ΩMEGΛ
The Last Vampire
Yra Reybel
La Eternidad, es un Momento
Que dura para Siempre…
Capitulo Primero
El Precio del Deseo
¿Alguna vez has sentido la vida palpitando tan intensamente que no puedes
controlarte?
No, con tantas experiencias a través de las épocas, viendo el surgimiento y
decadencia de varias generaciones, podía decirlo firmemente, no estaba
preparado para ese día en que la conocería. Aun si le hubieran preguntado
ahora con la certeza de haberlo vivido, podría responder acertadamente,
que ni cien, ni quinientos años más, ni todo el tiempo del mundo, ni las mil
primaveras lo habrían preparado para ella… “La Rosa”.
- No te has alimentado en tres semanas, ¿Acaso ya no te soy apetecible?
– fueron las palabras de Michael, el guitarrista de Kalmia a Ωmega el
líder de la banda. De todos los miembros, Michael era el único al que
el vocalista había confiado su secreto, “toma de mi” fue su respuesta
cuando éste le explicó el por qué de sus desvanecimientos en los
ensayos, hasta ese momento lo había considerado una persona
anémica y amnésica.
- No estas en la mejor posición para decir eso.
- ¿Qué?
- ¿Ahora eres la comida diciéndome “cómeme”?
- No te preocupes, soy fuerte, puedo manejarlo.
- Pero yo no…
El alcohol recorría el piso del antro como si fuera agua, la gente parecía
poseída, se retorcían como serpientes danzantes en un orgía satánica, un par
de décadas atrás, él hubiera sido uno de ellos, frotando su piel con la de
otros, al servicio del instinto carnal, la sed y el deseo, pero ahora, desde
hacia un par de meses, tal vez antes y justo en ese instante, no podía sentirse
a gusto con lo que para él había sido como la presa de un zoológico a su
hábitat, El Paraíso.
Tenía varios días que no se alimentaba bien, más de los que Michael
suponía, no solo porque era su amigo y no quería llegar a matarlo por
apaciguar su hambre creciente, sino porque sinceramente hasta eso había
perdido el encanto.
El primer recuerdo que conservaba era después de ser vampiro, nunca había
podido recordar su vida humana, si había tenido alguna. El único de su
especie que había encontrado, le dijo llamarse Mikhail, un joven profesor
experto en historia de la humanidad, luego se entero de que éste estuvo
comprometido y a un paso del altar, su futura esposa, sospechaba al
principio de una extraña enfermedad tropical, pero con el tiempo se dio
cuenta de que era algo más, finalmente él tomó la resolución de contarle lo
que le estaba pasando, al fin y al cabo ella terminó por aceptarlo y darle lo
que necesitaba para vivir, un día, Mikhail no pudo controlar su sed y acabó
quitándole la vida, lo demás era una larga historia que prefirió obviar, en
resumen tenia siglos vagando hastiado de su soledad, por eso, momentos
antes de que ellos se encontrasen, Milkhail había decidido suicidarse, tenía
días que no se había vuelto a alimentar intencionalmente para obtener la
debilidad que haría que el sol lo desintegrara, pero entonces se conocieron.
- ¿Cuál es tu nombre? – le preguntó el Vampiro y su respiración se agito
más, su cuerpo seguía en el suelo, no recordaba que había sucedido, solo
sentía un fuerte dolor en la cabeza. Milkhail, era alto y gallardo, con unos
ojos azules intensos y el pelo rubio largo atado en una coleta en la nuca, se le
acerco y le observó, de alguna manera al sentir su miraba tan fijamente,
pensó que si no hubiera estado ya en el suelo había caído rendido a sus pies,
era hermoso....
- No... lo re…cuerdo… - a penas articuló esas palabras irreconocibles.
- ¿Cómo te llamas? – preguntó nuevamente.
- No lo recuerdo… - le tomo unos segundos responderle con algo de
claridad, sus sentidos se habían desmoronado, el dolor fluyó subiendo
hasta su cabeza, haciéndolo delirar.
- Bien… - respondió el otro con toda la serenidad del mundo y se
arrodillo a su lado - Desde Ahora serás Ωmega, porque te he
encontrado en el fin de mi existencia, en el holocausto de mi vida…
dicen que siempre al final llega la iluminación y tu has sido como luz
en mi camino - le dijo con voz seductora - Te ves hambriento – agregó
antes de abrirse el cuello de la chaqueta y con una uña se surcó una
herida en la garganta.
Esto asustó sobremanera al muchacho, quien alterado intentó detenerle,
pero en cuanto vio la sangre se abalanzó sobre él.
- ¿Quién eres? – le dijo después de tomar lo suficiente para continuar -
¿Qué somos?
- Me llaman Milkhail, pronto amanecerá y estás muy débil, ¿Te gustaría
venir conmigo? - De cierto modo era nuevo en eso, de alguna manera
lo podía ayudar dándole conocimientos. Asintió suavemente y su
cuerpo se relajo, solo le quedaba un zumbido en los oídos, ya no
sentía tanto malestar como hacía unos momentos lo percibía. Así
había despertado, en medio del siglo XVIII, solo en un mundo frío sin
saber que esperar y sin ninguna esperanza de poder esperar
demasiado.
En efecto no recordaba nada de su pasado humano, pero si algo había
aprendido de aquel Vampiro, además de disciplina, era que podía controlar
su presente y futuro, definitivamente no se convertiría en una especie de
demonio, sin dejar de lado el gusto por la sangre, claro, pero temía que
hubiera caído en un estado apático, terriblemente consumido por la
monotonía y le diera lo mismo como a Milkhail el vivir o morir, todo su ser
pedía a gritos por algo excitante.
Se levantó del sofá de cuero rojo y atravesó el mar de gente hasta la puerta
principal del club nocturno “Éxtasis” dejando atrás a los chicos, siempre
había sido un líder nato y por su trabajo, le había agarrado el gusto a ser el
centro de atención, pero esa noche no estaba de humor.
Se dirigió hacia el estacionamiento, donde tenía aparcado el deportivo
negro, lo escuchó rugir cuando lo encendió, poderoso bajo su mando, así lo
echó a andar para alejarse. Con la capota del vehiculo abajo, la luna bañaba
su pálida piel con su luz tenue y misteriosa mientras el viento lo relajaba
alborotando su pelo oscuro.
Sintonizó la radio, aceleró y se dejó llevar por la música, “Cada día es el
primero de tu vida” escuchó en la letra de la canción y como le solía ocurrir, se
sintió guiado por el destino “nunca el último, por eso volverás a nacer”, el
semáforo estaba en rojo, para él siempre era buena señal ver su color
favorito, lo pasó sin pensarlo dos veces, según él, era demasiado tarde para
respetar las señales de trancito, “terminan las esperas eternas” continuó la voz
melódica, al frente había otra luz roja que pasaría al igual que las otras “un
día te das la vuelta y entonces” de la nada apareció esa chica, solo vio su reflejo,
frenó de golpe, se escuchó el chirrido de los frenos y luego un golpe seco.
Saltó del coche pensando lo peor, se condujo al frente para ver que tan malo
era, al tiempo que marcaba en su celular el número de emergencias. Para su
sorpresa la chica estaba conciente, más que eso, se ponía de pie y se
preparaba para irse.
- Espera ¿Estas bien? – se sentía culpable, porque realmente no había
sido su intención.
- Si, estoy perfectamente, siempre estoy bien.
- Eso parece, pero quien sabe, tal vez debería llevarte a un hospital –
para ese momento había dejado de marcar a la ambulancia y hecho a
un lado el móvil, ella parecía estar ilesa, pero algo era seguro, la había
golpeado, podía oler la sangre.
La muchacha lucía como toda una white punk, con ese aire de ángel rebelde
desertor del cielo, no podía contar más de años, tenía un llamativo pelo
color Rubí intenso, vestía botas negras hasta la rodilla, una blusa blanca sin
mangas con una cruz plateada en el pecho, se sacudió la falda gris jean y
comenzó a andar, él quería insistir, pero justo cuando se le acercó sintió un
vuelco en el estomago.
Aturdido, logró comprender que estaba teniendo una extraña reacción hacia
ella, pudo ver en su cuello dos lunares que hacían la perfecta simulación de
su mordida, como una irónica señal de “MUERDA AQUÍ” estaba siendo
provocado por su propio instinto, ese mismo instinto indomable al que una
vez había dado rienda suelta y que tenía años evitando de todas las formas
posibles. La siguió con la mirada hasta que se le perdió de vista, luego, sin
saber cómo la acechaba sigilosamente igual que una bestia a la presa.
Todo su cuerpo lo imploraba, no podía controlar el impulso, estaba haciendo
justamente lo que por años y años se había negado a hacer, estaba siendo
arrastrado por la sed que había despertado y punzaba terriblemente
haciéndole sentir un poderoso vacío infernal.
Lo que tan frugalmente había empezado en pocos segundos era una fuerza
incontrolable, deseaba su sangre más que nada en mucho tiempo, quería
sentir su tibieza recorrer su garganta hasta su interior y que su vitalidad
saciara su inmortalidad.
Como fiera preparándose para la caza, afiló los colmillos y se escurrió en la
penumbra.
Ella parecía caminar sin rumbo, giró en una esquina que él sabía conducía a
una de las zonas más peligrosas del sur de los Ángeles, al parecer, lo último
que esa chica quería era estar viva, lo cual era algo que desde su punto de
vista podía negociarse, él era más fuerte, mas rápido y estaba sediento, sólo
tenía que acercarse, sofocar sus gritos y tomar de ella.
Todo pasó muy rápido, la chica se había detenido por alguna razón, lo que
él vio como la oportunidad ideal, pero en cuanto se puso a sus espaldas,
pudo advertir un reflejo frente a ella, un tipo le apuntaba amenazante, esa
fue la razón de que parara, su aparición no pudo sino espantar al cretino
maleante, que asustado al verle tiró del gatillo impactando a la muchacha
justo en el pecho.
La sangre salpicó su ropa y su piel, la impresión lo dejó atónito, sin
mencionar que se sentía a la vez completamente frustrado.
El cuerpo se dejo caer en sus brazos agonizando mientras él era bañado por
su sangre fresca, Sintió un escalofrío al oler el líquido tan fuerte y cerca.
Aguantando la furia, la puso en el suelo con cuidado, mientras sus más bajos
instintos vampíricos eran sacados a flote por la sangre que lo cubría
dándoles intensidad.
Lleno de ira se encaminó entre las sombras a dar caza al criminal. El sujeto
no estaba muy lejos, corría como un desquiciado, como si fuera posible que
pudiera escapar, iba dando bandazos diciendo cosas sin sentido, con un
rosario en la mano. Los pies se le clavaron al suelo cuando lo vio aparecer
de repente.
- Te has cargado a mi presa, ¿Qué no sabes que no es muy lógico cazar
si no te lo vas a comer?
- ¡Es el Diablo! – gritó espantado mirándolo fijamente con los ojos
desorbitados, cayendo de rodillas.
- No, pero el Diablo, me pedirá consejos en cuanto acabe contigo –Sin
poderse contener, saltó sobre el asesino y lo descuartizó en el acto.
Empapado en la sangre de ambos, victima y victimario, regresó nuevamente
a donde la había dejado, no sabía decir que pensaba hacer con el cuerpo, tal
vez nunca lo sabría porque cuando regresó ella ya no estaba.
***
Amaneció muy soleado, la ciudad siempre gozaba de buen clima, los
muchachos de la banda recogían a esas horas los frutos de su voluntad en
forma de jaquecas y nauseas que les dejara la noche anterior.
Ωmega encendió el televisor, quería ver si aparecía en los noticieros el
cadáver de aquella joven, pero no logró encontrar nada.
- minutos señores – dijo el asistente de producción al grupo.
Estaban invitados a tocar en vivo para el Show especial de los Hit Parade
Rock, todo mundo iba a estar presente, por decirlo de alguna manera.
Al llegar la hora, subieron a la tarima como almas decadentes, los demás con
resaca y Ωmega lamentando el desperdicio de la noche pasada, hacía mucho
tiempo que no perdía el control de aquella manera, esa situación lo había
tomado desprevenido, gracias al cielo volvía a ser el mismo y esperaba que
ese incidente no se volviera a repetir.
Dirigió su típica mirada retadora al público, Michael abrió con el solo de
guitarra seguido por Rex en la batería “seducido por la etérea luz de tu mirada”
comenzó a cantar “yo solo pido un deseo, en esta eternidad” continuó y se
desplazó por el escenario “volver a ver tu sonrisa” y sin saber cómo, ese deseo
fue concedido…
Se quedó como piedra, con otra ropa y el pelo rojo recogido, era ella, la chica
de esa noche, o tenía una hermana gemela o estaba viendo un espectro. Era
imposible, el mismo había sido testigo de cómo la bala entraba en su pecho,
incluso la sostuvo mientras se desangraba hasta morir.
Ahora estaba solo a unos pocos metros, entonces lo sintió, la misma punzada
en el estomago, la misma ansiedad empezaba a dominarlo nuevamente,
¿Quién o qué Diablos era ella? ¿Por qué podía hacerlo desearla de esa
manera? Al fin y al cabo no importaba, lo único que no quería y al mismo
tiempo lo único que tenía ganas de hacer era saltar sobre ella, pero si se lo
permitía se arriesgaba a ser exhibido a millones de espectadores en sus casas
por televisión internacional vía satélite eso sin contar a los presentes.
- Ωmega ¿Qué pasa? Continúa cantando, hermano – le dijo el
percusionista, pero él no podía escucharlo.
Sus ojos cambiaron de color y sintió como los colmillos se le salían, sino
encontraba la manera de salir de ahí, no podría controlar al vampiro que
había en si mismo.
Cerró los puños intentando calmarse, hasta que las uñas se le clavaron en la
palma de la mano haciéndolo sangrar, el peligro de verse expuesto
aumentaba a cada soplo, si le hubieran dicho que algo así le pasaría a él no
lo hubiera creído, si le hubieran preguntado en ese momento, había
aceptado que no estaba preparado.
Capitulo Segundo
Lazos de Sangre
- Te dije que te iba a gustar…
- Mmm – fue su respuesta.
- Amo los grupos como Sugar, The Curse o Kalmia, es un poco caro,
pero vale la pena si puedes ver a los mejores grupos de Rock del
momento en un solo lugar y de manera consecutiva – dijo Anne
O'Brien a su amiga Alice Carroll, en la primera fila del concierto.
- Si, es una verdadera ganga – respondió ésta con sarcasmo
- ¡Si! ¡Lo sé! – estalló Anne sin notarlo.
Alice realmente odiaba salir de su burbuja para algo tan trivial, Anne
pensaba que le hacía falta divertirse un poco, distraerse. La décimo segunda
banda subió al escenario, pero ella ya había perdido la fe, hasta que
empezaron a tocar esa hermosa melodía con aires de época. Miró lo que
tenía al frente y se dio cuenta con una mezcla de terror y ansiedad que el
sujeto del micrófono se helaba al reconocerla, tenía que salir huyendo antes
de que todo lo que había luchado por mantener un bajo perfil se fuera por la
borda.
- ¿Te pasa algo?
- Si, es que me estoy sintiendo mal.
- En serio, pero si tu nunca te enfermas, tenías que hacerlo justo ahora
cuando va a tocar Kalmia, no lo creo – se quejó Anne.
- Quédate si quieres no es necesario que vengas, estaré bien, no te
preocupes.
- No, no puedo quedarme aquí y disfrutar sabiendo que tu…
- En serio quédate y luego pasas por mi casa y me lo cuentas – ahora se
sentía realmente mal, pero por mentirle a su amiga, no podía decirle la
verdad, la abrazó y desapareció en el tumulto de personas.
