superviviente (3) el vampiro estelar (3) ensayo (3) escritor novel (3) exorcismo (3) fabula (3) fabulas (3) filosofia (3) frank b. long (3) goth (3) gotic (3) guion (3) helena petrovna blabatsky (3) himno al dolor (3) historias de terror (3) inquisicion (3) introduccion (3) john baines (3) john william polidori (3) justine (3) la casa maldita (3) la casa tellier (3) la ciudad de los muertos (3) la llamada de cthulhu (3) la sombra fuera del espacio (3) la tumba (3) las flores del mal (3) legion (3) leyenda (3) lisa tuttle (3) lo innombrable (3) locura (3) lord byron (3) los brujos hablan (3) los gatos de ulthar (3) luna sangrienta (3) mail (3) martín s. warnes (3) maturin (3) mein teil (3) melmoth el errabundo (3) milowishmasterfox (3) neorealismo (3) nombres (3) nombres demoniacos (3) oscuros (3) pacto de sangre (3) pensamientos (3) poemas en prosa (3) poesias (3) polaris (3) que viene el lobo (3) rabindranat tagore (3) ratas (3) rimas (3) roald dahl (3) robert silverberg (3) rosenrot (3) rostros de calabera (3) satanismo (3) snake (3) sueño (3) suicidas (3) teatro (3) vida (3) vudu (3) yveline samoris (3) Ángeles y demonios (3) 1 (2) 4ªparte (2) A. Bertram Chandler (2) ABANDONADO (2) ALBERT FISH (2) Akira (2) Alfonso Linares (2) Algunos Poemas a Lesbia (2) Antonio Gala (2) Aparicion (2) Astrophobos (2) Ayer... hace tanto tiempo (2) BETHMOORA (2) Blade Runner (2) Brad Steiger (2) C. M. EDDY (2) CELEPHAÏS (2) CHICKAMAUGA (2) CONFESIONES DE UN ARTISTA DE MIERDA (2) CORAZONADA (2) Carrera Inconclusa (2) Charon (2) Christian Jacq (2) Clarimonda (2) Cowboy Bebop (2) Cyberpunk (2) Cómo Ocurrió (2) E D G A R A L L A N P O E (2) E. F. Benson (2) EL ASESINO (2) EL BAUTISMO (2) EL BESO (2) EL CABALLERO (2) EL CENTRO DEL INFIERNO (2) EL DESIERTO (2) EL DIABLO EN EL CAMPANARIO (2) EL EXORCISTA (2) EL FANTASMA Y EL ENSALMADOR (2) EL GOLEM (2) EL GRITO DEL MUERTO (2) EL JARDÍN DEL PROFETA (2) EL OTRO YO (2) EL PISO DE CRISTAL (2) EL PRESUPUESTO (2) EL RETRATO DE ROSE MADDER (2) EL SÉPTIMO CONJURO (2) EL VAGABUNDO (2) EL ÁRBOL (2) Ecos (2) El Conde de Montecristo (2) El Cuerno Del Horror (2) El Dr. Jekyll y Mr. Hyde (2) El Funeral de John Mortonson (2) El Hombre De Arena (2) El Monte de las Ánimas (2) El Puñal (2) El Que Cierra El Camino (2) El Sacrificio (2) El Tulipán Negro (2) El Valle Perdido (2) El Visitante Y Otras Historias (2) El artista del hambre (2) El ciclo del hombre lobo (2) El clérigo malvado (2) El gato del infierno (2) El gato negro (2) El homúnculo (2) El legado (2) El miedo (2) El rapto de la Bella Durmiente (2) El saber mágico en el Antiguo Egipto (2) El árbol de la colina (2) Elogio de la locura (2) En la noche de los tiempos (2) Estirpe de la cripta (2) Fuera de Aquí (2) GUARDIANES DEL TIEMPO (2) GUSTAVO ADOLFO BECQUER (2) Gustav Meyrink (2) H. Barlow (2) H.P.Lovecraft (2) HERMANN HESSE (2) Harlan Ellison (2) Hasta en los Mares (2) Historia (2) Historia Del Necronomicon (2) Historia de fantasmas (2) Hocus Pocus (2) ICARO DE LAS TINIEBLAS (2) INTERNET (2) JUANA INES DE LA CRUZ (2) Jack Vance (2) John Sheridan Le Fanu (2) José Luis Velarde (2) Kurt Vonnegut (2) LA BIBLIA SATANICA (2) LA BÚSQUEDA (2) LA CAIDA DE BABBULKUND (2) LA DECLARACIÓN DE RANDOLPH CARTER (2) LA FARSA (2) LA LOTERÍA DE BABILONIA (2) LA MUERTA ENAMORADA (2) LA MUERTE (2) LA MUSA DE HYPERBOREA (2) LA PERLA (2) LAS LEGIONES DE LA TUMBA (2) LESTAT EL VAMPIRO (2) LOS VERSOS SATANICOS (2) La Bestia en la Cueva (2) La Calle (2) La Casa de la Pesadilla (2) La Habitación Cerrada (2) La Monja Sangrienta (2) La Tortura de la Esperanza (2) La Verdad (2) La chica más guapa de la ciudad (2) La conspiración Umbrella (2) La marquesa de Gange (2) La noche de los feos (2) La pasión turca (2) Letras (2) Los Sueños de la Casa de la Bruja (2) Los crímenes que conmovieron al mundo (2) Los ojos de la momia (2) Los reyes malditos (2) Los tres mosqueteros (2) MAGOS (2) MARIO BENEDETTI - LA MUERTE (2) MINORITY REPORT (2) MOBY DICK (2) MUJERES (2) Mark Twain (2) Morella (2) Narrativa gótica (2) No hay camino al paraíso (2) PABLO NERUDA (2) POPSY (2) PUNTERO IZQUIERDO (2) R. L. Stevenson (2) RADIO FUTURA (2) ROSTRO DE CALAVERA (2) Rabindranath Tagore (2) Retornos de una sombra maldita (2) Robert A. Heinlein (2) SAMAEL AUN WEOR (2) SATANAS (2) SU VIDA YA NO ES COMO ANTES (2) SUPERVIVIENTE (2) Sherry Hansen Steiger (2) The Last Vampire (2) Thomas M. Disch (2) UN DÍA DE CAMPO (2) UTOPIA (2) Un habitante de Carcosa (2) Un juguete para Juliette (2) Una mujer sin importancia (2) Una tienda en Go-by Street (2) V.O. (2) VELANDO EL CADÁVER (2) Vida después de la Muerte (2) Vida y Muerte (2) Villiers de L'Isle-Adam (2) Vinum Sabbati (2) YO CRISTINA F. (2) a la puta que se llevó mis poemas (2) a las aguas (2) a un general (2) agonico (2) al amor de mi vida (2) aladino (2) alaide floppa (2) alas nocturnas (2) albunes (2) alexandre (2) amistad (2) andres diaz sanchez (2) angel de la muerte (2) animas y fantasmas (2) anime-blood (2) antonio machado (2) apocaliptico (2) arena y espuma (2) arthur c. clarke (2) asesinato (2) baudelaire (2) bequer (2) blancanieves (2) brujas (2) busqueda (2) c. m. eddy jr. (2) cabala (2) capitulo suelto (2) caronte (2) castigo (2) catolico (2) cementerios (2) ciberespacio (2) ciberpunk (2) cielo (2) ciudad de cristal (2) ciudad vampiro (2) coleccion (2) colette gothic darknes (2) comics (2) computadora (2) conjuros (2) cortos (2) costazar (2) creepwar.gotico (2) cria cuervos (2) cruelmente romantica (2) cuento amor (2) cuentos coliniales de terror (2) cuentos cortos (2) cuentos de canterbury (2) cuentos de un soñador (2) cumbres borrascosas (2) dagon (2) death (2) demonio (2) depeche mode (2) diagnostico de muerte (2) dios (2) disciplinas de vampiro (2) dolor (2) don juan (2) dracula (2) e l v a m p i r o (2) ecce homo (2) el (2) el abismo (2) el anticristo (2) el arbol de la vida (2) el caballero de la maison rouge (2) el canibal de rotenburgo (2) el caos reptante (2) el club de la lucha (2) el club de los suicidas (2) el coche del diablo (2) el disco (2) el dueño de rampling gate (2) el elixir de larga vida (2) el entierro (2) el espectro del novio (2) el evangelio de los vampiros (2) el fabricante de ataúdes (2) el fantasma de la opera (2) el gran inquisidor (2) el hijo (2) el jinete en el cielo (2) el joven lovecraft (2) el palacio de la luna (2) el pantano de la luna (2) el profeta (2) el signo (2) ellinson (2) elogio de tu cuerpo (2) emily bronte (2) entendimiento (2) entre sueños (2) epistola (2) escritor (2) espacio (2) esperanza (2) esquizofrenia (2) eva (2) fin (2) fiodor dostoiesvski (2) fobia (2) fragmentos del necronomicon (2) frankenstein (2) g. a. becquer (2) gabriel garcia marquez (2) genesis (2) gothic darknes (2) gracia torres (2) guerra (2) guillotina (2) h. (2) hada (2) harry harrison (2) hazel heald (2) hechizo (2) herman hesse (2) historia / ficcion (2) historia real (2) hombre-lobo (2) honore de balzac (2) horror en el museo (2) indice (2) ingles (2) intriga (2) introductoria (2) italo calvino (2) juego (2) juguemos a los venenos (2) kafka (2) kir fenix (2) la carta robada (2) la catedra de lucifer (2) la cosa en el dormitorio (2) la creacion (2) la cruz del diablo (2) la dama de las camelias (2) la habitacion cerrada (2) la hoya de las brujas (2) la imagen de la muerte (2) la maquina de follar (2) la muerte y la condesa (2) la noche boca arriba (2) la novia del hombre caballo (2) la piedra negra (2) la torre oscura (2) lacrimosa (2) leyes (2) lhiliht (2) libro (2) literatura (2) los habitantes del pozo (2) los otros dioses (2) los perros de tindalos (2) los zuecos (2) m. r. james (2) milady (2) miskatonic (2) misterio (2) morfina (2) morgue (2) mp3 (2) music (2) mª. covadonga mendoza (2) narracion ocultista (2) nobel (2) noir (2) nota (2) notas (2) nuestros primos lejanos (2) nuevas cronicas vampiricas (2) occidente (2) ocultismo (2) on-line (2) oriente (2) orson scott card (2) p. (2) paris (2) paulo coelho (2) pecados (2) peter blatty (2) poderes (2) primigenio (2) prometeo (2) prosas luciferinas (2) psico (2) r.l. stevenson (2) reglas (2) relato amor (2) religion-ficcion (2) reliquia de un mundo olvidado (2) revelacion (2) revolucion francesa (2) ritual (2) rituales (2) robert a. lowndes (2) robert louis stevensont (2) roger zelazny (2) roll (2) romancero gitano (2) romanticismo (2) rpg (2) saki (2) sangre (2) serie cronicas vampiricas gardella (2) simbolismo (2) suicidio (2) sumario (2) surrealismo (2) taisha abelar (2) tetrico (2) the best (2) the cure (2) tragedia (2) traidor (2) un dia en el confin del mundo (2) una cruz de siglos (2) varios autores (2) varios cuentos (2) vaticano (2) video (2) violin (2) vistoriano (2) washington irving (2) willian blatty (2) ¿QUO VADIS? (2) ÁNGELES IGNORANTES (2) Ángela (2) "Vivo sin vivir en mí" (1) (1515-1582) (1) (1816) (1) (1934) (1) + y - (1) -- ANONIMO (1) -- EL HORROR DE DUNWICH (1) . EL PROFETA ERMITAÑO (1) . LA SANTA COMPAÑA . (1) . La locura del mar (1) . Luis Cernuda (1) . VENOM (1) .El Club del Ataúd. (1) .ecunemico (1) .rar (1) 100 (1) 13 fantasmas (1) 17THIS SECRET HAS TO BE KEPT by you from anyone else (1) 1809-1849 (1) 1810 (1) 1812 (1) 1862 (1) 1918/19 (1) 1939-1941? (1) 1ª parte (1) 1ªmujer (1) (1) 26 CUENTOS PARA PENSAR (1) 2parte (1) 2ª Serie (1) (1) 2ºlibro (1) 2ºlibro de nuevas cronicas vampiricas (1) 334 (1) 360º (1) 3:47 a.m. (1) 4 (1) 5 (1) 6 (1) 7 pecados capitales (1) 84 de charing cross road (1) (1) 9000 años (1) A LA ESPERA (1) A M B R O S E B I E R C E (1) A imagen y semejanza (1) A restos.. de ti (1) A través de la puerta de la llave de plata (1) A través de las puertas de la llave de plata (1) A. E. VAN VOGT (1) A. MERRIT (1) A. Merritt (1) A.R. Ammons (1) A: lord Alfred Douglas (1) ABAJO (1) ABONO PARA EL JARDÍN (1) ABUELITO (1) ACERO -- Richard Matheson (1) ADEFESIA (1) AGENTE DEL CAOS (1) AL MAGNIFICO LORENZO DE MÉDECIS (1) AL OTRO LADO (1) ALGUIEN ME APRECIA AHÍ ARRIBA (1) ALGÚN QUE OTRO ANIMAL (1) ALMAS EN PENA (1) AMADEO KNODLSEDER (1) AMANECER EN MERCURIO (1) AMANECER VUDU (1) AMBROSE GWINET BIERCE (1) AMERICAN ZOMBIE (1) AMOR Y ODIO (1) ANDREA SOL (1) ANGEL DE LUZ (1) ANIUTA (1) ANTES DEL ESPECTÁCULO (1) APARECIÓ CAÍN (1) APRENDED GEOMETRIA (1) AQUEL VIEJO (1) ARMAGEDON Fredric Brown (1) ARTHUR JERMYN (1) ASESINOS SATÁNICOS (1) AYER (1) Abraham Merritt (1) Abraza la oscuridad (1) Acorralado (1) Ad Lucem (1) Adam Kadmon (1) Adan (1) Adiós al siglo XX (1) Adolf Hitler (1) Afuera (1) Agatha Christie (1) Ahmad Ibn Ata'Illah (1) Alan Barclay (1) Albertina desaparecida (1) Alejandro Pushkin (1) Alejo Carpentier (1) Aleksandr Nikoalevich Afanasiev (1) Aleksandr Pushkin (1) Alfred E. Van Vogt (1) Alfred Elton van Vogt (1) Algernoon Blackwood (1) Alien earth (1) Amityville (1) Ana María Matute (1) Anatoli Dneprov (1) Andrei Chikatilo (1) Andrógino (1) Animismo (1) Anne Brontë (1) Another Google Bot (1) Antiguas brujerías (1) Antipoemas (1) Antología (1) Anubis (1) Anónimo (1) Appleseed (1) Aramis (1) Arcipreste de Hita (1) Armand (1) Asesinado Al Pie De Un Altar Vudú (1) Asimov (1) Atentamente suyo Jack el Destripador (1) Atentamente suyo. Jack el Destripador (1) Athos (1) August W. Derleth (1) Auguste Villiers de l'lsle‑Adam (1) Augusto Monterroso (1) Augustus Hare (1) Autobiografía (1) Auténtico Amor (1) Ayuda Alienígena (1) BAJO LAS PIRÁMIDES H. P. LOVECRAFT (1) BARBA AZUL (1) BERTA (1) BLANCO Y AZUL (1) BOCCACCIO (1) BOITELLE (1) BOLA DE SEBO (1) Bacarat (1) Balada nupcial (1) Barry Longyear (1) Battle Angel Alita (1) Bibliografía (1) Biblioteca (1) Boogiepop Phamtom (1) Breve comentario sobre la esquizofrenia (1) Bruce Sterling (1) Bubblegum Crisis (1) C. L. MOORE (1) C. S. Lewis (1) C.L. Moore (1) CABEZA DE CONO (1) CANCIÓN DE AMOR (1) CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA (1) CARTA A UN FÉNIX (1) CARTA DE UN LOCO (1) CARTAS (1) CASTIGOS (1) CEREMONIAL (1) CHARLES PERRAULT (1) CHERTOGON (1) CIBER-DARK (1) COCAINA (1) COCO.COCO. COCO FRESCO (1) COMO PARA CONFUNDIRSE (1) COMPLICIDAD PREVIA AL HECHO (1) CON DIOS (1) CONFESIONES DE UNA MUJER (1) CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978 (1) CONVERSIONES (1) COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE (1) CORTÁZAR (1) COTO DE CAZA (1) CRONICAS VAMPÍRICAS 2 (1) CRÍTICA AL CRISTIANISMO Y A LA SOCIEDAD (1) CUADERNO HALLADO EN UNA CASA DESHABITADA (1) CUENTOS DE AMOR. DE LOCURA Y DE MUERTE (1) CUERPO Y ALMA (1) Cabeza de Lobo (1) Camilo José Cela (1) Canaan negro (1) Canción del pirata (1) Cannibal Corpse (1) Canon Pali (1) Carmilla (1) Carolina (1) Cartas Desde La Tierra (1) Casi Extinguidos (1) Catastrofe Aerea (1) Catherine Crowe (1) Catulo (1) Charles Dickens El guardavías (1) Charles Grant (1) Charles Nightingale (1) Chaugnar Faugn (1) Chica gótica (1) Chitterton House (1) Chris Chesley (1) Christopher Marlowe (1) Ciencia Ficción (1) Cine (1) Claudia (1) Colección (1) Conan (1) Conoce la Ciudad Gótica en 3D (1) Conología de la caza de hackers (1) Conquístate a ti mismo y conquistarás al mundo (1) Conversación (1) Corazones Perdidos (1) Corman (1) Cosas Zenna Henderson (1) Crom (1) Crumtuar y la Diosa (1) Cría cuervos (1) Cuando los cementerios son una atracción (1) Cuarta parte (1) Cynthia Asquith (1) CÁTULO (1) Cómo mueren los mitos (1) D'Artagnan (1) DAGÓN (1) DANTE ALIGHIERI (1) DE COMO EL