El Club del Ataúd --- Ellen Schreiber
"Para ser miembro de nuestro club tienes que pagar un alto precio."
—Phoenix Slater.
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Jên ~ VaMpi®e
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1. Alma que lleva el diablo.
2 Deadhead.
3. La Casa Señorial.
4. Regreso al Club del Ataúd.
5. Las catacumbas.
6. Sueños de Mazmorra.
7. Bailando con la Muerte.
8. La gótica que llevas dentro.
9. La Noche de la Salida de los Demonios.
10. Foto perfecta.
11. El Círculo de los cultivos.
12. Una cita con un vampiro.
13. La Mazmorra.
14. Secretos revelados.
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1. Alma que lleva el diablo.
Salí disparada de clase como alma que lleva el diablo.
La campana de Dullsville High sonó por última vez, señalando el final del año y fui la primera estudiante en llegar a su taquilla. Normalmente, el sonido de la campana me ponía de los nervios como un pájaro carpintero que martillea sobre un sicómoro, pero esta vez el zumbido era tan melodioso como el sonido de un clavicordio. Señalaba una cosa: las vacaciones de verano.
Estas cuatro palabras cayeron sobre mi lengua como el sabroso y dulce néctar de las madreselvas en flor. ¿No son todas las vacaciones dulces? Claro. Sin embargo, las vacaciones de verano derrotaban a sus hermanas—las vacaciones de primavera e invierno. Las vacaciones de verano las superan a ellas con creces por sus incomparables ventajas—dos meses y medio, libres de libros de texto, maestros, y tormentos. Ni castigos, conferencias, y exámenes. Sé acabó el pasar ocho horas al día dentro de los confines de Dullsville High, siendo la única chica gótica en una escuela llena de pijos, o el intentar no quedarme dormida apoyando la cabeza en el pupitre de madera. Y lo más importante, podría dormir hasta tarde. Al igual que un vampiro.
Las esposas rojas y blancas de la escuela se habían soltado de mis muñecas.
Iba tan apurada que ni esperé a la estudiante modelo y mi mejor amiga, Becky. Esta sería la última vez que tendría que recordar, u olvidar, como me pasaba muy a menudo, los números de la cerradura. Libros de texto, cuadernos, envolturas de caramelos, y CDs llenaban la pequeña taquilla de metal. Siempre igual, esperé hasta el último momento para limpiarlo a fondo. A diferencia de otras taquillas que tenía fotografías reales de las parejas, miré fijamente los dibujos que Alexander me había pintado y con los que me había sorprendido colocándolos en mi taquilla. Los miré fijamente con adoración y cuidadosamente despegué uno, cuando me di cuenta del enorme desorden que tenía frente a mí. Calculé que necesitaría una carretilla para transportar todo hasta el camión de Becky, sin embargo arrastré hasta la taquilla un cubo de basura abollado y arrojé todo aquello que no hubiese pagado.
"¡El verano está aquí! ¿Puedes creerlo? "Dijo Becky, acercándose a mí. Nos agarramos las manos y chillamos como si acabásemos de conseguir las entradas para un concierto del cual ya se habían agotado todas.
"¡Por fin!" Exclamé. "No más faltas por llegar tarde o llamadas a mis padres por llevar vestimenta inapropiada".
Becky abrió su taquilla, que ya había sido limpiada. Las fotos de Matt y de ella las había colocado en un álbum de recuerdos con títulos de colores, hermosas esquinas, y pegatinas en forma de corazón. Examinó su taquilla vacía por si había olvidado algo.
"Parece que incluso le has quitado el polvo," bromeé.
"Este va a ser el mejor verano que haya habido nunca, Raven. Este es el primer verano en el que ambas tenemos novios. Y pensar, que estaremos tumbadas junto a la piscina con los chicos mas buenos de Dullsville".
Despegué un dibujo de Alexander y yo en frente del restaurante Hatsy que todavía estaba pegado en el interior de la puerta de mi taquilla. Las estrellas brillaban sobre nosotros y el resplandor de la luna nos iluminaba.
"Bueno, uno de nosotros no podrá", dije. Y no me refería al hecho de que mi novio no podría estar bajo el sol.
Tenía un problema aún mayor—ni siquiera estaba en Dullsville.
Becky debió de entender mi expresión melancólica. "Apuesto a que Alexander estará de regreso en cualquier momento para tener un picnic contigo en el cementerio", intentó animarme Becky con una sonrisa brillante.
Alexander y su escalofriante pero amable mayordomo, Jameson, habían llevado al enfermizo preadolescente vampiro, Valentine Maxwell, a Hipsterville con la esperanza de reunirlo con sus infames hermanos draculine, Jagger y Luna. Después de que Valentine intentase hundir sus diminutos colmillos en mi hermano pequeño Billy, el y su mejor amigo, Henry, comenzaron a preguntar sobre su posible identidad nocturna. Mientras que Alexander estaba arriba en su habitación del ático cuidando del enfermo chico con los brebajes rumanos de Jameson, descifré y confirmé la ubicación de Jagger y Luna—el Club del Ataúd. Y con eso, Alexander se vio obligado a dejarme atrás en Dullsville mientras el reunía a Valentine con sus hermanos mayores. Alexander me había prometido que iba a volver a Dullsville dentro de poco. Sin embargo, lo que pensábamos que sería una visita de una noche a Hipsterville se había convirtió en dos, después en tres días. Y luego en más.
El seductor vampiro rumano que estudiaba en casa, Alexander, había llenado de vida mi oscuro mundo. Mientras la vieja mansión solitaria seguía vacía de sus habitantes sobrenaturales, empecé a echar de menos sus detalles—la forma en que me retiraba el pelo de la cara o tocaba el encaje de mi falda con sus blancos dedos. Extrañaba sus soñadores ojos marrones chocolate, su brillante y sexy sonrisa, sus sensibles labios presionando los míos.
En las noches a la luz de la luna, en lugar de animar a regañadientes al equipo de futbol de la escuela, a menudo visitaba la mansión vacía, me sentaba en sus esqueléticos árboles, en las puertas de hierro forjado, o en las desiguales escaleras de cemento llenas de maleza. Otras veces, pasaba el rato en el gazebo donde Alexander y yo habíamos compartido románticos postres y besos robados.
Estaba segura de que en cualquier momento vería los faros del Mercedes de Jameson iluminando la sinuosa entrada, pero cada noche me iba sola a casa, en la entrada no aparecía ningún vehículo parecido a un coche fúnebre.
Taché cada día que pasaba en mi calendario de Emily the Strange con una gigante X negra. Estaba empezando a parecerse al tres en raya, pero con un solo jugador. De vez en cuando sonaba el timbre, y cuando eso sucedía, me lanzaba a la carrera hacia la puerta con la esperanza de encontrarme a Alexander con sus brazos abiertos, que me cogía y me daba un apasionado beso. Pero, en lugar de encontrarme a mi novio, saludaba a una mujer de Flower Power que me traía un ramo de rosas. Mi oscurecido dormitorio estaba empezando a parecerse a la funeraria de Dullsville.
Con cada día que pasaba, me pregunta qué le podía estar llevando tanto tiempo. ¿Estaba una vez más protegiéndome de algo peligroso e infernal? Mi novio, siempre envuelto en un halo de misterio, sólo hacia que lo amara aun más.
Guarde el dibujo en mi mochila y, entonces, descubrí algo junto a ellos—mi pulsera de alambre de púas del Club del Ataúd.
El Club del Ataúd. El gótico local nocturno más frecuentado en Hipsterville. Había tropezado con la guarida cuando visité la extravagante ciudad hace unos meses. A diferencia de cualquier otro club en el que yo alguna vez hubiese estado, el Club del Ataúd era la antítesis de Dullsville High. Era el primer lugar en el que verdaderamente encajaba, los mismos gustos, estilo y actitud. Había soñado con volver allí del brazo de Alexander. Sólo que ahora yo estaba a kilómetros de distancia de mi chico y de mi club nocturno favorito.
Despegué el dibujo en donde estábamos bailando en el campo de golf de Dullsville.
Daría cualquier cosa por estar bailando con Alexander de nuevo. Imaginé un dibujo del que solo yo podría entender que se añadiera a mi colección: uno de Alexander y yo bailando debajo de los pálidos maniquís que estaban colgados en del Club del Ataúd.
Justo entonces Matt interrumpió mi sueño, le dio un besito rápido a Becky en el cuello, —otra cosa más que extrañaba desesperadamente de Alexander.
Becky tenía razón. Sabía que vería Alexander de nuevo—sólo era cuestión de tiempo. Pero cada vez estaba más intranquila.
"Pensé que ya lo tendrías limpio desde hace días," dijo Matt. "¿Necesitas ayuda?"
"Gracias, pero quiero saborear este momento. Me reuniré con vosotros en la entrada".
Mientras mi pareja favorita se encaminaba hacia el exterior, un grupo de chicas que llevaban bolsos y zapatos de diseño pasaron a mi lado como si estuviesen desfilando por una pasarela, hablando de viajes a Europa y de los campamentos y escuelas de diseño a los que asistirían.
Yo sólo esperaba no tener que regresar de nuevo a un lugar, —Dullsville High.
El cálido aire del verano entraba a través de las puertas y las ventanas abiertas de las clases. Me sentía mejor. Arrojé la mochila sobre el hombro y caminé rápidamente por entre las puertas de las aulas.
Estaba a unos pocos metros de la libertad. A punto de abrir las puertas de la entrada cuando alguien se puso delante de mí.
Nada podría estropear mi estado de ánimo de hoy—no en mi día favorito del año. Bueno, casi nada. Trevor Mitchell, mi Némesis de toda la vida y una espina clavada en mi espalda, me estaba mirando fijamente. "¿No creerías, que te dejaría salir sin decirme adiós?"
"Apártate antes de que mis botas entren en contacto con tus espinillas", le advertí.
"No he visto al Chico Monstruo durante semanas. ¿Lo tienes enterrado en algún lugar especial? "
"Sal de mi camino antes de que llame a la morgue. Creo que tienen una vacante. "
"Realmente voy a extrañar no verte todos los días." Trevor me miró fijamente durante demasiado tiempo, mientras se daba cuenta de lo que había dicho. Podría decir que estaba tan sorprendido y serio como lo estaba yo.
"Estoy segura de que no lo harás. Tendrás un montón de socorristas guapísimas con sus bronceados que te mantendrán ocupado. "
"Pero ¿qué vas a hacer tu? He oído que el Chico Monstruo ha abandonado la ciudad. Para siempre. Lo que te dejará sola en la ciudad durante todo el verano. "
Odiaba que hubiese comenzado un rumor acerca de que Alexander se ha ido.
"Él no se ha marchado… para siempre", le defendí. "Va a regresar. Pero realmente no importa porque voy a verlo. Pasaremos el verano, juntos fuera de la ciudad y lejos de ti. "
Le estaba mintiendo, pero la idea de ver a Trevor con una socorrista en cada brazo a la vez que se burlaba de mí mientras yo esperaba sola en la Mansión había hecho hervir mi sangre mortal.
Mi desafío no frustró a Trevor. Simplemente lo ánimo más.
"Entonces ¿qué tal un beso?", Dijo con una sonrisa sexy. "¿Algo para que me recuerdes?" Aunque tenía algunas pistas de lo que Trevor sentía por mi, por lo que me había contado Valentine, todavía tenía mis sospechas. No sabía lo que estaba pasando en la cabeza de Trevor, y mucho menos en su corazón. Ni siquiera estaba segura de que tuviese uno. Trevor era magnífico—no hay duda. Sus ojos verdes y su rostro cincelado podrían fácilmente aparecer en la portada del Sports Illustrated. Pero no estaba segura de si le gustaba realmente a Trevor o simplemente le gustaba meterse conmigo. De cualquier manera, no se apartó de mi camino y en cambio se inclinó poco a poca hacia mí. Sólo había un chico al que yo besaría y ese era Alexander.
Empujé su pecho con mi mano.
Trevor me lanzó una mirada lasciva con una sonrisa sexy. Cuanto más le rechazaba mas le gustaba. Yo era el último oponente de Trevor y el siempre estaba desesperado por una nueva partida.
Hice una pausa durante un momento y miré fijamente al chico que me había atormentado desde el jardín de infancia. Trevor era realmente la única persona que me había prestado atención en la escuela, además de Becky. No estaba segura de si también lo extrañaría al no verlo todos los días.
"Te daré algo para que me recuerdes", le dije. "La parte de atrás de mi cabeza."
Lo empujé hacia atrás y me escapé por la puerta hacia la libertad.
Salí de Dullsville High y me adentré en el brillante resplandor del sol.
El curso quedaba atrás. En general, había sido el mejor año de mi vida, porque había encontrado, salido, bailado, y me había enamorado de Alexander Sterling.
Los estudiantes se encaminaban a sus casas o entraban en los lujosos coches de sus padres, preparándose para iniciar sus meses de diversión al sol con personas como ellos. Había pasado el año escolar rodeada de personas como Trevor.
Mi Némesis me había forzado a abrir los ojos. Había llegado el momento de estar con la gente que era como yo. No iba a pasar el verano sin Alexander, y mucho menos otro día.
Solo había una cosa ahora que nos mantenía alejados. Yo.
Y esto se solucionaría fácilmente con una llamada telefónica.
2 Deadhead.
Hacia poco más de un par de meses que me había despedido de mi madre en Greyhound, la parada de autobuses en Dullsville y que había cogido un autobús a Hipsterville para visitar a la hermana hippie de mi padre, la tía Libby.
Hoy me encontraba en un Prozac High, contentísima de volver a la extravagante ciudad de Hipsterville—hogar de las excepcionales cafeterías con tazas de café hechas a mano y bollos frescos, tiendas góticas, y el absolutamente mórbido Club del Ataúd. Estaba emocionada de ver a la tía Libby de nuevo, pero más importante aún, estaba solo a un par de horas de volver a reunirme, o eso esperaba, con mi único novio vampiro.
Pasé el viaje en autobús garabateando en mi diario de Olivia Outcast, imaginando mi encuentro con Alexander. Nos encontraríamos en el interior del Club del Ataúd, donde pálidos maniquíes con alas de murciélago colgaban del techo y una fantasmal niebla impregnaba el aire. Alexander me esperaría en el centro de la atestada pista de baile, con una rosa negra. Correría a sus brazos y el me abrazaría como si fuese su gótica Julieta. Se inclinaría hacia mí y me saludaría con un largo y seductor beso, enviándome escalofríos desde la cabeza hasta las botas. Bailaríamos toda la noche bajo los sonidos de los retorcidos esqueletos hasta que las piernas ya no pudiesen sostenerme. Alexander y yo nos aventuraríamos dentro del diminuto cementerio de una iglesia, nos meteríamos dentro de una cripta vacía, donde nos esperaría un ataúd. Cerraríamos la tapa a nuestra noche y nos acurrucaríamos juntos en la oscuridad.
Estaba a medio episodio de The Munsters en el iPod que Billy Boy me había préstamo (o más bien sobornado) cuando me di cuenta de que estaba a unos pocas millas de la entrada de Hipsterville.
La última vez que llegué a Hipsterville, era un día soleado con unas nubes azules sobre la ciudad. Esta vez había unas nubes siniestras y caía un fuerte aguacero.
Me puse mi capucha que tenía dibujada una calavera mientras el conductor, sin inmutarse por la lluvia, descarga de maletas del maletero del autobús. Por último, vi mi maleta, la agarré, y me agrupé con el resto de pasajeros debajo del refugio que otorgaba la parada del autobús. Una cosa no había cambiado—no podía encontrar a la tía Libby por ningún lado.
Observé como poco a poco cada viajero era recogido hasta que fui la única a la que habían dejado abandonada mientras esperaba en la parada. Cuando me aburrí de golpear los charcos con mis botas, me dirigí a la tienda veinticuatro horas que estaba a escasos metros de distancia. Revisé los pasillos en busca de cualquier chica hippie con aroma de popurrí o alguna mujer que usara sandalias de Nairobi y una falda teñida. Lamentablemente, lo único que vi fueron algunos camioneros y al hambriento conductor del autobús.
Mis nervios por encontrar a mi tía Libby crecían. Ella y yo éramos personas incomprendidas en el clan Madison. Mi tía vivía de un modo poco convencional, trabajaba como camarera en un restaurante vegetariano para costearse su carrera como actriz. Era un espíritu libre, y Hipsterville era una ciudad donde ella podía ser vegetariana, vestir como quisiera, y ser libre. A pesar de que teníamos gustos diferentes, siempre me sentí vinculada a ella por que compartimos la pasión por ser diferentes.