***
Mientras tanto en el escenario Ωmega había aprovechado aquel período de
lucidez para dejarse desangrar de la misma manera que sus afiladas uñas se
habían clavado en la palma de sus manos por la fiera de su interior,
debilitándose hasta que no pudo más y cayó de rodillas, por lo menos de
esta manera se aseguraba de que no podría alcanzarla.
- ¿Quieres que paremos? ¿Es eso sangre? - Preguntó Amatista mientras
seguía tocando el bajo en el intermedio que se estaba alargando cada
vez más.
Los espectadores estaban realmente conmovidos por aquel espectáculo,
nadie sospechaba que se sentía tan real, porque así lo era.
- ¿Paramos? – Volvió a preguntar la bajista.
Ωmega vio alejarse a la chica e ipso facto, volvió a recuperar el control sobre
sí mismo, levantó el micro ensangrentado dando muestras de su talento
histriónico “El show debe continuar” pensó para sí mientras terminaba la
canción, “pero, ¿Hasta cuando?”...
***
- ¡Eres un bastardo!, ¡Que susto nos has dado! – despotricaba Rex.
- Sino hubieses continuado con la canción juro por Dios que habría
estallado allí mismo – le secundó Amatista - me asuste bastante
cuando vi la sangre ¿De dónde rayos la sacaste? A ver… – Amatista le
agarró la mano izquierda para buscarle bolsitas de sangre artificial o
algo así, pero él la apartó.
- Un mago nunca revela sus secretos, ¡Bruja! –le espetó en forma de
broma guiñándole un ojo, ésta en respuesta le dio un golpe con el
puño en el pecho, luego se alejó riendo.
- Ya, déjenlo en paz, es un genio, pero los genios también necesitan
descansar, así que me lo llevo de aquí – Michael lo condujo hasta la
salida, él era el único que sabía que no había truco y en esos
momentos también era el único capaz de ayudarlo.
Cuando lograron estar lo suficientemente alejados Michael le extendió una
mano mientras con la otra guiaba el volante de su europeo azul.
- Me estoy volviendo loco – comenzó Ωmega – esta mujer se aparece y
en cuanto su presencia es palpable para mí, me hace perder el juicio.
- ¿Quién es ella? ¿La Conoces? Tal vez es alguien de tu “otro” pasado.
- No, No creo, no se quien es, pero… - de repente al llegar a Hancock
Park, el viento le trajo un hilo de oro de su aroma – ¡Ahí está otra vez!
- ¿Qué cosa?
- Puedo sentirla, está cerca – y salto del vehiculo en movimiento,
Michael intentó alcanzarlo, pero era humanamente imposible.
***
Alice no tuvo problemas para llegar a su casa la pequeña tienda “Little
Butterfly” en la zona de Melrose, la floristería olía a un cóctel de fragancias
florales, eso la relajaba bastante, la hacía sentirse segura, tal vez por eso no lo
sintió acercarse o tal vez porque él era más que sigiloso.
- Adelante, está abierto, déme un momento, ya le atiendo… - dijo al sentir a
alguien en la puerta, en un instante estuvo contra la pared acorralada por el
hermoso y perfecto vocalista de Kalmia, de cerca su rostro era simplemente
sobre humano, el pelo oscuro con el mejor corte que jamás había visto en su
vida como si lo hubieran pintado, Pero sus ojos...sus ojos si que eran
impresionantemente dignos de ver, la octava maravilla del mundo. Tenían
ese algo... indescriptible, eterno, incomprensible. Mirarlo a los ojos era lo
mismo que ver dentro de los ojos de un animal salvaje, como contemplar el
secreto del universo. Sintió el calor agolparse totalmente en sus mejillas, le
sudaban las manos, ¿Qué pretendía? Fue lo primero que pensó, pero cuando
iba a abrir la boca para preguntárselo, él colocó un fino dedo en su boca a
modo de silencio y la miró con sus penetrantes ojos, ella trató de quitar la
mirada de ellos pero no pudo, la había cautivado dejándola seducida por
completo.
Ωmega deslizo la mano por su cara hasta llegar a su cuello, la rozó con sus
labios apenas por la superficie, siguió la línea de las venas hasta el punto
adecuado, sintiendo el palpitar de su corazón a través de la piel cuando
lamió, entonces sacó los colmillos filosos y anhelantes clavándolos en su
carne hasta que de esta broto el liquido tan preciado.
Al probar su sangre se sintió conmovido, lleno de paz y aun más sediento,
era espesa y suave a la vez, de un sabor peculiar y exquisito, la sentía
deslizarse en su interior tibia y única. Según se alimentaba de Alice,
regresaba a su piel la lozanía, mientras ella palidecía y se marchitaba,
entonces cuando él estaba en el clímax de aquella experiencia, una fuerza
contraproducente se apoderó de él y lo golpeó con un impacto
sobrecogedor, cayó sobre el suelo y comenzó a convulsionar, las imágenes
venían a su cabeza nítidamente aunque por fracciones, como fichas de un
puzzle que individualmente no tienen sentido, pero que juntas son toda una
epifanía, “Christian” escucho decir a una voz y luego todo en su memoria se
tornó nuevamente negro.
Capitulo Tercero
El Príncipe Oscuro
- ¡Eres un Vampiro! – Cosa que realmente poco le sorprendía, ya que
había descubierto hacía tiempo que el mundo estaba lleno de extrañas
“maravillas”.
- ¿Qué me has hecho? – le dijo éste mientras estaba tratando de
levantarse del suelo, arrastrándose, causando destrozos por toda la
tienda.
- Yo no te he hecho nada, además, ¡Eso debería preguntarlo yo! – Alice
se agarró el cuello que aun seguía sangrando - ¿Qué pasa? Por que
aun no me… tú eres…
- Si, soy un vampiro, Nosferatu, Vampir, elige uno, pero ¿Tú qué rayos
eres? – Ella era humana, no tenía duda, podía olerla, o ¿No? Los
pensamientos se les agolpaban uno tras otro pensando en las
posibilidades. La cabeza le retumbaba, escuchaba un golpeteo
insistente y rítmico que venía de alguna parte.
- Yo… - ella estaba asustada y desorientada por la perdida de sangre,
se apretaba el cuello evitando una hemorragia.
- ¡AHHH! ¡Ya basta! – gritó Ωmega a todo pulmón tratando de aplacar
el sonido, enloquecedor, ella se acercó indecisa entre si tocarlo o no, él
cerró los ojos concentrándose en el sonido insistente y fue cuando dejo
de luchar contra aquello que comprendió que aquel sonido venía de
su interior - Mi corazón ha renacido… - la agarró de repente y la
sacudió con fuerza enfatizando las palabras exigiendo una respuesta -
¿QUE – ERES - TU?
La joven no pudo soportar nada más, rendida perdió el sentido, mientras él
se arrepentía de no haberlo visto venir.
***
Por pequeño y fugaz que fuera ella había logrado interpretar para él una
narración del cuento de su pasado, acarreando también ese sentimiento de
desorientación, por primera vez en mucho tiempo, recordó lo que era
sentirse desorientado entonces se vio a sí mismo mirando atrás.
Había pasado un lapso determinado desde que se conocieran, pero ninguno
parecía notar el tiempo correr, Ωmega se encontraba en lo más oscuro de
un callejón de Nueva Orleáns, mirando encantado a su maestro dominar el
arte del “encantamiento de serpientes”, como le gustaba llamarlo, en cuanto
la presa estuvo justo donde se le requería Milkhail tomo una de sus manos y
se la ofreció, obediente, Ωmega la tomo y luego clavó los colmillos en el
sujeto que apenas podía encontrar más felicidad perdiéndose en el azul de
los ojos del vampiro, en eso se escucho un ruido de pasos, alguien se
acercaba.
- Debemos irnos pupilo mío – pero el mancebo estaba sumido en aquel mar
de sensaciones - No debes llegar al término de su vida, o te beberás su alma
y lo sufrirás como el infierno, porque lograras poseer a ese mortal y poseerás
también su muerte - Milkhail tomo su mano y lo arrastró con él,
conduciéndolo por varios callejones a través de la oscuridad, parecían
moverse entre las sombras atravesando las paredes, al final atravesaron un
último muro.
- ¿Como hiciste eso?
- No podemos entrar en los edificios sin ser invitados, pero podemos
saltar este espacio viajando a través de la sombra que proyectan.
- Maravilloso.
- Más que eso, algunas técnicas y habilidades podrían servirte algún
día, no somos en el mundo los únicos depredadores.
Llegaron a la mansión, era enorme, con muchas habitaciones y grandes
salones, cuando no salían a cazar, solían pasar mucho tiempo leyendo en la
biblioteca, tenían muchas cosas en común, eso hacía que el sentimiento de
necesidad y dependencia de Ωmega por su compañero, fuera aún más
fuerte.
- Oh cuanto te amo, terriblemente para lo que me gusta admitir, pero tú
me escondes tus secretos.
- Yo no tengo secretos para ti – el mayor lo dijo sin dudar, pero no le
sostuvo la mirada.
- No me cuentas todo, lo sé o lo haces a cuentagotas, incluso ahora estas
evitando mirarme, para que no descubra tu mentira ¿Por qué lo
haces?, se que hay maneras de que me enseñes mas rápido, siendo
parte de ti, si quisieras yo sería tuyo ¿Acaso no temes que me vaya?
- ¿Quieres irte? – Ωmega sintió su cuerpo estremecerse al imaginarlo
siquiera, se arrepintió de sus palabras.
- No, nunca… yo…
- Las aves no deben evitar que sus pichones dejen el nido, deben al
contrario enseñarles a volar.
- Olvida lo que dije… - el joven se acerco con la mirada suplicante,
Milkhail lo separó de él causándole un gran sentimiento de dolor,
- Lo que tenga que ser…
- No… - dijo pero para su sorpresa término contra la pared antes de que
pudiera notarlo sin poderse mover, como si la gravedad lo aferrara a
ésta en contra de su voluntad, negándose a sí misma.
- Luego de ser convertido, nada puede marcar permanentemente a un
vampiro, pero la sangre de uno tiene propiedades que pueden
evolucionar a las de cualquier cosa – lo despojó de la camisa
rasgándola, fue al escritorio y con un abre cartas se hizo una herida en
la mano y vertió sangre en el tintero, luego sumergió los dedos en la
tinta ensangrentada, se le acercó surcando cada línea de la piel con sus
dedos, hasta clavar sus filosas uñas en su espalda trazando un mapa
indescifrable, Ωmega gritó cuando los tejidos se rompieron y empezó
a emanar sangre de la herida. Con los dedos de la otra mano, tomó su
rostro acariciando sus labios suavemente acallándolo, aquel dolor
parecía no tener fin, luchó para zafarse del agarre, pero las uñas se
incrustaron aún más en él.
– Ahora mi sangre te dará alas… - En su espalda había dibujado un
improvisado tatuaje de una cruz con puntas de lanzas en los extremos
verticales y con dos alas en los extremos horizontales justo en el medio se
alzaba el símbolo griego del Ωmega en su intersección y todo esto adquiría
una forma más artística según la sangre entintada tomaba posesión de su
piel, le recordaba que todo lo físico con la muerte acaba… pero hacía mucho
que él había dejado todo eso atrás, ahora no existía un final...
Hubo un momento en el que el Mikhail recostó la cabeza en su pecho, en el
lugar donde se suponía que estaba el corazón, vagamente apreció como
cerraba los ojos y con la otra mano acariciaba una de sus mejillas, Suave y
delicadamente, totalmente diferente al vampiro malvado que se había
mostrando antes y por una vez experimentó algo de tranquilidad.
- Ahora siempre estaré contigo… Lo sabes ¿Cierto?
- Es mi deseo…
- Por eso, entiende que… no nos podemos separar… de ninguna forma
- Sintió su respiración gélida en su cuello, trató de comprender el
significado escondido detrás de sus palabras, pero de alguna manera,
éstas eran tan confusas que su mente no podía analizarlas. Su halito
helado le recorrió toda la yugular y se estremeció, de repente se
empezaba a agitar, Sus carnosos labios besaron su cuello y su fría
lengua lo recorrió lamiendo sus heridas, ahora con aquel lazo de
sangre cada acción que hacia la podía percibir , veces más
reforzada, como si sus sentidos se hubiesen incrementado al extremo.
***
Alice abrió los ojos, lentamente empezó a recordar lo que había pasado, ella
saliendo del concierto donde había ido con Anne, luego recordaba haber
llegado a su pequeña Little Butterfly, entonces se sintió sofocada al pasar al
punto en que veía a aquel sujeto, ya que ella misma había invitado a pasar al
vampiro.
Se levantó de golpe del pequeño sofá victoriano que conservaba y que había
sobrevivido a todas sus mudanzas, miró a su alrededor buscando al intruso
hasta que lo encontró parado frente a un gabinete entretenido en quien sabe
que cosa, lo enfocó con la vista nublada y sintió un ligero mareo, se dirigía
directo al suelo cuando en un parpadeo él estaba a su lado.
- ¡Eres indestructible!
- ¿Cómo…? - Preguntó horrorizada.
- Vi como te curabas después de que te desmayaste – le dijo él, ella
sintió que el mundo se le iba encima, él la había atacado y quien sabe
que le haría ahora que sabía su secreto.
- ¿Qué quieres de mí?
- No soy yo, créeme - dijo hundiendo la cara en su pelo y aspirando su
aroma – mientras dormías, he visto algunos de tus tesoros, has
recorrido un largo camino, ahora entiendo por qué tu sangre me es tan
atractiva, ha sido conservada como los buenos vinos.
- No sé de que me hablas – fingió no tener conocimiento, pero era tarde.
- Siéntelo – la invitó él tomando su mano y llevándola a su pecho – tu
has hecho esto.
- No te entiendo, ¿De que hablas?
- Mi corazón esta latiendo – Se abrió la Camisa, para dirigir su mano
temerosa a su pecho y la posó en el lugar de su corazón, al principio le
costo darse cuenta, pero luego no tuvo problemas para seguir el
latido.
Alice levantó la vista y se encontró con sus brillantes y jubilosos ojos, que
tenían la misma expresión de un niño que ha descubierto un escondite
secreto. La mano en su pecho y su fija mirada soñadora, estaban demasiado
cerca.
¿Cuánto había cambiado el mundo, cuando una mujer podía estar a solas
con un hombre al que no conocía y llegar a un punto tan intimo?, eso la
abochornaba sobremanera y más aun cuando realmente no sentía en esos
momentos el llamado de su pudor.
- ¡Alice! ¡Debiste verlo estuvo de maravilla! – dijo Anne cuando llegó –
debí saber que estarías en tu refugio reguardan... - se quedó sin habla
cuando los vio a los dos, él con la camisa abierta y la mano de Alice
apenas retirada – ¡Oh! perdón Interrumpo algo.
- No, no es nada de lo que estas pensando, Anne – se defendió Alice,
pero Anne no le estaba prestando la más minima atención sus ojos
estaban pegados estupefactos sobre Ωmega.
- ¡AHHHHHHHHHH! ¡POR DIOS!, ¡TIENES QUE ESTAR JUGANDO
CONMIGO!, ¡TIENES EN TU TIENDA DESCAMISADO A ΩMEGA
DE KALMIA! ¡NO PUEDE SER!, ¡NO PUEDE SER!
AHHHHHHHHH! – Volvió a gritar, dando saltitos y su voz se
escucho más aguda si eso era posible, si podía hacerlo más agudo solo
los perros la escucharían.