Dr. JOB PAUPERSUM LE TRAJO ROSAS ROJAS A SU HIJA (1) DE COMO LLEGO EL ENEMIGO A THULNRANA (1) DE SADE (1) DECAMERON (1) DEL MÁS ALLÁ (1) DELENDA EST... (1) DESPERTARES (1) DIABLO (1) DICCIONARIO DE ÁNGELES (1) DICCIONARIO DEL DIABLO (1) DIÁLOGO SOBRE LA PENA CAPITAL (1) DOBLE CREER (1) DOS POEMAS (1) DOS SERES IGUALES (1) Dan Brown Ángeles y demonios (1) Dark Gotico (1) Dark Icarus (1) David F. Bischoff (1) De guardia (1) Death Fails (1) Del toro (1) Demonios babilónicos (1) Demoníacos (1) Dennis Etchison (1) Dentro de mí (1) Deportacion (1) Depresión (1) Der Vampir (1) Derek Rutherford (1) Descargo de responsabilidad (1) Desde Lugares Sombríos (1) Desert Punk (1) Diagnóstico de Muerte (1) Diccionario De Relaciones Y Sexo (1) Diccionario de Símbología (1) Donde habite el olvido XII (1) Douglas Rushkoff (1) Dr. Bloodmoney (1) Duelo (1) Dulces para esa dulzura (1) E L E N T I E R R O P R E M A T U R O (1) E L E N T I E R R O P R E M A T U R O (1) E L A N T I C R I S T O (1) E-volution (1) E. M. Johnson (1) E.F.Benson (1) E.T.A. Hoffmann (1) EL ABONADO (1) EL ABUELO ASESINO (1) EL ALEPH (1) EL ALEPH ficcion (1) EL ALMOHADON DE PLUMAS (1) EL ARISTÓCRATA SOLTERÓN (1) EL ARMARIO (1) EL ARO (1) EL ASESINATO DE DIOS (1) EL BARON DE GROGZWIG (1) EL BARRILITO (1) EL BICHO DE BELHOMME (1) EL BIGOTE (1) EL CARDENAL NAPELLUS (1) EL CETRO (1) EL CLUB DE LUCHA (1) EL CONDE DE MONTECRISTO II (1) EL CONDE DE MOTECRISTO (1) EL CONDUCTOR DEL RAPIDO (1) EL COTTAGE DE LANDOR (1) EL CRIMEN DE LORD ARTHUR SAVILLE (1) EL CRIMINAL Y EL DETECTIVE (1) EL CUENTO FINAL DE TODOS LOS CUENTOS (1) EL DEMONIO DE LA PERVERSIDAD (1) EL DIENTE DE BALLENA (1) EL DIOS SIN CARA (1) EL DUEÑO DE RAMPLING GATE (1) EL ERMITAÑO (1) EL FINAL (1) EL FLASH (1) EL FRUTO DE LA TUMBA (1) EL GATO Y EL RATÓN (1) EL GRABADO EN LA CASA H. P. LOVECRAFT (1) EL GRAN GRIMORIO (1) EL HOMBRE DE LA CALAVERA (1) EL HURKLE ES UN ANIMAL FELIZ (1) EL INCORREGIBLE BUITRE DE LOS ALPES (1) EL JOVEN GOODMAN BROWN (1) EL JUEGO DE LOS GRILLOS (1) EL JUEGO DE PELOTA EN RAMTAPUR (1) EL LIBRO DE LO INCREÍBLE (1) EL LIBRO DE LOS SERES IMAGINARIOS (1) EL MATRIMONIO DEL CIELO Y EL INFIERNO (1) EL MESMERISMO (1) EL METRONOMO (1) EL MUNDO AVATAR: ANDY WARHOL (1) EL NECRONOMICON (1) EL NUMERO QUE SE HA ALCANZADO (1) EL OJO SIN PARPADO (1) EL ORACULO DE SADOQUA (1) EL ORINAL FLORIDO (1) EL ORO (1) EL OTRO VAGABUNDO (1) EL PESCADOR DEL CABO DEL HALCON (1) EL PRECURSOR (1) EL REGRESO (1) EL RELÁMPAGO (1) EL REY (1) EL REY DE HIERRO (1) EL ROBLE HA CAÍDO (1) EL RÍO (1) EL SEXO FRIO (1) EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO (1) EL SUEÑO DEL REY KARNA-VOOTRA (1) EL SUSURRADOR EN LA OSCURIDAD (1) EL TRUEQUE (1) EL USURPADOR DE CADAVERES (1) EL VALLE DE LOS DIOSES (1) EL VAMPIRO ARMAND (1) EL VAMPIRO ARMAND (1) EL VENGADOR DE PERDONDARIS (1) EL VIUDO TURMORE (1) EL ZOPILOTE (1) EL _ ALEPH (1) EL cantar del exangel (1) EL ÚLTIMO EXPERTO (1) ELIGE TU DESTINO (1) ELISA BROWN (1) EN EL BOSQUE DE VILLEFERE (1) EN EL CREPUSCULO (1) EN ESTADO LATENTE (1) EN LA FERIA (1) EN ZOTHIQUE (1) Eco (1) Edad Media (1) Edgar Allan Poe El Cuervo (1) Edward Bulwer-Lytton (1) Edward Lucas White (1) El Almohadón de Plumas (1) El Arte de la Estrategia (1) El Asirio (1) El BAR II (1) El Barril de Amontillado (1) El Boogie Del Cementerio (1) El Borametz (1) El Buque Fantasma (1) El Carbunclo Azul (1) El Caso de los Niños Deshidratados (1) El Centinela (1) El Clan De Los Parricidas (1) El Club del Ataúd (1) El Corsario (1) El Crimen Invisible (1) El Cuarto en la Torre (1) El Dios de los Brujos (1) El Dios-Monstruo De Mamurth (1) El Dragón (1) El Eclipse (1) El Espejo De Nitocris (1) El Gigante Egoista (1) El Gris Gris En El Escalón De Su Puerta Le Volvió Loco (1) El Haschich (1) El Hombre Del Haschisch (1) El Hombre que Soñó (1) El Hueco (1) El Mago de Oz (1) El Mensajero de la Muerte (1) El Misterio del Mary Celeste (1) El Nuevo Acelerador (1) El Nuevo Acelerador Herbert George Wells. (1) El Príncipe (1) El Regalo de los Terrestres (1) El Rey Estelar (1) El Ritual (1) El Ruido de un Trueno (1) El Sacerdote Y Su Amor (1) El Signo Amarillo (1) El Underground digital (1) El Vengador de Perdóndaris (1) El Violador de la Moto (1) El Visitante Y Otras Historias Dylan Thomas (1) El Yoga (1) El amor de mi vida (1) El aprendiz de brujo. (1) El armonizador (1) El cadillac de Dolan (1) El camaleón (1) El campamento del perro (1) El cartero del rey (1) El caso de Charles Dexter Ward (1) El cuarto de goma (1) El demonio en Ceirno (1) El duque de L'Omelette (1) El espejo de Ko Hung (1) El extraño vuelo de Richard Clayton (1) El francotirador cazado (1) El grimorio del papa Honorio (1) El guardián entre el centeno (1) El horror del montículo (1) El informe del inspector Legrasse (1) El jardín de Adompha (1) El jardín del tiempo (1) El judío errante (1) El judío errante.Thomas M. Disch (1) El mal de la muerte (1) El muchacho que escribia poesia (1) El mundo que ella deseaba (1) El pararrayos (1) El pecado de Hyacinth Peuch (1) El perfume (1) El pescador del Cabo del Halcón (1) El pescador y su alma (1) El puñal del godo (1) El que acecha en la oscuridad (1) El que susurraba en las tinieblas (1) El roble de Bill (1) El sexo y yo (1) El soldado y la muerte (1) El telar (1) El terror volvió a Hollywood (1) El Árbol de las Brujas (1) El árbol de la buena muerte (1) El árbol de oro (1) El último sueño del viejo roble (Cuento de Navidad) (1) Eliphas Lévi (1) Ellen Schreiber (1) Empirismo (1) En donde suben y bajan las mareas (1) En el Calor de la Noche (1) En persona (1) Ensayo al viejo estilo (1) Erasmo de Rotterdam (1) Erecciones (1) Eres tan bella como una flor (1) Ergo Proxy (1) Eric Frank Russell (1) Eric Lavín (1) Escéptico (1) Ese Gran simulacro (1) Esoterismo (1) Esta noche se rebelan las estrellas (1) Estilo gótico (1) Exhibiciones (1) Eyaculaciones (1) F R I E D R I C H N I E T Z S C H E (1) FABULAS Y SIMBOLOS (1) FBI (1) FEMINISTAS (1) FESTIVAL DEL TESTÍCULO (1) FICCIONES (1) FLUYAN MIS LÁGRIMAS DIJO EL POLICÍA (1) FRANCIS MARION CRAWFORD (1) FRANK BELKNAP L. (1) FRASES DE POLÍTICOS (1) FREDIE MERCURY (1) FUERA DE ESTE MUNDO (1) Factotum (1) Fahrenheit 451 (1) Farenheit 451 (1) Feuerräder (1) Fiel amigo (1) Flautistas en el bosque (1) Fondo Monetario (1) Frank Belknap Long (1) Frankenstein o el moderno Prometeo (1) Franz Harttmann (1) Fred Saberhagen (1) Frederick Marryat (1) Frederick pohl (1) Freud (1) Fruto negro (1) Fuego Brillante (1) Fuego infernal (1) G. A. BEQUER (1) GENTE REUNIDA (1) GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LADY RUTH (1) GIGANTE (1) GITANO (1) GOTHICPUNK (1) GUARDIANES DEL TIEMPO EXTRAÑOS