Mi raza
*
Esa de racista está siendo una palabra confusa y hay que ponerla en claro.
E1 hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza
o a otra: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos. El negro, por negro,
no es inferior ni superior a ningún otro hombre; peca por redundante el blanco
que dice: "Mi raza"; peca por redundante el negro que dice: "Mi raza". Todo
lo que divide a los hombres, todo lo que especifica, aparta o acorrala es un pecado
contra la humanidad. ¿A qué blanco sensato le ocurre envanecerse de ser
blanco, y qué piensan los negros del blanco que se envanece de serlo y cree
que tiene derechos especiales por serlo? ¿Qué han de pensar los blancos del
negro que se envanece de su color? Insistir en las divisiones de raza, en las
diferencias de raza, de un pueblo naturalmente dividido, es dificultar la ventura
pública y la individual, que están en el mayor acercamiento de los factores
que han de vivir en común. Si se dice que en el negro no hay culpa aborigen ni
virus que lo inhabilite para desenvolver toda su alma de hombre, se dice la
verdad, y ha de decirse y demostrarse, porque la injusticia de este mundo es
mucha, y es mucha la ignorancia que pasa por sabiduría, y aún hay quien crea
de buena fe al negro incapaz de la inteligencia y corazón del blanco; y si a esa
defensa de la naturaleza se la llama racismo, no importa que se la llame así,
porque no es más que decoro natural y voz que clama del pecho del hombre
por la paz y la vida del país. Si se aleja de la condición de esclavitud, no acusa
inferioridad la raza esclava, puesto que los galos blancos, de ojos azules y cabellos
de oro, se vendieron como siervos, con la argolla al cuello, en los mercados
de Roma; eso es racismo bueno, porque es pura justicia y ayuda a quitar
prejuicios al blanco ignorante. Pero ahí acaba el racismo justo, que es el dere14
cho del negro a mantener y a probar que su color no le priva de ninguna de las
capacidades y derechos de la especie humana.
E1 racista blanco, que le cree a su raza derechos superiores, ¿qué derechos
tiene para quejarse del racista negro que también le vea especialidad a su
raza? El racista negro, que ve en la raza un carácter especial, ¿qué derecho tiene
para quejarse del racista blanco? El hombre blanco que, por razón de su
raza, se cree superior al hombre negro, admite la idea de la raza y autoriza y
provoca al racista negro. El hombre negro que proclama su raza, cuando lo
que acaso proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual
de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco. La paz pide los
derechos comunes de la naturaleza; los derechos diferenciales, contrarios a la
naturaleza, son enemigos de la paz. El blanco que se aísla, aísla al negro. El
negro que se aísla, provoca a aislarse al blanco.
En Cuba no hay temor a la guerra de razas. Hombre es más que blanco,
más que mulato, más que negro. En los campos de batalla murieron por Cuba,
han subido juntas por los aires, las almas de los blancos y de los negros. En la
vida diaria de defensa, de lealtad, de hermandad, de astucia, al lado de cada
blanco hubo siempre un negro. Los negros, como los blancos, se dividen por
sus caracteres, tímidos o valerosos, abnegados o egoístas, en los partidos diversos
en que se agrupan los hombres. Los partidos políticos son agregados de
preocupaciones, de aspiraciones, de intereses y de caracteres. Lo semejante
esencial se busca y halla por sobre las diferencias de detalle; y lo fundamental
de los caracteres análogos se funde en los partidos, aunque en lo incidental o
en lo postergable al móvil común difieran. Pero en suma, la semejanza de los
caracteres, superior como factor de unión a las relaciones internas de un color
de hombres graduado y en su grado a veces opuesto, decide e impera en la
formación de los partidos. La afinidad de los caracteres es más poderosa entre
los hombres que la afinidad del color. Los negros, distribuidos en las especialidades
diversas u hostiles del espíritu humano, jamás se podrán ligar, ni desearán
ligarse, contra el blanco, distribuido en las mismas especialidades. Los
negros están demasiado cansados de la esclavitud para entrar voluntariamente
en la esclavitud del color. Los hombres de pompa e interés se irán de un lado,
blancos o negros; y los hombres generosos y desinteresados se irán de otro.
Los hombres verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura,
por el gusto del mérito y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos,
negro o blanco. La palabra racista caerá de los labios de los negros que la
usan hoy de buena fe, cuando entiendan que ella es el único argumento de apariencia
válida y de validez en hombres sinceros y asustadizos, para negar al
negro la plenitud de sus derechos de hombre. Dos racistas serían igualmente
culpables: el racista blanco y el racista negro. Muchos blancos se han olvidado
ya de su color, y muchos negros. Juntos trabajan, blancos y negros, por el cultivo
de la mente, por la propagación de la virtud, por el triunfo del trabajo
creador y de la caridad sublime.
En Cuba no hay nunca guerra de razas. La República no se puede volver
atrás; y la República, desde el día único de redención del negro en Cuba, desde
la primera constitución de la independencia el 10 de abril en Guáimaro, no
habló nunca de blancos ni de negros. Los derechos públicos, concedidos ya de
pura astucia por el Gobierno español e iniciados en las costumbres antes de la
independencia de la Isla, no podrán ya ser negados, ni por el español que los
mantendrá mientras aliente en Cuba para seguir dividiendo al cubano negro
del cubano blanco, ni por la independencia. que no podría negar en la libertad
los derechos que el español reconoció en la servidumbre.
Y en lo demás, cada cual será libre en lo sagrado de la casa. El mérito,
la prueba patente y continua de cultura y el comercio inexorable acabarán de
unir a los hombres. En Cuba hay mucha grandeza en negros y blancos.