- ¡NO ESTA DESCAMISADO! – Gritó Alice para que su voz se
escuchara por encima de sus gritos.
- Perdona Ωmi – dijo Anne bajando repentinamente el tono y
agregando un aire de sensualidad – Te puedo llamar Ωmi ¿Verdad?,
se que a ustedes las estrellas seguro no les gusta que los traten como
“estrellas” y les griten y los pellizquen hasta sangrar para obtener algo
de su ADN, pero ¿Me podrías autografiar el pecho? – al principio el
vocalista estaba algo intimidado por su entusiasmo y todo lo del ADN
pero cuando ella terminó de hablar y le mostró el escote con aquel
descaro, solo pudo sonreír, sacó un plumón que tenía para
“emergencias” como esa y procedió a cumplir la tarea.
- Gracias – dijo Anne con un aire malicioso y mojándose los labios con
la lengua les dio la espalda a ambos – los dejo para que continúen con
lo que estaban haciendo.
- ¡NO ESTABAMOS HACIENDO NADA! – Anne había desaparecido al
traspasar la puerta del frente – Disculpa, ella es algo impulsiva, pero
¿Qué estoy haciendo disculpándome contigo? si tu…
- Yo… lo siento… - dijo él y la euforia que sentía por la sangre que lo
recorría cesó un poco al comprender que la había atacado sin más –
bueno en realidad no lo siento, tienes que estar molesta y lo entiendo,
yo no sé realmente que me pasó esta noche y desde que cruzamos
caminos he estado inestable, hay algo en ti, en tu sangre y ahora que
gracias a ella no solo estoy en verdad vivo, sino que también he
recuperado uno de mis recuerdos humanos, no puedo asegurarte que
no vuelva a pasar, pero te pido que por favor no me guardes rencor –
y le dio un pequeño beso en los labios antes de irse, dejándola sin
palabras.
***
Sus sentidos se habían despertado intensamente, estaba más activo y
desprendía una energía exorbitante, se sentía cargado de inspiración divina,
cuando llegó al lugar del ensayo, sintió el aire cargado en la atmósfera, aun
así continuó adelante, se presento de improviso aquel horrible sentimiento,
ese aguijonazo en el corazón, que siempre le alertaba de algún suceso poco
grato. El aire comenzó a faltarle, al llegar al aparcamiento Amatista lo
esperaba sentada en una de las bocinas de los equipos, miro a su alrededor
Rex también tenía esa expresión en el rostro, no tuvieron que decirlo con
palabras.
- ¿Cómo pasó? - quiso saber y en ese momento Amatista no pudo más
y comenzó a llorar – Ωmega dirigió su atención a Rex ya que no
podría obtener nada de ella.
- Sucedió ayer en la noche – le explico el joven de ojos de plata -
después de que te dejara, iba conduciendo y sufrió un accidente, tuvo
varios golpes, pero no les dio importancia, regreso a su casa se durmió
pero jamás despertó.
- Es mi culpa… - pensó no debió haberlo dejado solo en ese auto, si el
hubiera estado nada de eso habría pasado. De alguna forma lo supo, cuando
llegó; sabia que lo había perdido y no pudo hacer nada. Una de las cosas que
más odiaba de ser un vampiro era que tenía que ver morir a la gente que
amaba y eso lo destruía.
- No, no lo es, tu no lo mataste… - lo contradijo Rex
- ¡Ja! – se dijo para sí irónicamente al recordar como lo desangraba para
poder sobrevivir, en el pasado tanta era su ansiedad que temió lastimar a las
personas que eran realmente importantes para el, hubo un tiempo en que
tubo que aprender sobre si mismo y lo que se había convertido haciendo
mayor su sufrimiento, haciéndole preguntar el por qué los seres como él
tenían que existir, lo único que hacían era ser parásitos de la sociedad.
- Es solo algo que pasó, nadie tiene la culpa, el hilo de la vida es muy débil y
se corta fácilmente.
***
…Pero ¿Qué es la muerte? La muerte es solo otro estado, es la manera en
como nosotros mismos, la verdadera forma se separa de la materia y
cruza a otro plano, para iniciar un nuevo camino – estas eran las palabras
del Ministro de la Iglesia Saint Ángel, Padre Caín Rosenkreutz.
- Ese sacerdote esta de los mil demonios es todo un pecado de hombre
– susurraba Anne a Alice, bajando la cabeza para disimular y dándose
pequeños golpes en el pecho.
- ¿Qué Diablos estoy haciendo aquí? - pensó la otra, mirando a su
alrededor abrumada por los detalles, aquellos Ángeles y querubines
atrapados en las paredes parecían mirarla fijamente, en cualquier
momento se desprenderían brutalmente para saltarle encima
gritándole intrusa, porque no estaba invitada, ni siquiera podía alegar
que realmente conociera a Ωmega, tampoco tenía la excusa de ser fan
de la banda, pero de alguna manera podía sentir su dolor, era como
una pena que se extendía en su pecho, como si una gota de tristeza
cayese sobre un pequeño charco haciéndose cada vez más grande. No
estaba segura de por qué le estaba ocurriendo, solo sabía que así lo
sentía
- Anne, ¿Que te pasa? – le había preguntado a su amiga al verla llegar
de repente y pararse frente a ella con una expresión de tristeza
mezclada con estupefacción.
- Es que no puedo creerlo…
- ¿A que te refieres?
- Uno de los miembros de Kalmia murió anoche en un accidente – al
escuchar esto Alice se estremeció, desde la noche anterior había
sentido una terrible opresión en el pecho y una tristeza incontrolable,
por un sentimiento de perdida.
- ¿Uno de los miembros de Kalmia? – preguntó, sin realmente querer
saber la respuesta.
- Michael, el guitarrista, pobrecito, era tan joven y talentoso – Alice
sintió un alivio inmediato, aunque sintiera lastima de lo ocurrido se
vio a si misma agradeciendo que no fuera quien pensaba.
- ¿Iras al servicio funeral? Lo digo porque tu conoces a Ωmega, seguro
que estará muy mal – Alice lo consideró, no es que fuera realmente
cierto, eso a penas - Yo voy a ir, ¿Por qué no me acompañas? – Alice
pensó que no estaría mal ir a darle el pésame, bien, entonces ¿Qué
esperaba?
El estaba con dos sujetos, eran una chica y un chico, los había visto con
anterioridad, los recordaba de la presentación, eran los otros miembros de la
banda, volvió a mirarlo y capto su atención, su expresión se iluminó cuando
se dio cuenta de que ella estaba allí, se sintió avergonzada, pero de todas
maneras se arrastro hasta llegar cerca de ellos.
- Alice, viniste.
- pues, es que yo…
- Ella es Alice Carroll– la presentó con los demás – ellos son Amatista y
Noa Rex.
- ¡Hola! – dijo la chica del pelo violeta con rubio platinado era alta pero
aun mas alto era el tipo rudo que la acompañaba tenia una mirada
penetrante y parecía amenazador.
- Hola – respondió con timidez al sentirse tan pálida al contraste de la
colorida belleza de tan impecables especimenes – yo… lamento lo de
su amigo.
- Gracias, si, es una gran perdida, él fue quien unió la banda, sin el
nunca será lo mismo. Kalmia era su sueño, por eso tendremos que
buscar un nuevo guitarrista para la gira estatal que tenía planeada.
- No sabía eso.
- Siempre fué una persona muy inquieta.
- ¿Nos acompañarás al cementerio?
- No, no, yo solo quería…
- Quería hablarme de algo, vayan ustedes, los alcanzaremos más tarde.
- Bien, de acuerdo, un placer conocerte Alice.
- Igualmente… no debí venir aquí, lo siento fue un impulso, no quiero
que creas que te estoy acosando ni nada de eso – se expresó una vez
estuvieron a solas.
- no te preocupes, puedes hacer de mi lo que quieras, soy tuyo.
- ¿Qué? –se paró en seco - Tú no entiendes, ¿verdad? Tu no eres mío y
yo de ninguna manera soy tuya, mira, lo que paso rayó en lo extraño
para mi gusto y me siento extraña desde entonces, pero eso no
significa que tengamos algo en común – él la miró divertido, tratando
de no reírse de su actual comportamiento – ¿Qué es tan gracioso?
- Adelante, puedes obligarte a creerlo tu misma, eso es algo común en
los humanos así como lo es errar, puedes mentirme, pero sabes que no
puedes engañarme – tanto ella como él sabía que su relación era algo
más que el encanto que tenía sobre él su esencia.
- Eres insufrible…
- No… - entonces se acerco y la besó, tomándola otra vez desprevenida,
pero esta vez no fue un simple roce, su lengua se apropió de su boca
penetrando hasta en sus sentidos sumiéndola en una especie de trance
de satisfacción, luego la dejó, no sin que ésta emitiera un gemido en
protesta ante la separación - …soy tu destino…
***
Al día siguiente Alice se encontraba en una esquina de su pequeña tienda,
pensativa mientras acomodaba otro ramo de Flores según su significado, -
¿QUIEN RAYOS PENSABA EL QUE ERA?- se sentía tan humillada, no solo
porque él muy arrogante le había robado un beso o por su propia reacción
sobre el asunto, sino porque después de todo, ella no había hecho ¡NADA!
Simplemente se quedó ahí mirándolo alejarse.
Por lo menos fue un buen beso, era algo así como… Sostenía indecisa un
ramo de rosas rojas, símbolo internacional de amor en una mano y blancas
que expresan pasión en la otra, al final se decidió por ambas, un ramo de
rosas blancas y rojas que significaban unión y mezcla de sentimientos hacia
la persona que las recibe.
Se dispuso a cortar los tallos en longitudes diferentes para poder crear un
volumen y una profundidad en el arreglo, tratando de no perder la
concentración. Por si fuera poco había estado todo el día inquieta, la noche
anterior una sombra en forma de bruma se deslizo en sus sueños,
torturándola de la manera más deliciosa, como si fuera la situación más
natural se abrió a aquella experiencia dejándose llevar.
A veces se sorprendía a sí misma perdida en sus pensamientos sobre la
noche anterior, lo peor era que desde que Ωmega, la había mordido no
dejaba de tener fantasías muy realistas sin mencionar los sueños en los que
aun despierta podía sentir su contacto, deslizándose en su piel, enredándose
en su cabello con los dedos, besando su cuello, susurrándole al oído.
- ¿Me llamaste? – Alice salió bruscamente de su trance, ¡Era él!, estaba
allí a sus espaldas, ¡Tocándola!, se asustó de tal manera que se hizo
una herida en el dedo índice con el Cútter.
- ¿Que haces? –se lo sacudió de encima ruborizada.
- Es como si compartiéramos un lazo y yo solo respondo a tus
demandas – él le agarró la mano y extendió la lengua lamiendo la
sangre de su dedo.
- ¡Que! – de la nada salió Anne, para encontrarlos nuevamente en una
situación embarazosa.
- ¿Son novios? ¿Ustedes, son novios?
- Ya te dije que … - quiso responder Alice, pero él se le adelanto.
- No soy su novio – respondió el cantante, era la verdad pero Alice no
pudo evitar sentirse herida – Soy su amante.
- ¡Que! – al decir esto ella pensó que definitivamente su honor había
caído en desgracia – ¡No le creas nada!
- ¿Por qué? ¿Acaso no es la verdad? – se humedeció los labios con la
lengua explícitamente y ese solo gesto la estremeció, la miró retándola
a que dijera lo contrario, entonces Alice recordó el sueño subido de
tono que había tenido con él y al comprenderlo se resignó al silencio –
nos pertenecemos, el uno al otro – en ese momento tomo una flor del
ramo y se la colocó en el pelo para luego salir sin decir ni una palabra
más.
Alice retiro la flor de su cabello y se quedó mirándola firmemente era una
Madre Selva, la flor tradicional que los franceses entregan a sus seres
amados para simbolizar la unión y que representa el amor más generoso.
– ¿Qué quiere decir esa flor? - preguntó Anne al ver el rostro de
incredulidad de la primera.
– ¿Será espontaneidad o simplemente lo hace a conciencia?
***
Ωmega, salió de la floristería, hacia donde había parqueado su auto, dio
unos pasos tratando de percibir la magia que ocultaba la noche, notó que
algo andaba mal, alguien lo seguía, una fuerza oscura y avasalladora que lo
cubría todo.
Se detuvo de repente y esa aura maligna se detuvo con él, decidió que no
sería presa de ningún espectro demoníaco, así que prefirió ir directo al
grano.
- ¿Quién anda ahí?
- Erase una vez un príncipe al que le fue otorgada una gran
responsabilidad de cuidar una flor, la flor más hermosa jamás vista en
el jardín del Edén, a cambio ella llenaría su vida de belleza y amor,
pero no sabía como podía cuidar de ella, así que cuando el peligro
llegó, en su afán por protegerla la estrecho en sus brazos hasta que la
destruyo.
- ¿Quien eres? O debería preguntar ¿Qué eres? – entre las sombras se
vislumbró una figura alta y esbelta, que vestía una especie de
gabardina larga.
- Yo no pertenezco aquí, tu y yo somos iguales, dos “Mizerables” – le
dijo con acento francés para acentuar la palabra.
- No creo que tengamos nada en común.
- Eso dicen los humanos de los de nuestra especie, pero tenemos más en
común con ellos, que ellos con Dios, querido Christian.
- ¿Christian? – ese nombre, era el mismo que había escuchado en los
fragmentos de memoria que había recuperado - ¿Quien eres? – quiso
saber, pero no podía esperar la respuesta, atravesó una sombra que
estaba cerca y en un parpadeo estaba junto al sujeto,
impredeciblemente quedó atrapado dentro al intentar salir. Luchando
por liberarse el vampiro estiró una mano agarrándolo por la capa y
pudo ver que en realidad era una sotana – ¡Padre Rosenkreutz!
- He aquí “El Príncipe de la Rosa” dispuesto a morir por ella, pero no
sabe que el final de su cuento ya está escrito – sin dificultad, el Padre
Rosenkreutz metió la mano en aquella negrura en la que se revolcaba,
Ωmega podía desplazarse por la oscuridad pero aquel tipo podía
controlarla. lo levanto en el aire estaba como flotando totalmente
expuesto, le corto las venas y Ωmega comenzó a sangrar.
- ¿Por qué? – fue lo único que se le ocurrió preguntarle.
- Te vi en mi iglesia y enseguida te reconocí, es una pena que tú no me
recuerdes.
- No creo tener el placer – comentó sarcásticamente ejerciendo presión
en el agarre.
- Solo eres un joven que fue arrastrado a las sombras tras ser hechizado
por la oscuridad, yo he venido a redimirte – lo dijo con un gran
sentimiento en la voz mientras lamia la sangre del Vampiro – ya veo –
dijo luego de probarlo - también lo has olvidado, aun no esta aquí,
pero ya lo recordaras, esa mujer, ella será la lámpara sobre tu tumba,
hermano mío, ella será el vino que llenara tu copa vacía, te hará
encontrar la luz en tu propia oscuridad, pero será algo que solo tú
podrás ver, con un precio que sólo tú puedes pagar – entonces se
desvaneció ante sus ojos.
Después que aquel sujeto lo dejara casi por muerto tirado en la calle, con
las pocas fuerzas que le quedaban Ωmega se arrastró hacia su casa,
pronto amanecería y en su estado no podría soportar la luz del sol, su
poder terminaría por hacerlo polvo. Se sumergió en lo más profundo de
la cámara oscura que tenía en su hogar, con mil cosas en su mente, no
podía sacarse de la cabeza al misterioso sacerdote ¿Quién era realmente
el Padre Rosenkreutz y que quería de él? Ya que no era coincidencia ni
suerte que lo hubiera dejado con vida, pero aún y más importante,
conocía la existencia de Alice, le aterraba que pudiera causarle algún
daño, entre todos esos pensamientos que le invadían la mente, el rostro
de Alice se imponía ante todo.