TERRÍCOLAS ORBITA ILIMITADA ONDA CEREBRAL UN MUNDO EN EL CREPUSCULO (1) GUERRA DE ALADOS (1) GUIA DEL AUTOESTOPISTA GALACTICO (1) Gardner F. Fox (1) Gastón (1) Gauguin (1) Geoffrey Chaucer (1) George Berkeley (1) George Gordon Byron (1) George Langelaan (1) George Orwell (1) Ghost lover (1) Gilbert Thomas (1) Gordon Leigh Bromley (1) Gottfried Benn (1) Greg Egan (1) Grimoires (1) Guión para Alíen III (1) Gustave Flaubert (1) Génesis (1) Gómez (1) H. G. WELLS (1) H. P. Lovecraft LA BÚSQUEDA DE IRANON (1) H. P. Lovercraft (1) H.P.Lovecraft y E. Hoffmann Price (1) HAN CAIDO LOS DOS (1) HECHIZOS DE AMOR (1) HERBERT WEST (1) HIJO DE LA LUNA (1) HIPNOS (1) HISTORIA DE MAR Y TIERRA (1) HISTORIA DEL ENDEMONIADO PACHECO (1) HISTORIA DEL JOVEN DE LAS TARTAS DE CREMA (1) HISTORIA DEL MANDADERO (1) HISTORIA GÓTICA (1) HISTORIA PRODIGIOSA DE LA CIUDAD DE BRONCE (1) HOMBRES y DRAGONES (1) HOY Y MAÑANA (1) Hasta donde mueran los sentimientos (1) Hay Tigres (1) Hector G. Oesterheld (1) Heinrich August Ossenfelder (1) Hell-fire 1956 (1) Herbert George Wells. (1) Herman Melville (1) Hierba gatera (1) Historia Del Necronomicon H. P. Lovecraft (1) Historia de un muerto contada por él mismo (1) Historia de una demonización. (1) Horace Walpole (1) Howard Fast (1) Howard P. Lovecraft (1) Howard Philip Lovecraft (1) Héctor Álvarez (1) Híbrido (1) II parte (1) III (1) III parte (1) IMAGEN DE TU HUELLA (1) IMAGINE (1) IMÁGENES MALDITAS (1) INDICE MIO CID (1) Ideas (1) Ilusionismo (1) Inanna (1) Intento (1) Investigador De Lo Oculto (1) Isthar (1) Iván A. Efrémov (1) Iván Turguéniev (1) J. G. Ballard (1) J. J. Van der Leeuw (1) J.D. Salinger (1) JACK LONDON (1) JON WIENER (1) JORGE ADOUM (1) JUAN SALVADOR GAVIOTA (1) JUEGO DE SOMBRAS (1) JUNTO A UN MUERTO (1) Jaime Bayly (1) James H. Schmitz (1) James Montague RhodesCORAZONES PERDIDOS (1) Javi (1) Jean Lorrain (1) Jean Ray (1) Jim Morrison (1) John Lennon (1) John Silence (1) John Stagg - El Vampiro (1) John W. Campbell (1) John Wyndham (1) John/Yoko (1) Jorge Bucay (1) Jorge Manrique (1) Jose Antonio Rodriguez Vega (1) Joseph Sheridan Le Fanu (1) José Luis Garci (1) José Luis Zárate Herrera (1) José Manuel Fernández Argüelles (1) José María Aroca (1) José de Esponceda (1) Juan C. "REX" García Q. (1) Juan Darién (1) Juan Ruiz (1) Juan de la Cruz (1) Juan-Jacobo Bajarlía (1) Kabbalah (1) Keith Laumer (1) Khnum (1) Kit Reed (1) L a Muerte De Halpin Frayser A mbrose Bierce (1) L a Mujer Loba (1) LA ALQUIMIA COMO CIENCIA DEL ARTE HERMETICO (1) LA AVENTURA DEL ASESINO METALICO (1) LA BAILARINA (1) LA BALLENA DIOS (1) LA BALLENA Y LA MARIPOSA (1) LA BARONESA (1) LA BECADA (1) LA BELLEZA INÚTIL (1) LA BELLEZA INÚTILguy de maupassant (1) LA BODA DEL LUGARTENIENTE LARÉ (1) LA CABELLERA (1) LA CASA (1) LA COMPAÑERA DE JUEGO (1) LA CONFESIÓN DE TEODULIO SABOT (1) LA CRIBA (1) LA ESCUELA DE LA PIEDRA DE LOYANG (1) LA ESPADA DE WELLERAN (1) LA ESTATUA (1) LA EXTRAÑA CABALGADA DE MOROWBIE JUKES Rudyard Kipling (1) LA FERIA DE LAS TINIEBLAS (1) LA INVASIÓN DIVINA (1) LA LUNA LLENA (1) LA MAGIA NEGRA (1) LA MALDICIÓN (1) LA MAQUINA DEL SONIDO (1) LA MASCARA DE LA MUERTE ROJA (1) LA MOSCA (1) LA MÚSICA DE ERICH ZANN (1) LA NARIZ (1) LA PARENTELA DE LOS ELFOS (1) LA PARÁBOLA CHINA (1) LA PIMPINELA ESCALATA (1) LA QUE ERA SORDA (1) LA RAÍZ CUADRADA DE CEREBRO (1) LA SEGUNDA LEY (1) LA SENDA (1) LA SOMBRA. (1) LA TEMPESTAD (1) LA TEORIA DE LAS MASCOTAS DE L.T. (1) LA TIERRA DE ZAAD (1) LA TIERRA ROJA (1) LA TRAMA CELESTE (1) LA TRÁGICA HISTORIA DEL DOCTOR FAUSTO (1) LA VENTANA ABIERTA (1) LA VENUS DE ILLE (1) LA VISITA QUE J. H. OBERHEIT HACE A LAS TEMPIJUELAS (1) LAGARTIJA (1) LAGRIMAS Y RISAS (1) LAGRIMAS Y SONRISAS (1) LAS BECADAS (1) LAS DOS PRINCESAS (1) LAS GRANADAS (1) LAS HOJAS SECAS (1) LAS LEYES (1) LAS PERVERSAS CRIATURAS DE SERGIO LAIGNELET (1) LAS RANAS (1) LAS RATAS DEL CEMENTERIO (1) LAS REVELACIONES DE BECKA PAULSON (1) LAS TUMBAS DE TIEMPO (1) LEOPOLDO LUGONES (1) LEYENDA DE LA CALLE DE NIÑO PERDIDO (1) LEYES DE DROGAS (1) LIBRO DE LA DUALIDAD (1) LIBRO DE LA IGNORANCIA (1) LIBRO DEL AMOR (1) LILIHT (1) LOS AGUJEROS DE LA MASCARA (1) LOS CANGREJOS CAMINAN SOBRE LA ISLA (1) LOS CLANES DE LA LUNA ALFANA (1) LOS CONSTRUCTORES (1) LOS CUATRO HERMANOS LUNARES (1) LOS DOS CAZADORES (1) LOS DOS HERMANOS (1) LOS DOS POLÍTICOS (1) LOS DOS ÁNGELES (1) LOS HOMBRES QUE ASESINARON A MAHOMA (1) LOS HOMBRES QUE BAILAN CON LOS MUERTOS (1) LOS HUÉSPEDES -- SAKI (1) LOS IMPOSTORES (1) LOS SIETE PUENTES (1) LOS VEINTICINCO FRANCOS DE LA SUPERIORA (1) LOS ÁRBOLES DEL AZUL (1) LSD (1) LUZIFER (1) La Acacia (1) La Aureola Equivocada (1) La Callejuela Tenebrosa (1) La Campaña (1) La Casa Croglin (1) La Casa De Los Espíritus (1) La Caza de Hackers (1) La Ciudad (1) La Cámara De Los Horrores (1) La Cámara de los Tapices (1) La Entrada Del Monstuo (1) La Estatua de Sal (1) La Extraña Cabalgada De Morowbie Jukes (1) La Fiera Y La Bella (1) La Leyenda De San Julian El Hospitalario (1) La Liberación de la Bella Durmiente (1) La Luna Nueva (1) La Magia (1) La Mandrágora (1) La Mascarada (1) La Muerte Enamorada (1) La Máscara de la Muerte Roja (1) La Palida Esposa De Toussel (1) La Pradera Verde (1) La Pócima Vudú De Amor Comprada Con Sangre (1) La Torre del Elefante (1) La Tregua (1) La Vérité (1) La bahía de las corrientes irisadas (1) La capa (1) La casa de Cthulhu (1) La casa del hacha (1) La casa hechizada (1) La catacumba (1) La condena (1) La cultura del miedo (1) La dama de compañía (1) La familia de Pascual Duarte (1) La guadaña (1) La hija del árbol (1) La llave de plata (1) La lucha por la vida I (1) La lucha por la vida II (1) La lucha por la vida III (1) La mansión de las rosas (1) La mañana verde (1) La muerte del borracho (1) La mujer de Dennis Haggarty (1) La mujer del bosque (1) La máquina del sonido (1) La novia del ahorcado (1) La parra (1) La pregunta (1) La reina estrangulada (1) La soledad del escritor en el siglo XXI (1) La sombra de Eva (1) La sombra que huyó del capitel (1) La sombra que huyó del capitel. los mitos de cthulhu (1) La sombra que huyó del chapitel (1) La vampiro española (1) La ventana en la buhardilla (1) La vida de la muerte (1) La vida en las trincheras del Hiperespacio (1) La vida nueva (1) Lain (1) Las botas mágicas (1) Las figurillas de barro (1) Las imprudentes plegarias de Pombo el idólatra (1) Las mandrágoras (1) Las once mil vergas -- Guillaume Apollinaire -- Advertencia (1) Las palabras mágicas (1) Las puertas del Valhalla (1) Lawrence C.Conolly (1) Leigh Brackett (1) Lestat (1) Ley y Orden (1) León Tolstoi (1) Libro de Buen Amor (1) Libro de Eibon (1) Lilitú (1) Lista de los demonios en el