Diez minutos más tarde, la tía Libby todavía no aparecía por ninguna parte. Tal vez estaba en un ensayo o rellenando los saleros en el restaurante. Podía sentir la mirada del tatuado cajero. No quería aparentar que estaba holgazaneando, que era lo que hacia, o robando, que era lo que no estaba haciendo. Mi estómago comenzó a gruñir. Me dirigí al pasillo de los dulces, y cuando estaba debatiéndome sobre que caramelo azucarado me iba a comprar, sentí que me tocaban el hombro. Me di la vuelta. Una hermosa señora que llevaba puestos unos pantalones apretados con una chaqueta de la inmobiliaria Happy Homes, y con la misma sonrisa que mi padre estaba de pie delante de mí.
"¿Tía Libby?" Pregunté, confusa.
"¡Raven! ¡Estoy encantada de verte!" Me dio un fuerte abrazo y pude sentir como su empapado rostro mojaba el mío. "Espero no haber llegado muy tarde."
"Acabo de llegar", mentí.
"Apuesto a que estás hambrienta. Podemos parar y tomar un bocado. Tomé el resto del día libre." Cogió mi maleta y nos apresuramos hacia su Escarabajo de época.
No pude evitar mirar a mi tía, que había cambiado su traje de camarera por el de una inmobiliaria, mientras nos abrochábamos los cinturones.
"¿Sorprendida de verme en un traje?" Preguntó, evidentemente, leyendo mis pensamientos.
"Creo que nunca te había visto sin las sandalias y sin una flor en el pelo", bromeé.
"Pensé que era el momento de conseguir un trabajo de verdad", confesó. "No me molesté en decírselo a tu padre. No he estado trabajando durante mucho tiempo y ya me he cogido medio día.” Se rió. "Quien sabe cuanto me dudará este."
Arrancó el coche y el motor golpeteaba mientras cruzábamos el centro histórico de la ciudad.
La tía Libby era un espíritu independiente, me sentía decepcionada y triste de que hubiese renunciando a su sueño. No quería que ella cambiase, ni tampoco yo quería cambiar. Me preguntaba, si ya que la tía Libby había dejado sus pasiones, ¿lo haría yo también?
"¿Has dejado de actuar?", Le pregunté.
"No, esta en mi sangre", dijo. "De hecho, estoy haciendo un recital. Puedes quitar a la chica de actuar, pero no las ganar de actuar de la chica. "
Me sentí aliviada. "Un recital... Eso es grandioso. Muy pronto tendrás tu propio Oscar".
La tía Libby se rió en silencio, pero después se puso seria. Llovía a cantaros y el rústico limpiaparabrisas luchaba por apartarla mientras nos dirigimos hacia su apartamento.
Sentía algo extraño mientras miraba por la ventana. Una inquietante sombra cubrió la ciudad mientras la atravesábamos. Me pareció ver unos murciélagos volar sobre una iglesia.
"Vaya... Esos parecen ..."
"¿Murciélagos?"
"Sí".
"Había un nido de ellos en una de las casas que teníamos en venta. ¡Te habría encantado! "
"Impresionante".
"Te hubiera encantado esta casa pero la acaban de alquilar".
"¿En serio? ¿Es horripilante? "
"Completamente. Se trata de una casa señorial medio en ruinas".
"¿Una casa señorial?", Le pregunté. No podía ser la que Alexander y Jameson habían ocupado la última vez que habían estado aquí.
"Sí", respondió mi tía.
"Bueno, debe haber muchas en esta ciudad", le insinué.
"No demasiadas. Y no como esta".
"¿Qué quieres decir?"
"Ha estado abandonada durante años. El césped de la parte de atrás esta completamente lleno de malas hierbas, y creo que los pisos tendrían que ser arreglados, pero al nuevo inquilino no parece importarle. "
"¿Es la de Lennox Hill Road?"
"Sí". ¿Cómo lo sabes? "
"Uh... Recuerdo haber visto fotos de ella en unos documentos la última vez que estuve aquí", mentí.
"Parece una casa en la que te encantaría vivir. No me sorprendería si entras a hurtadillas."
Si alguien había alquilado la casa señorial, entonces, ¿donde se quedaban Alexander y Jameson? ¿Cómo los encontraría?
"¿Aún tienes la llave? Tal vez pueda darme un paseo".
"No, el hombre que lo alquiló tiene la llave".
"¿Qué aspecto tiene?"
Mi tía parecía desconcertada.
"Me preguntaba qué tipo de hombre alquilaría una casa señorial. Tal vez un príncipe o un ejecutivo de alto nivel".
"Este hombre no era un príncipe, pero era todo un caballero. Era realmente escalofriante, —en el sentido morboso de la palabra. Supongo que es por eso por lo que le gustó la casa. "
"¡Jameson!" se me escapó al mismo tiempo que la tía Libby daba un bocinazo y frenaba en seco.
Un gorrión salió volando rápidamente delante de nosotras.
"Frené por el pájaro", dijo con una sonrisa.
Me pregunta por qué Jameson alquilaría la casa señorial. ¿Pensaban quedarse indefinidamente? Mi corazón se hundió. Entonces me acordé de las palabras de Alexander: "Volveré pronto." Entonces ¿que mantenía a mi novio aquí?
Llegamos a la calle arbolada donde vivía mi tía y ella con confianza, o tontamente, metió su escarabajo en un diminuto espacio entre un camión y una scooter de color naranja. Aseguró su volante con un candado. Abrió la puerta de la entrada del edifico de apartamentos de 1940, su buzón de correo, y la seguí hasta la puerta de su apartamento. La tía Libby tenía tantas llaves como el portero de Dullsville High.
El olor del incienso de lavanda se filtró a través de las grietas de la puerta del apartamento antes de que entráramos. Una vez dentro, una ráfaga de aromas florales me golpeó como si acabase de entrar en un invernadero de flores.
Aunque la tía Libby había cambiado su forma de vestir, la decoración de su apartamento seguía igual. Aunque había un montón de manuales de inmobiliarias en una mesa, los años sesenta y setenta todavía gobernaban el apartamento de un dormitorio. Cortinas de cuentas colgaban del marco de la puerta de su dormitorio y velas medio derretidas se alineaban por cada espacio disponible, desde la chimenea hasta el suelo.
Mientras me cambiaba la ropa empapada por la lluvia por una seca en el diminuto baño de la tía Libby, pensaba como sería mi vida si no encontraba a Alexander. ¿En que me convertiría? Dullsville era demasiado aburrido para una chica como yo. Probablemente terminaría en Hipsterville en un apartamento similar al de mi tía, sólo que tendría candelabros que goteaban cera, cortinas de encaje negro, y una gárgola en la cabecera de mi cama.
Sin embargo, ¿Para que quería todo esto si no podía compartirlo con Alexander? Viviría como quisiera y tal vez trabajaría como camarera en el Club del Ataúd noche tras noche. Sentí una punzada de soledad por mi tía—que había comido, dormido y vivido sola durante tantos años que no los podía recordar. En lugar de ser arrastrada por su estilo de vida independiente, la tía Libby parecía prosperar. Hacía un recital y tenía un amplio círculo de amigos en su comunidad del teatro. Era magnífica. Y con su figura podría conseguir a cualquier hombre que quisiera.
Me puse de nuevo mi sombra de ojos color chocolate y me sequé el pelo húmedo con una toalla. Olí la salsa teriyaki y me encontré a la tía Libby—la que había conocido siempre, vestida con unos pantalones vaqueros bordados y unas chancletas con brillantes, tenía un top sin mangas ni espalda debajo de su camisa de lino—revolviendo la salsa en una cazuela.
Suspiré, aliviada de que mi tía hubiese regresado a su Deadhead interior.
Nos sirvió los platos saludables. Nos sentamos en su mesita del café, en grandes y desiguales mullidos cojines, rodeada de velas, incienso, y una comida picante asiática.
"¡Creo que me voy a casar!" Anunció de repente. "Me moría por decírtelo."
"¿En serio?" Le pregunté, sorprendida. "¡Felicidades! Papá no mencionó..."
"Bueno, está bien, no es oficial ni nada. De hecho, aún no hemos salido oficialmente. Me reuní con él ayer por la noche. "
La cara de Tía Libby se enrojeció. Agarró un bolso marrón de vagabundo que estaba sobre su futón de cachemira y sacó un monedero multicolor bordado con cuentas. Lo abrió y me enseño una servilleta de papel. Había un nombre y un número de teléfono escrito en ella. "¿Tiene una hermosa letra, verdad?"
"Devon. Eso es un nombre fantástico. "
"No puedo esperar para contártelo todo sobre el."
"¡Cuéntamelo todo!"
"Tiene unos ojos azules profundos y el pelo con algunas canas".
"Parece de ensueño".
"Lo vi entre el público mientras estaba en el escenario. Apenas podía verlo porque estaba debajo de las luces de los focos. Tiene la mirada azul más penetrante que he visto nunca. Nuestros ojos se encontraron y me olvidé de mi texto. Me quedé allí de pie, congelada, por lo que parecían horas. Tenía una mirada hipnótica. "
Me reí. La tía Libby era como una adolescente enamorada de dieciséis años.
"Cuando el show terminó, me estaba esperando. Teníamos una conexión tan intensa como nunca la había sentido antes. "
"Sé exactamente lo que quieres decir. Así es como me siento acerca de Alexander. Por eso tuve que venir aquí... ".
"¿Venir aquí?" Preguntó.
"Eh... sí, necesitaba contártelo."
"Sé lo que quieres decir. Estoy que reviento por hablar de él, pero no tengo mucho que contarte—además de que es guapísimo! "
"Estoy segura de que voy a estar llamándole tío Devon en unos días. ¿Puedo usar negro en tu boda? "
"No te quiero de otro color. Tenemos una cita dentro de unos días y tienes que venir".
"¿Va a salir con el por primera vez y vas a llevarme? ¿A tu sobrina obsesionada por los vampiros? No creo que sea buena idea".
"Tienes que venir. Estoy deseando verlo... y no puedo dejarte aquí sola".
"Por supuesto que puedes. Pero podemos hablar de esto mañana. "
Acabábamos de colocar los platos en el fregadero cuando la tía Libby miró la hora.
"Tengo una clase esta noche. Tenía la esperanza de que me acompañases."
"Bueno... yo..."
"No tengo por que ir."
"No, no quiero que te la pierdas por mi culpa".
"Es una clase magistral. De lo contrario, no iría".
"Por favor, ve. Estaré bien." No sería capaz de cruzar la ciudad y tratar de ponerme en contacto con Alexander si estaba atrapada en una clase toda la noche.
"Lo pensaré mientras me preparo."
Mientras que la tía Libby se preparaba para ir a la clase, estiré mis piernas en su futón y encendí la TV de diecinueve pulgadas que tenía un cactus encima. La televisión sólo recibía los canales locales y el color desaparecía y volvía a voluntad.
"¿Cómo puedes vivir sin cable?" pregunté, frustrada.
Puse las noticias locales. Normalmente la habría apagado rápidamente y le hubiese mandado mensajes a Becky para contarle sobre mi llegada. Pero algo captó mi atención.
"Hola, soy Ana Ramírez, informándoles en directo. Estoy con Fred Sears, propietario de una granja de cultivo que descubrió un círculo en su campo de trigo. Esta es la segunda en este condado de la que informo en menos de un mes, siendo esta un poco más intrincada que la anterior. "
La cámara enseñó el campo de trigo, donde los tallos habían sido aplastados contra el suelo formando un círculo de cincuenta metros, con varios círculos más pequeños en el interior.
La mujer menuda estaba al lado del agricultor, que era tres veces su tamaño. "¿Cuándo lo descubrió?" Preguntó.
"Cuando me desperté. Simplemente "surgieron", bromeó.
Hice rodar mis ojos mientras veía como dos preadolescentes corrían a su alrededor.
"Vi a unos murciélagos que volaban sobre la zona anoche," dijo un chico, casi sin aliento, a la periodista.
"Eran cuervos, estúpido", le corrigió el otro. "Volaban lejos de la nave espacial que aterrizó aquí".
"¡Eran murciélagos!" Insistió el muchacho.
"¿Algo interesante?" me preguntó mi tía desde la habitación.
"Sólo un círculo en los cultivos y murciélagos que volaban sobre el".
"Las chicas de la agencia estaban hablando sobre ello en el almuerzo. Están convencidas de que todo es por hacer publicidad. "
El campo ahora se veía desde un helicóptero. El círculo era impresionante.
Luego la cámara enfocó de nuevo a la reportera.
"¿Una nave espacial o una broma pesada? Usted decide. Volvemos contigo, Jay. "
"Eso es tan falso...", le dije a mi tía. "Vi un informe en la televisión una vez en donde unos chicos le confesaban a un reportero que los habían hecho ellos. Le demostraron al periodista cómo en medio de la noche habían utilizado una estaca, una cuerda, y tablas de madera para presionar el tallo y formar un círculo gigantesco. "
Mi tía volvió a la sala vestida con una camiseta de algodón de cuello de barco y pantalones de yoga verde guisante. "Creo que no somos los únicos en el sistema solar. Lo pueden haber hecho alienígenas. Nadie ha desmentido su existencia. "
"¿Estás bromeando? ¿De verdad crees en los alienígenas? "
"¿De verdad creen en los vampiros?"
Tenía un punto. "Sí, pero son reales," solté sin pensar. "Uh... Quiero decir, nadie ha desmentido su existencia."
"Es lo que estoy diciendo," alegó mientras daba unos últimos retoques a su pelo, "podría ser la marca de nave espacial—o una señal para otros alienígenas. ¿Esos círculos en los cultivos no están destinados a verse desde el aire? "
"El niño en las noticias juró que anoche había visto murciélagos. Tal vez podría ser vampiros que les hacen señas a otros vampiros ", sugerí.
"Hmmm. Me gusta más tu teoría. Los alienígenas tienes unas cabezas extrañas y son verdes. Los vampiros son sexys. Prefiero que ellos invadan nuestra ciudad. "
Cambié mis pensamientos mientras me fijaba en las predicciones meteorológicas. "Nuestra previsión para los próximos cinco días es de lluvia y nieblas".
La curiosidad sacaba lo mejor de mí, no me podía olvidar de la afirmación del chico de la granja. Después de todo, ¿quién mejor para pasar desapercibido en la noche que los vampiros? Podían ver fácilmente los círculos, mientras volaban en forma de murciélago en el horizonte. No podía confirmar mi teoría estando sentada en el apartamento de mi tía.
"¿Te importa si reviso mi correo electrónico?", Le pregunté.
"Claro. El ordenador ya está conectado".
Busqué en Internet en el iMac de mi tía las relaciones entre los vampiros y los círculos de cultivo. Pase varios sitios de películas y libros hasta que llegué a una pequeña página web especializada en avistamientos paranormales en América del Norte. Todas las entradas hablaban sobre brillantes luces sobrenaturales, secuestros, y bromas pesadas. Justo cuando iba a hacer clic en una de esas entradas, encontré algo interesante. En lugar de monstruos con la cabeza verde, un blogger alegaba que había visto un enjambre de murciélagos sobrevolar la zona la noche antes de que apareciesen los círculos.
Pensé que había tropezado en algo grande. La entrada tendría que haberla enviado un académico de Harvard, un científico, o un Premio Nobel de la Paz. En lugar de ello, la firmaba un tal Bob desde Utah.
Bob podría haber sido un chiflado como cualquier otro, un chico aburrido en su sala de estudio que publicaba entradas con datos falsos en páginas web, o, como yo, un mortal obsesionado por los vampiros con una imaginación muy activa. Pero consideré su única entrada como una señal.
Había una manera de investigar aún más mi teoría. Tenía una ventaja que en Bob de Utah no tenía—yo estaba saliendo con un vampiro.
"¿Estás segura de que no quieres venir conmigo?" Me preguntó mi tía, que ya había cogido un tambor africano que tenía junto a la chimenea.
"No es lo mío," dije mientras apagaba el ordenador. "¿Te importa si me quedo?"
Incluso si no estuviese preocupada acerca de encontrar a Alexander, el solo pensar que durante dos horas tenía que escuchar como aficionados aprendían a tocar los tambores era suficiente para hacerme enfermar.
"Hay un montón de hamburguesas de tofu en la nevera y leche de soja en el gabinete. Te llamaré por teléfono en el descanso para saber como estas"
"Gracias, Tía Libby", le dije, dándole a la hermana de mi padre un abrazo. "Realmente aprecio que me dejases visitarte otra vez".
"¿Estás bromeando? Me encanta tener una compañera de cuarto. Simplemente echa el cerrojo de la puerta en cuanto me vaya y no le habrás la puerta a nadie, y por favor, no te dejes abducir por alienígenas. Tu padre me mataría".
"Para ser miembro de nuestro club tienes que pagar un alto precio."