Capitulo Cuarto
Beso Mortal
Sentía que la llamaba, su ser lo percibía, como llevada por un encanto
caminó sin saber exactamente hacía donde se dirigía hasta que vio la enorme
propiedad, una de esas mansiones que son un extraordinario ejemplo del
estilo clásico de época, por eso estaba registrada como patrimonio cultural
en el estado, las puertas se abrieron para ella y se internó en “la boca del
lobo”.
La mansión era enorme, en ella se levantaban siglos de antigüedades entre
pinturas, esculturas, pequeños y grandes detalles que adornaban aquel
palacio en el tiempo, seguramente souvenires que él había acumulado con
los años.
Su vista se perdía en cada punto de la casa por pequeño que fuera,
simplemente era exquisita, se detuvo en medio del salón, a sus pies se
encontraba una especie de escudo, parecía un pentagrama en un enorme
circulo, con el sol y la luna a los extremos y otros símbolos extraños, en su
centro tenía una cruz con alas y una serpiente enroscada alrededor de esta,
además incluía el VITRIOL de los alquimistas que ponía en latín: “Visita
interiora terrae, rectificando invenies occultum lapidem” maldijo quedamente
pensando que debió prestar más atención a las clases de latín gratuitas en la
iglesia cuando era niña, solo pudo captar un pequeño fragmento de lo que
creyó era su significado “visita el interior de la tierra” pero le pareció que
tenía el suficiente sentido como para seguir el consejo.
Bajó las escaleras hasta el último piso, entró sin saber con certeza a donde se
dirigía accediendo desde el lado norte, por un pasaje descendente,
construido al final con grandes bloques de granito, que comunicaba con dos
pasadizos, uno ascendente, que desemboca en la Gran Galería, y otro
descendente, que llegaba hasta una Cámara subterránea.
Se encontró frente a una puerta, indecisa, aunque decidió abrirla, iba lo más
rápido que su cuerpo le permitía pues sus músculos estaban totalmente
tensos por el miedo que la invadía, en la parte superior de esta, había una
inscripción grabada en una gran placa de bronce que rezaba “VITA
SOMNUS EST” fue como si entrara efectivamente en un sueño.
Una vez que abrió la entrada, no logró ver nada, pero se quedó ahí, mirando
a la oscuridad que rodeaba la habitación sin saber que esperar, al pasar los
segundos sus ojos se acostumbraron a la poca iluminación, las lámparas de
gas destellaban extrañamente de un color rojo. Apareció a su vista una
bóveda de siete lados y esquinas, cada lado cinco o seis pisos de ancho y una
altura como de metros. En frente de ella se encontraba acostado en una
especie de altar el nuevo ser de su devoción, demasiado divino para ser un
hombre pero demasiado terrenal para ser un Dios.
- Has venido a mi – le escucho decir quedamente, con una tristeza latiente en
su poética voz y en un santiamén aquel miedo que sentía se desvanecio
consideraba su reacción absurda, debía estar asustada y tratando de huir de
ahí, ella sabía lo que él era y lo que era capaz de hacer, pero se quedó
observándolo fijamente. Observando cada parte de él, aun en ese estado era
hermoso, sus rasgos eran finos y sus ojos eran de un azul eléctrico
perturbador, aun así eso no la alarmó.
Era una visión extraordinaria todo él era una visión espectacular, parecía
alguien salido de un sueño. No sentía motivo para alarmarse con aquel ser
tan imposible frente a ella.
"¡A CASO ESTAS LOCA!, se dijo así misma "SAL DE AQUÍ ¡AHORA!" se
reprendió, Pero apenas logró prestarle la atención necesaria a esa voz de su
subconsciente que se oía como un débil susurro, pues su cuerpo no la
escuchaba a ella, solo podía estar pendiente a la necesidad de aquel ser y
entonces supo que no podía escapar, pero también que no deseaba hacerlo…
Se acercó lentamente sin apartar la vista, había algo en él que le provocaba la
proximidad, en un parpadeo llegó sobre su lecho, él hizo un ágil
movimiento y el espacio restante que los separaba quedó en el olvido, se
encontró extrañamente entre negras sabanas de satín, lo miró a los ojos que
ahora destellaban con un fuerte anhelo, estaba sediento, ya estaba perdida,
nada podría rescatarla ahora, su cuerpo se encontraba subyugado al de
Ωmega a penas podía respirar de la impresión que su sensualidad le había
dado, de pronto un aire frío empezó a envolver su cuerpo, estremeciéndola.
Ωmega levantó una de sus manos y la empezó a acercar en dirección a su
rostro, se detuvo a unos dos centímetros; pero aun así podía sentir su tacto,
aquél frío que había sentido se incrementó, en lugar de alejarse, su cuerpo se
acercó haciendo que buscara su contacto para llenar aquel vacío. Su piel
estaba demasiado helada en comparación con lo que había sentido antes,
sintió la necesidad de calentarlo con su cuerpo, de alguna forma, darle lo
que fuera que necesitara, servirle de la manera que él quisiera, nunca antes
había sentido algo parecido. Ni siquiera pensaba que existiera algo así, a
pesar de saber a lo que se enfrentaba y de no tener lugar por el cual huir,
cosa que realmente no paso por su mente.
Muy cerca , demasiado cerca o más bien muy separados para lo que tenía en
mente, escapó un débil gemido en consecuencia, su voz la traicionó al igual
que lo había hecho su cuerpo llevándola allá, gracias a Dios no tenia que
decirle lo que quería porque parecía que él lo sabía, Ωmega colocó sus fríos
labios contra su hombro y fue recorriendo hasta llegar a su cuello, solamente
los mantenía allí quietos, pero el contacto la hizo estremecer, colocó una de
sus manos en la parte superior de su espalda y la otra en su espalda baja
presionándola con un poco más de fuerza. Lo escucho emitir una especie de
ronroneo pero más gutural como un felino, le resultaba extraño, pero se
encontraba en una especie de shock, claro hasta que sintió sus duros dientes
penetrando la piel de su cuello, otra vez.
Instintivamente intentó zafarse, pero era imposible, ni poniendo toda su
fuerza contra él, lograba moverlo ni un solo milímetro, lo que es más, él ni se
percató de que luchaba por apartarse de su lado.
Aquellos filosos colmillos se incrustaron en su yugular y Alice percibió
como el rojo liquido se deslizaba por su clavícula, como la sangre atravesaba
rápidamente por cada vena de su cuerpo y terminaba en los labios de ese
divino y diabólico ser. Estaba comenzando a pensar que intentar escapar era
inútil, las uñas de Ωmega habían crecido de una manera infernal y se
incrustaban en su espalda, luego experimentó como ansioso, presionaba un
poco más sus dientes, a la vez que apretaba más su cuerpo contra él
frenético por la necesidad erótica que representaba, haciéndola quemarse en
su deseo tanto que ni podía respirar.
El gemido se ahogó en su garganta, se empezaba a marear por la pérdida de
sangre, un zumbido constante le perforaba la mente, y sintió el cuerpo más
pesado de lo normal. Enseguida vio como él tenía el rostro empapado de su
sangre y sus ojos relucían pacíficos en contraste.
Se encontraba boca arriba en aquel altar, fría, bañada en sangre, con una
hemorragia en el cuello, con los ojos levemente abiertos, Veía todo borroso y
podía divisar como los latidos aumentaban, como el palpitar de su corazón
retumbaba hasta casi desbordarse luchando por no cesar; entonces,
¿Moriría? No lo sabía porque nunca había muerto, pero tenía miedo, a estas
alturas ya había perdido toda la esperanza de seguir con vida, si ese iba a ser
su fin, quería que acabase pronto.
No se iba a permitir gritar pues no tenía intención realmente de escapar, su
reacción era solo el reflejo de su instinto de supervivencia, Comenzó a sentir
aquel ardor, como la primera vez, que empezaba a formarse en su cuello,
como si se estuviera quemando extendiéndose por todo su cuerpo, hasta ese
punto entre sus piernas, sentirse de aquella manera, era algo
insoportablemente erótico lo cual no planeaba rechazar, aunque la matara en
el acto.
Ωmega volvió a probarla, pero esta vez el recuerdo vino a él como una
narcosis efímera y reveladora. Tenía meses viajando, en sus viajes, había
aprendido el secreto de la sabiduría entre los sabios árabes del oriente, tenía
amigos a los cuales llamaba su familia y esta familia le llamaba hermano,
tenía una vida, pero en ese viaje a Egipto su vida había cambiado.
-Chistián!, la encontré, la encontré, ven a verla es hermosa, la más hermosa –
su hermano masón, estaba extasiado con aquel descubrimiento, era
alrededor del siglo XV, se había asociado a un Frater P.A.L. y este se había
decidido a ir a aquella tierra santa, lo había llevado allí para buscar la tumba
de una Diosa y solo habían encontrado sol y arena, abandonaron la
comodidad de sus hogares, para en tiempos inciertos, partir a la búsqueda
de la fuente de la sabiduría eterna para saciar en ella su sed en sus estudios
sobre el conocimiento, los seres humanos, su relación con el cosmos y las
leyes que lo rigen, la sabiduría y el poder universal.
Le faltaba poco para creer que ambos habían enloquecido, pero no era así, lo
que él pensaba era un espejismo, era en realidad un oasis que se levantaba
de las arenas del desierto.
Al entrar se llevó una gran sorpresa, aquel lugar parecía un Edén bajo tierra,
lleno de agua y naturaleza, alrededor de la tumba crecían hermosas flores de
Papiro.
Justo detrás del sarcófago se levantaban dos estatuas perfectas de una
Enorme mujer Leona – La poderosa - gimió el otro y se acerco por la orilla
para leer los jeroglíficos de las paredes que contaban la leyenda tal como los
libros de historia.
Una diosa de Egipto que proclama una maldición.
Y se levantó sehkmet contra los herejes invocada por la voz de Ra, y llamóse a la
Diosa la fuerza contra la cual ninguna otra fuerza sirve, Ella era, y podría seguir
siendo la fuerza más poderosa y destructiva de la tierra, una bella bebedora de sangre
de poderes ilimitados.
Se manifestó como castigo divino, contra los enemigos de su más amado, caminando
entre hombres, los destruyó, bebió su sangre y rasgó los cuerpos, pero una vez
satisfechos al ser vengados, los dioses no encontraron manera de parar la matanza,
ya que Sekhmet se llenó de rebeldía, actuando según su capricho.
Mientras que continuó la carnicería, los dioses reconocieron a Sekhmet, y su rabia
por la intoxicación hacia la matanza de la castigadora, y sabían que no pararía hasta
que la vida humana se extinguiera. Se vertió sangre en la “tierra” inundando los
campos de opio y cebada; así cuando Sekhmet vino a estos campos y percibió lo que
ella pensó que era la sangre azul de los reyes, se regocijo y bebió todo el líquido.
Entonces " su corazón fue llenado de alegría" su mente fue cambiada, y ella no
pensó más en destruir. Después de eso, Ra la tomo en sus brazos, arrullando a
Sekhmet como si las matanzas no lo hubieran molestado, elogiando la belleza y el
encanto de la diosa hasta que quedó dormida.
- Siendo así, según la inscripción ¿Ella fue traicionada por su más
amado?
- Así es, fue entregada a sus enemigos por Ra
- ¿Que significa esto? - Pregunto el joven a su amigo señalando el
extremo de un jeroglífico
- Es un guardián, supongo que lo habrán puesto aquí para evitar que se
escape el mal, la verdadera raza de los egipcios estaba conformada
por verdaderos Dioses y Semidioses, pero como en cada civilización
todo ser de luz tiene su Némesis, la ambición de un ser superior podía
llevarlo a convertirse en un demonio, aquí entra la Pantera es el
cazador definitivo del misticismo egipcio, es el único ser que puede
cazar y erradicar a un demonio, ya que en la mitología egipcia el gato
nocturno es un símbolo lunar de la pureza, el protector, éste siempre
estará acompañado por su sacerdotisa.
- Dices que los sacerdotes encerraron a una diosa en este lugar porque
se convirtió en un demonio.
- La orden que liberaban desde haces milenios, era una orden creada
desde antes del esplendor de los griegos, dedicada por entero a la
protección de los humanos para que los seres de la oscuridad no se
aprovecharan de ellos y así mantener el balance en ese mundo.
- Increíble.
- Quiero verla, tengo que verla.
- ¿De que estas hablando? -dijo Christian sin entender todavía a que se
refería, el primero solo se alejó de la pared y se dirigió al centro de la
cámara donde se encontraba el sarcófago.
- ¿Que estas diciendo? No puedes hacerlo
- Claro que si, seremos los primeros en verla, después de tantos
milenios.
- Has perdido la razón, somos estudiosos no profanadores de tumbas.
- Solo será una ojeada, anda ayúdame con la tapa, antes que lleguen los
guías y el resto de la caravana – a regañadientes Christian le ayudó,
una vez retirado el obstáculo pudieron ver en el interior un cuerpo
envuelto en largas tiras polvorientas.
- Es hermosa – dijo como si fuera la cosa más preciosa que hubiera
contemplado en su vida, de repente la momia se levantó dejándolos
estupefactos, los vendajes cayeron dejando al descubriendo a una
joven muy hermosa, una gloriosa dama, sus vestidos eran color celeste
como el cielo, con lentejuelas de luces doradas, en su mano derecha
llevaba tatuado una especie de grabado antiguo en oro reluciente
como el fuego, presa de un hechizo el joven se acerco a ella, solo para
terminar siendo devorado por aquella mujer.
La Diosa parecía una estatua de mármol de ojos azules brillantes como la
joya azul del desierto, el color que veneraban los egipcios, pero cuando
bebió de su amigo, sus formas adoptaron un estilo más humano.
Ella se acercó a el segundo, enseguida el terror y el asombro se apoderaron
de él más todavía y cayó de rodillas, Sekhmet lo beso en los labios, entonces
Christian comenzó a sentir un fuerte temblor que invadía su débil cuerpo el
dolor que percibía, lo estaba quemando por dentro, no se comparaba con
nada en el mundo. Sentía el cuerpo morir.
Estaba más que solo aturdido, estaba desorientado. Dejó escapar de sus
labios un grito desesperado por tal sufrimiento. Seguro que hubiera
preferido la muerte a tanto dolor ¿Por qué simplemente no lo mató cuando
tuvo la oportunidad?
Todo su cuerpo ardía, sentía como si ácido empezara a correr por sus venas,
el dolor y el malestar que tenía en esos momentos, empezó a hacerlo
revolcarse en el suelo, percibiendo como una vez su corazón latía
descontroladamente y su cuerpo se tensionaba y al siguiente, podía palpar
como su corazón se detenía paulatinamente muriendo bajo su pecho, esto lo
aterrorizó. Era un dolor agónico, sin embargo no acabó con él…
Una especie de sistema de iluminación arcaico se activo enviando destellos
de luz dentro de la tumba y aquel ser se echó hacia atrás al parecer huyendo
del contacto con el sol, unos nativos entraron envueltos en negras capas,
llevaban consigo una pantera negra por cabeza, cada uno de ellos lucia tan
feroz como el otro, el ser mitológico de la bella mujer se retorció en palabras
que él no podía comprender, pero que hicieron retumbar aquel lugar con
solo salir de su boca.
Aquellos aparentes guerreros echaron contra ella a sus fieras, se armó una
batalla por devolver a la terrible Diosa a su reclusión, de la cual él no quería
ser participe.