Ars Goetia (1) Llegado desde el infierno (1) Lluvia Negra (1) Lord of the Flies (1) Los Crímenes de la Rue Morgue (1) Los Elementales (1) Los Nueve Pecados Satánicos (1) Los Poemas Ocultos (1) Los cazadores de cabezas (1) Los colmillos de los árboles (1) Los comedores de lotos (1) Los gatos de Père Lachaise (1) Los hijos de Babel (1) Los príncipes demonio I (1) Los reploides (1) Los árboles parlantes (1) Lotófagos (1) Luana (1) Luis Enrique Délano (1) Luisa Axpe (1) Lydia Cabrera (1) Lyman Frank Baum (1) M .R. James (1) MACHISTAS (1) MAESE LEONHARD (1) MAGICO (1) MANUSCRITO ENCONTRADO EN UNA BOTELLA DE CHAMPAGNE (1) MAQUIAVELO (1) MARIDOS (1) MARIO VARGAS LLOSA (1) MARY W. SHELL (1) MAS ALLÁ DEL MURO DEL SUEÑO (1) MAUPASSANT. AHOGADO (1) MAUPASSANT. ADIOS (1) MAUPASSANT.EL AFEMINADO (1) MAUPASSANT.EL ALBERGUE (1) MEN IN BLACK (1) METAMORFOSIS (1) MI MONSTRUO DE OJOS SALTONES (1) MI RESPETADO SUELO DURMIENTE (1) MINICUENTOS ESCALOFRÍO (1) MULTIPLICACIÓN. (1) Mage La (1) Magia menor (1) Manual de zoología fantástica (1) Manuel González Noriega (1) Mao (1) Marcel Proust (1) Margaret A. Murray (1) Margarita Guerrero (1) Margaritas Fredric Brown Daisies (1) Marguerite Duras (1) Mario Benedetti - La noche de los feos (1) Mario Benedetti - Ni Cinicos Ni Oportunistas (1) Mario Flecha (1) Marx (1) Mary Shelley. (1) Mary Wolfman (1) Marzo Negro (1) Matrix (1) Maxim Jakubowski (1) Maximiliano Ferzzola (1) Me siento sola (1) Memnoch El Diablo (1) Memoria de Crímenes (1) Memorias de un moribundo (1) Mentalismo (1) Metadona (1) Metzengerstein (1) Mi Querida Muerte (1) Miguel de Cervantes Saavedra . NOVELA (1) Miguel de Cervantes Saavedra . NOVELA LA GITANILLA (1) Mitología hebrea (1) Monopolio (1) Montado en la bala (1) Mujer de pie (1) MundoDisco (1) My buddy (1) MÁSCARAS (1) Más allá de los confines del mundo (1) Más vasto que los imperios (1) Máximo Torralbo (1) Música (1) NARRACIONES OCULTISTAS (1) NEGLIGENCIA (1) NO MIRES ATRÁS (1) NOTICIAS (1) NOTICIAS DEL MAS ALLA (1) NUL-O (1) Nathaniel Hawthorne (1) Necrológica (1) Neil Olonoff (1) Nelly Kaplan (1) Neuromancer (1) Ni Cinicos Ni Oportunistas (1) Ni Corruptos Ni Contentos (1) Nicolás Maquiavelo (1) Nieto de un verdugo (1) Nightmares and dreamscapes (1) Nikolàj Semënovic Leskov (1) No Despertéis a los Muertos (1) No Tengo Boca. Y Debo Gritar (1) No a la censura (1) No te Salves (1) No tocarte (1) Nona (1) Novela de terror (1) Nyarlathotep (1) Nyarlathotep el Terrible (1) O V I D I O (1) OLIVER ONIONS (1) ORGIAS (1) ORISHAS (1) OSCURA Y FRIA NOCHE (1) Opinion Personal (1) Otros mundos. otros dioses (1) PACIENTE BERLIN (1) PACTO (1) PACTOS DIABOLICOS EN FLORES PACTOS DIABOLICOS EN FLORES (1) PALABRAS (1) PAPÁ BENJAMIN (1) PARANOYAS (1) PARCAS (1) PARTE 1 (1) PATTI SMITH (1) PAZ CONTAGIOSA (1) PAZ Y GUERRA (1) PELIGROS DEL SATANISMO (1) PINOSANGUINOCHETBURUNDA (1) PLURIEMPLEO (1) POBRE (1) POE Y OTROS (1) POEMA INDIO (1) POEMA VAMP (1) POEMAS ÚLTIMOS (1) POEMÊ (1) POIROT INFRINGE LA LEY (1) POQUITA COSA (1) POR LA SANGRE ES LA VIDA (1) PRELUDIOS (1) PREMIOS (1) PROCESO (1) PRÍNCIPE Y MENDIGO (1) PUERTA AL INFIERNO SANGRE EN EL CIELO (1) PUNK (1) PUNTO DE PARTIDA (1) PUTA (1) Padma Sambava (1) Padre fundador (1) Para las seis cuerdas (1) Parricidios (1) Patakí De Ofún (1) Patrick Süskind (1) Paulo Navas (1) Pecados capitales (1) Pedro Pastor (1) Pelotón D (1) Pequeña Antología (1) Pesadilla (1) Pete Adams (1) Peter Shilston (1) Peter Valentine Timlett (1) Peter Wake (1) Philaréte Chasles (1) Poema de amor a una chica que hacía striptease (1) Poemas Completos (1) Poemas Malditos (1) Poemas de Gilgamesh (1) Poemas de amor (1) Porthos (1) Primer amor (1) Primera parte (1) Primera parte 2 (1) Prosper Mérimée (1) Protesta Anonima General (1) Proyección (1) Príncipe (1) Príncipe de las tinieblas (1) Próxima Centauri (1) Pseudomonarchia Daemonum (1) Psiquismo (1) Punch Drunk (1) QUE DIFÍCIL ES SER DIOS (1) R. E. HOWARD (1) R. W. Chambers (1) R.E.3 (1) RAMÓN GOMEZ DE LA SERNA (1) REANIMADOR (1) REGIONES APARTADAS (1) RELATOS DE TERROR (1) RENZO (1) RETRANSMISION ETERNA (1) RIMA VII (1) RIMA XXXVIII (1) RITUALES SATANICOS (1) ROBERT LOUIS STEVENSON (1) ROBOT CITY (1) ROLL AND ROLL (1) ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE (1) Raymond J. Martínez (1) Reaper (1) Recetas (1) Respuesta del Forastero (1) Reto (1) Retoños (1) Reventando el sistema (1) Rhea (1) Richard Bellush (1) Richard Calder (1) Richard Shrout (1) Richelieu (1) Ritos (1) Rituales con los ángeles (1) Robert Ervin Howard (1) Robert Ervin Howard: Un Recuerdo (1) Rochefort (1) Rockefeller (1) R’Iyeh (1) S. SV - XVIII (1) SALIDA DEL EDEN (1) SALVAME (1) SATANICo (1) SATÁN (1) SECTAS SATÁNICAS (1) SECUESTRO HOCHSCHILD (1) SEHNSUCHT (1) SETENTA (1) SIDDHARTA (1) SIN TON NI SON (1) SLAN (1) SOBRE LA ARENA (1) SORTEOS (1) SORTILEGIO DE OTOÑO (1) STANLEY CEPILLO DE DIENTES (1) STÉPHANE MALLARMÉ (1) SUEÑOS (1) Sandy Lopez Juarez (1) Santa Teresa de Ávila (1) Saquitos (1) Segador (1) Segunda parte (1) Serial Experiments Lain (1) Sharon N. Farber (1) Si Viene Damon (1) Siembra de Marte (1) Siglo XV (1) Silent Möbius (1) Simbiótica (1) Skull and Bones (1) Sobre Todo Madrid (1) Sociedad Thule (1) Sociedad Vril (1) Soy Leyenda (1) Soy la Puerta (1) Stalin (1) Stanley G. Weinbaum (1) Stanley Weinbaum (1) Stephen Vincent Benet (1) Supieras... (1) SÍMBOLO DE BALPHOMET (1) TALENTO (1) TOBERMORY (1) TOMBUCTÚ (1) TONTOS (1) TRAGEDIAS (1) TRATADO ESOTÉRICO DE TEURGIA (1) TRES DIOSES Y NINGUNO (1) TRES REGALOS (1) TRINITY BLOOD (1) TROPAS DEL ESPACIO (1) TU FRIALDAD (1) Tanith Lee (1) Taveret (1) Teatro de Crueldad (1) Templarios (1) Tercera parte (1) Tercera parte 2 (1) Terror en el espacio (1) Terry Carr (1) Terry Pratchett (1) Tetas (1) The Green Meadow (1) The Lilim (1) The Matrix (1) The Reward (1) The dead beat (1) The garden of time (1) The green morning (1) Theodore Sturgeon (1) Thomas Burnett Swann (1) Théàtre des Vampires (1) Tierra extraña (1) Tokio (1) Totemismo (1) Transmisión (1) Transmutación Transferencia Misticismo Desarrollismo (1) Trigun (1) Tsathoggua (1) Términos (1) U N C A M I N O A L A L U Z D E L A L U N A (1) UN AS DEL AJEDREZ (1) UN ASESINATO (1) UN COMPENDIO DE SECTAS (1) UN DIA EN EL REFLEJO DEL ESPEJO (1) UN LUGAR DE LOS DIOSES (1) UN MENSAJE IMPERIAL (1) UN OLOR A MUNDO (1) UN SEÑOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES (1) UN SUEÑO (1) UNA CONFLAGRACION IMPERFECTA (1) UNA ISLA (1) UNA ODISEA MARCIANA (1) UNA PEQUEÑA FABULA (1) UNA TARDE EN LO DE DIOS (1) UNA TUMBA SIN FONDO (1) URSULA K. LEGUIN (1) USA (1) USURPACIÓN DE DERECHOS DE AUTOR (1) Un crimen fuera de lo corriente (1) Un día en el confín