Punch Drunk (Borrachera de ostias)
Chuck Palahniuk
Cuando todo lo demás falla, la violencia es la única forma de dar a la paz una oportunidad.
Webber miro alrededor con su cara deformada, con un pómulo mas bajo que el otro. Uno de sus ojos no era mas que una bola blanca lechosa en la hinchazón rojo oscura bajo su frente. Sus labios, los labios de Webber, están tan hundidos por el centro que tiene cuatro labios en vez de dos. Dentro de todos esos labios no puedes ver ni un solo diente.
Webber mira alrededor de la cabina del jet el cuero blanco de las paredes, el arce vista de pájaro barnizado con un brillo que refleja. Webber mira la bebida de su mano, con el hielo fundiéndose con dificultad en la ráfaga del aire acondicionado. Dice, demasiado fuerte debido a la perdida de audición, casi gritando, “¿Donde estamos?”
Ellos están en un Gulfstream G550, el mejor jet privado que se puede alquilar, dice Flint. Entonces Flint escarba con dos dedos dentro de un bolsillo de su pantalón y le ofrece algo a Webber a través del pasillo. Una pequeña píldora blanca. “Trágate esto”, dice Flint. “Y bebe tu bebida. Ya casi estamos allí.”
“¿Casi donde?” dice Webber, y se toma la píldora bebiendo.
Aun esta lo bastante encogido y doblado para ver las sillas de club de cuero blancas reclinables y giratorias. La alfombra blanca. Las mesas de arce vista de pájaro, pulidas hasta el punto que parecen húmedas. Los sofás de ante blanco que delimitan la cabina. Los cojines distribuidos a juego. Las revistas, cada una tan grande como un cartel de película, llamadas Viajero de Elite, con un precio de 35 dólares en la portada. Los soportes para las tazas chapados en oro de 24 quilates. La cocina con su maquina de expresos y las luces halógenas rebotando brillantes por la cristalería de primera clase. El micro ondas y el frigorífico y la maquina de hielo. Todo esto, volando a 51,000 pies, a mach cero-punto-ocho-ocho, en algún lugar sobre el mediterráneo. Todo ello, bebiendo whisky escocés. Todo esto, mejor que dentro de cualquier cosa de lo que tu nunca vas a estar, de cualquier cosa que no sea un cofre.
Webber tintinea su bebida hacia atrás e introduce su gran nariz roja de patata en el aire frío, y puedes ver por dentro cada orifico nasal, y como realmente no conducen a ningún sitio, ya nunca mas. Pero Webber dice, “¿Qué es ese olor?”
Y Flint aspira y dice, “¿Te suena de algo el nitrato de amoniaco?”
Es el nitrato de amoniaco que su colega Jenson les ha preparado en Florida. Su colega de la guerra del golfo. Nuestro Reverendo SinDios.
“¿Quieres decir algo como fertilizante?” Dice Webber. Y Flint dice, “Media tonelada.”
La mano de Webber esta temblando tan fuerte que puedes oír el hielo traqueteando en el vaso vacío. Ese tembleque no es mas traumático que lo que lo es el Parkinson. La encefalopatía traumática te deja así, cuando la necrosis parcial del tejido cerebral ocurre. Neuronas sustituidas por cicatrices de tejido celular muerto. Ponte una peluca roja de rizos y pestañas postizas, los labios a lo Bette Midler en el Rodeo de Feria del condado de Collaris, y ofrécele a la gente la oportunidad de golpearte la cara a 10 pavos la tirada, y puedes sacar bastante pasta.
En otros lugares tienes que llevar una peluca rubia con rizos, ensartar tu culo en traje de lentejuelas apretado, y los pies en el par de tacones mas altos que puedas encontrar. Los labios a lo Barbara Streisand cantando aquella canción de “Evergreen” y mejor que tengas a un amigo esperándote para llevarte a la sala de urgencias. Tomate un par de Vicodins de antemano, antes de pegarte esas largas uñas rosas de Barbara Streisand, tras lo cual no podrás coger nada mas pequeño que una botella de cerveza. Tomate tus analgésicos primero, y podrás cantar las dos caras de Color Me Barbara antes de que una buena ostia te tumbe.
Al comenzar la colecta nuestra idea inicial era de cinco pavos por atizar a un mimo. Y funciono, principalmente en institutos de pueblo, las escuelas tradicionales. En algunos pueblos nadie se iba a casa sin un poco de blanco payaso untado por sus nudillos. Blanco payaso y sangre.