—Phoenix Slater.
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Jên ~ VaMpi®e
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1. Alma que lleva el diablo.
2 Deadhead.
3. La Casa Señorial.
4. Regreso al Club del Ataúd.
5. Las catacumbas.
6. Sueños de Mazmorra.
7. Bailando con la Muerte.
8. La gótica que llevas dentro.
9. La Noche de la Salida de los Demonios.
10. Foto perfecta.
11. El Círculo de los cultivos.
12. Una cita con un vampiro.
13. La Mazmorra.
14. Secretos revelados.
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1. Alma que lleva el diablo.
Salí disparada de clase como alma que lleva el diablo.
La campana de Dullsville High sonó por última vez, señalando el final del año y fui la primera estudiante en llegar a su taquilla. Normalmente, el sonido de la campana me ponía de los nervios como un pájaro carpintero que martillea sobre un sicómoro, pero esta vez el zumbido era tan melodioso como el sonido de un clavicordio. Señalaba una cosa: las vacaciones de verano.
Estas cuatro palabras cayeron sobre mi lengua como el sabroso y dulce néctar de las madreselvas en flor. ¿No son todas las vacaciones dulces? Claro. Sin embargo, las vacaciones de verano derrotaban a sus hermanas—las vacaciones de primavera e invierno. Las vacaciones de verano las superan a ellas con creces por sus incomparables ventajas—dos meses y medio, libres de libros de texto, maestros, y tormentos. Ni castigos, conferencias, y exámenes. Sé acabó el pasar ocho horas al día dentro de los confines de Dullsville High, siendo la única chica gótica en una escuela llena de pijos, o el intentar no quedarme dormida apoyando la cabeza en el pupitre de madera. Y lo más importante, podría dormir hasta tarde. Al igual que un vampiro.
Las esposas rojas y blancas de la escuela se habían soltado de mis muñecas.
Iba tan apurada que ni esperé a la estudiante modelo y mi mejor amiga, Becky. Esta sería la última vez que tendría que recordar, u olvidar, como me pasaba muy a menudo, los números de la cerradura. Libros de texto, cuadernos, envolturas de caramelos, y CDs llenaban la pequeña taquilla de metal. Siempre igual, esperé hasta el último momento para limpiarlo a fondo. A diferencia de otras taquillas que tenía fotografías reales de las parejas, miré fijamente los dibujos que Alexander me había pintado y con los que me había sorprendido colocándolos en mi taquilla. Los miré fijamente con adoración y cuidadosamente despegué uno, cuando me di cuenta del enorme desorden que tenía frente a mí. Calculé que necesitaría una carretilla para transportar todo hasta el camión de Becky, sin embargo arrastré hasta la taquilla un cubo de basura abollado y arrojé todo aquello que no hubiese pagado.
"¡El verano está aquí! ¿Puedes creerlo? "Dijo Becky, acercándose a mí. Nos agarramos las manos y chillamos como si acabásemos de conseguir las entradas para un concierto del cual ya se habían agotado todas.
"¡Por fin!" Exclamé. "No más faltas por llegar tarde o llamadas a mis padres por llevar vestimenta inapropiada".
Becky abrió su taquilla, que ya había sido limpiada. Las fotos de Matt y de ella las había colocado en un álbum de recuerdos con títulos de colores, hermosas esquinas, y pegatinas en forma de corazón. Examinó su taquilla vacía por si había olvidado algo.
"Parece que incluso le has quitado el polvo," bromeé.
"Este va a ser el mejor verano que haya habido nunca, Raven. Este es el primer verano en el que ambas tenemos novios. Y pensar, que estaremos tumbadas junto a la piscina con los chicos mas buenos de Dullsville".
Despegué un dibujo de Alexander y yo en frente del restaurante Hatsy que todavía estaba pegado en el interior de la puerta de mi taquilla. Las estrellas brillaban sobre nosotros y el resplandor de la luna nos iluminaba.
"Bueno, uno de nosotros no podrá", dije. Y no me refería al hecho de que mi novio no podría estar bajo el sol.
Tenía un problema aún mayor—ni siquiera estaba en Dullsville.
Becky debió de entender mi expresión melancólica. "Apuesto a que Alexander estará de regreso en cualquier momento para tener un picnic contigo en el cementerio", intentó animarme Becky con una sonrisa brillante.
Alexander y su escalofriante pero amable mayordomo, Jameson, habían llevado al enfermizo preadolescente vampiro, Valentine Maxwell, a Hipsterville con la esperanza de reunirlo con sus infames hermanos draculine, Jagger y Luna. Después de que Valentine intentase hundir sus diminutos colmillos en mi hermano pequeño Billy, el y su mejor amigo, Henry, comenzaron a preguntar sobre su posible identidad nocturna. Mientras que Alexander estaba arriba en su habitación del ático cuidando del enfermo chico con los brebajes rumanos de Jameson, descifré y confirmé la ubicación de Jagger y Luna—el Club del Ataúd. Y con eso, Alexander se vio obligado a dejarme atrás en Dullsville mientras el reunía a Valentine con sus hermanos mayores. Alexander me había prometido que iba a volver a Dullsville dentro de poco. Sin embargo, lo que pensábamos que sería una visita de una noche a Hipsterville se había convirtió en dos, después en tres días. Y luego en más.
El seductor vampiro rumano que estudiaba en casa, Alexander, había llenado de vida mi oscuro mundo. Mientras la vieja mansión solitaria seguía vacía de sus habitantes sobrenaturales, empecé a echar de menos sus detalles—la forma en que me retiraba el pelo de la cara o tocaba el encaje de mi falda con sus blancos dedos. Extrañaba sus soñadores ojos marrones chocolate, su brillante y sexy sonrisa, sus sensibles labios presionando los míos.
En las noches a la luz de la luna, en lugar de animar a regañadientes al equipo de futbol de la escuela, a menudo visitaba la mansión vacía, me sentaba en sus esqueléticos árboles, en las puertas de hierro forjado, o en las desiguales escaleras de cemento llenas de maleza. Otras veces, pasaba el rato en el gazebo donde Alexander y yo habíamos compartido románticos postres y besos robados.
Estaba segura de que en cualquier momento vería los faros del Mercedes de Jameson iluminando la sinuosa entrada, pero cada noche me iba sola a casa, en la entrada no aparecía ningún vehículo parecido a un coche fúnebre.
Taché cada día que pasaba en mi calendario de Emily the Strange con una gigante X negra. Estaba empezando a parecerse al tres en raya, pero con un solo jugador. De vez en cuando sonaba el timbre, y cuando eso sucedía, me lanzaba a la carrera hacia la puerta con la esperanza de encontrarme a Alexander con sus brazos abiertos, que me cogía y me daba un apasionado beso. Pero, en lugar de encontrarme a mi novio, saludaba a una mujer de Flower Power que me traía un ramo de rosas. Mi oscurecido dormitorio estaba empezando a parecerse a la funeraria de Dullsville.
Con cada día que pasaba, me pregunta qué le podía estar llevando tanto tiempo. ¿Estaba una vez más protegiéndome de algo peligroso e infernal? Mi novio, siempre envuelto en un halo de misterio, sólo hacia que lo amara aun más.
Guarde el dibujo en mi mochila y, entonces, descubrí algo junto a ellos—mi pulsera de alambre de púas del Club del Ataúd.
El Club del Ataúd. El gótico local nocturno más frecuentado en Hipsterville. Había tropezado con la guarida cuando visité la extravagante ciudad hace unos meses. A diferencia de cualquier otro club en el que yo alguna vez hubiese estado, el Club del Ataúd era la antítesis de Dullsville High. Era el primer lugar en el que verdaderamente encajaba, los mismos gustos, estilo y actitud. Había soñado con volver allí del brazo de Alexander. Sólo que ahora yo estaba a kilómetros de distancia de mi chico y de mi club nocturno favorito.
Despegué el dibujo en donde estábamos bailando en el campo de golf de Dullsville.
Daría cualquier cosa por estar bailando con Alexander de nuevo. Imaginé un dibujo del que solo yo podría entender que se añadiera a mi colección: uno de Alexander y yo bailando debajo de los pálidos maniquís que estaban colgados en del Club del Ataúd.
Justo entonces Matt interrumpió mi sueño, le dio un besito rápido a Becky en el cuello, —otra cosa más que extrañaba desesperadamente de Alexander.
Becky tenía razón. Sabía que vería Alexander de nuevo—sólo era cuestión de tiempo. Pero cada vez estaba más intranquila.
"Pensé que ya lo tendrías limpio desde hace días," dijo Matt. "¿Necesitas ayuda?"
"Gracias, pero quiero saborear este momento. Me reuniré con vosotros en la entrada".
Mientras mi pareja favorita se encaminaba hacia el exterior, un grupo de chicas que llevaban bolsos y zapatos de diseño pasaron a mi lado como si estuviesen desfilando por una pasarela, hablando de viajes a Europa y de los campamentos y escuelas de diseño a los que asistirían.
Yo sólo esperaba no tener que regresar de nuevo a un lugar, —Dullsville High.
El cálido aire del verano entraba a través de las puertas y las ventanas abiertas de las clases. Me sentía mejor. Arrojé la mochila sobre el hombro y caminé rápidamente por entre las puertas de las aulas.
Estaba a unos pocos metros de la libertad. A punto de abrir las puertas de la entrada cuando alguien se puso delante de mí.
Nada podría estropear mi estado de ánimo de hoy—no en mi día favorito del año. Bueno, casi nada. Trevor Mitchell, mi Némesis de toda la vida y una espina clavada en mi espalda, me estaba mirando fijamente. "¿No creerías, que te dejaría salir sin decirme adiós?"
"Apártate antes de que mis botas entren en contacto con tus espinillas", le advertí.
"No he visto al Chico Monstruo durante semanas. ¿Lo tienes enterrado en algún lugar especial? "
"Sal de mi camino antes de que llame a la morgue. Creo que tienen una vacante. "
"Realmente voy a extrañar no verte todos los días." Trevor me miró fijamente durante demasiado tiempo, mientras se daba cuenta de lo que había dicho. Podría decir que estaba tan sorprendido y serio como lo estaba yo.
"Estoy segura de que no lo harás. Tendrás un montón de socorristas guapísimas con sus bronceados que te mantendrán ocupado. "
"Pero ¿qué vas a hacer tu? He oído que el Chico Monstruo ha abandonado la ciudad. Para siempre. Lo que te dejará sola en la ciudad durante todo el verano. "
Odiaba que hubiese comenzado un rumor acerca de que Alexander se ha ido.
"Él no se ha marchado… para siempre", le defendí. "Va a regresar. Pero realmente no importa porque voy a verlo. Pasaremos el verano, juntos fuera de la ciudad y lejos de ti. "
Le estaba mintiendo, pero la idea de ver a Trevor con una socorrista en cada brazo a la vez que se burlaba de mí mientras yo esperaba sola en la Mansión había hecho hervir mi sangre mortal.
Mi desafío no frustró a Trevor. Simplemente lo ánimo más.
"Entonces ¿qué tal un beso?", Dijo con una sonrisa sexy. "¿Algo para que me recuerdes?" Aunque tenía algunas pistas de lo que Trevor sentía por mi, por lo que me había contado Valentine, todavía tenía mis sospechas. No sabía lo que estaba pasando en la cabeza de Trevor, y mucho menos en su corazón. Ni siquiera estaba segura de que tuviese uno. Trevor era magnífico—no hay duda. Sus ojos verdes y su rostro cincelado podrían fácilmente aparecer en la portada del Sports Illustrated. Pero no estaba segura de si le gustaba realmente a Trevor o simplemente le gustaba meterse conmigo. De cualquier manera, no se apartó de mi camino y en cambio se inclinó poco a poca hacia mí. Sólo había un chico al que yo besaría y ese era Alexander.
Empujé su pecho con mi mano.
Trevor me lanzó una mirada lasciva con una sonrisa sexy. Cuanto más le rechazaba mas le gustaba. Yo era el último oponente de Trevor y el siempre estaba desesperado por una nueva partida.
Hice una pausa durante un momento y miré fijamente al chico que me había atormentado desde el jardín de infancia. Trevor era realmente la única persona que me había prestado atención en la escuela, además de Becky. No estaba segura de si también lo extrañaría al no verlo todos los días.
"Te daré algo para que me recuerdes", le dije. "La parte de atrás de mi cabeza."
Lo empujé hacia atrás y me escapé por la puerta hacia la libertad.
Salí de Dullsville High y me adentré en el brillante resplandor del sol.
El curso quedaba atrás. En general, había sido el mejor año de mi vida, porque había encontrado, salido, bailado, y me había enamorado de Alexander Sterling.
Los estudiantes se encaminaban a sus casas o entraban en los lujosos coches de sus padres, preparándose para iniciar sus meses de diversión al sol con personas como ellos. Había pasado el año escolar rodeada de personas como Trevor.
Mi Némesis me había forzado a abrir los ojos. Había llegado el momento de estar con la gente que era como yo. No iba a pasar el verano sin Alexander, y mucho menos otro día.
Solo había una cosa ahora que nos mantenía alejados. Yo.
Y esto se solucionaría fácilmente con una llamada telefónica.
2 Deadhead.
Hacia poco más de un par de meses que me había despedido de mi madre en Greyhound, la parada de autobuses en Dullsville y que había cogido un autobús a Hipsterville para visitar a la hermana hippie de mi padre, la tía Libby.
Hoy me encontraba en un Prozac High, contentísima de volver a la extravagante ciudad de Hipsterville—hogar de las excepcionales cafeterías con tazas de café hechas a mano y bollos frescos, tiendas góticas, y el absolutamente mórbido Club del Ataúd. Estaba emocionada de ver a la tía Libby de nuevo, pero más importante aún, estaba solo a un par de horas de volver a reunirme, o eso esperaba, con mi único novio vampiro.
Pasé el viaje en autobús garabateando en mi diario de Olivia Outcast, imaginando mi encuentro con Alexander. Nos encontraríamos en el interior del Club del Ataúd, donde pálidos maniquíes con alas de murciélago colgaban del techo y una fantasmal niebla impregnaba el aire. Alexander me esperaría en el centro de la atestada pista de baile, con una rosa negra. Correría a sus brazos y el me abrazaría como si fuese su gótica Julieta. Se inclinaría hacia mí y me saludaría con un largo y seductor beso, enviándome escalofríos desde la cabeza hasta las botas. Bailaríamos toda la noche bajo los sonidos de los retorcidos esqueletos hasta que las piernas ya no pudiesen sostenerme. Alexander y yo nos aventuraríamos dentro del diminuto cementerio de una iglesia, nos meteríamos dentro de una cripta vacía, donde nos esperaría un ataúd. Cerraríamos la tapa a nuestra noche y nos acurrucaríamos juntos en la oscuridad.
Estaba a medio episodio de The Munsters en el iPod que Billy Boy me había préstamo (o más bien sobornado) cuando me di cuenta de que estaba a unos pocas millas de la entrada de Hipsterville.
La última vez que llegué a Hipsterville, era un día soleado con unas nubes azules sobre la ciudad. Esta vez había unas nubes siniestras y caía un fuerte aguacero.
Me puse mi capucha que tenía dibujada una calavera mientras el conductor, sin inmutarse por la lluvia, descarga de maletas del maletero del autobús. Por último, vi mi maleta, la agarré, y me agrupé con el resto de pasajeros debajo del refugio que otorgaba la parada del autobús. Una cosa no había cambiado—no podía encontrar a la tía Libby por ningún lado.
Observé como poco a poco cada viajero era recogido hasta que fui la única a la que habían dejado abandonada mientras esperaba en la parada. Cuando me aburrí de golpear los charcos con mis botas, me dirigí a la tienda veinticuatro horas que estaba a escasos metros de distancia. Revisé los pasillos en busca de cualquier chica hippie con aroma de popurrí o alguna mujer que usara sandalias de Nairobi y una falda teñida. Lamentablemente, lo único que vi fueron algunos camioneros y al hambriento conductor del autobús.
Mis nervios por encontrar a mi tía Libby crecían. Ella y yo éramos personas incomprendidas en el clan Madison. Mi tía vivía de un modo poco convencional, trabajaba como camarera en un restaurante vegetariano para costearse su carrera como actriz. Era un espíritu libre, y Hipsterville era una ciudad donde ella podía ser vegetariana, vestir como quisiera, y ser libre. A pesar de que teníamos gustos diferentes, siempre me sentí vinculada a ella por que compartimos la pasión por ser diferentes.