del Mundo (1) Un escándalo en Bohemia (1) Un escándalo en Bohemia sir Arthur Conan Doyle (1) Un manifiesto Cyberpunk (1) Un marido ideal (1) Una carta abierta a H. P. Lovecraft (1) Una confesión encontrada en una prisión de la época de Carlos II (1) Una cuestión de identidad (1) Universo desierto (1) Ursula K. Le Guin (1) Utopía (1) V I N C E N T V A N G O G H (1) VENGANZAS (1) VESTIDURAS (1) VIEJO VINO (1) VIH-SIDA (1) VINTAGE (1) VITTORIO EL VAMPIRO (1) VIVIDOR A SU PESAR (1) VIVOS (1) VOLUMEN 1 (1) VOLUMEN 1parte 2 (1) Valencia (1) Valencia nocturno (1) Venganzas Y Castigos De Los Orishas (1) Viaje a la semilla (1) Viktor Saparin (1) Villiers de L'Isle (1) Villiers de L'Isle Adam (1) Vivian Meik (1) Voces de la Oscuridad (1) Von Junzt (1) Vuelto a nacer (1) Víctor Hugo (1) W.W. Jacobs (1) WHITE (1) WHITE ZOMBIE (1) Walter Scott (1) WannaFlock (1) Ward Moore (1) Weird Tales (1) Wendigo (1) Wilfred Blanch Talman (1) William Golding (1) William H. Hogdson (1) William Irish (1) William Shakespeare (1) Winifred Jackson (1) Wlliam Shakespeare (1) Wood'stown (1) Y cada día nos cuesta más soñar. (1) YERMA (1) YING-YANG (1) YO OS SALUDO (1) YVETTE (1) Yasutaka Tsutsui (1) Yra Reybel (1) YulyLizardi (1) ZOMBIE (1) ZOTHIQUE (1) Zenna Henderson (1) Zuzana_dt666(arrova)hotmail.com (1) a dreamer`s tales (1) a la caza (1) abducciones (1) abortivo (1) abstractos (1) aceite de perro (1) acerca de nyarlatoted (1) acido (1) actual (1) actualizacion 4.0 (1) adicción (1) adios (1) adolfo (1) agathos (1) aguelles (1) ahogado (1) al pueblo hebreo (1) alcacer (1) aldoux huxley (1) aleksandr (1) alfa (1) algo sobre los gatos (1) algunas formas de amar (1) ali-baba y los cuarenta ladrones (1) almas (1) alto (1) amante fantasma (1) amateur (1) ambiente (1) amor . i love... (1) amy foster (1) analogia (1) anarko-undergroud (1) anarquía (1) anecdota (1) angel (1) angela (1) angeles guardianes (1) angelustor (1) animales racionales (1) animas (1) ann (1) anonimos (1) antes del espectaculo (1) antifona (1) antiguos (1) anton (1) antropologia de la muerte (1) apariciones (1) apocalipsis 2012 (1) apocalipsis-ficcion (1) apocapocalipsis (1) apocrifos (1) aqui hay tigres (1) aqui vive el horror (1) arcangel negro (1) archivos (1) arde (1) arfego (1) arkham (1) armagedon (1) armando (1) armas (1) arqueologia (1) arquetipo (1) arquitectura (1) arrebatado (1) articulo (1) articulos (1) artista gotica (1) asesino (1) asesino en serie (1) asesinos (1) asfódelo (1) ashkin (1) atlantida (1) auto de fe (1) autobiografia carcelaria (1) autores (1) avalon (1) avatar (1) ayuda alienigena (1) bajo (1) bajo la piramide (1) barrilamontillado (1) bdsm (1) berenice (1) berkeley (1) berlin (1) bert-sellers (1) biblia (1) bibliografia (1) bien (1) biotecnologia (1) blanco y negro (1) blog (1) blogs (1) blood canticle (1) bloods (1) boemios (1) boix (1) books of bloods (1) bram (1) brenda (1) breve (1) bruja (1) brujas y ovnis (1) bublegum (1) budhismo (1) budismo (1) bukoski (1) cabalista (1) cabalistico (1) caballeros de Jerusalén (1) caballeros de tabla redonda (1) campbell (1) cancion (1) canciones (1) canibal (1) canto (1) canto vii (1) cantos (1) caotico (1) capilla (1) capitulos eliminados (1) capuletos montescos (1) carl sagan (1) carlo frabetti (1) carta a colin wilson (1) casa tomada (1) catacumbas (1) causas (1) cd (1) celebres (1) celta (1) cementerio (1) cenizas (1) censura (1) centinela (1) cesar vallejo (1) charles (1) charles fort (1) charlotte mew (1) chulhut (1) ciber (1) cibercultura (1) ciencias de la educación (1) cinico (1) circulo (1) claro de luna (1) cocaína (1) coeficiente intelectual (1) coelho (1) coleccion relatos de terror (1) collins (1) color (1) comentarios (1) como ser un gran escritor (1) completo (1) compramos gente (1) concepto gotico (1) concilio de rivendel (1) condecorado (1) confesion (1) conocer (1) contemporaneo.1863 (1) control de las informaciones (1) conversacion (1) correspondencias sephirothicas (1) corrupcion (1) costumbre (1) crackanthorpe (1) creador (1) creencias (1) crimenesdelamor (1) cripta (1) cristiana (1) cristiano (1) cronicas marcianas (1) cronopios (1) cubres borrascosas (1) cuento clásico de terror (1) cuento extraño (1) cuento macabro (1) cuento terror (1) culto secreto. algernon lackwood (1) cultura (1) curita (1) cyberglosario (1) cyborg (1) cíclopes (1) dactilo (1) dalia negra (1) damon knight (1) daniel defoe (1) darex (1) darex vampire (1) darg (1) dark art (1) darks (1) data desde el siglo X hasta el XV (1) david lake (1) de kadath el desconocido (1) de leng en el frio yelmo (1) de los antiguos y su simiente (1) de los diversos signos (1) de los tiempos y las epocas que deben observarse (1) debilidades (1) definiciones (1) delicioso dolor (1) demonios sin cuernos (1) demons (1) demons et merveilles (1) dendrofilia (1) dependencia (1) dependencia de las computadoras (1) depresion (1) derleht (1) derleth (1) desamparado en el infierno (1) desaparición (1) descanso (1) desconocido (1) descubrimiento (1) desintoxicación (1) desmembramiento (1) desolacion (1) devil doll (1) diablos internos (1) diabolico (1) diabolos (1) diccionario de los infiernos (1) dicho (1) dickens (1) dictadores (1) dictionarie infernal (1) dikens (1) diligencias (1) dinero (1) diosa (1) diosas madres (1) discipulos (1) disculpas (1) dolor-fiel amigo (1) dominio publico (1) dorian gray (1) down (1) dowson (1) doyle (1) dragones (1) dramaturgo (1) droga (1) duende (1) e l v a m p i r o (1) e-mails (1) e.a.poe (1) e.t.a. hoffman (1) eclipse (1) ecuador (1) eddy (1) edicion fria (1) el ahogado mas hermoso del mundo (1) el alberge (1) el alfabeto de nug-soth (1) el amo de moxon (1) el angel (1) el arbol (1) el arbol de la bruja (1) el arma (1) el arpa (1) el artista (1) el auxiliar de la parroquia (1) el avaro (1) el ayunador (1) el barbero de bagdad (1) el coco (1) el cohete (1) el conde dracula (1) el contejo de anthony garstin (1) el corazon de la señorita winchelsea (1) el dia de los trifidos (1) el diablo en la botella (1) el dios caballo (1) el duende (1) el enamorado y la muerte (1) el engendro maldito (1) el entierro de las ratas (1) el estatuto de las limitaciones (1) el fantasma (1) el grabado de la casa (1) el gran dios pan (1) el hechizo mas fuerte (1) el hombre (1) el hombre del cohete (1) el horror de dunwich (1) el horror de salem (1) el huesped de dracula (1) el huracan (1) el intruso (1) el ladron de cadaveres (1) el libro de los condenados (1) el manuscrito (1) el manuscrito de un loco (1) el martillo de vulcano (1) el mercado de niños (1) el milagro secreto (1) el misterio de las catedrales (1) el monte de las animas (1) el