El problema es que la novedad va pasando. Alquilar un Gulfstream cuesta pasta. Nada mas que comprar el combustible para volar desde aquí a Europa cuesta alrededor de 30 de los grandes. Solo ida no esta tan mal, pero nunca quieres ir a donde los charter diciendo que tu plan es volar solo en una dirección... Te hablaran de las luces rojas.
No. Webber podría ponerse aquel leotardo negro y la gente ya estarían salivando por golpearle. Se pintaría su cara de blanco, se metería dentro de su caja invisible, empezaría a hacer el mimo, y la pasta empezaría a fluir. Principalmente institutos, pero también se hace un buen negocio en las ferias estatales y de condados. Incluso si la gente se lo toma como la actuación de un romancero, aun así pagaran por derribarlo, por hacerlo sangrar.
En los bares de carretera, después de que la rutina del mimo de agotara, lo intentamos con 50 pavos por ostiar una tía. Flint tenia a la chica que estaba dispuesta a ello. Pero después de, mas o menos, un viaje en la cara, ella ya estaba diciendo. “Para nada....” En el suelo, sentada en las cáscaras de cacahuetes y aguantándose la nariz la chica decía “Déjame ir a la escuela de pilotos. En vez de esto déjame pilotar. Aun quiero ayudar.”
Aun debíamos tener a la mitad del bar haciendo cola con su dinero. Padres divorciados, novios abandonados, tíos entrenados en chifladura por viejos asuntos, todos ellos queriendo dar su mejor golpe.
Flint dijo, “Puedo solucionar esto.” Y ayudo a la chica a ponerse de pie. Cogièndola por el codo la condujo al servicio de señoras. Entrando con ella, Flint levanto su mano, con los dedos abiertos, y dijo, “Dadme cinco minutos.”
Estando fuera del ejercito como era el caso, no se nos ocurría otra manera de conseguir esa cantidad de dinero, no de forma legal. De la forma que lo veía Flint, aun no hay ninguna ley que diga que la gente no pueda pagar para sacudirte.
Entonces fue cuando Flint salió del lavabo de señoras llevando la peluca de la chica del Sábado noche, con todo su maquillaje aplicado sobre su gran cara recién afeitada. Se había desabotonado y anudado la camisa con toallas de papel para hacer de tetas. Con las barras de pintalabios untadas enteras alrededor de su boca Flint dijo, “Vamos a hacer esto...”
La gente que hacia cola decían que 50 pavos por ostias a un tío era un engaño. Así que Flint dijo, “Que se sean 10 pavos...” La gente aun se echaba atrás, buscando una manera mejor de gastar la pasta.
Fue entonces cuando Webber fue hasta la maquina de discos, metió una moneda, apretó unos cuantos botones y –magia. La música empezó, y en lo que dura un suspiro todo lo que podía oírse era a todos los hombres soltando un gran gruñido. La canción era la de volando sobre las olas del final de la película Titanic, la de esa tía canadiense.
Y Flint, con su peluca rubia y su gran boca de payaso, se subió a una silla, y entonces a una mesa, y empezó a cantarla. Con el bar entero mirando, Flint dio todo lo que tenia, deslizando sus manos arriba y abajo por los lados de sus vaqueros azules. Con sus ojos cerrados, todo lo que podía verse era la sombra de ojos azul brillando. A aquel untado de rojo cantando.
Justo a tiempo, Webber llego para ofrecerle a Flint una mano para bajar. Flint la tomo, como una dama, aun moviendo los labios. Podías ver como sus uñas estaban pintadas de rojo caramelo. Y Webber le susurro, “He echado cinco pavos en monedas de cuarto.” Webber ayudo a Flint a encarar al primer hombre de la fila, y Webber dijo, “Esta canción es lo único que van a escuchar toda la noche.”
Con los cinco pavos de Webber sacaron 600 dólares esa noche. Ningún puño abandono ese bar sin estar tatuado de azul y rojo y lápiz de ojos verde , tras haber golpeado la cara de Flint. Algunos tipos lo golpearon hasta que la mano se les canso y entonces se pusieron otra vez a la cola para usar la otra.
La canción de las olas de Titanic casi jode a Flint hasta la muerte. Eso y los tíos con anillos grandes. Después de aquello pusimos la regla de sin anillos. Eso, y comprobar que no llevabas un fajo de monedas de centavo, o un plomo de pesca para hacer que el puño hiciera mas daño.