Diez minutos más tarde, la tía Libby todavía no aparecía por ninguna parte. Tal vez estaba en un ensayo o rellenando los saleros en el restaurante. Podía sentir la mirada del tatuado cajero. No quería aparentar que estaba holgazaneando, que era lo que hacia, o robando, que era lo que no estaba haciendo. Mi estómago comenzó a gruñir. Me dirigí al pasillo de los dulces, y cuando estaba debatiéndome sobre que caramelo azucarado me iba a comprar, sentí que me tocaban el hombro. Me di la vuelta. Una hermosa señora que llevaba puestos unos pantalones apretados con una chaqueta de la inmobiliaria Happy Homes, y con la misma sonrisa que mi padre estaba de pie delante de mí.
"¿Tía Libby?" Pregunté, confusa.
"¡Raven! ¡Estoy encantada de verte!" Me dio un fuerte abrazo y pude sentir como su empapado rostro mojaba el mío. "Espero no haber llegado muy tarde."
"Acabo de llegar", mentí.
"Apuesto a que estás hambrienta. Podemos parar y tomar un bocado. Tomé el resto del día libre." Cogió mi maleta y nos apresuramos hacia su Escarabajo de época.
No pude evitar mirar a mi tía, que había cambiado su traje de camarera por el de una inmobiliaria, mientras nos abrochábamos los cinturones.
"¿Sorprendida de verme en un traje?" Preguntó, evidentemente, leyendo mis pensamientos.
"Creo que nunca te había visto sin las sandalias y sin una flor en el pelo", bromeé.
"Pensé que era el momento de conseguir un trabajo de verdad", confesó. "No me molesté en decírselo a tu padre. No he estado trabajando durante mucho tiempo y ya me he cogido medio día.” Se rió. "Quien sabe cuanto me dudará este."
Arrancó el coche y el motor golpeteaba mientras cruzábamos el centro histórico de la ciudad.
La tía Libby era un espíritu independiente, me sentía decepcionada y triste de que hubiese renunciando a su sueño. No quería que ella cambiase, ni tampoco yo quería cambiar. Me preguntaba, si ya que la tía Libby había dejado sus pasiones, ¿lo haría yo también?
"¿Has dejado de actuar?", Le pregunté.
"No, esta en mi sangre", dijo. "De hecho, estoy haciendo un recital. Puedes quitar a la chica de actuar, pero no las ganar de actuar de la chica. "
Me sentí aliviada. "Un recital... Eso es grandioso. Muy pronto tendrás tu propio Oscar".
La tía Libby se rió en silencio, pero después se puso seria. Llovía a cantaros y el rústico limpiaparabrisas luchaba por apartarla mientras nos dirigimos hacia su apartamento.
Sentía algo extraño mientras miraba por la ventana. Una inquietante sombra cubrió la ciudad mientras la atravesábamos. Me pareció ver unos murciélagos volar sobre una iglesia.
"Vaya... Esos parecen ..."
"¿Murciélagos?"
"Sí".
"Había un nido de ellos en una de las casas que teníamos en venta. ¡Te habría encantado! "
"Impresionante".
"Te hubiera encantado esta casa pero la acaban de alquilar".
"¿En serio? ¿Es horripilante? "
"Completamente. Se trata de una casa señorial medio en ruinas".
"¿Una casa señorial?", Le pregunté. No podía ser la que Alexander y Jameson habían ocupado la última vez que habían estado aquí.
"Sí", respondió mi tía.
"Bueno, debe haber muchas en esta ciudad", le insinué.
"No demasiadas. Y no como esta".
"¿Qué quieres decir?"
"Ha estado abandonada durante años. El césped de la parte de atrás esta completamente lleno de malas hierbas, y creo que los pisos tendrían que ser arreglados, pero al nuevo inquilino no parece importarle. "
"¿Es la de Lennox Hill Road?"
"Sí". ¿Cómo lo sabes? "
"Uh... Recuerdo haber visto fotos de ella en unos documentos la última vez que estuve aquí", mentí.
"Parece una casa en la que te encantaría vivir. No me sorprendería si entras a hurtadillas."
Si alguien había alquilado la casa señorial, entonces, ¿donde se quedaban Alexander y Jameson? ¿Cómo los encontraría?
"¿Aún tienes la llave? Tal vez pueda darme un paseo".
"No, el hombre que lo alquiló tiene la llave".
"¿Qué aspecto tiene?"
Mi tía parecía desconcertada.
"Me preguntaba qué tipo de hombre alquilaría una casa señorial. Tal vez un príncipe o un ejecutivo de alto nivel".
"Este hombre no era un príncipe, pero era todo un caballero. Era realmente escalofriante, —en el sentido morboso de la palabra. Supongo que es por eso por lo que le gustó la casa. "
"¡Jameson!" se me escapó al mismo tiempo que la tía Libby daba un bocinazo y frenaba en seco.
Un gorrión salió volando rápidamente delante de nosotras.
"Frené por el pájaro", dijo con una sonrisa.
Me pregunta por qué Jameson alquilaría la casa señorial. ¿Pensaban quedarse indefinidamente? Mi corazón se hundió. Entonces me acordé de las palabras de Alexander: "Volveré pronto." Entonces ¿que mantenía a mi novio aquí?
Llegamos a la calle arbolada donde vivía mi tía y ella con confianza, o tontamente, metió su escarabajo en un diminuto espacio entre un camión y una scooter de color naranja. Aseguró su volante con un candado. Abrió la puerta de la entrada del edifico de apartamentos de 1940, su buzón de correo, y la seguí hasta la puerta de su apartamento. La tía Libby tenía tantas llaves como el portero de Dullsville High.
El olor del incienso de lavanda se filtró a través de las grietas de la puerta del apartamento antes de que entráramos. Una vez dentro, una ráfaga de aromas florales me golpeó como si acabase de entrar en un invernadero de flores.
Aunque la tía Libby había cambiado su forma de vestir, la decoración de su apartamento seguía igual. Aunque había un montón de manuales de inmobiliarias en una mesa, los años sesenta y setenta todavía gobernaban el apartamento de un dormitorio. Cortinas de cuentas colgaban del marco de la puerta de su dormitorio y velas medio derretidas se alineaban por cada espacio disponible, desde la chimenea hasta el suelo.
Mientras me cambiaba la ropa empapada por la lluvia por una seca en el diminuto baño de la tía Libby, pensaba como sería mi vida si no encontraba a Alexander. ¿En que me convertiría? Dullsville era demasiado aburrido para una chica como yo. Probablemente terminaría en Hipsterville en un apartamento similar al de mi tía, sólo que tendría candelabros que goteaban cera, cortinas de encaje negro, y una gárgola en la cabecera de mi cama.
Sin embargo, ¿Para que quería todo esto si no podía compartirlo con Alexander? Viviría como quisiera y tal vez trabajaría como camarera en el Club del Ataúd noche tras noche. Sentí una punzada de soledad por mi tía—que había comido, dormido y vivido sola durante tantos años que no los podía recordar. En lugar de ser arrastrada por su estilo de vida independiente, la tía Libby parecía prosperar. Hacía un recital y tenía un amplio círculo de amigos en su comunidad del teatro. Era magnífica. Y con su figura podría conseguir a cualquier hombre que quisiera.
Me puse de nuevo mi sombra de ojos color chocolate y me sequé el pelo húmedo con una toalla. Olí la salsa teriyaki y me encontré a la tía Libby—la que había conocido siempre, vestida con unos pantalones vaqueros bordados y unas chancletas con brillantes, tenía un top sin mangas ni espalda debajo de su camisa de lino—revolviendo la salsa en una cazuela.
Suspiré, aliviada de que mi tía hubiese regresado a su Deadhead interior.
Nos sirvió los platos saludables. Nos sentamos en su mesita del café, en grandes y desiguales mullidos cojines, rodeada de velas, incienso, y una comida picante asiática.
"¡Creo que me voy a casar!" Anunció de repente. "Me moría por decírtelo."
"¿En serio?" Le pregunté, sorprendida. "¡Felicidades! Papá no mencionó..."
"Bueno, está bien, no es oficial ni nada. De hecho, aún no hemos salido oficialmente. Me reuní con él ayer por la noche. "
La cara de Tía Libby se enrojeció. Agarró un bolso marrón de vagabundo que estaba sobre su futón de cachemira y sacó un monedero multicolor bordado con cuentas. Lo abrió y me enseño una servilleta de papel. Había un nombre y un número de teléfono escrito en ella. "¿Tiene una hermosa letra, verdad?"
"Devon. Eso es un nombre fantástico. "
"No puedo esperar para contártelo todo sobre el."
"¡Cuéntamelo todo!"
"Tiene unos ojos azules profundos y el pelo con algunas canas".
"Parece de ensueño".
"Lo vi entre el público mientras estaba en el escenario. Apenas podía verlo porque estaba debajo de las luces de los focos. Tiene la mirada azul más penetrante que he visto nunca. Nuestros ojos se encontraron y me olvidé de mi texto. Me quedé allí de pie, congelada, por lo que parecían horas. Tenía una mirada hipnótica. "
Me reí. La tía Libby era como una adolescente enamorada de dieciséis años.
"Cuando el show terminó, me estaba esperando. Teníamos una conexión tan intensa como nunca la había sentido antes. "
"Sé exactamente lo que quieres decir. Así es como me siento acerca de Alexander. Por eso tuve que venir aquí... ".
"¿Venir aquí?" Preguntó.
"Eh... sí, necesitaba contártelo."
"Sé lo que quieres decir. Estoy que reviento por hablar de él, pero no tengo mucho que contarte—además de que es guapísimo! "
"Estoy segura de que voy a estar llamándole tío Devon en unos días. ¿Puedo usar negro en tu boda? "
"No te quiero de otro color. Tenemos una cita dentro de unos días y tienes que venir".
"¿Va a salir con el por primera vez y vas a llevarme? ¿A tu sobrina obsesionada por los vampiros? No creo que sea buena idea".
"Tienes que venir. Estoy deseando verlo... y no puedo dejarte aquí sola".
"Por supuesto que puedes. Pero podemos hablar de esto mañana. "
Acabábamos de colocar los platos en el fregadero cuando la tía Libby miró la hora.
"Tengo una clase esta noche. Tenía la esperanza de que me acompañases."
"Bueno... yo..."
"No tengo por que ir."
"No, no quiero que te la pierdas por mi culpa".
"Es una clase magistral. De lo contrario, no iría".
"Por favor, ve. Estaré bien." No sería capaz de cruzar la ciudad y tratar de ponerme en contacto con Alexander si estaba atrapada en una clase toda la noche.
"Lo pensaré mientras me preparo."
Mientras que la tía Libby se preparaba para ir a la clase, estiré mis piernas en su futón y encendí la TV de diecinueve pulgadas que tenía un cactus encima. La televisión sólo recibía los canales locales y el color desaparecía y volvía a voluntad.
"¿Cómo puedes vivir sin cable?" pregunté, frustrada.
Puse las noticias locales. Normalmente la habría apagado rápidamente y le hubiese mandado mensajes a Becky para contarle sobre mi llegada. Pero algo captó mi atención.
"Hola, soy Ana Ramírez, informándoles en directo. Estoy con Fred Sears, propietario de una granja de cultivo que descubrió un círculo en su campo de trigo. Esta es la segunda en este condado de la que informo en menos de un mes, siendo esta un poco más intrincada que la anterior. "
La cámara enseñó el campo de trigo, donde los tallos habían sido aplastados contra el suelo formando un círculo de cincuenta metros, con varios círculos más pequeños en el interior.
La mujer menuda estaba al lado del agricultor, que era tres veces su tamaño. "¿Cuándo lo descubrió?" Preguntó.
"Cuando me desperté. Simplemente "surgieron", bromeó.
Hice rodar mis ojos mientras veía como dos preadolescentes corrían a su alrededor.
"Vi a unos murciélagos que volaban sobre la zona anoche," dijo un chico, casi sin aliento, a la periodista.
"Eran cuervos, estúpido", le corrigió el otro. "Volaban lejos de la nave espacial que aterrizó aquí".
"¡Eran murciélagos!" Insistió el muchacho.
"¿Algo interesante?" me preguntó mi tía desde la habitación.
"Sólo un círculo en los cultivos y murciélagos que volaban sobre el".
"Las chicas de la agencia estaban hablando sobre ello en el almuerzo. Están convencidas de que todo es por hacer publicidad. "
El campo ahora se veía desde un helicóptero. El círculo era impresionante.
Luego la cámara enfocó de nuevo a la reportera.
"¿Una nave espacial o una broma pesada? Usted decide. Volvemos contigo, Jay. "
"Eso es tan falso...", le dije a mi tía. "Vi un informe en la televisión una vez en donde unos chicos le confesaban a un reportero que los habían hecho ellos. Le demostraron al periodista cómo en medio de la noche habían utilizado una estaca, una cuerda, y tablas de madera para presionar el tallo y formar un círculo gigantesco. "
Mi tía volvió a la sala vestida con una camiseta de algodón de cuello de barco y pantalones de yoga verde guisante. "Creo que no somos los únicos en el sistema solar. Lo pueden haber hecho alienígenas. Nadie ha desmentido su existencia. "
"¿Estás bromeando? ¿De verdad crees en los alienígenas? "
"¿De verdad creen en los vampiros?"
Tenía un punto. "Sí, pero son reales," solté sin pensar. "Uh... Quiero decir, nadie ha desmentido su existencia."
"Es lo que estoy diciendo," alegó mientras daba unos últimos retoques a su pelo, "podría ser la marca de nave espacial—o una señal para otros alienígenas. ¿Esos círculos en los cultivos no están destinados a verse desde el aire? "
"El niño en las noticias juró que anoche había visto murciélagos. Tal vez podría ser vampiros que les hacen señas a otros vampiros ", sugerí.
"Hmmm. Me gusta más tu teoría. Los alienígenas tienes unas cabezas extrañas y son verdes. Los vampiros son sexys. Prefiero que ellos invadan nuestra ciudad. "
Cambié mis pensamientos mientras me fijaba en las predicciones meteorológicas. "Nuestra previsión para los próximos cinco días es de lluvia y nieblas".
La curiosidad sacaba lo mejor de mí, no me podía olvidar de la afirmación del chico de la granja. Después de todo, ¿quién mejor para pasar desapercibido en la noche que los vampiros? Podían ver fácilmente los círculos, mientras volaban en forma de murciélago en el horizonte. No podía confirmar mi teoría estando sentada en el apartamento de mi tía.
"¿Te importa si reviso mi correo electrónico?", Le pregunté.
"Claro. El ordenador ya está conectado".
Busqué en Internet en el iMac de mi tía las relaciones entre los vampiros y los círculos de cultivo. Pase varios sitios de películas y libros hasta que llegué a una pequeña página web especializada en avistamientos paranormales en América del Norte. Todas las entradas hablaban sobre brillantes luces sobrenaturales, secuestros, y bromas pesadas. Justo cuando iba a hacer clic en una de esas entradas, encontré algo interesante. En lugar de monstruos con la cabeza verde, un blogger alegaba que había visto un enjambre de murciélagos sobrevolar la zona la noche antes de que apareciesen los círculos.
Pensé que había tropezado en algo grande. La entrada tendría que haberla enviado un académico de Harvard, un científico, o un Premio Nobel de la Paz. En lugar de ello, la firmaba un tal Bob desde Utah.
Bob podría haber sido un chiflado como cualquier otro, un chico aburrido en su sala de estudio que publicaba entradas con datos falsos en páginas web, o, como yo, un mortal obsesionado por los vampiros con una imaginación muy activa. Pero consideré su única entrada como una señal.
Había una manera de investigar aún más mi teoría. Tenía una ventaja que en Bob de Utah no tenía—yo estaba saliendo con un vampiro.
"¿Estás segura de que no quieres venir conmigo?" Me preguntó mi tía, que ya había cogido un tambor africano que tenía junto a la chimenea.
"No es lo mío," dije mientras apagaba el ordenador. "¿Te importa si me quedo?"
Incluso si no estuviese preocupada acerca de encontrar a Alexander, el solo pensar que durante dos horas tenía que escuchar como aficionados aprendían a tocar los tambores era suficiente para hacerme enfermar.
"Hay un montón de hamburguesas de tofu en la nevera y leche de soja en el gabinete. Te llamaré por teléfono en el descanso para saber como estas"
"Gracias, Tía Libby", le dije, dándole a la hermana de mi padre un abrazo. "Realmente aprecio que me dejases visitarte otra vez".
"¿Estás bromeando? Me encanta tener una compañera de cuarto. Simplemente echa el cerrojo de la puerta en cuanto me vaya y no le habrás la puerta a nadie, y por favor, no te dejes abducir por alienígenas. Tu padre me mataría".
3. La Casa Señorial.
Una vez más, estaba esperando en una parada de autobús. Esta vez había salido del apartamento de la tía Libby bajo la llovizna para esperar la llegada del número siete. Me mecí hacia adelante y hacia atrás por lo que pareció una eternidad, a la espera de que llegase a la calle donde vivía mi tía.
