EL NUEVO RITUAL DE EXORCISMOS:
ANOTACIONES CANÓNICAS
1. EL EXORCISMO: UN SACRAMENTAL DISCUTIDO
Recientemente ha visto la luz el nuevo Ritual de Exorcismos, aprobado
por el Papa Juan Pablo II el 1 de octubre de 1998, y promulgado
mediante Decreto de 22 de noviembre del mismo año
1. El 26 de enerode 1999 tuvo lugar la presentación pública del mismo, en el que el cardenal
Medina Estévez, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos, iluminaba el sentido de la práctica
exorcística en la Iglesia y ofrecía los criterios básicos para la utilización
del Ritual
2.El momento eclesial y social en que ha aparecido presenta una cierta
ambivalencia, ya que, por una parte, determinados sectores de la teología
habían puesto en cuestión la actividad extraordinaria del demonio
—y, en ocasiones, su misma existencia— y, por otra parte, crece el número
de personas que acuden a la Iglesia pidiendo que se les practique
un exorcismo.
Estudios
* Universidad Pontificia Comillas y Facultad de Teología San Dámaso. Madrid.
1
Cf. RITUALE ROMANUM ex Decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani IIinstauratum, auctoritate Ioannis Pauli PP. II promulgatum,
De exorcismis et supplicationibusquibusdam,
Editio Typica, Typis Polyglottis Vaticanis, 1999. En adelantese citará: DESQ.
2
Cf. L’Osservatore Romano, 29 de enero de 1999, p. 8.Como expresión de esa mentalidad intraeclesial que niega la actividad
extraordinaria del diablo y, por tanto, que aboga por la completa supresión
de los exorcismos, a los que se califica de perjudiciales, valga la
cita de un artículo publicado el año 1987, once años antes de la promulgación
del nuevo Ritual:
«De todo lo dicho se concluye que es muy probable que posesos y
demonios no hayan existido nunca. La frase evangélica “poseídos por
demonios” estaría traducida más exactamente por “afligidos por fuerzas
misteriosas dañinas”. El diablo no tiene nada que ver con lo que
los relatos evangélicos denominan demonios. Tal vocablo se usaba en
aquel tiempo, más primitivo que el nuestro, como un modo de expresión
para explicar lo que para ellos era inexplicable, es decir, todas las
enfermedades que hoy día podrían llamarse internas o cerebrales.
Consecuentemente, si demonios y posesos no han existido nunca
(aunque no puede negarse la pura
posibilidad de posesión, pues todolo que no es contradictorio es posible), los exorcismos ni deberían haberse
practicado ni deberían practicarse en el futuro. No solamente
son inútiles, sino también, como ya se ha insinuado, son potencialmente
muy nocivos y perjudiciales»
3.Para ilustrar el daño que pueden producir los exorcismos, el autor
hace suyas las palabras de un experimentado exorcista, que advierte de
los riesgos del abuso de la práctica de los exorcismos, palabras que el
autor extiende no sólo a la práctica abusiva, sino a la celebración del
exorcismo en cuanto tal:
«El exorcismo es una ceremonia muy impresionante, capaz de actuar
de un modo muy eficaz y peligroso en una persona enferma. Los
conjuros dirigidos al demonio, los repetidos rociamientos con agua
bendita, la estola puesta alrededor del cuello del paciente, las muchas
señales de la cruz en su frente, etc., son muy capaces de crear una verdadera
manía diabólica, en palabras y acciones, sobre un alma ya enferma.
Llama al diablo y lo verás, o, mejor, no a él, sino a un retrato
creado por las ideas de la persona enferma con respecto a él. Es por
esta razón que ciertos sacerdotes, debido a la práctica inconsiderada
e imprudente de practicar los exorcismos, crean, confirman y corroboran
los mismísimos desórdenes que ellos desearían suprimir»
4.Sin llegar a estos extremos, es innegable la constatación de que hablar
del demonio y de su actividad se ha convertido en una realidad in-
3
J. B. CORTÉS, «Exorcismos y liturgia», en Nuevo Diccionario de Liturgia, Madrid1987, 818.
4
Ibid., pp. 817-818, citando a J. DE TONQUÉDEC, Les muladies nerveuses ou mentaleset les manifestations diaboliques,
Paris 1938, 82-83.cómoda en la vida de la Iglesia de los últimos decenios. La catequesis,
la predicación y la enseñanza teológica normalmente esquivan el tema,
y el resultado es un gran desconocimiento de la doctrina de la Iglesia en
esta materia, que hace más difícil ofrecer una respuesta eclesialmente
adecuada a las necesidades de las personas que acuden, en situaciones
de gran sufrimiento personal, solicitando un exorcismo
5.La respuesta en estos casos no puede ser ni el rechazo cuasi-automático,
fruto de un discernimiento apresurado y muchas veces inexistente,
a causa de los prejuicios de quien lo realiza, ni tampoco la credulidad
de quien ve en el exorcismo un posible remedio para cualquier
situación de sufrimiento personal, concibiéndolo como una oración o
una bendición más, sin tener en cuenta su naturaleza, su significado y
su finalidad. En ambos casos, este sacramental se vacía de contenido y
pierde el sentido que tiene en la liturgia y en la vida de la Iglesia.
Frente a este panorama eclesial, nos encontramos con que la cuestión
del demonio y del exorcismo suscita un gran interés en la sociedad.
Los medios de comunicación se hacen ampliamente eco de casos
de exorcismos y no faltan películas en las que aparecen estos temas,
por no hablar de la presencia de sectas de impronta satánica, que llegan
a constituir un problema social
6. Hay, además, toda una serie deprácticas relacionadas con el mundo de lo oculto, como el espiritismo,
la magia, la hechicería, la interpretación de presagios y de suertes, y
el recurso a los videntes, que van adquiriendo una difusión cada vez
mayor, y en las que suelen tener lugar invocaciones a potencias maléficas
7.Todo ello hace que aumente el número de las personas que acuden a
la Iglesia, atribuyendo los males que padecen a una intervención diabólica
y solicitando la práctica del exorcismo. Este hecho, junto con la renovación
del Ritual de exorcismos, ha llevado en muchos ámbitos a volver
a interesarse por este sacramental y a volver a designar en las diócesis
a un sacerdote encargado de este específico sector pastoral
8.5
Cf. R. LAURENTIN, El demonio, ¿símbolo o realidad?, Bilbao 1998, 131-138;G. A
MORTH, Nuovi racconti di un esorcista, Bologna 2001, 10-15.6
Cf. J. NAVONE, «Diablo/exorcismo», en Nuevo Diccionario de Espiritualidad,Madrid 1991, 459-463.
7
Cf. G. AMORTH, Esorcisti e psichiatri, Bologna 2002, 41-89.8
Prueba de este renovado interés es el hecho de que se haya agotado rápidamentela edición típica latina del Ritual, así como las numerosas ediciones de libros
en los que reconocidos exorcistas exponen sus experiencias y ofrecen criterios y
orientaciones prácticas para la realización del exorcismo.