- Impuro – escucho detrás suyo y al mirar uno de los sujetos lo señalaba
mientras se abalanzaba en su contra con una lanza, la Diosa seguía echando
maldiciones y destruyendo todo a su paso, cuando el sujeto estaba a punto
de ensartarlo, ella apareció a sus espaldas para drenarlo y de repente el
guerrero se volvió arena frente a sus ojos, “la Diosa que bebió de la tierra” “del
polvo vienes y en polvo te convertirás” aprovechando su suerte no lo pensó dos
veces, así que como pudo se arrastró hacia la salida, dejando a sus espaldas
los gritos de guerra y de dolor.
Al salir de aquel lugar, vagó tres días perdido en el desierto, luego fue
acogido por unos nómadas quienes pensaron que había sufrido una gran
desolación y por eso desvariaba sobre maldiciones de tumbas y muertos
vivientes. Después de lo que fue la experiencia más traumática de su vida,
pasó meses como peregrino, aprendiendo sobre la sabiduría esotérica de los
árabes y otros sabios, con el tiempo cuando se encontró preparado para
enseñar los secretos que le habían confiado y que él desarrolló y mejoró,
regresó a su casa en Alemania, su futuro lo esperaba, se enfrascó en
concretizar sus ideales pero lo mismo que en otros países sus conocimientos
no fueron completamente comprendidos por lo que decidió transmitir sus
enseñanzas en secreto y así fundó formalmente la fraternidad, reservada
solo a quienes se hicieran merecedores de ella, pronto formó un grupo de
estudio, jóvenes convertidos en verdaderos discípulos y sucesores de la
sabiduría, sin sospechar que ya no era el mismo.
Comenzó a notar los cambios, la comida normal ya no le satisfacía y la sed
no se le quitaba con nada, la garganta se le resecó por completo y su estado
físico también empezó a decaer, al final enfermó, a penas soportaba la luz
del sol, dejo de salir y practicar toda actividad social, siendo considerado un
excéntrico, la gente se refería a la propiedad donde moraba como “La Casa
del Spiritus”.
Hasta que finalmente comprendió lo que estaba ocurriendo, la diosa egipcia
Sekhmet, él había entrado y profanado su tumba en aquel momento recibió
una maldición y ahora sufría una metamorfosis ¿Era éste realmente un
castigo por su atrevimiento?
Tenía una ganas inmensas de descuartizar a alguien, Quería enterrar sus
uñas en algo, cuando el dolor llegó a uno de los niveles más desesperantes
atacó a su primera presa, inconscientemente, así como un bebe se alimenta
de su madre, el siguió su instinto. Durante terribles, largos, interminables y
angustiantes minutos, el dolor había terminado y fue cuando, por primera
vez vio el mundo con sus ojos de vampiro.
No podía ser, era imposible, era totalmente improbable que eso pasase,
seguro era una pesadilla, los vampiros solo existían en los mitos. Eso estaba
siendo demasiado real como para ser una pesadilla, estaba convirtiéndose en
algo realmente espantoso y no tenía vuelta atrás.
La rabia se apoderó de su ser, no podía creer que se había convertido en un
monstruo a decir verdad eso era en lo que se estaba convirtiendo, un
monstruo, matando a la gente sin sentimientos ni emociones, solo para
sobrevivir, sin importarle un comino los demás y se empezó a asustar
sobremanera en cuanto no pudo pensar nada más. Ni siquiera lo había
pedido. El no deseba esa vida, corrió intentando escapar del mundo en el
que había entrado… en un mundo oscuro en un mundo de tinieblas...
Lo único que le quedaba era un cansancio total y mucha ansiedad, deseos de
sangre, deseos de seguir matando a la gente, deseos de poder complacerse,
era lo único en lo que pensaba, había perdido su vida, todo lo que alguna
vez fue. Seguía vivo, pero a que precio, era un -No-muerto.- Analizó palabra
por palabra en su fuero interno tamizándolas en su interior, el termino no
tenía mucho sentido, pero estaba horrorizado por la forma como sonaban en
ese preciso orden.
Desde ese momento según sus cálculos habían pasado poco más de siglos,
ahora gracias a Alice, recordaba muchas cosas, pero ¿En qué punto se unía
lo que ya sabía con lo que acababa de descubrir? Llevaba décadas tratando
de saciar la sed, Tratando de calmar ese deseo de querer matar por beber
sangre de personas inocentes, hubiera preferido morir a convertirse en lo
que era ahora, caminando entre la muchedumbre y lo único que podía
escuchar era el palpitar conjunto de sus corazones trasportando ese liquido
que era tan preciado para él, esos latidos que hacían que se volviera loco y
quisiera morder sus cuellos en busca de comida, Para saciar esa sed que iba
en aumento y hacía décadas lo invadía hasta el día que la conoció - le
terminó de contar su recuerdo a Alice, mientras ésta lo miraba sorprendida
de aquella historia.
- ¿Cómo has podido sobrevivir entonces?
- Luego de que pasara mi etapa neófita, la sed dejo de controlar mis
“hormonas”, pude llegar a controlarla yo a ella, fue cuando comencé a
relacionarme con las personas, algunos como Michael aceptaron
ayudarme y aquí estoy, en una era que es totalmente diferente de la
época en que nací.
- Y que hay de los mitos, ya sabes el ajo y esas cosas…
- La mayoría ciertos, pero con sus condiciones, ejemplo tengo sombra a
la luz de la luna ya que esta tiene propiedades especiales pero no en el
sol, este me atraviesa como si no existiera, podemos tomar posesión
de la voluntad de una persona, pero solo antes de la primera mordida
ya que el ser humano desarrolla un instinto de auto conservación, no
somos reflejados por los espejos, pero solo si son de plata, en un
principio, los espejos eran chapas convexas de este metal con
propiedades místicas, gracias al cielo por Dominico y Andrea de
Murano por ser autores de los espejos de vidrio lograron salvar sus
vidas y la de muchos más, antes de que esto se propagara y se hiciera
peor.
- ¿Qué se siente ser vampiro?
¿Ser Vampiro? Todo esto son nuestros instintos humanos incrementados, la
esencia de lo que somos, pero ¿Te das cuenta? Estamos congelados viendo el
tiempo pasar a gran velocidad, estando a punto de estrellarnos con el fin del
mundo.
- Seguro debes sentir todo como si fuera la primera vez, tan intenso, el
bien y el mal, lo bueno y lo malo por igual.
- Así es, las primeras décadas de un vampiro son las peores, llenos de
violencia y vicios, llega un momento en la inmortalidad que has visto
todo lo hermoso e invariable de este mundo – le contestó.
- Cuando tienes todo el tiempo del mundo a tus pies te empiezas a
aburrir un poco – lo secundó ella comprendiéndolo a la perfección.
- Es un sentimiento muy frío, como estar sonriendo delante de una
masacre, te pasas la eternidad queriendo recuperar la humanidad que
has perdido, así que terminé aprendiendo todo lo que me llegó a las
manos, para adaptarme a los nuevos tiempos. Estuve en muchas
guerras, entre intentando recuperar mi humanidad ya que resulta ser
algo muy cercano a los humanos, un ángel cruel dijo una vez que si
quieres despertar la calidez en ellos debes mostrarles lo mas
devastador, porque es en donde estos pueden expresar muchas
facetas de si mismos, así que se pueden expresar muchos sentimientos
también, entonces te das cuenta que los seres humanos siempre
tienen algo que ofrecer, son seres realmente peculiares y no debe
subestimárseles, pero entre todo, hubieron cosas maravillosas como
haber podido ver el surgimiento de las obras del alma del hombre.
- Como la música…
- Si, como la música, es la magia más poderosa que calma el dolor del
espíritu, yo he estado en una encrucijada existencial, comer o ser
comido, a pesar de eso quiero vivir, quiero estar ahí y estoy viviendo
no por mi, sino porque quiero disfrutar de la vida de las personas que
están a mi alrededor porque se que con el tiempo se marchitaran como
las rosas, pensaba mucho en ello hasta que te conocí... Me intrigas…
He vivido con esta apariencia durante más de años, por lo que me
pasó, pero, ¿Cómo es eso posible, para alguien como tú?
- No se porque me pasó esto a mí, pero la verdad es que no puedo
morir.
- Que buscabas esa noche en la calle sola – le pregunto temiendo saber
la respuesta.
- A la muerte…- respondió sin titubear – a veces también me visita,
pero no me lleva con ella, cuando has vivido tanto, sentirte al borde de
alcanzar ese objetivo es lo único que te hace sentirte con vida. La
realidad es que... – susurró, con un nudo en la garganta – a parte de
eso, últimamente me siento verdaderamente viva cuando... cuando
estoy contigo– él estaba pasando por lo mismo, se sintió atraído hacía
aquella complejidad y casi sin darse cuenta la besó.
Alice cerró los ojos muy lentamente, inspirando fuertemente mientras
acercaba su rostro al de Ωmega, impulsada por aquella desconocida fuerza.
Sus dedos descansaban alrededor de su cuello y un cosquilleó le recorrió el
cuerpo, desde la boca de Ωmega hasta su propio estómago, como una leve
corriente eléctrica que los unió desde el primer instante, Sonrió, La ternura y
el deseo llenaban sus labios, también sus ojos. Era ella su compañera, tenía la
firme convicción. Desde que había probado sus besos no podía vivir sin
ellos. La sentía como suya y no tenía pensado dejarla ir.
Sus labios se cerraron muy lentamente alrededor del labio inferior de él,
trayéndole más de aquella electricidad y cientos de otras emociones que no
supo y no quiso reconocer. La suavidad de aquel beso, la calidez que
emanaba, el modo en que su sangre se calentaba erizándole la piel... Sabía
que lo quería, porque le había parecido una locura antes de empezar y no
podía dejar de pensar en seguir adelante desde el principio.
Las manos de Ωmega cobraron vida propia y se trasladaron al rostro de
Alice. Enredándose una de ellas en su pelo, la otra descendiendo lentamente
por su cuello, su hombro y su brazo, estaba en todas partes, finalmente
apretó su cintura, atrayéndola hacia su cuerpo.
Alice se dejó llevar por instinto, cortando de raíz la poca distancia que los
separaba, rodeando la desnuda espalda de Ωmega con su brazo, acercando
sus cuerpos, llenando la habitación y su alma con el aliento de aquel
vampiro al que tenía tan cerca. La única persona en la que de verdad
confiaba, la única a la que había amado después de tanto tiempo.
Cuando Ωmega le besó el cuello detenidamente, un gemido se abrió paso en
sus entrañas hasta alcanzar el exterior. El hombre era bueno, sabía como
llegar a ella, era como si la conociera y la entendiera desde siempre. La
ternura de las manos de él desabrochando su blusa y haciéndola descender
desde sus hombros, por sus brazos, acariciándolos hasta las puntas de sus
dedos, agarrándole, deslizando sus fuertes manos desde su cintura hasta su
espina dorsal, fundiendo sus pechos. Había pensado varias veces ¿Cómo
sería?, ¿Cómo reaccionaría su cuerpo?, ¿Cómo se sentiría?
Alice se dejó arrastrar por aquel sentimiento situada debajo de él sin
abandonar su boca, sin dejar de saborear sus labios, su lengua, sus afilados
colmillos. Se entregó a el, podía sentir la urgencia que su cuerpo le
profesaba, la respiración entrecortada de ella sacudió el cuerpo de Ωmega,
todos sus músculos se tensaron, Alice estaba otra vez asustada, podía
sentirlo, pero aún así no quería separarse de él, todos sus sentidos estaban
alerta y en acción.
Sí, Alice estaba asustada, pero lo deseaba más que nada. Se decía a sí misma
que no era repentino, porque sentía en su interior que llevaba toda su vida
esperándolo, pero lo sabía, su vida no volvería a ser la misma después de
ello y aún así lo deseaba. Ωmega era un amante imponente, demandante,
que rezumaba virilidad de pies a cabeza. Aquello lo hacía entregarse todavía
más, desearla con más fuerza, pero al mismo tiempo, algo sucedió.
En un instante de cordura, Ωmega abrió los ojos y observó atónito el rostro
de Alice, parecía todo lo que había deseado ver en él y algo se revolvió
apremiante en su interior, como mil mariposas revoloteando por su
estómago. Algo no iba bien. Cayó en cuenta y se alejó, estaba sediento de su
sangre, hambriento de su cuerpo, entonces ella advirtiéndolo, buscó sus
labios nuevamente y le besó con pasión, así sintió arder por dentro.
- ¡No! – reaccionó Ωmega, cuando se dio cuenta a donde los estaba
conduciendo aquello y las consecuencias de eso - ¿Qué estamos
haciendo? – preguntó el vampiro, con la voz cargada de miedo y
preocupación, podría ser peligroso para ti, no podría controlarme.
- No lo hagas, no te controles, ¡rómpeme, viólame, mátame!
Ωmega tragó saliva. Se lo había imaginado de formas tan distintas y tan
milimétricamente parecidas, que no parecía real. El implacable pánico que
sentía confundía su deseo de obedecer a su cuerpo y terminar lo que habían
empezado.
Cuando sus labios volvieron a fundirse y sus cuerpos quedaron unidos, sus
corazones latían al unísono, Como si fueran uno solo, el deseo que lo había
atormentado durante siglos se apoderó de su voluntad, cediendo el control
sin parpadear. Ωmega no volvería a dar tregua. Alice tampoco lo quería.
Clavo sus colmillos en uno sus pechos reclamándola de una y mil maneras,
tenia formas para esto y se le ocurrieron mil mas, ambos estaban tan cerca
que podían sentir el roce de sus propias almas, uniéndose en una sola, ese
era el significado de para siempre. Nunca nadie lo entendería, nadie
alcanzaría a figurar siquiera el significado de esa unión, era algo suyo, de
ellos.
Capitulo Quinto
La Rosa y La Cruz
Alice despertó en los ahora calidos brazos de Ωmega, disfrutando de
escuchar su corazón latir a la par del de ella. Había leído en un panfletario
alguna vez, que los vampiros no tenían corazón, Puesto que su alma ya no
estaba dentro de su cuerpo, pero al parecer la historia se equivocaba.
Aunque sabía la situación en la que estaba, no podía evitar sentirse
ligeramente tranquila, como si finalmente habría llegado al lugar en el que
se suponía debería estar. Decidió quedarse en el lecho, lo vió dormir
respirando tranquilamente, se recostó y se volvió a tapar con la sábana, pues
tenía un poco de frío así que se acurrucó en la cama e inconscientemente se
llevó una mano a la parte derecha de su cuello, se quedó paralizada.
Pasó sus dedos por su cuello temblorosamente una y otra vez, podía sentir
perfectamente la pequeña cicatriz en forma de media luna, aunque con la
temperatura un poco más baja que el resto de su cuerpo.
Continuó explorándose a sí misma, encontró otra marca en su hombro
izquierdo, luego otra y luego otra más desde el tobillo, al interior del muslo.
El era toda una fiera, en su momento no había sentido nada más que su
pasión, lo demás no importaba porque a pesar de las marcas se sentía
liberada.
Ωmega apenas abrió los ojos y se la encontró sentada en la cama, levanto
una mano para llamar su atención y se detuvo en seco, apenas era visible
pero estaban allí, marcas en toda su espalda, algo andaba mal, no había
cambiado, no es que no estuvieran sanando, pero lo hacían de una manera
muy recesiva, a diferencia de sus otras heridas, ¿Por qué no se curaba?
Entonces la respuesta lo golpeó como un balde de agua fría.