Esa de racista está siendo una palabra confusa y hay que ponerla en claro.
E1 hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza
o a otra: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos. El negro, por negro,
no es inferior ni superior a ningún otro hombre; peca por redundante el blanco
que dice: "Mi raza"; peca por redundante el negro que dice: "Mi raza". Todo
lo que divide a los hombres, todo lo que especifica, aparta o acorrala es un pecado
contra la humanidad. ¿A qué blanco sensato le ocurre envanecerse de ser
blanco, y qué piensan los negros del blanco que se envanece de serlo y cree
que tiene derechos especiales por serlo? ¿Qué han de pensar los blancos del
negro que se envanece de su color? Insistir en las divisiones de raza, en las
diferencias de raza, de un pueblo naturalmente dividido, es dificultar la ventura
pública y la individual, que están en el mayor acercamiento de los factores
que han de vivir en común. Si se dice que en el negro no hay culpa aborigen ni
virus que lo inhabilite para desenvolver toda su alma de hombre, se dice la
verdad, y ha de decirse y demostrarse, porque la injusticia de este mundo es
mucha, y es mucha la ignorancia que pasa por sabiduría, y aún hay quien crea
de buena fe al negro incapaz de la inteligencia y corazón del blanco; y si a esa
defensa de la naturaleza se la llama racismo, no importa que se la llame así,
porque no es más que decoro natural y voz que clama del pecho del hombre
por la paz y la vida del país. Si se aleja de la condición de esclavitud, no acusa
inferioridad la raza esclava, puesto que los galos blancos, de ojos azules y cabellos
de oro, se vendieron como siervos, con la argolla al cuello, en los mercados
de Roma; eso es racismo bueno, porque es pura justicia y ayuda a quitar
prejuicios al blanco ignorante. Pero ahí acaba el racismo justo, que es el dere14
cho del negro a mantener y a probar que su color no le priva de ninguna de las
capacidades y derechos de la especie humana.
E1 racista blanco, que le cree a su raza derechos superiores, ¿qué derechos
tiene para quejarse del racista negro que también le vea especialidad a su
raza? El racista negro, que ve en la raza un carácter especial, ¿qué derecho tiene
para quejarse del racista blanco? El hombre blanco que, por razón de su
raza, se cree superior al hombre negro, admite la idea de la raza y autoriza y
provoca al racista negro. El hombre negro que proclama su raza, cuando lo
que acaso proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual
de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco. La paz pide los
derechos comunes de la naturaleza; los derechos diferenciales, contrarios a la
naturaleza, son enemigos de la paz. El blanco que se aísla, aísla al negro. El
negro que se aísla, provoca a aislarse al blanco.
En Cuba no hay temor a la guerra de razas. Hombre es más que blanco,
más que mulato, más que negro. En los campos de batalla murieron por Cuba,
han subido juntas por los aires, las almas de los blancos y de los negros. En la
vida diaria de defensa, de lealtad, de hermandad, de astucia, al lado de cada
blanco hubo siempre un negro. Los negros, como los blancos, se dividen por
sus caracteres, tímidos o valerosos, abnegados o egoístas, en los partidos diversos
en que se agrupan los hombres. Los partidos políticos son agregados de
preocupaciones, de aspiraciones, de intereses y de caracteres. Lo semejante
esencial se busca y halla por sobre las diferencias de detalle; y lo fundamental
de los caracteres análogos se funde en los partidos, aunque en lo incidental o
en lo postergable al móvil común difieran. Pero en suma, la semejanza de los
caracteres, superior como factor de unión a las relaciones internas de un color
de hombres graduado y en su grado a veces opuesto, decide e impera en la
formación de los partidos. La afinidad de los caracteres es más poderosa entre
los hombres que la afinidad del color. Los negros, distribuidos en las especialidades
diversas u hostiles del espíritu humano, jamás se podrán ligar, ni desearán
ligarse, contra el blanco, distribuido en las mismas especialidades. Los
negros están demasiado cansados de la esclavitud para entrar voluntariamente
en la esclavitud del color. Los hombres de pompa e interés se irán de un lado,
blancos o negros; y los hombres generosos y desinteresados se irán de otro.
Los hombres verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura,
por el gusto del mérito y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos,
negro o blanco. La palabra racista caerá de los labios de los negros que la
usan hoy de buena fe, cuando entiendan que ella es el único argumento de apariencia
válida y de validez en hombres sinceros y asustadizos, para negar al
negro la plenitud de sus derechos de hombre. Dos racistas serían igualmente
culpables: el racista blanco y el racista negro. Muchos blancos se han olvidado
ya de su color, y muchos negros. Juntos trabajan, blancos y negros, por el cultivo
de la mente, por la propagación de la virtud, por el triunfo del trabajo
creador y de la caridad sublime.
En Cuba no hay nunca guerra de razas. La República no se puede volver
atrás; y la República, desde el día único de redención del negro en Cuba, desde
la primera constitución de la independencia el 10 de abril en Guáimaro, no
habló nunca de blancos ni de negros. Los derechos públicos, concedidos ya de
pura astucia por el Gobierno español e iniciados en las costumbres antes de la
independencia de la Isla, no podrán ya ser negados, ni por el español que los
mantendrá mientras aliente en Cuba para seguir dividiendo al cubano negro
del cubano blanco, ni por la independencia. que no podría negar en la libertad
los derechos que el español reconoció en la servidumbre.
Y en lo demás, cada cual será libre en lo sagrado de la casa. El mérito,
la prueba patente y continua de cultura y el comercio inexorable acabarán de
unir a los hombres. En Cuba hay mucha grandeza en negros y blancos.
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