TERROR EN EL VIENTO
Javier Orozco
Hoy va a chillar el viento.
El cielo se desplomará sobre nuestras cabezas
y el frío nos helará el alma.
Ya siento los miles de espíritus que vagan a mi lado,
llorando en efímeros lamentos; gritan,
se toman los brazos y los arrancan.
Un velo de niebla cubre mis ojos,
pequeñas gotas se forman en mis cejas,
tal vez humedad condensada,
tal vez lloro sin darme cuenta,
y ocultando mi vergüenza culpo a la lluvia,
a una supuesta lluvia que nunca llega,
que no ha llegado, que no va a venir.
Y el terror me sigue invadiendo,
reptando por mi cuerpo.
inmoviliza mis piernas,
luego mis brazos, me ahorca
y se detiene para verme frente a frente,
me escupe a la cara.
Los grillos están entonando invocaciones satánicas,
las ranas les secundan ofreciéndose en sacrificio,
destrozándose las espaldas, salpicándome de sangre.
Por más que deseo, el temor me impide voltearme,
la sangre entra por mi boca, me invita a lamentarme.
Me uno a las voces histéricas, grito desesperado,
quisiera arrancarme las carnes.
Abro la boca cuanto puedo
y siento que no la amplio para gritar lo suficiente .
Ahora tiemblo tanto que imprimo movimiento al ambiente
mi corazón se une al ritmo cantando,
llorando, besando... Lo veo saltar a través de la camisa.
El terror sonríe, se complace,
me mira y se moja los labios
cambia de forma, se menea.
Una luz aparece de pronto.
Mis amigos han venido a buscarme.
Respiro de nuevo.
Uno llega corriendo y dice:
“Perdón, ¿te asustaste?”
¡JA! -respondo- ¿Yo? si yo soy un valiente.
Javier Orozco
Hoy va a chillar el viento.
El cielo se desplomará sobre nuestras cabezas
y el frío nos helará el alma.
Ya siento los miles de espíritus que vagan a mi lado,
llorando en efímeros lamentos; gritan,
se toman los brazos y los arrancan.
Un velo de niebla cubre mis ojos,
pequeñas gotas se forman en mis cejas,
tal vez humedad condensada,
tal vez lloro sin darme cuenta,
y ocultando mi vergüenza culpo a la lluvia,
a una supuesta lluvia que nunca llega,
que no ha llegado, que no va a venir.
Y el terror me sigue invadiendo,
reptando por mi cuerpo.
inmoviliza mis piernas,
luego mis brazos, me ahorca
y se detiene para verme frente a frente,
me escupe a la cara.
Los grillos están entonando invocaciones satánicas,
las ranas les secundan ofreciéndose en sacrificio,
destrozándose las espaldas, salpicándome de sangre.
Por más que deseo, el temor me impide voltearme,
la sangre entra por mi boca, me invita a lamentarme.
Me uno a las voces histéricas, grito desesperado,
quisiera arrancarme las carnes.
Abro la boca cuanto puedo
y siento que no la amplio para gritar lo suficiente .
Ahora tiemblo tanto que imprimo movimiento al ambiente
mi corazón se une al ritmo cantando,
llorando, besando... Lo veo saltar a través de la camisa.
El terror sonríe, se complace,
me mira y se moja los labios
cambia de forma, se menea.
Una luz aparece de pronto.
Mis amigos han venido a buscarme.
Respiro de nuevo.
Uno llega corriendo y dice:
“Perdón, ¿te asustaste?”
¡JA! -respondo- ¿Yo? si yo soy un valiente.