Tenía que admitir que no estaba demasiado entusiasmada de embarcar en otro autobús, después de haber montado en uno durante varias horas, pero era mejor que pedirle prestada la bicicleta a la tía Libby y cruzar la ciudad bajo la lluvia. Era fundamental que llegase a la casa señorial antes del anochecer, si no Alexander podía salir de noche y mi reunión sorpresa se retrasaría.
Finalmente vi como un autobús giraba lentamente en la esquina y casi vitoreé cuando vi que tenía un siete amarillo en números digitales. Empujé mi dinero en el recipiente del cambio y rápidamente me agarré el frío poste de aluminio. A pesar de que el autobús estaba medio vacío y muchos asientos estaban vacantes, preferí quedarme de pie durante el trayecto. Después de haberme olvidado de señalar mi parada en Lennox Hill la última vez, me negué a que nadie bloquease mi punto de vista y retrasase mas mi encuentro con Alexander. Mi corazón latía más rápido con cada parada. Pensé que tenía una racha de buena suerte, ya que no subían muchos pasajeros al autobús, sino que como mucho había dos personas esperando en las paradas. Finalmente descubrí Lennox Hill Road. Recordé que tenía que notificarle al conductor mi deseo de desembarcar, y para eso tenía que tirar del cable blanco que corría por encima de las ventanas. Tiré repetidamente del cable, como si fuese un SOS.
"¡Ya te he oído!", Gritó el conductor.
La lluvia había cesado. Me apresuré por Lennox Hill Road, saltando charcos y viscosas lombrices de tierra.
La extensa calle estaba toda mojada. Los campos de hierba estaban empapados y varias ramas y hojas estaban esparcidas por la carretera.
Luego, al final de la calle sin salida, claro como un día sin tormenta, se encontraba la monstruosa casa señorial. El espantoso aspecto que tenía parecía estar aún más cubierto de malas hierbas y descuidado que la última vez que lo había visitado.
El vapor se filtraba en el aire, creando una niebla fantasmal alrededor de la casa señorial. Musgo y vides silvestres cubrían la casa como una gigantesca telaraña. Las gárgolas de piedra que estaban en las irregulares puertas de hierro forjado parecían sonreírme mientras me acercaba. Clavado en el medio del césped medio muerto y lleno de malas hierbas había un cartel del Happy Homes. Pasé rápidamente por delante del observatorio para pájaros y por el agrietado camino de piedra. Mi corazón golpeteaba cuando llegué a la abovedada puerta de madera de la entrada.
La aldaba con forma de dragón que se me había caído en la mano la primera vez que la había visitado no había sido remplazada. Tal vez todavía estaba oculta en los salvajes arbustos en donde la había tirado.
Llamé a la puerta.
Esperé. Y esperé.
Jameson no respondió. Golpeé mi mano contra la puerta de nuevo. Todavía no había respuesta. Ni siquiera un pequeño movimiento en las desgarradas cortinas.
Giré el oxidado pomo de la puerta y empujé, pero estaba cerrada con llave.
Corrí a través del empapado césped, hasta la puerta del servicio que estaba en la parte de atrás de la casa. Me precipité por las pocas escaleras de cemento resquebrajado y miré la puerta. No había campana o una aldaba para llamar. Golpeé la puerta con la mano. Como nadie respondió, miré alrededor buscando otra puerta.
Me empecé a preguntar si después de tono no habían sido Alexander y Jameson los que habían alquilado el lugar. No hubo signos de mi novio o de la presencia de su mayordomo. Me asomé por una ventana del sótano, que también parecía estar vacío.
Vi el árbol al que una vez me había subido para mirar la habitación de Alexander. Si subía podría ser capaz de confirmar una vez más que él estaba dentro, pero escalar árboles empapados por la lluvia no era una opción viable.
Busqué por el patio el Mercedes de Jameson. En la resquebrajada entrada de cemento no se veía ninguno. Vi un banco de hormigón y una espaldera arqueada de hierro forjado que estaba cubierta por vides. Había un lecho circular de piedras en lo que antes debía de haber sido un estanque y que ahora estaba lleno de agua de lluvia. Encontré un decadente garaje algo apartado de la casa que parecía capaz de derrumbarse con un suave empujón. Fui directamente hacia el. Mi corazón palpitaba fuertemente mientras me precipitaba hacia el garaje. Me percaté de que había un candado en la puerta. Era nuevo.
Aunque era una experta en entrar a hurtadillas, era malísima a la hora de abrir cerraduras. Necesitaba la ayuda de Billy o de su amigo empollón, Henry, pero evidentemente estaban a millas de distancia. El ruinoso garaje era más resistente de lo que parecía. Empujé con todas mis fuerzas, pero no logré mover ninguna de las pintadas tablas de madera.
Examiné el exterior del garaje. No tenía ninguna ventana. Pero descubrí una delgada grieta entre dos tablas de madera a la altura del suelo en un lado. La luz del sol poniente iluminaba el estrecho espacio. Con mi mejor visión, apenas pude distinguir una sábana blanca que cubría lo que debía de ser una antigua bicicleta o una cortadora de césped. Y junto a él, algo brillaba a la luz. En una segunda inspección noté un adorno de la capota del Mercedes.
Corrí de vuelta a la casa señorial. Coloqué una caja desechada debajo de la ventana de la cocina y me puse encima. Estaba de puntillas intentando mirar por la ventana. Pero estaba toda llena de polvo, por lo que resultaba casi imposible ver el interior. Golpeé despiadadamente el cristal de la ventana y miré detenidamente a través de un agujero del tamaño de una moneda
De repente, un ojo hinchado me miraba fijamente.
Asustada, grité y me caí de la caja, cayendo sobre el césped húmedo.
Oí el sonido de cerrojos que se desbloqueaban y la puerta se abrió.
Me congelé. ¿Y si me había equivocado al pensar que el adorno que había visto era el del Mercedes de Jameson? Estaba tan emocionada por encontrarlos, que ni siquiera había considerado mi descubrimiento. El coche que estaba guardado podría ser de cualquier marca o modelo, o de color blanco. En cualquier momento sería capturada, arrojada en un reformatorio de Hipsterville u obligada a regresar a Dullsville.
Mordí mi labio negro y contuve mi aliento.
Entonces, en la mosquitera de la puerta, apareció Jameson.
El mayordomo de Alexander luchaba por verme a través de la tenue malla de la puerta.
"Jameson, soy yo, Raven".
"¿Señorita Raven?", Preguntó, confundido. Abrió la puerta. "No puedes ser tu. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿En el patio trasero? "
Salté sobre mis pies, desempolvado mi minifalda, y corrí hasta las desiguales escaleras hacia el hombre espeluznante. Jameson arrugaba su pálida frente.
"Señorita Raven, estoy sorprendido de verla aquí. Pero es una agradable sorpresa, debo añadir ", dijo con una delgada sonrisa que enseñaba todos sus dientes.
"Estoy visitando a mi tía Libby aquí en la ciudad", le dije, aliviada al ver al huesudo mayordomo. "Quería decírselo a Alexander, pero no había forma de hacérselo saber. Seriamente pienso que tú y Alexander deberíais conseguir unos teléfonos móviles. "
"Por favor entra, pronto oscurecerá".
El olor de batatas llenaba toda la rustica cocina. Jameson estaba preparando la cena, o, en el caso de Alexander, el desayuno.
"¿Te gustaría quedarte?" Preguntó con su marcado acento rumano.
"Me encantaría, si no es un problema."
"Siempre hay sitio para ti en nuestra mesa".
Mi corazón se derritió por la bondad de Jameson. Me estaba muriendo por preguntarle al huesudo hombre todo sobre lo que habían estado haciendo en Hipsterville y la razón por la que habían alquilado la casa señorial, pero esto tendría que esperar porque había algo de más importancia que estaba descansando en algún lugar de la casa.
"¿Puedo ver a Alexander?" Pregunté con inquietud.
Jameson, usando una gran manopla marrón, abrió la puerta del antiguo horno y sacó una bandeja de aluminio cubierta de batatas.
"Sabes que Alexander prefiere dormir durante el día", me recordó.
"Por supuesto... simplemente pensé..."
"Bueno, es una gran sorpresa que hayas llegado", dijo entreteniéndome educadamente. "Estoy seguro de que a Alexander le alegrará mucho saber que estás aquí".
"¡Espero que sí! ¿Cuánto tiempo Alexander y tu planeáis quedaros aquí?", Le pregunté.
Jameson hizo una pausa, y luego pareció distraído. "¿He puesto la mesa?" Se preguntó.
"Lamento llegar de esta manera," me disculpé. "¿Puedo ayudarte a ponerla?"
"Eso no será necesario, señorita Raven. Por qué no se sienta y se relaja en el estudio. Alexander bajará pronto".
"¿Puedo echar una rápida ojeada alrededor?"
"Por supuesto, pero quédese en la primera planta. No he tenido tiempo para limpiar el resto de habitaciones", dijo.
Si el aspecto de la primera planta era la idea de limpieza de Jameson, sólo podía imaginar como estaba el segundo piso. Bolas de polvo se aferraban a cada esquina, y telarañas colgaban de las antiguas lámparas de cristal. La finca era demasiado grande para que la limpiase el solo. La casa señorial era por lo menos diez grados más fría que la mansión y estaba mucho mas vacía. Vagué por el vestíbulo, las paredes estaban vacías de cuadros y el papel pintado de la pared estaba descolorido y lleno de manchas. Todas las habitaciones y las paredes estaban desnudas, incluyendo lo que debía de haber sido un salón y una biblioteca. La única excepción era el comedor, donde una larga mesa rectangular de piedra se situaba en el centro de la sala, antiguas sillas de terciopelo estaban en cada esquina.
Jameson me había advertido que me quedase en la primera planta como si fuese Glinda la bruja buena diciéndole a Dorothy que no saliese del camino de ladrillos amarillo. Desde el pie de la magnífica escalera, sólo podía ver una ventana con cortinas azules al final del primer tramo de escaleras. Me preguntaba qué habría a final de los dos últimos tramos, por encima de mí. Calculé que sólo tenía un momento antes de Jameson comenzase a poner la mesa, me deslicé por la escalera. Al igual que Dorothy, traicioné el consejo.
Escalofríos recorrían mi columna vertebral mientras recorría a hurtadillas el estrecho y solitario pasillo. Abrí puerta tras puerta, revelando dormitorios y armarios vacíos, haciendo eco de mis pasos en el cavernoso y vacío espacio En la Mansión las habitaciones estaban llenas de mobiliario, libros, antigüedades y recuerdos, en la casa señorial las habitaciones habían sido despojadas de cualquier recuerdo. La única habitación que mostró algún signo de vida era la que estaba en el otro extremo del pasillo. Su contenido: una cama individual y un vestidor de cedro. Supuse que era la residencia de Jameson.
Mientras cerraba suavemente la puerta de la habitación del hombre espeluznante, me percaté de algo que colgaba en el techo del pasillo por encima de mí. Una pequeña, recia y seca cuerda de color blanco colgaba de una trampilla. Estaba fuera del alcance de mi brazo, pero con un buen salto podría ser capaz de capturarla. Sabía que debía volver abajo, pero iba en contra de mi verdadera naturaleza.
La primera vez que salté, ni siquiera alcancé la cuerda. La segunda vez, mis dedos la tocaron. Por último, en el tercer intento, la cogí entre mis dedos. Con todas mis fuerzas, tire de ella con rapidez. La puerta crujió lentamente hacia mí y una escalera se desplegó como si fuese una escalera de incendios de un callejón de la ciudad de Nueva York. Sorprendentemente la madera parecía estar en condiciones relativamente buenas. Tal vez los antiguos arrendatarios no vieron la necesidad de usar el oscuro escondite del ático.
Subí las escaleras tranquilamente, curiosa por examinar lo que había en la parte superior. Un resplandor en el segundo piso brillaba como un pequeño centro de atención, que ilumina una parte del ático. Un olor mohoso llenó la habitación del tamaño de un gimnasio. El ático, al igual que las habitaciones de los pisos inferiores, estaba vacío. El caballete de Alexander y su colchón no estaban por ninguna parte. Un único rayo de luz del sol se asomaba a través de una ventana circular en el extremo final las paredes inclinadas del ático. Fui de puntillas y noté un viejo armario de roble debajo de la ventana. Trate de abrir sus puertas, sólo para descubrir que estaban bloqueadas. Tal vez la llave estaba escondida en algún lugar en el ático en un esqueleto. Miré alrededor, tratando de ajustar mi visión en la oscuridad. Fue entonces que vi algo envuelto en las sombras—un negro divisor. Me arrastré a la esquina del ático y me asomé por detrás de la pantalla de madera.
Apenas podía distinguir una mesita de noche y un candelabro de estaño con velas blancas medio derretidas. Detrás estaba un caballete tapado, y suministros de pintura por debajo de el. Entonces me di cuenta de algo familiar que estaba enfrente de mí. Era la imagen que Alexander había pintado de mí y que había tenido también en su mesita de noche en la Mansión. Allí junto a la pequeña mesa había un solitario ataúd negro.
Estaba al dalo de mi durmiente novio vampiro. Apoyé mi oreja en la fría tapa del ataúd. Apenas podía oír lo que creía que era una respiración.
Sabía que el sol se ponía, porque la luz de la ventana del ático disminuía lentamente. Sólo tomó unos minutos para que se redujese el tamaño de la de luz. Por último, fue tan delgado como un lápiz, y finalmente desapareció.
Una pequeña cantidad de luz asomaba aun por la trampilla del ático. Me llevó un momento adaptar mis ojos a la nueva iluminación.
Entonces oí movimientos en el interior del ataúd.
Retrocedí, y el tacón de mi bota se enganchó en un pequeño clavo que sobresalía en la parte inferior de la pantalla. Durante varios minutos, el divisor de la habitación y yo vacilamos hacia adelante y hacia atrás. Estaba a punto de causar un gran estruendo. Recuperé mi equilibrio y conseguí colocar la pantalla en posición vertical y esconderme detrás de ella. Miré detenidamente por una diminuta grieta mientras mi corazón latía fuertemente.
La parte superior de la tapa del ataúd comenzó a rechinar abriéndose lentamente hacia mí, no podría ver el interior hasta que formase un ángulo de noventa grados. No vi ningún dedo a mano, o nada que lo estuviese abriendo, y tampoco pude distinguir a algo—o alguien—detrás de el. Eché una ojeada alrededor de la pantalla.
De repente vi a un Alexander somnoliento mirarme fijamente.
Asustada, grité.
Se paró. Sus ojos de color chocolate eran de color rojo sangre. "Raven"
Intenté recuperar el aliento y mi compostura. "No quise asustarte—o asustarme," me disculpé.
"¿Qué estás haciendo aquí?", Preguntó, sorprendido.
"Vine a verte—"
Alexander salió del ataúd descalzo, vestido con una camiseta negra y boxers negros. Se paró junto a la mesita de noche. Ni se acercó a mí y me estrechó en sus brazos. No era la reacción que esperaba.
"Pensé que te alegrarías de verme", le dije. Tomó todas mis fuerzas no abrazarlo.
"Lo estoy, solamente—" Alexander se puso de pie torpemente. Se arregló el pelo con una mano y se enderezó la ropa con la otra.
"¿Estás molesto de que este aquí?", Le pregunté. "No podía esperar otro día".
"Acabo de despertarme", dijo con timidez, frotando un ojo con el dorso de su mano. "Hubiese preferido que me hubieras avisado." Su comportamiento severo entonces se ablandó. Estaba sexy, con su pelo largo enredado y su ropa todavía torcida. Incluso en la oscuridad Alexander iluminaba la habitación. Una cálida sonrisa se sobrepuso en su somnolienta cara.
"Te he extrañado tanto que no podía ni respirar", le dije, corriendo hacia él.
"Yo también", dijo, mirándome fijamente. Apartó el pelo de mi mejilla, me acercó a él, y abrazó. Coloqué mis brazos alrededor de su cuello, y mis manos acariciaron su sedoso cabello negro. Se inclinó a mí y me besó, con pasión, como había soñado noche tras noche desde que abandonó la mansión. Alexander tomó mi cuello en la boca, como un lobo a un cisne. El filo de sus dientes acarició piel, entonces, de repente se echó hacia atrás.
"¿Señorita Raven? ¿Señorita Raven?” Llamó Jameson desde el piso inferior.
Alexander se alejó. Sus ojos recuperaron su color natural. Parecía desconcertado, pero sostuve su mano con seguridad. Sabía que estaba segura en sus brazos.
"Ella está aquí conmigo, Jameson," respondió Alexander.