mortal inmortal (1) el mundo (1) el mundo avatar (1) el mundo poseido (1) el negro (1) el otro pie (1) el padre escrupuloso (1) el poder de las palabras (1) el pozo y el pendulo (1) el principe (1) el principe feliz (1) el puente del troll (1) el que se enterro (1) el que tenia alas (1) el rayo que no cesa (1) el regreso del brujo (1) el retrato oval (1) el saber del sueño (1) el secreto del barranco de macarger (1) el sello de yog-sothoth (1) el señor de las moscas (1) el señor de los anillos (1) el temple (1) el tenorio (1) el ungüento de khephens el egipcio (1) el veto del hijo . thomas hardy (1) el viejo terrible (1) el visitante (1) el visitante del cementerio (1) el zorro y el bosque (1) elias (1) elizabeth gaskell (1) email (1) emisarios (1) en las montañas alucinantes (1) en las montañas de la locura (1) encantamientos (1) enfermedad (1) engaño (1) enrique andersont imbert (1) ente (1) entrad a mi reino (1) enviados (1) epilogo (1) equivocado (1) eric lavin (1) escapar (1) escrito (1) escrito 1514 (1) escritura (1) escuela (1) esoterico (1) espacio-tiempo (1) españolito que vienes al mundo (1) especial (1) espiritus rebeldes (1) essex (1) esteban echeverria (1) estetica (1) etchinson (1) evangelion (1) evangelista (1) excluidos (1) experimental (1) extractos (1) extraño (1) fantasticas (1) favole (1) feeds (1) felicidad (1) filtros (1) fin del mundo (1) final (1) fondos (1) foro (1) fosas comunes (1) fracmento (1) fragmento (1) fragmentos .las mil y una noche (1) frances (1) francisco (1) francisco umbral (1) frases celebres (1) fredo (1) free (1) fructuoso de castro (1) fulcanelli (1) funciones (1) futurista (1) fuy un profanador de tumbas adolescente (1) gabriela mistral (1) gai (1) galsworthy (1) gaston leroux (1) geirtrair-la desmembradora (1) geometria euclediana (1) george gissing (1) georgie porgie (1) ghost (1) gor­gonas (1) goth darknes (1) gothh (1) gothico (1) gothnight (1) goticas (1) gotico-victoriano (1) grimorio (1) guerraarte (1) guerras (1) guerras espirituales (1) guillermo (1) gusana_0520(arrova)hotmail.com (1) gustavo adolfo bequer (1) gótica (1) gótico (1) hambre (1) hara-kiri (1) harian (1) hay que aguantar a los niños (1) hebrea (1) hechiceria (1) hecho real (1) helena (1) helene hannf (1) henry james un dia unico (1) herlink harland (1) heroina (1) hilanderas (1) hill house (1) hipertexto (1) historia de amor (1) historia de vampiros (1) historia desconocida del cannabis (1) historia gotica (1) historia gotica cañi (1) historia terror (1) historias vampiricas (1) hombre oscuro (1) horacio (1) houdini (1) howard p.lovecraft (1) http://www.youtube.com/watch?v=qGuF-_SIYnc (1) huellas (1) hugo mujica (1) ian watson (1) ibañez (1) identidades (1) ignacio almada (1) imagenes . art (1) imagenes de culto (1) imagenes malditas (1) imagenes.blogdiario.com (1) inconvencional (1) ineditos (1) inez wallace (1) infiledidades (1) inhumano (1) instrucciones (1) intolerancia (1) inusual (1) invocacion (1) invocacion satanica (1) invocaciones (1) iq (1) irreal (1) isabel allende (1) isidro marin gutierrez (1) j.w. goethe (1) jack womack (1) japan/spain (1) jay anson (1) jazz (1) jinetes del apocalipsis (1) joan aiken (1) john marks (1) johnathan y las brujas (1) johnson spencer (1) jose maria aroca (1) jose martin (1) joseph conrad (1) juan g. atienza (1) juan marino (1) judeo-mesopotamica (1) juez (1) justicia (1) juventud (1) kabala (1) kamasutra (1) kipling (1) klein (1) kons (1) la abjuracion del gran cthulhu (1) la aventura de los coches de punto (1) la boda de john charrington (1) la busqueda de iranon (1) la caida de la casa usher (1) la casa vacia (1) la cisterna (1) la cueva de los ecos (1) la cueva de malachi (1) la dama de las sombras (1) la demanda de las lagrimas de la reina (1) la desolacion de soom (1) la divina comedia (1) la durmiente (1) la encina (1) la esfinge sin secreto (1) la flor del membrillo (1) la formula de dho-hna (1) la futura difunta (1) la gran ramera (1) la gran ramera : ICCRA (1) la guarida (1) la hija de ramses (1) la hija del tratante de caballos (1) la historia de moises y aone (1) la hora final de coffey (1) la invencion de la soledad (1) la ironía (1) la lampara de alhazred (1) la larva (1) la leyenda de esteban (1) la llamada de chylhu (1) la luns nueva (1) la mano (1) la mano disecada (1) la mezcladora de cemento (1) la misa del ateo (1) la montaña de la locura (1) la nave blanca (1) la noche de los tiempos (1) la playa (1) la playa y la muerte (1) la politica del cuerpo (1) la pradera (1) la prueba del amor (1) la puerta del señor de maletroit (1) la rabia (1) la resurreccion de los muertos (1) la rosa del vampiro (1) la sal de la tierra (1) la siesta de un fauno (1) la sombra del desvan (1) la sombra del lago (1) la tos (1) la vela carmesi (1) la venta de los gatos (1) la venus de las pieles (1) la voz de hastur (1) lady (1) las 3.47 de la madrugada (1) las almas de animales muertos (1) las gemelas asesinadas (1) las islas voladoras (1) las joyas (1) las manos de coffey (1) las niñas de alcacer (1) las parcas (1) las piedras magicas (1) latin (1) lawrence (1) lectura (1) lecturas para el baño (1) leonora (1) lesli_paloma_estrella(arroba)hotmail.com (1) letanias de satan (1) levi (1) leviatan (1) leyenda del valle dormido (1) lhiliht-La novia de Corinto (1) li po (1) libre (1) libro cuarto (1) libro de la vida (1) libro de los vampiros (1) libro de poemas (1) libro decimo (1) libro septimo (1) ligeia (1) lilit (1) limpio (1) linkmesh.com (1) lirics (1) listado (1) literatura sucia (1) lo grotesco (1) lobos (1) londres (1) lores (1) los alfileres (1) los cuatro jinetes del apocalipsis (1) los despojos (1) los desterrados (1) los devoradores del espacio (1) los espadachines de varnis (1) los infortunios de la virtud (1) los primigenios (1) los secretos del corazon (1) los suicidios (1) los superjuguetes duran todo el verano (1) lovecrat (1) lover (1) luis cernuda (1) luis fernando verissimo (1) lullaby (1) lyrics (1) madame D (1) madre de serpiente (1) madres (1) maestros del terror (1) magacine (1) magia (1) magia blanca (1) magia eclesiastica (1) mal (1) maleficios (1) manera de vivir (1) manga (1) manifiesto subrealista (1) manuscrito (1) manuscritos del mar muerto (1) maria en distintas religiones (1) marques de sade (1) martir (1) marvel (1) mas alla del muro de los sueños (1) mas alla del muro del sueño (1) mas visitadas (1) matanzas de polonias (1) maters (1) matriarcado (1) matrimonio del brigadier (1) maupassant.gotico (1) maximo torralbo (1) meditacion (1) memoria (1) memorias (1) memorias de una princesa rusa (1) mentiras iglesia catolica (1) mi lamento (1) mi