De toda la gente, las mujeres son las peores. Algunas de ellas no estaban contentas hasta que veían como tus dientes salían despedidos de tu boca. Las mujeres, cuanto mas se emborrachaban, mas les gustaba, gustaba, gustaba aporrear a ese drag queen, sabiendo que era un hombre. Especialmente si estaba vestido y tenia mejor aspecto que el que ellas tenían. Tortear también valía, pero arañar no.
Realmente rápido, el mercado se expandió. Webber y Flint empezaron a saltarse el almuerzo, y a beber cerveza light. A cada nuevo pueblo los podías pillar de lado en frente de un espejo mirándose el estomago, con los hombros hacia atrás y el culo en pompa.
En todos los pueblos podías jurar que cada uno tenia otro maldito maletín. El maletín de los vestidos elegantes, el de los vestidos de noche. Y bolsas para que los vestidos no se arrugaran mucho. Bolsas para zapatos y cajas para pelucas. Y un estuche nuevo de maquillaje para cada uno.
Se volvió de tal manera que sus indumentarias rozaban el limite. Pero, si decías una palabra sobre ello, Flint te decía, “Tienes que invertir para lograrlo.” No era equiparable el añadido a lo que se esperaba de la música. Éxito o fracaso (miss en ingles también es señorita), descubrieron que la mayoría de las personas querían zurrarles si interpretaban los siguientes álbumes: Color Me Barbara, Stoney End, The way we were, Things and Whispers, Broken Blossom y Beaches. De verdad, especialmente Beaches.
Podías meter al Mahatma Ghandi en un convento, quitarle los sesos y rellenárselos de Demerol, y aun así te daría una ostia en la cara si le interpretabas la canción “Wind beneath my wings”. Al menos esa era la experiencia de Webber.
Nada de esto es a lo que fueron instruidos en el ejercito. Pero de vuelta a casa no encuentras muchas ofertas para expertos en municiones, especialistas en objetivos, hombres para misiones criticas. De vuelta a casa no encontraron muchos trabajos de este tipo. Nada que se pagara cercano a lo que Flint estaba sacando, con sus piernas apareciendo a través de la raja lateral de un vestido de noche de satén verde, con los dedos de sus pies enmallados con medias de nylon y apareciendo por el frontal de unas sandalias doradas. Flint paraba lo justo entre canción y aporreamiento para retocarse los cardenales, con su cigarrillo ribeteado con el rojo de sus labios. Su pintalabios y su sangre.
Las ferias de los condados eran buenos negocios, pero las carreras de motocicletas las seguían muy cercanamente en segundo lugar. Los rodeos también eran buenos. Así como las regatas. O los aparcamientos junto a esas grandes convenciones de pistolas y cuchillos. No, no tenían que buscar muy lejos para encontrar una muchedumbre de buen pagar.
Conduciendo de vuelta al motel una noche, después de que Webber y Flint habían dejado la mayoría de su maquillaje difuminado en las afueras de la exposición de armas y municiones de los estados del oeste, Webber empujo el espejo del retrovisor alrededor hacia donde tenían los disparos de escopeta y dijo, “No podré continuar con esto mucho mas.”
Webber tenia buen aspecto. Por lo demás, no importaba el aspecto que tuviera. Las canciones importaban mas. La peluca y el pintalabios.
“Nunca he sido lo que tu llamarías bonito,” decía Webber, “pero por lo menos siempre tuve un aspecto... agradable.”
Flint conducía mirando la laca roja saltada de sus uñas, sujetando el volante. Arrancándose una uña rota con los dientes mellados, Flint dijo. “He estado pensando en usar un nombre artístico.” Aun mirando a sus uñas, el dijo, “¿Qué te parece el nombre Beicon de Pimienta?”
Por aquel entonces, la chica de Flint, había salido de la escuela de pilotos. Así de bien iban. Las cosas rodaban colina abajo. Por ejemplo, justo antes de estar preparados y listos en el aparcamiento del exterior del Show de gemas y minerales de los estados montañosos, Webber miro a Flint y le dijo, “Tus puñeteras tetas son demasiado grandes.... “
Flint llevaba una especie de ronzal en traje largo, con correas que apretaban su cuello para mantener la delantera alta. Y si, sus tetas parecían grandes, pero Flint dijo que era el traje nuevo. Y Webber dijo, “No, no lo es. Tus tetas has ido creciendo durante los últimos cuatro estados.”