"Pensé que podría haberse perdido. La cena está lista. "
"Estaba en mi aperitivo", me susurró con un guiño.
"Los postres son aún mejor", dije, y le dí un rápido beso en la mejilla.
Me sentía tan pequeña como una muñeca Polly Pocket en la Barbie Dream House, al sentarme sola en la mesa del tamaño de una limusina del comedor. Un mantel de encaje negro cubría la mesa de piedra, y un candelabro solitario parpadeaba en el centro. En la macabra mesa se colocaban todos los días platos de porcelana Wedgwood, cubertería de plata, y copas de cristal para mi novio vampiro. La familia Madison comía de esta forma sólo una vez al año, cuando mi abuela sacudía el polvo a su porcelana y hacia la cena Navideña; de otra manera era estrictamente Pfaltzgraff.
Mis botas rozaban el suelo de madera mientras me balanceaba con inquietud hacia adelante y hacia atrás por debajo de la mesa, esperando con impaciencia la entrada de Alexander. Tenía la esperanza de un fantasma entrase flotando para hacerme compañía, pero no apareció ningún espectro. De repente sentí una presencia familiar detrás de mí, seguida por unas manos que acariciaron mis hombros.
Noté que unos labios presionaban contra mi cuello. Sentí tanto calor que pensé que los hielos de la copa de cristal se derretirían. Los extremos del cabello color medianoche de Alexander que todavía estaba húmedo debido a la ducha rápida tocaron mi hombro desnudo. Olía divinamente con los olores dulces del Drakkar y la primavera.
"No debería haber entrado sin permiso, de esa manera...” me disculpé cuando se situó a mi lado. "Eres mejor persona que yo", añadí. "No estoy segura de cómo reaccionaría yo si me hubiese despertado y te encontrase mirándome."
"Yo sé exactamente cómo habrías reaccionado." Alexander puso una cara como la de Godzilla, y ambos nos echamos a reír sabiendo que tenía razón.
Alexander trasladó su silla y se sentó a mi lado. Jameson entró en salón empujando un chirriante carrito con ruedas de metal con una bandeja y unos cubiertos de plata. Sacó la tapa para revelar dos fritos, y goteantes filetes rojos.
"Me tomé la libertad de hacer el tuyo un poco mas", dice Jameson, mientras me servía. "Dí por supuesto que no querías el tuyo tan crudo como el de Alexander."
Miré de reojo al plato de Alexander. El filete apenas cocinado casi flotaba en un charco de sangre.
"El mío esta perfecto", le dije con una sonrisa enorme.
"¿No es una agradable sorpresa que Raven haya llegado a la ciudad?" Preguntó Jameson, mientras me echaba una cucharada de salsa de guisantes.
"Es el modo perfecto de despertarse", dijo Alexander con un brillo en sus ojos.
"¿Quieren algo más?"
"Creo que estamos bien", afirmó Alexander.
Acerqué mi silla aún más cerca de Alexander. No podía creer que mi novio, que había estado tan lejos durante tantos días, estaba ahora a mi lado. Todo el dolor que había sentido en el último mes había desaparecido.
Alexander parecía hambriento mientras cortaba su sangrienta carne. Tenía que recordarme cada vez que estaba en compañía de Alexander que yo realmente estaba saliendo con un vampiro. Acababa de despertarse, mientras, por otro lado, yo llevaba despierta más de doce horas. Al despertar, mi novio ansiaba la sangre de la misma forma que yo ansiaba un caramelo de café.
Había tanto que quería preguntarle a Alexander que no sabía por dónde empezar. Mientras cortábamos nuestros filetes, intenté curiosear sobre lo que había pasado mientras estábamos separados.
"¿Está aquí Valentine? ¿Qué has estado haciendo? ¿Cuándo planeas regresar a casa?" Balbuceé.
"Más despacio", dijo, tocando mi mano.
"Hábleme de Valentine. ¿Está bien? "
"Sí, Valentine está bien. Regresó con su familia. "
Hice una pausa, esperando que continuase. Pero Alexander me dio un guiño y simplemente tomó un bocado de su camote.
"¿Eso es todo?", Le pregunté.
Cuando Becky y yo empezábamos una narración sobre un evento jugoso, comenzábamos por "descripción de la escena", seguido por una descripción de la ropa y el diálogo, acabando con "el chisme oído por casualidad" y nuestro comentario parcial, Alexander simplemente proporcionaba respuestas de una palabra. ¿Cómo se supone que obtendría una jugosa historia de esta manera?
"¿Está aquí o en Rumania?" Seguí curioseando.
"En Rumania, supongo."
"¿Has visto a Jagger?"
"Sí". Alexander volvió a cortar su carne.
"¿En serio? ¿Qué te dijo? ¿Te amenazó? ¿Dónde lo encontraste? ¿En el cementerio de Hipsterville? "
"En su apartamento del Club del Ataúd. Tengo que admitir, que sorprendió", comenzó Alexander. "Cuando levantó la puerta para abrirla, sólo me vio de pie delante de él—Valentine estaba colgado en el ascensor. Jagger se preparó para un encuentro, cerró los puños, y me enseñó los colmillos. Pero cuando vio a Valentine junto a mí, una ola de alivio le superó. Nunca lo había visto así. Jagger estaba tan feliz de tener seguro a Valentine que parecía que toda la sangre había salido precipitadamente de él".
"Wow, eres realmente un héroe", borboteé.
"Era evidente que Jagger estaba confuso por que había sido yo el que le había llevado a Valentine. Había pasado tanto tiempo buscando venganza sobre mí por no haber hecho la ceremonia de convenio con Luna que no sabía que decir. Creo recordar que es la primera vez que Jagger y yo no somos rivales".
"Ojala hubiera estado allí para verlo", le dije.
Agarró mi mano.
"Después de abrazar a su hermano," continuó Alexander, "Jagger me extendió su mano. Fue entonces cuando formamos una tregua—entre él y yo y nuestras familias. Devolver a Valentine sano y salvo era más importante que completar cualquier ceremonia de convenio. "
"¿Crees que ahora seréis amigos?"
Alexander negó con la cabeza. "Lamentablemente no. Somos polos opuestos, y no tenemos mucho en común. Pero ahora que las cosas están pacíficas entre nosotros, probablemente sea mejor que no nos veamos durante un tiempo para que las cosas sigan así".
Alexander tomó un trago de su copa.
"Estoy realmente contento de que hayas venido", dijo suavemente.
"Yo también!"
Nos miramos a los ojos. Por un momento era como si fuéramos las únicas dos personas en el mundo. Miles de millones de personas hacían sus compras, conducían, vivían, pero la única persona de la que era consciente era del magnifico chico que me estaba mirando.
Alexander se inclinó más y me besó suavemente. Estaba tan perdida en su beso, no me di cuenta de que mi camisa se había metido en la cena.
"Aquí, déjame", dijo, mojando un poco la servilleta en un vaso de agua y limpiándome la mancha de salsa.
"Puedes tomar cualquier parte de mí", bromeé. "Entonces, ¿cuando vas a volver a Dullsville?" Insinué. "¿Mañana? ¿La semana que viene? "
"Sólo tengo una última cosa que resolver. No me llevará mucho más tiempo. Te lo prometo. Créeme, es muy triste estar lejos de la gente que mas quieres." Dijo y me sonrió suavemente. Sentí una punzada de tristeza por él. En Rumania, el tenía a su familia. En Dullsville me tenía a mí y a Jameson. Pero aquí en Hipsterville, él y Jameson estaban solos. "¿Cómo está tu familia?" Preguntó.
"Billy te extraña como un loco. Eres como un héroe para él. "
"Cuando regrese a Dullsville, tendremos que llevarlo a una feria de ciencias o una proyección de la Guerra de las Galaxias".
Me reí. "¿Ves? Esa es la razón por la que eres tan especial. Piensas en algo que le gustaría hacer a el en vez de algo que te gustaría a ti o a mi—como llevarlo a una fiesta. "
Alexander sonrió.
"¿Y Becky?", Continuó. "¿Aún está saliendo con Matt?"
"Creo que está escogiendo su vestido de novia mientras hablamos. Estoy segura de que está contando los días que faltan hasta la graduación para que así puedan fugarse y casarse".
Alexander se rió. "¿Y tú? ¿No quieres nada como Becky?" Su mirada era tan deliberada, que casi atravesó mi alma.
Por una vez me quedé muda. Estaba peor de lo que estaba Becky. El grado de locura de "Si mis padres me dejaran me tatuaría tu nombre en mi corazón". Pero no podía confesárselo de ningún modo. Tenía que aparentar por lo menos ser algo mas sofisticada.
Alexander, sin embargo, esperaba mi respuesta.
"¿Has oído sobre los círculos que aparecieron en los cultivos de la ciudad?", Le pregunté.
Alexander dejó su tenedor. "¿Dónde escuchaste eso?"
"Está en todas las noticia. ¿Crees que se trata de alienígenas? "
Hizo una pausa. "Creo que podría ser..."
"Bueno, mi tía Libby y yo tuvimos una gran discusión al respecto. A que no adivinas cual es mi teoría. "
"¿Bromistas?"
"Creo que son los vampiros, señalando el paradero de otros vampiros."
Los ojos de Alexander se hicieron más grandes y se atragantó mientras bebía agua.
"¿Estás bien?"
Asintió con la cabeza y se cubrió la boca con su servilleta.
"Tiene sentido", continué. "¿Quién se levanta por la noche mientras la mayor parte de los mortales duerme? ¿Y quién puede ver los círculos mejor que los murciélagos volando sobre el horizonte?" Le dije.
Alexander puso los ojos en blanco.
Pero yo seguí sin inmutarme. "Lo único que no he descubierto es lo que significan los círculos." Me incliné hacia Alexander. "¿Advierten a otros vampiros para que se mantengan alejados o los invitan?"
Alexander rompió rápidamente nuestra mirada.
Jameson irrumpió en la habitación con una bandeja de postre, lo que terminó con mi investigación.
"Justo a tiempo", dijo Alexander. "Ya habíamos acabado".
Jameson nos presentó dos perfectamente y deliciosas cremas brûlées.
"Es como comer en un restaurante de cinco estrellas!" Lo felicité.
La pálida piel de Jameson enrojeció mientras retiraba nuestros platos.
"Hay mucho que hacer mientras estamos aquí", dije emocionada, mientras comía mi postre. "Tienes que conocer a la tía Libby. Luego está el Hot Gothics. Y, por supuesto, el Club del Ataúd! "
Alexander me dio una severa mirada. "El Club del Ataúd no".
"No te preocupes, puedo entrar tengo una ID falsa".
"Eso no es lo que quise decir. Un club como ese no es un lugar que una chica como tú debería frecuentar. "
"¿Una chica como yo?" Me reí con incredulidad. "Es un club gótico. Está hecho para mí! Desde la última vez que lo visité, soñé que podríamos volver juntos. ¿Qué podría suceder? "
"¿Una chica en un bar?", Preguntó. "¿No ves las noticias?"
"Lo sé", le dije, hice rodar mis ojos como hacia cuando me regañaban mis padres. "No es el lugar más seguro, pero—”"
"La última vez te encontraste con Jagger. ¿Recuerdas?"
Alexander tenía un punto. No había buenos resultados sobre mis decisiones. Mi curiosidad había llevado al Némesis de mi novio directo a el, creando un gran peligro para él y para mi familia.
"Muy bien", admití finalmente. Decepcionada, jugueteé con el azúcar quemado de la parte superior de mi postre.
Alexander puso su pálida mano sobre la mía. "Iremos, pero juntos".
"¿Podemos ir esta noche?" Pregunté, alegrándome al instante.
"¿Qué tal mañana? Tengo algo entre manos, ¿Recuerdas? "
"Oh, sí, por supuesto." Me acordé de lo que me había dicho. Entonces arrugué mi frente con escepticismo y lo desafié. "No tendrás una cita, ¿no?"
"Sí". De hecho si la tengo. "
"¿En serio?"
"Sí, y es casi hora de que te vayas." Alexander dio un vistazo a un antiguo reloj de mármol que estaba sobre la chimenea. El reloj apenas hacia algún ruido y el minutero estaba roto. No quería que esta noche se acabase, pero sabía que tenía que ser así. Se limpió la boca con la servilleta de lino y, a continuación, agarró mi mano.
"Estoy tan contento de que hayas venido", dijo con adoración. "Nunca dejas de sorprenderme."
"Tu también me sorprendes..." Respiré profundamente, y entonces le pregunté, "¿Por qué estás todavía aquí?"
En ese momento Jameson regresó para recoger los platos.
Por el momento, Alexander se estaba escapando. "Permítame, Señorita Raven", dijo Jameson. Alexander y su mayordomo colocaron los platos en la parte superior de la plataforma del carro.
"Jameson te llevará de vuelta al apartamento de tu tía."
Mire el roto reloj, intentando adivinar la hora.
"Jameson podría dejarme en la clase de tambores de mi tía. Está mucho más cerca. Creo que ya debes de conocerla. Ella trabaja en Happy Homes".
"¿Aquella bella mujer era tu tía? Debería de haberlo sabido. Ella es muy encantadora... al igual que su sobrina ", dijo Jameson.
"Tengo ganas de conocerla", dijo Alexander. Luego, con un susurro dijo: "A pesar de que tendrás que inventar algunas excusas para explicarle por que no se me a luz del día".
"¿Excusas? Escribí el libro! Tengo una para cada ocasión. "
Como un caballero victoriano menos el sombrero de copa, los guantes blancos, y el acento británico, Alexander hasta la puerta y por el camino de piedras, mientras que Jameson traía al auto.
"¿Te veré mañana?" Le pregunté a mi novio mientras me acurrucaba en sus brazos.
"Por supuesto".
"Ya te hecho de menos."
"Yo también".
Alexander se inclinó y me dio un largo y lujoso beso de buenas noches. Gentilmente abrió la puerta trasera del Mercedes y me ayudó a entrar. Mientras salíamos fuera, Alexander estaba en la calzada, la casa del tamaño de un mamut estaba detrás de él como un monstruo medieval.
Jameson tuvo la amabilidad de llevarme al casco antiguo de la ciudad donde se encontraba el Centro de Música Folklórica, pero el corto trayecto de cinco millas en coche desde la casa hasta la escuela de música hippie parecía llevarnos más tiempo que el viaje de Dullsville a Hipsterville. Si hubiera empujado el coche yo misma, habríamos llegado más rápido.
Ahora que Jameson y yo teníamos un momento, intenté sacarle provecho. Traté de sacarle toda la información sobre Valentine y Jagger al hombre espeluznante, pero era tan evasivo como Alexander.
"Fue muy amable de su parte y de la de Alexander reunir a Valentine con su familia," empecé cuando pasamos la Gerald’s Gas Station.
"Era lo correcto", dijo dulcemente.
"¿Viste a Jagger?"
"No, no lo vi. Le dejé eso a Alexander. "
"Apuesto a Ruby te hecha de menos", dije, refiriéndome a mi ex jefa con la que Jameson estaba saliendo.
Pude ver por el espejo retrovisor como los ojos saltones de Jameson brillaron y como su pálido rostro enrojecía con la mención de su nombre.
"¿Ha venido a visitarte?" Curioseé.
"¡Oh, no. Esperamos poder volver a la Mansión en breve. "
"De verdad, entonces ¿por qué alquilaron la casa? ¿Por qué simplemente no se quedaron en un hotel?. "
"No me quedo en ningún lugar si ya tiene un ama de llaves", bromeó Jameson.
Me sentía como si estuviera jugando un partido de tenis con mi padre. Golpeé la pelota con todas mis fuerzas sobre la red, solo para que volviese con tanta fuerza que no me daba tiempo a rematarla. Frustrada, siempre necesitaba un momento para recomponerme. Hora de otro servicio.
"¿Echas de menos Rumania?", Le pregunté.
"Oh sí, es tan hermosa. Pero también estoy muy feliz aquí, en América. He conocido a algunas personas a las que tengo bastante cariño, Señorita Raven".
Sabía que estaba refiriéndose a Ruby y a mí.
Pero quería más. ¿Cuáles eran los planes de Alexander y Jameson?
"¿Piensas casarte con Ruby?"
"Uh .."
"¿Si es así, vas a vivir en la casa? ¿O en la mansión? "
"No planeo..."
"Bueno, si lo hicieras."
"Supongo... sería... ¿Por qué todas estas preguntas, señorita Raven?"
Estábamos boleando, y era hora de poner punto final al partido. Hice una pausa, y luego pregunté: "Estoy preguntando, ¿Qué estáis haciendo aquí tu y Alexander?"
Jameson aparcó el coche en la acera en frente de Centro de Música Folk. Había golpeado con demasiado fuerza, y la pelota golpeó en la red. El partido había terminado, evidentemente Jameson era el ganador.