raza (1) midi (1) mil y una noche (1) minicuentos (1) miseria campesina (1) misiva (1) mistico (1) mitologia (1) modernizacion (1) moderno (1) moliere (1) moradas (1) moradores (1) morgana (1) morirse de amor (1) morphinoman (1) mortician corpse (1) moscu (1) movil (1) msn (1) muete roja (1) mundo muerto (1) mutante (1) nExTuz (1) narrativa completa (1) naturalista (1) necropolis (1) negocios (1) negra (1) negro (1) negromantico (1) neo (1) neo-historia-futurista (1) neo-nazi futurista (1) neoclasical (1) neon (1) nesbit (1) neuquen gaston (1) new york (1) nicolas maquiavelo (1) nikolaj vasilievic gogol (1) ninfos (1) niño (1) niñosfantasia (1) no tengo boca y debo gritar (1) noche ahogadora... (1) normal (1) nota;lectura (1) novelas cortas (1) nueva frontera (1) nueva jerusalem (1) nueve (1) o manual practico do vampirismo (1) obra ficticia. (1) obsesiones (1) obsesivo (1) odin (1) ohann L. Tieck (1) oinos (1) ola de violencia (1) olonoff (1) omega (1) opio (1) oracion a la diosa liliht (1) orden (1) oscura (1) oscuridad (1) oscuro.imagenes (1) otros (1) paciencia (1) pactos (1) paganos (1) paginas goticas (1) pandilleros (1) para componer el incienso de kzauba (1) para convocar a shub-niggurath (1) para el conjuro de las esferas (1) para erguir las piedras (1) para forjar la cimitarra de barzay (1) para hacer el polvo de ibn ghazi (1) para invocar a yog-sothoth (1) parabola (1) parabola de las prisiones (1) paracelso (1) paradoja (1) paradojico (1) paranormal (1) parodia (1) parte1 (1) pasajero (1) pasajeros (1) pasion (1) paul (1) pecado (1) pekiz (1) pendulo (1) pensamientos y meditaciones (1) pequeña antologia (1) pequeños mosnstruos (1) perder los nervios o la cabeza (1) perdida (1) perdon (1) perez (1) pero las nubes nos separan (1) personalidad multiple (1) personas (1) pespectivas paranoicas (1) picassa (1) piezas condenadas (1) pigmeos (1) pin-pon (1) plagas (1) plegaria (1) plumas etereas (1) poder policial (1) poema dolor (1) poema novel (1) poemario (1) poemas vampiricos (1) poesia completa (1) poesia popular rusa (1) poesia sucia (1) poeta (1) poetry (1) policia (1) policia 1999 (1) policia del pensamiento (1) polidori (1) pop (1) pop art (1) por fin se hace justicia (1) por ti (1) portugues (1) posguerras (1) postestades (1) pozo (1) practicas (1) pratchett (1) preambulos (1) premoditorio (1) primer temor (1) primeros tiempos (1) primigenios (1) primordiales (1) principados (1) principio (1) principio del mundo (1) prosapoema (1) prostibulo (1) prudencia (1) psiquicos (1) pubertad (1) pura y dura (1) pushkin (1) querubines (1) quien se ha llevado mi queso (1) quija (1) quimeras (1) quimica (1) quincalla (1) quiroga (1) raciocinio (1) racismo (1) radicalismo religioso pentecostal (1) radios (1) rafael lopez rivera (1) raices (1) rea silvia (1) realidad alternativa (1) realismo del subrealismo (1) realismo sucio (1) rebote (1) recopilaciones (1) recuerdos (1) red (1) redsatanica (1) referencias (1) registro (1) registro exoterico (1) rehabilitacion de marginados (1) rehabilitacion de toxicomanos (1) reino gótico (1) relato gotico (1) relato gotico de amor (1) relato negro (1) relato oscuro (1) relato.horror (1) relatos cortos (1) relicario de tinieblas (1) religioso (1) relojero (1) remar (1) renegado catolicamente (1) requien por un dios mortal (1) reseñas (1) residuos (1) restaurantes (1) retazo (1) retrato (1) robert e.howard (1) rocio (1) romance (1) romance de lobos (1) romeo y julieta (1) ropas viejas (1) rosaroja (1) ruinas (1) rumores blasfemos (1) rusos (1) sacher-masoch (1) sacramento (1) sacrilegium (1) sadman (1) salamandras (1) san juan (1) san petesburgo (1) santa compaña (1) santa parca (1) satanas vende objetos usados (1) satanica (1) satanicos (1) satanizarus (1) sbrealismo (1) sectario (1) seleccion de poemas (1) semilla negra (1) sentido (1) sephirotico (1) sepulveda (1) ser (1) seven (1) sexo (1) señales (1) shirley jackson (1) sigils (1) significado (1) silfos (1) simbolgia (1) simbolica (1) similitud (1) sin cortes (1) sin identidad (1) sindbab el marino (1) sinfonica (1) sion (1) sir Arthur Conan Doyle (1) sires (1) sistema (1) sistina (1) situacion (1) slideshow (1) snuff (1) snuff movie (1) socrates (1) soledad (1) soluciones (1) song (1) sordo.mudo y ciego (1) stan rice (1) stevenson (1) stocker (1) strange (1) subconciente (1) subcubo (1) submundo del terror (1) sueños de nombres muertos (1) sueños difusos (1) sueños fobicos (1) sumeris (1) sunis (1) supersticiones (1) surrealism (1) surrealista (1) suttas (1) szandor (1) tarot.vida (1) tatuaje (1) te degollare de nuevo kathleem (1) te quiero puta (1) te sientas bien (1) teem (1) telato (1) telequinesico (1) temas (1) temas varios (1) tematicos (1) temor (1) terror desconocido (1) terror supertiscioso (1) terror.gotico (1) testimonio (1) texas (1) texto de un comentario (1) texto satanico (1) thackeray (1) the black cat (1) the haunting (1) the number in the best (1) tiempo (1) tierra de vampiros (1) tiros de gracia (1) tisera martin (1) todo depende de un cabello (1) todocharlas (1) toledo (1) tolkien (1) tomo3 (1) tortura (1) trabajos (1) traduccion (1) trailer (1) trainspotting (1) transilvania (1) tres-fechas (1) tribunales rusticos (1) triste (1) trollope (1) ubbo-sathla (1) un adios (1) un asunto de otro tiempo (1) un beso (1) un dia de campo (1) un hijo (1) un hombre (1) un naufragio psicologico.laguna mental (1) un poco de lejia en polvo (1) un raton en el pasillo (1) una carta (1) una ejecucion espeluznante (1) una hija de ramses (1) una jaula para la muerte (1) una pequeña historia piadosa (1) una vez en la vida (1) una victima del espacio superior (1) unamuno (1) universo sin límites (1) vacuna vih/sida (1) valentine (1) valle inclan (1) valle o paraiso (1) vampira (1) vampirica (1) vampirismus (1) vampíricos.varios (1) van hellsing (1) varios. (1) vejez (1) velatorio (1) ven... (1) veneno del cielo (1) verdugos voluntarios (1) viajando (1) viaje nocturno (1) vida de un vagabundo (1) videoart (1) videopoema (1) villiers de l´isle-adam (1) violacion (1) vision del futuro remoto (1) visual (1) vittorio (1) voladores (1) vuelta (1) wallpapers (1) walpurgis (1) wasington (1) web`s oficiales (1) wells (1) william (1) winston sanders (1) within temptation (1) wmv (1) woody allen (1) wrong (1) y más lento (1) yhvh (1) yo andube con un zombie (1) ªparte (1) ¿De que escapaban nuestros dioses? (1) ¿QUIERE USTED ESPERAR? (1) ¿Tenian ombligo Adan y Eva? (1) ¿cantara el polvo tus alabanzas? (1) ¿quien mato a zebedee? (1) ÁNIMAS Y FANTASMAS. (1) Álvares de Azevedo (1) Época de siembra (1) ÍNDICE DE VARIAS HISTORIAS (1) ΩMEGΛ (1) अल अजिफ (1)

.