Ella se giró y lo miró encantada de lo que veía, se acercó y lo besó en la boca
un beso tierno y lleno de amor, Ωmega, pudo sentir el ardor de su
temperatura, era más alta de lo común, mucho más alta de lo que no era
normal.
- Estas ardiendo – le dijo.
- Puedes apagarme – él se rió aun preocupado.
- En serio estas quemándote en fiebre.
- Yo me siento muy bien – el pudo escuchar la mentira deslizarse de sus
labios.
- Te he herido – era una afirmación más que una pregunta, ella lo rodeo
con los brazos en el cuello poniéndose frente a el.
- No es nada, ya sanará.
- No es nada, entonces, ¿Por qué todavía puedo ver las marcas? –
levantó su mano buscando la punta de sus dedos, como lo había
temido no había ni rastro de la herida con el Cutter, ella haló el brazo
y se soltó algo alterada.
- Están tardando más en sanar, eso es todo.
¿Era él el culpable de ello?, las heridas que él le provocaba eran las que
duraban más tiempo en sanar, porque le estaba robando la vida, cada
calidez, cada palpitar suyo era de ella y un paso más hacia la tumba.
Ωmega lanzó una maldición furioso consigo mismo, la quería para él, quería
tomarla, hacerla suya, conservarla a su lado, pero no era correcto, ¿podría
dejarla ir?, ¿Podría quedarse quieto, mientras ella hacia uso de su libre
albedrío?, ¿Lo dejaría ella? No, él tendría que ser fuerte por los dos. Ella
merecía algo mejor, era un tesoro el cual debía ser cuidado.
***
- ¿Estas enferma? – le preguntó Rex a Alice cuando la vio llegar al
establecimiento donde se llevaba a cabo el casting para buscar al
nuevo guitarrista de la banda.
- No estoy enferma, porque todo mundo se empeña en ello - Pensó que
se tomaba demasiadas libertades, pero estaba preocupada, desde ese
día no lo había vuelto a ver y que mejor que preguntarle a sus amigos,
seguramente ellos sabían donde se había metido.
- Lo siento Alice, no sabemos donde está, pero no creo que este muy
lejos, no se iría sin despedirse – eso la desanimó, si ellos no lo sabían
entonces quién – ve a casa y duerme un poco, te ves cansada.
- Bien… - refunfuño no muy de acuerdo.
¿Qué había pasado? ¿Era algo que había dicho? Según ella todo marchaba
bien, pero al parecer estaba equivocada ya que había desaparecido, no podía
sentir nada que viniera de él por más que se conectaban a través de la
sangre. Siempre había protegido su corazón de todos y del mundo, no
quería ser herida, eso la hacía sentir furiosa consigo misma, porque ahora lo
extrañaba y quería verlo y no podía sacárselo de la cabeza, porque lo había
cambiado todo, porque no quería estar sola porque… lo amaba.
Se detuvo asimilando lo que su corazón le había estado gritando, pero que
ella hasta ese momento no había querido escuchar, lo amaba esa era la única
verdad y tenia que aceptarla.
Se daba cuenta de que no podía estar lejos de el, que no quería estar lejos,
era como si desde un principio todo el tiempo transcurrido, todo lo vivido y
todos los caminos llevaran al mismo lugar en donde lo conoció, al mismo
desenlace definitivo.
Entro en su tienda y se propuso terminar el último bouquet que dejara sobre
la mesa antes de salir a aventurarse, la soledad la estaba enloqueciendo, ya
casi no podía siquiera hablar con Anne, la nueva obsesión de su amiga
consistía en ir a todos los servicios de la Iglesia, últimamente se había vuelto
“Muy religiosa”.
El ramo de “No me olvides” que tenía en la mano se burlaba de ella, esa era
la flor que más iba con su estado de animo, porque en efecto estaba
desesperada, pero él no la quería de verdad, era solo lo divino en busca de lo
humano, no necesitaba comer, dormir, amar… nada que ella pudiera
ofrecerle, para el era solo una marca de sangre, no era mas que un “Fast
Food” El la usaría y luego la desecharía con la más suma indiferencia, pero
ella no, ella lo necesitaba, lo deseaba, quería estar con él, la urgencia que
latía en su ser por estar a su lado era insoportable.
Sentía la perdida de esa relación y aquel vinculo, sabía que no existía en el
mundo nadie que la complementara así y sintió un frío que caló su ser, era
un sentimiento de soledad que la hacía sentir vulnerable, porque el dolor no
tiene que ser físico para tocarte. ¿Qué pasaría si él no regresaba? Entonces…
¿Lo había perdido para siempre?
Un momento – se dijo - ¿Y si le había pasado algo?… ¡Ja! Si claro, las
excusas normales no lo excusaban a él, ella sabía lo imponente que podía
llegar a ser, no había posibilidad de que hubiera algo capaz de evitar que
llegara sano y salvo a casa, o ¿Se equivocaba?
Fue a la parte de atrás de su tienda y tomo su abrigo, las llaves y algo de
dinero, saldría a buscarlo, luego se condujo a la puerta, pero se detuvo antes
de abrir y miró a sus espaldas, sentado sobre una silla en una esquina lo vió.
- ¿Padre Caín? – le sorprendió verlo en su tienda, por instinto pasó su mano
por la mesa y se aferró al Cutter guardándoselo en el bolsillo ¿Desde cuando
estaría allí? jugueteaba con un Anturio deslizándolo entre los dedos.
- El ser humano es un ser muy curioso, señorita Carroll, siempre les han
dado propiedades místicas a ese color, por eso siempre terminan capturados
por esos ojos, pero aun más allá de este hecho, sus almas piden ser unidas
con la del otro…
Capitulo Sexto
La Promesa Escarlata
¿Alguna vez has sentido la vida palpitando tan intensamente que no puedes
controlarte?
- ¿Cuál había sido su pecado?... su pecado consistía en haber amado a
una persona cuando se suponía que no debía haberlo hecho - pensaba
Ωmega sintiendo un dolor punzante que le recorría el cuerpo - Si consiste
amar con desmesurada pasión, en entregar tu alma y vida a una persona,
si es amar con locura a fin de entregar hasta la ultima esencia de tu ser a
esa persona. Entonces sin duda era la persona más pecadora que existía.-
No lo había visto venir, simplemente la oscuridad lo adsorbió y cuando
despertó estaba en aquel calabozo atado con grilletes de pies y manos,
estaba débil, no podía romper las cadenas de plata, tampoco es que
quisiera, estar recluido en aquella celda era lo mejor que le podía pasar,
por lo menos a Alice, no a él, eso le garantizaba que no la dañaría por
mucho que lo tentara la necesidad… eso estaba a punto de cambiar…
Lo escucho acercarse, estaba con alguien más, su voz era tan despreciable
como la recordaba.
- Lo más importante de nuestras vidas se hace presente a través de las
cosas que valoramos… solo tienes que saber lo que un hombre admira
para saber que desprecia.
- ¿Qué quiere? ¿Por que me ha raptado?
- Soy un sucesor, un imperator, durante años y años de estudio he
buscado una razón, tiene que haber un sentido, sino la existencia sería
más triste que absurda, en suficiencia el conocimiento hace libre a
quien lo posee y le da poder – la empujó dentro de la penumbra de la
fría celda.
- Esta demente, déjeme salir – le gritó cuando él cerró la puerta tras ella.
- ¿Alice… - la voz parecía llena de dolor y tristeza, como deseando que
no fuese así.
- ¡Ωmega! – dijo al reconocer la voz y corrió hacia él.
- ¡DETENTE! – la frenó en seco, sus ojos destellaban, eso la asustó, él
bajó la mirada y se dejó caer apesadumbrado - No te me acerques.
- ¿Qué… ¿Qué sucede… ¿Qué está pasando… ¿Por qué no… ¡Dios!
¡Has perdido mucha sangre! ¿Él te hizo esto? ¡Es un enfermo! – se
indigno Alice al verle las marcas que el Padre le había hecho para
desangrarlo.
- Disculpen las instalaciones, es que suelen gustarme los extremos, creo
firmemente que solo cuando el hombre se enfrenta a sí mismo, se
libera de su existencia anterior – le dijo el Padre Rosenkreuz con un
toque de sarcasmo – Christian fue la única persona que logró
encontrar la respuesta antes de desaparecer y perder sus recuerdos, ya
es hora de que los recupere, libérate Christian, deja que ella ilumine tu
camino.
- Así que ese era su objetivo - Encerrado con aquella tentación infinita, a
eso sumándole los días que tenía sin alimentarse en ese momento era
un completo Nosferatu,
El tomar de las personas su sangre era la manera como su cuerpo
reaccionaba ante la extinción mientras la muerte intentaba arrastrarlo al
averno, sintiendo la sed consumiéndolo como si la muerte misma hubiese
ido a buscarlo, luchando en contra de la naturaleza del ser que era, en
aquellos momentos no podía darse el lujo ni siquiera de probarla porque no
se controlaría, por muy invulnerable que Alice fuera, no podía después de
darse cuenta de lo que le estaba haciendo, robándole la vida, cada calidez,
cada trago era encaminarla un paso mas hacia la muerte.
Su mirada de misericordiosa indulgencia lo cubría como un paño tibio, así la
sentía el tan cálida, tan llena de vida, quiso evitar pensar en eso, pero una de
las cosas de ser vampiro es sentir todo a tu alrededor con una intensidad
imperecedera. Era para él más que una maldición, los de su clase vivirán por
tiempo ilimitado, pero estarían atados a la muerte, tenía que frenarse, vivía
alimentándose de la sangre de otros y viéndose a sí mismo como un
monstruo, sin embargo, él seguía viviendo, estimando los momentos fugaces
que tenía con sus amigos.
A veces había tratado de seguir sin beber sangre, pero a fin de sobrevivir él
debía siempre volver a beber. En lugar de verse a sí mismo avanzando con el
tiempo, sentía que se quedaba atrás cuando todos sus amigos envejecían y
morían antes que él, pero no esta vez, ella podría seguir viviendo sin tiempo,
significaba mucho para él, todo podría terminar ahora, nadie más seria
sacrificado, no la sacrificaría a ella, Alice no sería una de las rosas de su cruz.
Él se vio perdiendo la voluntad de vivir y deseando someterse a la muerte
por esa preciada vida.
- Ven toma de mi, estoy segura que no has probado sangre desde a
última vez que nos vimos.
- Aléjate…
- Pero…
- ¿Qué no escuchaste? ¡No te acerques a mí!
- Que no me acerque a ti, acaso estas pidiéndome que no me acerque a
ti, pues ¿Sabes qué? Es muy tarde para decir algo como eso, acaso no
recuerdas que somos el uno para el otro, tu mismo me convenciste de
eso – Ωmega sonrió pensando en la ironía del asunto, pero como
podían ellos ser el uno para el otro, cuando no podían estar juntos,
cuando no estaban separados no solo por especie sino también por un
fino hilo entre la vida y la muerte, ella aun tenía la oportunidad, pero
él estaba condenado a la soledad, la felicidad era algo inalcanzable y
efímero
En ese momento tomo una decisión que le dolería más que a ella, al menos
así pensaba aquel joven cuya vida pendía de un hilo, pero sentía que valía la
pena.
- Cada parte hermosa de ti que me has confiado me ha hecho parte de tu
mundo, dime que es lo que realmente quieres decir, es que acaso tú… no me
quieres ni un poco…
La amaba con locura y eso era lo más importante, no importaba morir por
ello. Había amado y recibido esa misma clase de amor como respuesta,
aunque hubiera recorrido un sendero turbio que lo llevo a esto: morir.
***
Hacía tiempo que…
- Quiero mi libertad – le rogó Ωmega, apremiado por sus instintos más
fervientes en la primera etapa de su transformación, anhelando el
descubrimiento del mundo, de sus ojos salían perlas escarlatas y los
colmillos se le habían retraído inconscientemente.
- Me perteneces….- sus ojos rodaron y dolorosamente se movió un poco
para captar la imagen que estaba frente a sus ojos, atrapado en aquel jardín
de espinas que Mikhail había creado para retenerlo, las ramas de las rosas
negras eran como esposas bañadas en sangre. Estaban también alrededor del
resto de su cuerpo en un abrazo que lo unía a él, pero parecía no
incomodarle la perforación, Era como si lo estuviese disfrutando, Y eso lo
desquiciaba.
- De...Déjame…- Cuando admiraba aquella obra de arte plasmada en el
cuerpo de Milhail nunca pensó que pudieran llegar a ser tan nocivas.
- Ωmega… Eres… Solo Mío.- Pronuncio palabra por palabra, Mientras
se acercaba a sus labios y esas rosas se incrustaban cada vez más en
sus venas y en las de él. Como si esas redes de odio se fortificaran más
y más, era algo que no podía pasar – Estoy feliz que estemos unidos
por este lazo que no puede ser roto… puedes amar a cualquiera, pero
para odiar se necesita más compromiso, esos lazos que están llenos de
odio, son solo míos…- su halito helado se acercaba cada vez más a él
y no podía pensar en nada. Entonces sintió sus labios sobre los suyos
como una ponzoña.
Las rosas de su brao se unían con las del suyo y sus pétalos se rociaban en
su sangre mezclada, antes había ansiado lo que fuera que uniera su destino
al suyo, ahora le horrorizaba el hecho que desde ahora así seria, porque
tendrían ese lazo indestructible, ese lazo de odio que los unía, el lazo de
‘Sangre y Dolor’ que los mantenía juntos, era una cosa que, realmente, le
resultaba fatal.
- Por qué quieres alejarte de mí.
- Todo estaba cambiando- y no podía hacer nada al respecto.
- Quieres matarme, ¿No es cierto? Me odias tanto, puedo verlo en tus
ojos, no puedes ocultarme nada, siento cada sentimiento que emana de ti,
bien, que así sea – en aquel momento no le sonó tan amenazador, pero lo
desconcertó.
- Tengo hambre, de saber, de conocimiento, quiero saber que más hay,
ver el mundo por mí mismo, por favor… - aunque eso lo hirió en lo más
profundo, decidió cumplir su deseo, lo soltó dejándolo caer al suelo, y
caminó hacia la salida, pero se detuvo antes de salir para agregar:
- Sólo hay una manera de destruir este vinculo… - Ωmega lo miró
alejarse y esa fue la última vez que lo vió, desde entonces no se había
encontrado con nadie como él, posiblemente fuera el último, a pesar
de que llegó a odiar a Milkhail nunca quiso su extinción.
***
Ella continuaba hablando y acosándolo, intentando razonar con él
ignorando lo que realmente pasaba por su cabeza, pronto pasaría, luego el
dolor seria algo pasajero, ni siquiera le inquietaba el hecho de que a su
muerte, las puertas del cielo no se abrirían a él, un pecador, lo que más le
preocupaba era no volver a verla.
- ¿Fue algo que dije o hice? No entiendo porque el cambio, tu querías
que estuviéramos juntos, que es lo que sucede, porque dices esas
cosas, por que me quieres herir de esta manera, soy tan mala que
prefieres morir antes que tomar de mi nuevamente ¡HABLAME
MALDICION! – gritó tratando de obtener una respuesta a sus
preguntas, pero él no se inmuto en lo absoluto, por lo menos en el
exterior.
- Te amo tanto... que se cometo un pecado imperdonable... – respondió con el
pensamiento- Oh el amor duele, pero es el dolor más dulce.
Esas palabras definían lo que Ωmega sentía por ella.... un amor que estaba
destinado a acabar con su ser, pero aun en la agonía del pecado, estaba feliz,
tenía la alegría de estar a su lado aunque sea de aquella manera.