La lluvia había amainado y el alumbrado público y las farolas goteaban ligeramente. Jameson salió del Mercedes y amablemente me abrió la puerta, como si fuese una estrella de cine que acaba de llegar a un estreno. Lo único que faltaba eran los paparazzi. Dije adiós con la mano mientras me dirigía al centro, cuando me di cuenta de algo que parpadea al final del bloque—el parpadeo del cartel de neón rojo del Club del Ataúd. Cuando Jameson desapareció calle abajo, me detuve. Los sonidos de los golpeteos de los tambores se oían desde fuera del centro.
Era como si el parpadeo del ataúd de neón me llamase, como un buitre a un cadáver.
4. Regreso al Club del Ataúd.
Respiré profundamente ante la expectativa de ver de cerca el Club del Ataúd una vez más, pero cuando me acerque al club subterráneo, me sorprendí. Más de un centenar de jóvenes góticos esperaban ansiosamente para entrar en el club— la cola era el doble de larga que la última vez que lo había visto. La procesión de clubsters, vestidos de manera muy parecida a lo que yo llevaba (excepto por las mechas de colores, tatuajes, piercings, y los zapatos), recorrían la manzana como si fuese una cola para Disney World. Tendría suerte si conseguía entrar antes de que terminasen las vacaciones de verano.
Frustrada, me dirigí hacia el final de la cola. Había recorrido la mitad de la cola cuando descubrí a un chico con pantalones de cuero que estaba agachado atando sus botas. Me colé en el espacio que había dejado intentando no llamar la atención. Eludí cualquier problema poniéndome de espaldas a él, mientras miraba las estrellas y, entonces, vi a unas aves volando por encima de la azotea del club. Mientras los pájaros comenzaron a planear en lugar de volar, me di cuenta de que había descubierto una bandada de murciélagos. Que guay—murciélagos en el Club del Ataúd!
Comprobé la hora. La clase de la Tía Libby terminaría en menos de una hora, y probablemente pasaría el tiempo esperando en una cola sin fin.
Ansiosa me balanceaba hacia adelante y hacia atrás. Miré hacia la entrada del club para ver si había un atasco, pero solo había un gorila comprobando las ID’s. Fue entonces cuando me di cuenta de una pareja que me resultaba familiar que estaba cerca del principio de la cola. Me asomé, guardando mi lugar con un pie como un jugador de damas guarda su lugar con el dedo antes de hacer su siguiente movimiento. Eran Primus y Poison, dos clubsters con los que me había colado la última vez que había visitado el club.
Primus y Poison. ¿Cómo podría olvidar sus nombres cuando todos los que había conocido eran nombres como Billy, Matt, o Becky?
Decidí arriesgarme y salí de la cola, corriendo hacia el macabro dúo. "Primus! Poison! ¡Soy yo, Raven! "
La pareja me escudriñó. Era evidente que querían reconocerme—después de todo, conocía sus nombres. Pero podía decir por su mirada que no lo hacían.
"Os conocí hace unos meses, en la cola", les dije, colándome por delante de toda la fila y situándome a su lado.
"Ah si", dijo Primus, con un look a lo Marilyn Manson, cuando finalmente lo recordó. "¿Cómo te va?"
Poison me miró con veneno en sus ojos.
"¡Genial!" le dije a Primus. "Me alegra volver a veros." Entonces me giré hacia Poison. "Me encanta tu corsé! ¡Es precioso! "
La disposición de Poison cambió. "Es solo un trapito."
"¡Ni hablar! Deberías ser una modelo para Gothic Beauty".
De repente, por encima de los ruidos de la calle y de la palpitante música que salía del Club del Ataúd, se escuchó el ruido del motor de una moto. Una Harley-Davidson Night Rod vino a toda velocidad hasta la calle y se detuvo con un frenazo en el espacio VIP frente al club. El Hot Rod tenía un diseño elegante y atractivo, llantas negras con pins tripees naranjas. El motorista se quitó el casco, blasonado con una calavera blanca y tibias cruzadas, desatando su dentado pelo púrpura con matices negros que le llegaba hasta los hombros. Llevaba unas gafas Ray-Bans negras y vestía unos pantalones y una chaqueta de cuero llena de tachuelas y cadenas, se apeó de la Night Rod con confianza, asintió al gorila, y entró en el club como si fuese de su propiedad.
"¿Quién es?" Pregunté en voz alta. "¿Un famoso? No lo reconocí".
"Todos piensan que son estrellas de cine", dijo Primus.
"Sí, este club ha triplicado su tamaño en los últimos meses. Y así tiene la actitud ", añadió Poison.
La cola se movía poco a poco hacia adelante, y antes de que me diese cuenta estábamos enfrente del gorila enseñándole nuestros ID.
El portero sello de inmediato las manos de Primus y Poison con un murciélago y ató en sus muñecas un brazalete con forma de alambre de púas, pero examinó mi carnet como si comprobase un pasaporte en un aeropuerto.
Poison se dio la vuelta y se puso justo enfrente del gorila. "Ella viene aquí todo el tiempo", dijo. "No puedo creer que no la recuerdes."
El gorila levanto la mirada del carnet y me miró fijamente, con una expresión de desprecio, y después a la larga cola que esperaba, todos vestidos con diferentes colores del arco iris gótico.
"Tenía el pelo azul la última vez", le dije.
"Oh, ¿eras tu?" Preguntó.
Selló mi mano con el murciélago del Club del Ataúd y me puso el brazalete alrededor de la muñeca. Había entrado en el Club del Ataúd. Dejamos atrás al gorila, pasando por la cuerda y la alfombra color rojo sangre y saludamos a dos esqueletos, y antes de que me diese cuenta estaba cruzando las puertas negras con forma de ataúd del club.
"Gracias", le dije a Poison. "Todo el mundo dice que me veo más joven de lo que soy. Apuesto a que a ti también te pasa a menudo, por que tienes una piel perfecta. "
El fantasmal rostro blanco de Poison se iluminó. Puso su brazo a mí alrededor. "Invito a la primera ronda", dijo.
El Club del Ataúd seguía siendo morbosamente mágico. Lapidas de neón brillaban contra las paredes de cemento pintadas de negro. Pálidos maniquíes, vestidos con ropas antiguas o trajes al estilo victoriano o de cuero, colgaban de las vigas. La música sonaba con fuerza por todas las zonas del club, como si el DJ se esforzase por despertar a los muertos. El balcón, el lugar donde me había encontrado por primera vez con la Némesis de Alexander, Jagger, surgía por encima de la pista de baile donde imitadores de vampiros la abarrotaban, de sus cuellos colgaban amuletos de sangre como si fueran medallas olímpicas.
Pero Primus tenía razón. El Club del Ataúd había cambiado en los últimos meses. Estaba lleno de clubsters. El espesor de hielo seco impregnaba el aire como la niebla del Londres de Jack el Destripador, lo que hacía difícil ver.
Seguí a Primus y a Poison a la barra, pero otros clientes ansiosos se pusieron delante de mí, haciendo que me quedara atrás. Podía ver sus cabezas por encima de la multitud mientras me abría camino entre los clubsters. Cuando pensé que finalmente los había alcanzado, me di cuenta de que había estado siguiendo todo el tiempo a otra pareja. Aparecí en el mini mercadillo, en donde por un pequeño precio un clubster podía comprar un amuleto o sentarse a que le leyeran el futuro. La atestada pista de baile estaba junto a la fila de los vendedores, pero la barra no se veía por ninguna parte.
Me metí por la atestada pista de baile, dejando atrás las gigantescas puertas de los lavabos con forma de lápida, en las que ponía MONTRUOS y DEMONIOS. Finalmente vi una pared llena de botellas, con telarañas aferradas a ellas. Sabía que había encontrado el santo grial. Sin embargo, la barra estaba tan atestada de clientes sedientos que era imposible ver quien era el barman o donde se encontraban Primus y Poison. Entre empujones proseguí mi camino. Justo cuando una chica se bajaba de un taburete de la barra con forma de lápida, salté sobre él.
El tío que estaba sentado a mi lado se giró hacia mí. Llevaba más eyeliner que Alice Cooper, y no le quedaba tan bien como le quedaba al anciano rockero.
"Te invito a lo que quieras", dijo, acercándose demasiado a mi cara.
Encontré al barman, Romeo, pero ni mi camarero ni yo atrajimos su atención.
Romeo respondía a cada movimiento de diez dólares, pero seguía ignorándonos. Cuando paso por delante de nosotros por centésima vez, me incliné sobre la barra y agarré su tatuado brazo.
Como Alexander y Jameson no habían soltado prenda sobre los Maxwell, pensé que esta era mi oportunidad de obtener algunos detalles. "¿Regresó Jagger a Rumania?", Le pregunté.
Romeo, con una cerveza en cada mano, me miró fijamente. La mención del nombre de Jagger lo había hecho pararse. Como Primus y Poison, no me reconoció.
"¿Quién lo pregunta?" Preguntó con desconfianza.
"Raven. ¿Está en la ciudad? ¿O regresó a Rumania? "
"Raven... Tu nombre me suena".
Me di cuenta de que no tendría que haber dejado que Romeo supiese que estaba buscando Jagger. No era una clubster normal, era la novia de la Némesis de Jagger. Alexander ya había reunido a Valentine con el. Ahora aparecía yo como si buscase problemas. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida?
"Yo tomaré una masacre medieval, y la dama tomará—," comenzó mi camarero.
"Vuelvo en seguida", le dije, pero no volvería.
Había perdido a Primus y Poison. Había estado preguntando sobre el paradero de infames vampiros. Y era una chica menor de edad sola en un bar. Lo mejor sería que llegase al Old Town antes de que esta Cenicienta con las uñas negras se convirtiese en una calabaza.
El cansancio comenzó a pasarme factura mientras me dirigía a las puertas de la entrada. Se había estado acumulando desde que me había despertado esta mañana, cuando aún estada en Dullsville. Comencé a sentirme mareada y me abrí camino a través de la niebla que llenaba el club, mientras mis imperdibles se enredaban contra las cadenas de otros clubsters. Cuando alcé la vista, me encontré con un muro que no conocía, pero había una puerta con forma de ataúd. Traté de abrirla, pero estaba atascada. Giré el pomo y empujé mi cuerpo contra ella.
La puerta se abrió de golpe y tropecé con una habitación apenas iluminada. Me llevó varios minutos darme cuenta de que en lugar de salir a la calle, había entrado en un pasillo débilmente iluminado.
Estaba apunto de darme la vuelta hasta que escuché música (la canción era diferente a la que estaban poniendo en el Club del Ataúd) retumbando al final del pasillo. Tal vez precedía del apartamento de Jagger—el que él me había mostrado la última vez que había estado aquí. Me llevaría sólo un momento averiguarlo. Una sola bombilla iluminaba el pasillo secreto, las paredes de cemento estaban llenas de graffiti como un paso urbano. Cuando llegué al final del pasillo, descubrí otro pequeño pasillo parecido a un túnel, con paredes arqueadas de piedra, y una escarpada y estrecha escalera que caía en picado en la oscuridad. Sin tocar la barandilla oxidada me deslice escaleras abajo. Que conducían a una solitaria puerta de una mazmorra. Escrito con un spray rojo sangre ponía: CALLEJÓN SIN SALIDA.
¿Era la oficina de alguien? ¿O tal vez otra entrada al apartamento en el que había estado viviendo Jagger?
Apoyé mi oreja contra la puerta-ataúd. Podía escuchar una mezcla de música y voces.
Lentamente giré el pomo y empujé la puerta, pero no cedió. Oí algunas voces detrás de mí y el sonido de pasos bajando las escaleras. Era un callejón sin salida, —no tenía a donde ir. Sabía que en cualquier momento podría ser expulsada del club y de Hipsterville—si vivía para contarlo.
Dos chicos con la tez de cadáveres, uno rubio, y el otro pelirrojo, estaban de frente mía. "¿No puedes entrar?" Me preguntó el rubio.
"Olvidé mi llave", le dije.
"Está bien, tengo la mía."
Quitó una llave maestra que colgaba de una cadena del cinturón de su pantalón.
"Entrar es fácil", dijo el rubio.
"Es decir, si pasas a Dragón", replicó su amigo.
"Pero es más difícil salir", advirtió el otro.
No sabía si era por lo que había al otro lado o por qué era necesaria una llave para abrir la puerta. Y tampoco había oído hablar de un guardia que protegiese al interior de una puerta.
La puerta-ataúd crujió al abrirse. Nos adentramos en un vestíbulo sucio y oscuro, donde fuimos recibidos por un gorila de aspecto monstruoso del tamaño de un pequeño dinosaurio. Una tela negra colgaba detrás de él como en un auto lavado, bloqueando la vista de lo que estaba protegiendo.
El gorila tenía la cabeza afeitada, donde tenía tatuada la cabeza de un dragón, las alas del reptil salían por debajo de su camiseta tank top blanca envolviendo sus bíceps de Terminator. No me atreví a preguntarle si podía ver la mitad inferior del feroz dragón.
Los dos chicos con aspecto cadavérico le enseñaron sus llaves, pasaron a través de la tela negra y desaparecieron.
"¿Dónde está la tuya?" Preguntó.
"La tiene él", le dije, apuntando hacia el chico que me había dejado entrar. "Por favor, me están esperando."
Hizo una pausa, inspeccionándome para comprobar si era digna de pasar. Lo miré con mi mejor "No me hagas preguntar si puedo ver al gerente" cara cuando la puerta se abrió de nuevo y un grupo de clubsters, cubiertos de negro y llevando unos colmillos blancos, entró.
"La próxima vez, mantenla contigo," dijo. "En caso contrario te prohibiré la entrada".
Crucé por entre la tela negra antes de que Dragón cambiara de idea. Lo que había al otro lado me dejó alucinada—era una enorme tumba subterránea. Se veía como un antiguo cementerio subterráneo, con serpenteantes catacumbas y tumbas excavadas en las paredes de piedra y el suelo de tierra, como algo sacado del History Channel. Era espeluznante, oscuro y peligroso. En el centro, había una pista de baile hundida con una banda de hard rock que tocaba en un escenario con luces fluorescentes. Detrás de la banda, en una pared estaba pintado con spray en letras rojas ponía: LA MAZMORRA con un par de verdaderos grilletes y cadenas colgando hacia abajo. Colgando de un candelabro había lo que parecía ser una bola de discoteca. Rodeando la pista de baile había tumbas talladas por las paredes, como un depósito de esqueletos y grandes arcos de piedra que conducían a otras habitaciones, como si fuera una cueva. En lugar de haber momias enterradas había cuerpos vivos, bebiendo, fumando y haciéndolo. Cada cueva estaba revestida con terciopelo negro o rojo y había sofás de cuero con parejas besuqueándose. Más de unas pocas entradas daban a unos túneles oscuros, a un destino desconocido desde mi punto de vista. Algunos tenían carteles—LA SALA DEL VERDUGO, LA CÁMARA DE TORTURA, LA GUARIDA DE DRACULA—mientras que otras permanecían desnudas como una tumba anónima.
Igual de mórbido que el club subterráneo, los clubsters tenían su propio estilo macabro. Los bailarines era muy pálidos, sus labios azules tenían brillos rojos. El estilo de los clubsters iba desde el gótico, al punk y el gothic Lolitas. Cada uno parecía más seductor que el anterior. Los muros de piedra del club rezumaban peligro, mientras que sus habitantes rezumaban sensualidad. Aunque su existencia y localización eran secretas y aisladas, había tropezado con una misteriosa fiesta. Este club era mucho más íntimo y siniestro que su club hermano superior.
Y, a diferencia de los patrones del de arriba, estos fantasmales clubsters parecían incitantes. Chicos y chicas por igual me miraban mientras caminaba por el lugar. Algunos me miraban como si supiesen que no tenía una llave para entrar, mientras que a los demás no parecía preocuparles.
Los chicos besaban a las chicas en el cuello, las muñecas, y cada lugar que tuviese una vena marcada, mientras ellas reían con deleite.
Esta era definitivamente una multitud mucho más amigable. "Hola. ¿Quieres bailar?" Un chico se me acercó mientras evitaba caerme en una tumba, mientras que otra chica, con la nariz tan grande que parecía una bruja, me seguía. "No te he visto por aquí antes. ¿Estás sola? Soy que el hombre perfecto para ti. "
Pero en lugar de ser amable con ellos, me acerqué hasta la barra y me senté en un taburete.
Un camarero, con el pelo tan largo que debía de llegarle al suelo, puso una servilleta en la barra delante de mí. "Tenemos de importación o nacionales."
"Uh... ¿qué hay de locales?"
