UNA PEQUEÑA HISTORIA PIADOSA
Hugo Mujica
UNA PEQUEÑA HISTORIA PIADOSA
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Era enano, o mejor dicho debía llegar a serlo, aún era un niño (porque hasta para llegar a ser enano hay que crecer). Aún no hablaba, pero seguro que ya creía que llegaría a crecer, a ser grande como para él era su padre. Iba a ser difícil explicárselo, prepararlo para lo que la vida le deparaba, difícil aún para un enano y una enana, para su padre y su madre.
Un día se acercaron a la cuna y lo contemplaron. Acostado y tapado, se parecía al hijo de todos los demás padres. Fue entonces cuando decidieron llevar a cabo la idea: le reventaron las piernitas, a martillazos. Un paralítico, razonaron piadosamente, nunca llegará a ponerse de pie: nunca tendrá que medirse con los otros. Ser diferente que los demás.
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Agradecimiento a :
Hugo Mujica
www.hugomujica.com.ar
UNA PEQUEÑA HISTORIA PIADOSA
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Era enano, o mejor dicho debía llegar a serlo, aún era un niño (porque hasta para llegar a ser enano hay que crecer). Aún no hablaba, pero seguro que ya creía que llegaría a crecer, a ser grande como para él era su padre. Iba a ser difícil explicárselo, prepararlo para lo que la vida le deparaba, difícil aún para un enano y una enana, para su padre y su madre.
Un día se acercaron a la cuna y lo contemplaron. Acostado y tapado, se parecía al hijo de todos los demás padres. Fue entonces cuando decidieron llevar a cabo la idea: le reventaron las piernitas, a martillazos. Un paralítico, razonaron piadosamente, nunca llegará a ponerse de pie: nunca tendrá que medirse con los otros. Ser diferente que los demás.
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