- Supongo que el que calla otorga, así que será como quieras - Alice se
echó hacia un lado de la cárcel en la que estaban, dejándose caer,
cansada, desilusionada y sollozando hasta que se quedó dormida.
Despertó de repente sobresaltada hasta que recordó donde se encontraban,
tenían que haber pasado horas desde que la llevaran allí, pero había perdido
el sentido del tiempo. El estaba al otro extremo, gimiendo de dolor, pero aun
así no la llamaba, no quería nada de ella, cuando ella estaba dispuesta a
dárselo todo.
Ωmega ahogó un grito y de inmediato Alice supo que tenía que hacer algo
aunque él no estuviera dispuesto a aceptarlo. Recordó el Cutter que tomara
del escritorio en su tienda, lo sacó del bolsillo y se surcó una herida en la
mano, inmediatamente de esta comenzó a brotar sangre, llenando
tortuosamente el ambiente. Los ojos del joven se clavaron en ella,
desorbitados, Ωmega apretó los dientes reprimiéndose, estaba desesperado,
contuvo la respiración y bajo la cabeza para no verla.
- ¡Bebe! – le espetó ella estirando la mano hacia él - no creas que me
quedaré mirando como te torturas a ti mismo hasta matarte – el siguió
con el rostro agachado, a continuación, Alice se detuvo de improviso,
dando un salto hacia atrás cuando Ωmega reacciono salvajemente
estirándose hacia ella para devorarla en un ataque, las cadenas
chirriaron por la presión ejercida, el también se detuvo al ver su
expresión, entonces volvió en sí dándose cuenta de lo que estuvo a
punto de hacer, llegando a temer lo que sus ojos le trasmitían en ese
momento.
- Empiezo a perderme – le dijo avergonzado de si mismo - pronto no
podré reconocerte debes alejarte de mí, soy un monstruo, estas en
peligro conmigo.
- No tengo miedo…yo…
- ¡BASTA DE ESO!, ¡NO TE DAS CUENTA QUE ESTAR CONTIGO
TANTO TIEMPO CERCA ES UNA MALDITA TORTURA! “Por que
no puedo tocarte, besarte tenerte como te quiero por eso Alice, solo por eso por
que si sigues estando cerca mió no se de lo que sea capaz y me odiaras mas de
lo que lo estas haciendo a mí también me duele tratarte así, pero si no te alejo
yo….” No podía enfrentar su extinción, que ella desapareciera sería el
infierno para el. Con la misma fuerza que la amaba sus palabras
tenían que sonar igual de crueles, sería fácil solo tenía que pensar en
lo contrario de lo que de verdad pensaba. Sus pensamientos fueron
interrumpidos cuando ella comenzó a llorar se contuvo por que si lo
hacía terminaría diciéndole la verdad.
- Una tortura, “¿Es una tortura tenerme cerca? “Me odia” – El dolor
inundaba cada parte de su cuerpo, se sentía desfallecer… Ωmega vio
como sus ojos perdieron instantáneamente el brillo que caracteriza a
la esperanza y su fe se desvanecía, una sombra de tristeza casi
imperceptible se poso sobre ella.
Una última plegaria
Al cielo he pedido una promesa para ti,
es una promesa de amor sincero,
Te amo tanto que una vida
No me es suficiente,
cometo un pecado imperdonable
solo quiero tu felicidad
No necesito nada más
tu eres el amor
No quiero nada más
aunque no pueda estar a tu lado
si te lastima mi amor
Callaría eternamente
ódiame
maldíceme mil veces,
Lo negaría
Si eso te permitiese ser feliz
No necesito más…
Quería que ella lo odiara lo había provocado deliberadamente, pero ahora
que conseguía su objetivo, no estaba seguro de que eso era lo que quería, si
podría aguantar ella no tendría que sufrir nunca más.
Imaginó su sonrisa y la vio en un lugar feliz llena de amor y paz, de un
hermoso futuro, se sumergió en ese sentimiento, abandonándose como en
un sueño que se veía tan claro como la realidad.
Alice vio su piel palidecía hasta lo absurdo, empezaba a quedarse rígido,
estaba muriendo, lo perdería, no podía permitirlo, fue hacia el lado más
oscuro de la celda, donde él se encontraba y se puso a su lado acercando la
herida para que el pudiera olerla de cerca, sin importarle el peligro de cómo
pudiera reaccionar.
En efecto aquello no fue nada bueno, Ωmega abrió los ojos, pero en ellos no
había reflejado el más mínimo atisbo de raciocinio, su rostro se desfiguró
mostrando una feroz expresión, lanzó un par de zarpazos que ella intento
esquivar, pero que a penas la rozaron desgarrando su vestido dejando unas
líneas en su piel de las que muy pronto comenzó a correr la sangre, esto
provoco una reacción mayor en Ωmega que al verse limitado por los grilletes
tiró de ellos hasta arrancarlos de las paredes.
Cuando estuvo liberado de sus cadenas, corrió hacia ella como bestia
incontrolable, Alice lo volvió a esquivar y este se estrello contra la puerta
dejándola hecha astillas.
La chica aprovechó para salir y a toda prisa cruzo el pasillo hasta el salón
principal de la Iglesia Saint Ángel, donde se encontraban.
No tardó en alcanzarla, sus garras la atacaron, ella intentaba razonar con el
pero era imposible, se la llevó por delante la agarró por el cuello con las
garras asidas con determinación a punto de romperle la traquea, el último
residuo de su ropa se deslizó de su cuerpo hecho tiras. Alice cerró los ojos y
esperó, sintió que le clavaba los colmillos.
- No voy a titubear nunca más, no me arrepiento, era mi destino
encontrarte… Te amo - le dijo y pareció rendirse a la presión que el
monstruo ejercía ofreciéndose en completa entrega.
Ωmega empezó a beber rápidamente sintiendo el sabor familiar de su
sangre profundamente excitado, devorándola, meciéndose al ritmo de
sus latidos, extasiado, mientras tragaba a sorbos se despejaba la neblina
que cubría su mente “te amo” esas palabras lo inundaron de temor por
ella.
- ¡Alice!… - gritó dentro de él su sentido común – ¡Alice! – la reconoció
de repente y un rayo de desesperación cruzó por su rostro – ¿Qué he
hecho?…
- Ya era hora – intervino el Padre – No permitas que te afecte, tu la
necesitas a ella porque te regresa tus recuerdos con cada gota de
sangre que emana de ella, por otro lado, yo necesito tus recuerdos,
necesito que seas mi guía Christian.
- Eres un infeliz – escupió Ωmega lleno de ira.
- años y aún no te acostumbras, debes esperar a ver a los humanos
como el ganado que son, no puedes tenerlo todo, ¿Lo entiendes
verdad? bebe de ellos o morirás.
- ¡No más! Prefiero morir – le gritó al espectro que estaba delante de él,
su garganta se secó y la sed se hizo presente ¿Como podría? Toda su
capacidad para estar bajo la luz del día, esa capacidad como muchas
otras era robada.
- Es que ya no depende de ti – le dijo señalando hacia el altar, en la
parte superior justo en la cruz, se encontraba Anne crucificada, estaba
aterrada con lo que estaba sucediendo y a penas entendía - el mundo
está lleno de débiles incompetentes como tú y los demás – dijo el
religioso y no tardó en aparecer de improviso al lado de la chica, que
se desmayó al verle hacer tal cosa - ir en contra de la propia naturaleza
solo es una perdida de tiempo…
Alice se aferro a sus últimas fuerzas y le sujeto con ambas manos la cara,
Ωmega se quedó viendo como ella solo tenía ojos para él, no para su ser
físico, sino para el ser que él realmente era.
- Tómame, toma de mi o te matará, si no haces algo Anne morirá
también, debes hacerlo - ¿Cuándo había llegado la calma en esos
momentos de horrible temor?, ¿Cuando se había esfumado el dolor, la
agonía? la respuesta yacía en algún lugar inalcanzable a su
entendimiento y es que su único afán había sido sobrevivir…
- Pero para vencerlo tendría que drenarte completamente, si hago lo
que me pides morirás, te seguiría antes de permitírmelo, no lo
entiendes, te estoy matando, matando en serio, no volverás de la
muerte si lo hago.
- Debes saber que te amo, quiero que mi sangre sea solo tuya, de esta
manera siempre estaré contigo...
- no quiero una eternidad en la soledad- No tenía ni idea de lo que
estaba ofreciendo a alguien como él, no se sentía con fuerzas
suficientes para resistirse y se odiaba por su egoísmo.
- Debes hacerlo y cuando lo hayas echo quiero que vayas en mi
nombre y le partas el xulo a ese desgraciado infeliz. – el sonrío y Alice
lo atrajo hacia ella y lo beso.
El beso fue el más dulce que jamás el había probado, en su vida sintió algo
como eso, su corazón latió muy rápido, como si se le fuera a salir del pecho y
la respiración se volvió agitada, ¿Cómo podría hacerle eso a su Rosa?
Dentro de su mente todo se iluminaba, aquella sangre, la más preciada que
había probado en su larga vida, era un lapso en el tiempo, a él regresaron
las joyas de sabiduría que había perdido, la comprensión de la naturaleza,
de sus elementos, sobre el tiempo, que el principio, el medio y el final son un
todo, lo grande y lo pequeño, la inmensidad de ello no tenía límites para la
mente de los hombres, su corazón se hizo participe de ese noble tesoro,
descubriendo lo relativo a que esperar sobre todas las cosas ocultas e
invisibles del mundo, entonces los recuerdos se agolparon en su cabeza,
recordó como había llegado a estar donde estaba cuando terminó por
olvidar su pasado, la bestia oscura, una gran batalla sus heridas eran muy
graves.
Al mismo tiempo luchaba una batalla interna por encontrar una manera de
conservar a Alice. Recordó las palabras de Milkail – “Los vampiros tienen un
don y ese es el de poder darle la oportunidad de renacer a los humanos”… Tomar
una pareja vampira era un ritual que era parte de su naturaleza, es como
dejar una marca y ser poseídos completamente, el don de los humanos es
poder adaptarse a cualquier vida que el destino le prepare, pero cada gran
poder tiene su precio equivalente, al llegar a ese punto es como si la cuenta
volviera al inicio y la circulación se detuviera para invertir su curso ¿y si
podía hacerlo? ¿Y si lo intentaba?, tal vez ella podría convertirse en vampiro.
Se preparó para ese gran salto, su mente se empapaba de información
mientras la sangre corría indómita a través de sus labios, lamentablemente
no logró que cambiara. Alcanzó recuerdos cuantos pudo, pero solo al final,
justo al final, estaba el que había ido a buscar, el secreto de la vida, de la
energía entre los átomos que lo conformaban todo, lo que hace que el
hombre logre milagros, la sangre recorría su cuerpo llevándose su vida con
él, junto a la última gota de sangre de ella…, sabía que estaba a punto de
perderla cuando el último latido cabalgó en falso.
“Si no hubiera marcha atrás… Atesoraría cada respiro desando que este momento
se detenga y nos quedemos así eternamente…
Si hoy fuera la última vez que voy a ver tu sonrisa… te miraría con todo este amor
tratando de grabar ese rostro en mis ojos…
Si hoy no existiera, si no lo supiera, aun así te pediría que te quedaras para
siempre…”
La sangre se deslizo por la comisura de la boca de Alice, estaba hecho, las
manos que lo sujetaban cayeron a su alrededor sin vida, pero a pesar que el
sabía que ella no volvería, sonreía tiernamente para ella, porque en aquel
momento le había hecho una promesa, la seguiría a donde quiera que esta
fuera.
Capitulo Séptimo
Eternamente…
- No te preocupes… ahora estaremos juntos para siempre… - dijo la voz
resonando en su cabeza, pero él no estaba dispuesto a conformarse.
- Te amo, ¡Maldición! ¡No te mueras! – la sacudió y siguió gritando – no
dejaré que te mueras…
Nunca se había detenido a pensar, hasta ese entonces, en el significado de la
muerte. Como era inmortal para él esto no representaba nada, era solo una
palabra más que había sido creada por los mortales para nombrar el fin de
sus días, a la cual él nunca tendría que temer, pero de alguna manera había
adquirido de pronto, tan violentamente un significado tan terrible que
deseaba reconsiderarlo, porque la idea lo tenía totalmente aterrorizado.
Ese demonio, en su afán por conocer el mayor secreto de la humanidad,
había logrado arrebatarle la vida, porque había sentido lo mismo que si el
que estuviera muriendo fuese él.
- En efecto debo decir con toda seguridad que Dios te ama, mira que ser
el único ser consiente del significado absoluto que lleva al canon a esta
época nuestra, manchada e imperfecta, de modo que finalmente
puedes entender como se extiende la nobleza del microcosmo y poder
conservar la vida por la eternidad, te han otorgado un gran regalo.
- ¿Qué te hace pensar que te lo diré a ti?
- No tienes que hacerlo Christian, los seres como tú son las presas de los
seres como yo, una vez te desangre sabré el secreto.
- Ya veremos quien es la presa de quien - Ωmega Instintivamente le
devolvió la mirada, retándolo, preparando sus colmillos para la
contienda, enseñándoselos, reclinándose hacia atrás, en posición de
pelea. Lo miraba con sentido de lucha, con la testosterona saliéndole
por los poros, con un profundo y vehemente odio en los ojos.
Siseó despacio, pero muy amenazadoramente, advirtiendo a su enemigo, era
como el silbido de un gato, pero con el peligro más claramente impregnado
en él. Su rostro estaba transformado, era un animal implacable agazapado a
punto de atacar.
- No trates de intimidarme con esa actitud, dentro de esa coraza sigues
siendo un ser pensante y eso hay que celebrarlo, los seres humanos,
son tan insignificantes pero después de todo son los únicos con la
capacidad de alcanzar la divinidad - El padre Rosenkreutz apareció
frente a él empujándolo, realizando un giro de º para luego
atacarle por varias direcciones con clones de sombras que se elevaron
de la penumbra.
- Cada quien es maestro de su propia vida y arquitecto de su propio
destino, si no eres feliz, es porque tu felicidad depende de algo
completamente equivocado – le respondió esquivando los ataques.
- Bien, ¿Que puedo decir? Cada quien toma su mentira y la convierte en
la verdad que prefiere seguir, son sólo pequeños sacrificios por un
bien superior – para ese momento la oscuridad se había vuelto
inmensa, parecía ser omnipotente.
- Esto no te será tan fácil.
- Tengo una voluntad de acero, afuera hay muchas oportunidades,
pero solo necesito una - comenzó a resplandecer y de su piel
comenzaron a surgir ardientes tatuajes, Ωmega reconoció esas marcas
las había visto antes, en aquella fatídica ocasión.
Caín se alzó en su contra, dirigiéndose con toda su convicción hacia el objeto
de su deseo, lanzándole una poderosa llamarada, envolviéndolo en fuego
volviendo su camisa cenizas, para luego elevarse en el aire – fue una
imprudencia atacarme de frente, no estás a mi nivel.
No podía alcanzarlo, estaba muy alto, la ira e impotencia se apoderaron de
sus sentidos, Ωmega, sentía su cuerpo escocer por las llamas, pero debajo de
aquel ardor algo bajo su piel se encendía, el tatuaje de negras alas en su
espalda se desprendió cobrando vida, dándole la apariencia de un ángel
vengador.
Caín no se lo esperaba, desesperado por evitar su avance lo envolvió en una
bola de fuego. Aun en llamas Ωmega siguió avanzando contra él a una
velocidad apenas perceptible para el ojo del aludido y al estar lo
suficientemente cerca lo golpeó tremendamente una y otra vez con el puño
en el rostro, arrojándolo bruscamente varios metros. La fuerza del vampiro
parecía alimentada por su odio, ninguna persona normal sobreviviría a unos
golpes como esos, pero aquel demonio continúo con el rostro impávido y
lozano, sin ninguna marca, Ωmega seguía poniendo toda su furia en aquel
ataque, una y otra vez sin lograr nada a cambio.