“Toda tu regañina,” dijo Flint, “ es solo porque son mas grandes que las tuyas.”
Y Webber dijo, realmente tranquilo desde la esquina de su boca con pintalabios, “Ex sargento de plantilla Flint Stedman, te estas volviendo una puñetera vaca sensiblera...”
Entonces las lentejuelas y los pelos de peluca empezaron a volar en todas direcciones. Aquella noche recaudaron una suma total de cero. Nadie quería aporrear un desastre tal que aquel, ya sangrando y arañado. Con los ojos ensangrentados y el rimmel todo corrido de llorar. Volviendo la vista atrás, aquella pelea de gatos casi da al traste con su misión.
La razón por la que este país no puede ganar una guerra es que estamos todo el rato luchando entre nosotros en vez de luchar contra el enemigo. Lo mismo que el congreso, que no deja hacer su trabajo a los militares. Webber y Flint no son mala gente, solo algo típico de lo que intentamos hacer resurgir. Toda su misión consiste en ocuparse del asunto del terrorismo, de ocuparse a base de bien. Y hacerlo cuesta dinero. Para tener a la chica de Flint en la escuela. Para poner sus manos sobre un jet. Conseguir drogas para poner fuera de combate al piloto regular de la compañía de alquiler. Todo eso requiere dinero en metálico.
La verdad sea dicha, las tetas de Flint se estaban volviendo un poco del tipo que asustan.
Aquí volando, reclinados en cuero blanco a 51,000 pies, ellos van al sur, hacia del mar rojo, camino de Judea, donde dejaran un recado. De los otros tipos que están ahora en el aire, cada uno de ellos con sus objetivos auto asignados, tienes que preguntarte como habrán conseguido su dinero, por que dolor y tortura habrán pasado.
Aun puedes ver donde Webber tenia sus orejas agujereadas y cuan estiradas hacia abajo y dadas de si están aun por aquellos balanceantes pendientes.
Mirando hacia atrás, la mayoría de las guerras de la historia fueron por la religión de alguien.
Esto es solo el ataque para acabar con todas las guerras. O al menos con la mayoría de ellas.
Después de que Flint tomara el control de sus tetas, actuaron de instituto en instituto, dondequiera que la gente bebiera cerveza sin nada que hacer. Por aquel entonces Flint tenia una retina desechada colgándole que le cegaba de un ojo. Webber tenia el 60 por ciento de perdida de audición debido a los redobles de su cerebro. Lesiones cerebrales traumáticas, las llamaron en la sala de emergencias. Ambos estaban con temblores, y necesitaban ambas manos para sostener el lápiz del rimel fijo. Ambos demasiado agarrotados para subirse la cremallera de la espalda de su propio traje. Temblando incluso con tacones medianos. Aun así, seguían en pie.
Cuando llegara la hora, cuando los jet de combate de los emiratos árabes unidos les persiguieran, Flint estaría demasiado ciego para volar, pero el estaría en la cabina de pilotaje con todo lo que había aprendido en las fuerzas aéreas.
Aquí, en la cabina de cuero blanco de su Gulfstream G550, Flint se saca a patadas sus botas, y las uñas de sus dedos descalzos aun están pintados de rosa pastel. Aun se puede oler un poco de perfume Chanel numero 5 mezclado con su BO.
En sus últimas actuaciones en Missoula, Montana, una chica salió de la multitud para decirles que eran odiosos fanáticos, que estaban provocando que crímenes odiosos y violentos se llevaran a cabo contra miembros de genero conflictivo desproporcionados de una sociedad pluralista pacifica.
Webber se quedo parado, interrumpiendo a la mitad la interpretación de “Buttons and Bows”, en la versión de Doris Day, no la empalagosa de Dinah Shore, llevando un enguate sin botones de satén azul con todo el pelo de su pecho, el de sus hombros y brazos, ondulándose de cadera a cadera como una exuberante boa con plumas negras y le pregunto a la chica, “Entonces, ¿Vas a comprar una ostia, o no?”
Flint, un paso mas allá, en el comienzo de la cola, cogiendo el dinero de la gente, dijo, “Da tu mejor golpe.” Dijo, “Mitad de precio para las pibas.”