- Nada puede tocarme, ni el dolor… ni el amor…
Parecía injusto que sin haberle tocado aquel sujeto pudo llegar a lastimarlo
tanto y él no podía hacer nada para devolverle aquel sufrimiento.
Se movió vertiginosamente, agarrándolo con furia por el cuello de la sotana
sobre él se veía como un justiciero que buscaba la redención en su vendetta,
levantó el puño, estaba a punto de enloquecer, al mismo tiempo, estaba
cansado, harto de esa batalla, solo tuvo que dudar en ese momento para que
el engendro aprovechara su debilidad.
Ωmega sintió los filosos dientes en el hombro, mientras juntos se elevaban a
lo más alto de la bóveda del santo lugar, las fuerzas lo abandonaron y fue
cuando lo soltó y lo dejo caer desde esa altura hasta que se estrelló haciendo
grietas en el suelo.
- Es mío, el secreto, es mío, puedo sentirlo en todo mi cuerpo, tengo la
certeza… es algo… es… ah… no puedo explicarlo, pero es calido,
¿Qué es esta calidez? – bajó como una bala hasta estar sobre Ωmega y
despegarlo del suelo - ¿Qué es esto? Por que no lo entiendo, aun
cuando esta dentro de mí – el vampiro lo miró con una irónica sonrisa
en el rostro que lo hizo sentir aun más confuso.
- ¿No lo entiendes? ¿Verdad?
- ¿El secreto es una ilusión? – le pregunto Caín con los ojos reflejando
por primera vez perturbación, comprendía que si no existía aquel
secreto, que si no había un más allá, una verdad universal, algo
superior, entonces… ¡No!, existía, tenía que haber un propósito, el
axioma, el principio evidente que es la meca de la filosofía de los
valores y que perdurará inamovible hasta el fin de los tiempos, sino
todos sus esfuerzos habían sido en vano y no había manera de
salvarle.
- En algún momento de la vida, nos hemos preguntado cual es el
propósito de la existencia. Lo mismo que la mayor parte de las
personas, nos hemos percatado que nos encontramos ante un sendero
desconocido y misterioso que recorrer. ¿Qué depara el destino? ¿Qué
hay más allá del presente en el que estamos? ¿Ante qué pruebas y
circunstancias de la vida tendremos que enfrentarnos? ¿No era eso lo
que buscabas?
- He practicado, cada doctrina o religión de este planeta desde la más
hipócrita que con interés espera una recompensa, hasta la que guía a
la miseria en la búsqueda de la iluminación espiritual y ninguna me
ha dado la respuesta que por siglos esperé de tus labios, tu me
inculcaste una esperanza que había creído perdida, esperé esto por
mucho tiempo, aguardé a que aparecieras de las heladas tinieblas,
esperando escuchar el discurso secreto de tu filosofía.
Caín se alejó de él, había vivido perdido en el mundo sin saber realmente
nada sobre nada, el había visto en sus recuerdos, solo había una manera de
vivir, solo había una manera, incluso hasta él, un demonio sin alma, sabía
que sería muy cruel pensar que la vida era una cáscara vacía.
Ωmega Se deslizo como pudo a donde se encontraba Alice, y la estrecho
contra él lleno de dolor, hundió la cara en su pelo rojo, quería rogarle que lo
perdonara, pero ella no podía escuchar, así que la cubrió de besos, besó su
frente, sus lágrimas en sus mejillas y finalmente sus labios.
- No lo entiendes porque no tiene un significado para ti, encontrar la
felicidad es el propósito de todos los seres humanos del mundo, la
felicidad de ella, es lo que me da un propósito, eso me hace feliz, tu
me preguntas a mi, lo que todos siempre han sabido y lo que en mi
caso sería mi propia respuesta, solo hasta que la conocí lo supe, antes
de eso tenia la sensación de ser como un barco sin timón a merced de
las corrientes de la vida y expuesto a las tempestades de mi propia
existencia.
Casi imperceptiblemente Caín tomo una filosa cruz de plata que había en el
altar y llegando a sus espaldas levanto el arma, Ωmega vio la sombra de su
enemigo en el piso dirigirse hacia él, pero no hizo nada para evitarlo serró
los ojos esperando el sablazo traicionero que lo llevaría a la muerte junto a
su amada Alice.
- Si no puedo obtener una respuesta que me agrade, la sacaré de ti - de la
nada se materializó un puma negro en el salón, aquella ágil criatura brincó
sobre él arrancándole el brazo al demonio.
- ¿Qué diablos? – reaccionó mirando hacia arriba donde estaba, la
sacerdotisa - tu… - dijo en un susurro lleno de odio.
- Estas a punto de dañar a una especie en peligro y has lastimado a dos
inocentes, Caín del Génesis, ¿Cómo te declaras?
- ¡Ja!, culpable, como siempre – la sombra creció bajo él y como si
fueran miles de agujas se abalanzó sobre la chica encapuchada, pero
antes de que pudiera siquiera acercarse, el felino estaba frente a la
joven recibiendo cada estocada por ella, detrás de éste la sacerdotisa
terminó el hechizo que lo devolvería a su tierra original, la oscuridad.
- Ustedes los Dolphins son una vergüenza para su raza, Ángeles
convertidos en demonios.
Ωmega dudó cuando aquellos sujetos se acercaron a pesar de que esta vez le
habían salvado la vida, porque eran ellos, los guerreros egipcios que siglos
atrás le habían seguido el rastro hasta Alemania y lo habían atacado
haciéndole perder la memoria.
- No te preocupes, no estamos aquí para lastimarlos, hace tiempo que te
mantenemos vigilado y sabemos que tu naturaleza destructiva ha
menguado - La joven se descubrió el rostro y analizo el cuerpo de
Alice, los mechones violetas destacaban más que nunca en su pelo
blanco.
- ¿Amatista? – dijo Ωmega aun sorprendido, luego miró hacia el animal
y lo vió desdibujarse hasta que frente a él solo quedó su amigo Rex en
su forma humana.
- Ese desgraciado me perforo como un colador.
- Ya deja de quejarte, te curare en un momento – le regaño su ama para
luego colocar las manos sobre las heridas de Alice que desprendieron
un destello y comenzaron a curarse – Escucha – se dirigió esta vez al
vampiro - tu la amas, ¿verdad?
- Claro que la amo, ¿Qué quieres decir?
- Quiero decir que aun puedes traerla de vuelta, fortalece el lazo, ese
sentimiento te otorga un poder infinito, es un lazo que une a dos
personas, fortalece ese lazo.
- Ya veo – le alzó la cabeza y se arrancó la piel de la muñeca con los
colmillos para luego ponerla en su boca haciéndola beber.
- Perdóname… - bajó la cabeza y lloro mientras la abrazaba – Esta es la
verdad, Me di cuenta de que soy parte del problema, no porque no te
ame sino porque no puedo estar contigo - la acunó y esperó
pacientemente, empujándola al límite, casi enloqueció cuando al llegar
al clímax ella pareció más muerta en sus brazos.
- Estas equivocado – le dijo Amatista – ella es tu anima mundi, porque
Dios creo este mundo por amor y deseando que sin importar donde
estemos seamos amados, ya que todas las manifestaciones que en el
mundo hay son por amor, que es el lenguaje del corazón de los
hombres.
- A que te refieres
- me refiero a que la única razón por la que ella terminó siendo inmortal
es porque tú terminaste maldito.
- ¿Qué?… entonces ¿Esto también es mi culpa?
- No lo mires de esa manera, ahora esto será una bendición para ti, esta
maldición comenzó hace un tiempo inmemorial por una traición entre
amantes y solo hay una manera de frenarle, debiste darte cuenta
cuando tu corazón empezó a latir nuevamente, ninguna otra sangre
podría saciarte de esa manera, la otra mitad de un alma gemela no
puede irse sin su complemento, solo si tu mueres ella dejaría de ser
inmortal, mientras eso no ocurra ella vive para ser tu sacrificio.
Mientras tanto, en sus adentros Alice solo podía pensar en una cosa… -
no podré decirle cuanto lo amo… - Pronto llegaría la hora de irse, pero de la
nada surgió, un llanto, inocente y puro, que parecía pedirle que se
quedara y sintió algo en su pecho, la sangre de Ωmega impulsaba el
nuevo torrente, era como una droga que aceleraba su corazón, quería
seguir ese latido… de la nada algo en su interior le hizo inquietarse, no
podía morir, no cuando ahora sabía que el la amaba y que todo lo que
había hecho fue por el bien de los que amaba, debía sobrevivir,
finalmente ella dio un largo suspiro.
- ¡Alice! – la llamó él con su corazón rebosante de alegría.
- Yo también te amo – fue lo primero que le dijo - Promete que no
cometerás la locura de alejarme nunca más – el levantó el rostro y se
encontró con el de ella mirándolo fijamente llena de amor.
- Solo si estuviera loco – la beso nuevamente y la alzó en brazos.
***
- Aun no se como no me di cuenta nunca – decía Ωmega a sus
“guardianes” mientras esperaban antes del primer concierto de su
gira estatal.
- La misión de nuestra estirpe es proteger al inocente, así que por tu
condición solo te hemos estado vigilando.
- Pero, es que ustedes y Rex es… un…
- La gente se sorprendería si se dieran cuenta cuantos seres
sobrenaturales hay ocultos en todo el mundo – le explicó el aludido –
- La mayoría de ellos son modelos, actrices o alguna otra celebridad, es
que es más fácil ocultarse a la vista de los demás, nadie busca lo que
esta expuesto – termino Amatista
- Así que al final el único raro de la banda era Michael – sonrió
recordándolo con todo el cariño – aunque tal vez su problema era el
don que tenía para encontrarse a la gente como nosotros.
- Hora del Espectáculo dijo Alice entrando en la habitación con su
amiga Ann.
- ¿Que tal chicas?
- ¡NO PUEDO CREER QUE ESTE EN EL CAMERINO DE KALMIA!! -
estalló como siempre la rubia, paseándose de un lado para otro con su
emoción característica.
- Por lo menos, no está traumada como creíamos – comentó Ωmega
levantándose y yendo hacia la puerta.
- Extrañamente tiene muy buenas expectativas de la experiencia que
tuvo, aunque piensa que de alguna manera todo lo ocurrido es digno
de contarse, quien sabe un libro o una película.
- No se preocupen no planeo revelar nada de lo que ustedes son, soy
una tumba – dijo apareciendo de improviso – ¿Quien es ese semi
Dios? – exclamó Ann señalando a Stan el nuevo guitarrista y
desapareció otra vez en dirección hacia él pobre chico que no sabía la
que le esperaba.
- Jajaja una saga de vampiros y criaturas del sub mundo, nada mal –
señaló Ωmega.
- Entonces… ¿El secreto es una ilusión? – le preguntó Alice, él sonrió.
- No y si al mismo tiempo, porque es intocable, cada hombre debe
buscar su verdad individual, no existen las verdades universales estas
son pasiones del alma. La oscuridad y la luz son dos, donde hay luz
hay oscuridad, estas siempre andan juntas, como todo en el mundo se
rige por un orden dual pero al mismo tiempo no es en el mundo
donde existe el bien y el mal. cuando el ser humano despierte fuera
de su pesado sueño y somnolencia, con el corazón abierto, la mente
descubierta y desnudos para recibir esta verdad, se alegraran y se
regocijaran porque es en si misma la más fácil, simple y libre del ser
humano.
El se detuvo cuando llegaron detrás de la tarima, faltaban unos segundos
para comenzar y todos comenzaron a tomar sus lugares. Lo que antes de
los tiempos había sido oído visto y sentido ahora finalmente sería dicho
y hablado, Ωmega se acercó justo en su oído y lo susurró para ella, al
escucharle, Alice no pudo contenerse y las lágrimas la invadieron
- Tan sencilla, la respuesta es tan sencilla y muy pocos la ven aunque
palpite en su pecho.
- Aw ¿Qué haría sin ti?- dijo Ωmega sabiendo ese tipo de conexión es
tan fuerte que si uno muere el otro no podría sobrevivir.
- Lo mismo que yo sin ti, morir de pena, No viviría sin ti, aunque tu
amor me induzca a la locura, por eso no te puedo perder - La abrazó a
él, no quería soltarla jamás, su corazón henchido de emoción por ella,
su Rosa, Aquella que había aceptado llevar la cruz que significaba
amarlo, la arrullo por un momento con una dulce tonada antes de
subir al escenario y cuando todo se iluminó, continuo tarareando esa
canción su canción la que había compuesto para ella.
Ella era el principio y él el final, dos seres en los extremos más opuestos del
cosmos, pero su desesperado deseo de encontrarse atravesó el tiempo y el
espacio que los separaba sus almas fueron hechas para estar unidas, una y
otra vez, aun después de la muerte, ahora más que nunca podía dar el fiel
testimonio, de que por algunas cosas vale la pena esperar, ya que no hay
respuesta mejor al secreto de la vida que amar de verdad y ser
verdaderamente amado.
.::LOVE::.
“Oscilando en un sueño rojo, mas allá del tiempo, nuestro futuro era incierto
Cuando nos encontramos, te dije que no te prometía nada
Pero Nuestro destino ya estaba escrito.
El que hayas nacido es un milagro, que nos hayamos conocido, es el destino, desde el
fondo de mi corazón, estoy agradecido por este encuentro.
Si eres arrancada de mi, te prometo que el mundo entero sufrirá mi dolor
Seguramente…
Aunque las Rosas se deshojen y hasta muera la primavera, este sentimiento vivirá
por toda la eternidad”
…El Ahora es la Garantía del Futuro
EPILOGO
Matilde serró el libro en su regazo y lo puso sobre su falda oscura de vuelos,
su apariencia era la de una muñeca de porcelana gótica, delgada y grácil,
miró a su hermana Sofía que yacía del otro lado del gran salón con una
apariencia más gótica aristocrática.
- Pero no dice que pasó con el vampiro Milkhail – la mayor la miró
como si hubiera esperado esa reacción.
- Ya te lo dije, nunca debes leerte el final de los libros primero – la
reprendió mientras se levantaba y acercándose al librero sacaba otro
volumen idéntico al que Matilde tenía y lo depositó en sus manos -
luego no tendrán el mismo impacto.
- ¿A? – leyó en la tapa
- Alfa - la corrigió la segunda - la primera letra del alfabeto griego - y
continúo leyendo para ella – El Primer Vampiro – levantó la cubierta y
comenzó el relato – El Vampiro, miró con sus ojos azules a la
muchacha, su piel tersa e inmaculada brillaba bajo los aceites
aromáticos, se notaba que se había esmerado para aquella noche, él
estaba nervioso, del otro lado de la habitación dormía su compañera,
pero hacia tiempo que había hecho este pacto a cambio de su vida y
debía cumplirlo, la joven vestía el típico ajuar egipcio, a excepción de
la parte de arriba, sus pechos eran perfectos, pero su rostro tenia un
incalculable grado de belleza.
Se puso entre sus piernas y froto su cuerpo contra el de él mostrándole el
cuello desnudo.
- Lilith… - se escapó de su boca como un suspiro el nombre de aquel
demonio.
- Toma de mí cazador, reniega de tu estirpe y tu destino… como yo de
mi hermano Caín, ven conmigo… Ra, olvida a esa mortal Sehkmet, yo
seré tu reina. Juntos reinaremos Egipto como Dioses…