La chica solamente los miraba mientras clackeaba con un pie en su zapato deportivo, con su boca apretada e inclinada hacia un lado de la cara.
Al final dijo, “¿Podéis imitar la canción de Titanic?” Y Flint cogió sus 10 pavos y le dio un abrazo. “Por ti,” dijo, “la podemos tocar toda la noche...”
Esa fue la noche en la que por fin alcanzaron los 50 de los grandes para la misión.
Ahora, fuera del jet, se puede ver como se vuelve marrón y dorada la línea costera de Arabia Saudí. Las ventanas del Gulfsream son de dos, de tres veces, del tamaño de las pequeñas ventanillas de los jets comerciales. Con solo mirar afuera al sol y el océano, todo lo demás se mezcla desde esta altura, y casi quisieras vivir, abortar toda la misión y poner rumbo a casa sin importar el desolador futuro.
Un Gulfstream lleva suficiente combustible para volar 6,750 millas náuticas, incluso con viento de proa del 85 por ciento. El objetivo solo va a necesitar 6,701, dejando justo el combustible en el jet para cargar su equipaje. Sus maletines y las diversas bolsas que Jenson ha cargado en Florida, donde aterrizaron por que el piloto empezó a sentirse mal. Esto ocurrió después de darle una taza de café. Tres Vicodins diluidos y mezclados en café cargado vuelven a la mayoría de la gente mareada, grogui, enferma. Así que aterrizaron. Descargaron al piloto de la compañía, y cargaron las bolsas. El Sr. Jenson monto el nitrato de amoniaco, y allí estaba la chica de Flint, Sheila, recién salida de la escuela de pilotos, y dispuesta para despegar.
Por la puerta abierta de la cabina de vuelo puedes ver a Sheila deslizando los auriculares hacia su cuello. Mirando atrás por encima de su hombro dice, “Acabo de oírlo por la radio. Alguien ha vertido un jet lleno de fertilizante sobre el Vaticano....”
“Adivina,” dice Webber.
Mirando por su ventana, espatarrado en su cuero blanco reclinable, Flint dice, “Tenemos compañía.” A ese lado del avión, pueden verse dos jets de combate. Flint les hace un saludo. El perfil de un piloto de combate: No hacen saludos. Y Webber mira al hielo derritiéndose en su vaso vacío y dice, “¿Dónde vamos?”
Desde la cabina de vuelo Sheila dice, “Los tenemos desde que volamos tierra adentro en Judea.” Ella se vuelve a poner los auriculares sobre sus oídos. Flint se va apoyando por el pasillo para llenar el vaso vacío de whisky, otra vez, y Flint dice, “¿Te suena de algo la meca, viejo amigo? ¿El al-Haram? ¿Qué tal la Ka’ba?”
Sheila, con una mano apretando el auricular contra un oído dice, “Tienen al Tabernáculo Mormon, el cuartel de la convención nacional Baptista, el muro de las lamentaciones, la cúpula de la roca, el hotel Beverly hills...”
Po no, dice Flint. El desarme no funciono. Las naciones unidas tampoco lo hicieron. Aun así, puede que esto lo haga. Con su amigo Jenson, nuestro Revendo SinDios, como único superviviente.
Webber dice, “¿Qué es lo que hay en el hotel Beberly Hills?” Y Flint rellena su vaso y dice, “El Dalai Lama...”
A aquella chica en Missoula, Montana, Webber le pidió el nombre y el numero aquella noche. Cuando llego la hora para todos ellos de escribir su ultima voluntad y testamento, Webber le dejo a aquella chica todo lo que tenia en el mundo, incluyendo el Mustang aparcado en el callejón de sus viejos, su colección de herramientas Craftsman y 14 bolsos de viaje con sus zapatos y complementos a juego.
Aquella noche, después de que ella pagara 50 pavos por patear el culo de Webber, la colegiala miro a su ojo blanco ciego tragado casi cerrado y sus labios rotos. El era tres años mayor que ella, pero parecía su abuela, y ella dijo, “Así que, ¿Por qué estáis haciendo esto?”
Y Webber se quito la peluca y todos los botones y rizos de pelo rubio incrustado en la sangre seca de su nariz y su boca. Webber dijo, “Todo el mundo quiere hacer del mundo un lugar mejor.”
Bebiendo su cerveza light, Flint miro a Webber. Meneando su cabeza dijo, “Tu cabron....” Dijo Flint, “¿Esa es mi peluca?”