El camarero se rió. "Es la noche de chicas. Consumiciones gratis. "
Estaba tan sedienta como un vampiro sin sangre.
"En ese caso... algo sin alcohol".
"Claro... ¿por qué diluirlo?".
Agarró una botella añeja verde, vertió su contenido en un vaso de peltre, y luego empujó a la bebida hacia mí.
La bebida olía de forma peculiar. Tenía la esperanza de que supiese dulce como el Kool-Aid, pero parecía tener la consistencia del zumo de tomate.
Lo toqué con el dedo y lo examiné de cerca.
Luego me di cuenta de que no era ni Kool-Aid, ni zumo de tomate—era sangre.
¿Era un error, o tal vez una broma?
"¿Puedo conseguir un poco de agua, también?" Le pregunté.
"¿No te gusta?"
"Esta deliciosa", le dije, no queriendo llamar la atención. "Quisiera terminar con un vaso de agua."
Puso otra copa al lado de la que estaba llena de sangre mientras me limpiaba el dedo por debajo de la barra.
Olí el vaso. Quién sabe, podría esta lleno de whisky. No había ningún olor, por lo que tomé un pequeño sorbo. Tuve suerte. Era agua normal del grifo de Hipsterville. Me la bebí toda y deje una propina en la barra. Estaba apunto de bajarme del taburete cuando alguien puso una mano sobre mi hombro.
Un tipo delgado con barba de varios días salió de las sombras y se sentó a mi lado en la barra. "¿De dónde eres?"
Puse los ojos en blanco y me solté de su agarré.
"No estaba intentado ligar contigo; realmente quise decir, —donde es usted?"
"¿Está haciendo una encuesta?"
"En realidad..."
No le iba a dar mi dirección personal a un desconocido. Ya había tenido suficiente con que Jagger me siguiera desde el Club del Ataúd hasta mi casa la última vez que había visitado Hipsterville. No quería mostrarle mi casa a este tío de barba crecida, se afeitase o no.
"Tendrás que encontrar a otra persona para tu encuesta."
"Nunca te he visto antes por aquí. ¿Cómo encontraste este lugar? "
"Me lo dijo un pequeño murciélago."
Sonrió.
"¿Y tú?" Le pregunté, sólo para ser amable.
"Los círculos de cultivo. Entonces supe que había una población de nuestra especie aquí".
"¿Los alienígenas?", Le pregunté.
El forastero se rió de nuevo. Estaba intrigada por su respuesta, pero sabía que si preguntaba mas, empezaría a levantar sospechas.
"Déjame invitarte a algo", dijo, acercándose mas.
"Gracias de todos modos, no me quedo."
"Eres cauta. Lo entiendo... Todos lo somos. Por eso el Club del Ataúd es el club subterráneo mas visitado. Podemos ser nosotros mismos. Por cierto, mi nombre es Leopoldo. "
"Uh... yo..."
Sentí algo que vibraba en mi bolso. Lo levanté—era mi móvil. Salvada por la campana—o en este caso, por las vibraciones. "Tengo que contestar", le dije, dejando la barra. Abrí mi móvil y bajé por la arcada de piedra.
"¿Raven?" Era la tía Libby. Apenas podía escucharla. "¿Cómo estás?"
"Hola, tía Libby," contesté gritando. "Estoy bien".
"¿Qué estás haciendo? No puedo escucharte. "
Pasé a través de las catacumbas, alejándome de la ruidosa pista de baile.
"Tengo tu estéreo".
"Tendrás que quitarle volumen. No quiero que mis vecinos se quejen."
"Por supuesto. Lo apagaré tan pronto como cuelgue. "
"¿Lo estás pasando bien?"
"¿Puedes hablar más alto?" Le pregunté, tapando mi otro oído con el dedo índice.
"¿Si te estas divirtiendo? Estoy segura de que estás aburridísima."
"No es tan malo", le grité de nuevo, mientras seguía caminando.
"Siento que no hubieras venido a clase conmigo. Nuestro profesor era de Kenia. Fue realmente sorprendente".
"No te preocupes por mí. Lo estoy pasando estupendamente", le dije la verdad.
"¿Qué? No puedo escucharte. "
"Lo estoy pasando bien", le grité mientras me cruzaba con unos clubsters vestidos con trajes cosplay.
"La clase acabaré en breves. Te veré pronto. "
"Tómate tu tiempo, tía Libby".
"¿Qué?"
"No tienes que apresurarte por mi culpa."
"No puedo oírte. Hablaremos cuando llegue a casa. Hasta pronto. "Ella colgó antes de que tuviese oportunidad de despedirme.
Era fundamental que llegase a casa antes que la tía Libby.
Dejé el móvil en el bolso y me di cuenta de que me había perdido ¿Estaba la pista de baile de la Mazmorra a la derecha o a la izquierda? Tenía un cincuenta por ciento de posibilidades de elegir la opción correcta. Unas bombillas iluminaban el camino por el túnel de piedra, con unas catacumbas. Había estado tan centrada en la conversación con la tía Libby que no había tomado ningún apunte mental de la dirección que tomaba. Necesitaba un rastro de migas de pan.
Observé algunos cráneos revistiendo el túnel. No recordaba haberlos visto cuando hablaba por teléfono, pero en ese momento no los había mirado.
El túnel estaba débilmente iluminado. Los muros de piedra se inclinaban, como si se derrumbasen sobre mí mientras crecía mi indecisión.
Oí algunas voces y risas provenientes del final del pasillo, por lo que las seguí. Cuidadosamente me acerqué por las catacumbas, tratando de no tropezar en el terreno lleno de baches. El tortuoso túnel desembocó en una pequeña habitación. La Ensenada. Una docena de clubsters, de espaldas a mí, estaban escuchando a lo que podría ser un cómico. Tenía curiosidad por saber por qué elegían escuchar en lugar de abarrotar la pista de baile.
Pero no era el típico comediante con pantalones vaqueros azules. Llevaba puesta una sudadera oscura puesta con la capucha sobre su cabeza, ocultando su rostro pálido, y no hacía reír a la multitud.
"La Mazmorra debe tomar una nueva dirección. ¿Por qué escondernos en la oscuridad cuando hay tanto que podemos hacer?" Desafió. La luz de los focos iluminaban la llave con forma de esqueleto que llevaba al cuelo con un cordón negro, como si fuera el pase para el backstage de un concierto de rock.
"Estoy de acuerdo. ¿Por qué negar lo que somos? "Preguntó una chica, llevaba una serpiente alrededor del cuello como si fuera una estola de visón.
"Es por eso que este club es tan importante, para que podamos ser nosotros mismos", comenzó otro.
"Sin embargo, La Mazmorra es un lugar secreto y seguro, al que podemos llamar nuestro."
"¿No es hora de darnos conocer?" La chica susurró, mientras acariciaba el reptil. "Muchos de nosotros están empezando a frustrase por estar ocultos".
"Pero muchos otros se sienten más seguros entre nosotros", admitió un clubster.
"No nos llevamos bien con los desconocidos," dijo otro.
"Quizás es hora de que lo intentemos", dijo una chica que estaba en la primera fila.
"¿Y así poder ser como ellos y perder nuestra identidad?" Preguntó otro.
La tensión creció de ambos lados. El orador levantó las manos. "Calmaos. Debemos permanecer unidos".
Un tío se inclinó hacia mí y me preguntó, "¿Qué piensas?"
De repente el grupo me miraba fijamente. La serpiente, todavía enrollada en el cuello de su dueña, silbó.
"Pienso que es hora de que regrese a la pista de baile!"
Retrocedí sigilosamente de regreso al camino del túnel. Mis ojos no tuvieron oportunidad de adaptarse a la oscuridad y choqué con dos chicas. Me quedé tiesa, pero estaba demasiado cansada para una reyerta de bar.
"Disculpadme", les dije. "¿Conocéis el camino de regreso a la pista de baile?"
Las chicas, a diferencia de las chicas de Dullsville High, no eran agresivas. Sentía simpatía y amistad emanando de ellas.
Las dos chicas parecían ser de mi edad. Una llevaba un vestido con corsé azul índigo, mientras que la otra llevaba un vestido a lo baby doll con botas hasta el muslo con cordones plateados. Su maquillaje de un matiz morado vampírico acentuaba drásticamente sus rasgos Draculine. Una tenía el pelo largo y rizado de color rojo y la otra de color negro azabache liso como una cuchilla.
"Sígueme", me dijo la chica del vestido con corsé, mientras enganchaba nuestras manos. "Soy Onyx, y ella es Scarlet. ¿Cómo te llamas?" Me dio una hermosa sonrisa, revelando una pequeña joya ónix negra incrustada en uno de sus colmillos.
"Guau— ¿De dónde los has sacado?" Comencé. "Se ven tan reales."
Me enseñó de nuevo sus colmillos. "Lo es. También podemos hacerlo en los tuyos. "
Estaba sorprendida. Onyx se refería a la joya, mientras que yo me refería a los colmillos.
"¿Cómo encontrasteis el club?", Le pregunté.
"Nos llevó una eternidad", respondió Scarlet.
Antes de que me diese cuenta había llegado al centro de la pista de baile del club, acompañada por dos nuevas amigas.
"Muchas gracias", les dije. "Ahora seguiré mi camino—"
Sus brillantes expresiones giraron cetrinas. "¿No quieres bailar?"
Aquí estaba, enganchada de las dos chicas más espectaculares que jamás había conocido— cuando había sido excluida por las pandillas toda mi vida. Era emocionante ser aceptada inmediatamente siendo yo misma. Y no sabía cuando tendría la oportunidad de volver a la mazmorra de nuevo.
"Bueno, una canción" Cedí.
Llegamos a un acuerdo y reímos tontamente como si hubiésemos sido las mejores amigas desde la infancia. Me imaginé como habría sido mi vida si Scarlet y Onyx hubiesen crecido en Dullsville. Dormiríamos durante el día, pintaríamos nuestras uñas a la luz de la luna, y chismorrearíamos en el cementerio.
Nos sacudimos tan fuertemente, que pensé que mis tatuajes falsos se caerían. En la Mazmorra el tema vampírico fue llevado al extremo. Los Clubsters se retorcían juntos como si se bebieran las almas. Los lujuriosos labios de los chicos se apoyaban en los cuellos de las atolondradas chicas, no estaba claro donde comenzaba un clubster y donde acababa el otro.
Estaba embriagada por la música, la peligrosa sensación del club, y la aceptación de Scarlet y Onyx. De repente me di cuenta de la hora. "Tengo que irme."
"¿Ya? Pero podemos bailar hasta el amanecer ", ofreció Scarlet, apartando su hermoso rizado pelo de color rojo de su hombro.
"No puedo. Se supone que debo encontrarme con alguien".
"¿Está de ensueño?" preguntó Onyx.
"¿Se parece a nosotras?" instó Scarlet.
Estaba demasiado avergonzada para decirles que tenía que reunirme con mi tía.
"Te doy mi número". Scarlet abrió mi bolso, sacó mi móvil, y grabó un número de diez dígitos. "Llama siempre que quieras, excepto durante el día. Mis padres odian ser despertados. "
Me abrazó fuertemente, como lo hizo Onyx.
Lamentaba marcharme. Además de estar con Alexander, estaba teniendo el mejor momento de mi vida. A regañadientes dejé atrás la descubierta Mazmorra.
Cuando salí de la pista de baile me di cuenta de que una de mis botas estaba desatada. Anduve con dificultad hacia un lado, evitando que cualquier clubster tropezase con mis largos cordones. Puse mi bota en una silla y me incliné para atarla, cuando sentí que alguien me miraba fijamente. Oculto en las sombras de una pequeña sala parecida a una cueva, apenas podía distinguir la silueta de una persona que se sentaba sola. Curiosa, me moví un poco hacia adelante. Guardando las distancias, miré a través de la oscuridad. Un candelabro estaba sobre la mesa iluminando suavemente la figura. En primer lugar vi unas botas, cruzadas a la altura del tobillo, que descansaban en el suelo de tierra, después los pantalones ajustados de cuero negro, como el celofán. Pude ver las mangas de la chaqueta de motorista, con cadenas, y tenía los brazos cruzados. Me acerqué un poco más dentro del rayo de luz. El pelo color púrpura le caía sobre las gafas de sol negras. Parecía estar mirándome fijamente. Me llevó un momento, pero rompí si mirada fija y me retiré a la seguridad de las sombras, o eso esperaba.
¿Por qué estaba el motorista mirándome? ¿Y por qué se sentaba solo como si estuviese esperando a alguien?
Me sentí extrañamente atraída por él. Su mirada era magnética.
Varios clubsters de aspecto duro se le acercaron, —pero en vez de saludarlo como harían los chicos, con un golpe en el brazo o chocando las cinco, todos asintieron y entraron en la pequeña sala, se sentaron alrededor de la mesa y de el y esperaron a que hablase.
Quise desesperadamente poder escuchar su conversación secreta y así poder saber que o quien era el motorista.
"Él no tiene ninguna idea acerca de lo que los vampiros realmente necesitan", dijo un clubster al motociclista.
"Creo que es hora de hacer algo", dijo otro.
"Antes de que arruine nuestros planes", añadió un tercero.
El motorista de pelo púrpura se inclinó, fuera del alcance del oído.
Los reservados hombres le escuchaban tan atentamente, que casi podría decir que estaban tan embelesados como yo lo estaba. Si el motorista era el líder de estos bárbaros clubsters, sólo podía imaginar que había encontrado a alguien el doble de peligroso que Jagger y Valentine.
Sentí los latidos de mi corazón por todo el cuerpo cuando me di cuenta que mi móvil vibraba. Era la Libby de nuevo. Todos, excepto el motorista, se giraron y me miraron fijamente. Pero el tío motorista con el look a lo estrella de rock ni se inmutó. Era como si supiese que había estado allí todo el tiempo.
Rápidamente me dirigí al pasaje abovedado que estaba detrás de la pista de baile cuando alguien de repente estaba de pie delante de mí, bloqueándome el camino.
Respiré profundamente y alcé la vista. Su cabello púrpura cayó hacia abajo, de forma seductora, sobre sus Ray-Bans. Su mirada era hipnótica y severa por debajo de las gafas oscuras. Había algo poderoso en el misterioso desconocido. Olía a Obsession y se elevaba sobre mí en sus gruesas botas.
"¿Cómo entraste?" preguntó con un marcado acento rumano.
"¿Eres el dueño del club?"
"No, pero podría". Su chaqueta de cuero crujió cuando cruzó los brazos. "No te he visto antes." Bajó la cabeza y parecía que estaba inspeccionando mi cuello. "Creo que no eres uno de los nuestros".
Toqueteé mi pendiente, ocultando así mi cuello libre de mordiscos. Me sentía un poco intimidada por él, pero eso no me impidió contestarle.
"¿Cómo lo sabes?" Lo desafié.
Las gafas y su pelo me ocultaban su cara, dificultándome ver su reacción. No estaba segura de si rompería a reír. Por su lenguaje corporal, sabía que estaba serio. "Es mejor que te vayas. Para ser miembro de nuestro club hay que pagar un precio muy alto. Pero quizás pueda explicártelo mejor con una bebida."
"No, gracias. Ya tengo novio. "
"Entonces, él es un hombre muy afortunado", me felicitó. "Mi nombre es Phoenix Slater", dijo, extendió la mano y agarró la mía. "¿Y tu?"
"Me estoy marchando", le dije, tirando de mi mano.
Ya había hecho la mitad del trayecto hasta la puesta de La Mazmorra, cuando su brazo me alcanzó y me rodeó. Enfadada, me giré, pero no estaba preparada para enfrentarme a lo que estaba viendo. En ojo verde metálico y otro azul claro me miraban fijamente. Jagger Maxwell.
Jadeé. Habían pasado unos meses desde que había visto a la Némesis de Alexander tan cerca.
Jagger estaba exactamente igual—el pelo blanco con las puntas rojas, como si las hubiera bañado en sangre. Tres aros de plata le atravesaban la oreja izquierda, y un tatuaje en su brazo ponía POSSESS. Llevaba una sudadera oscura.
Se acercó a mí como una araña a una mosca.
"¿Qué estás haciendo aquí?" Le pregunté alejándome de el.
"¿Qué estás haciendo tu aquí?" Exigió, acercándose.
"Pensé que estabas en Rumania."
"Pensé que estaba en los brazos de Alexander."
"Vine aquí para ver—"
"¿Sí?" Observó mis labios intensamente, esperando mi respuesta.
"Mi tía".
"¿Tu tía pertenece a este club?", Preguntó, burlándose de mí. "¿Cuántos tiene, cuarenta? ¿Cincuenta? No veo a nadie bailando con un andador. "
"Ella no está aquí, estúpido", le dije. "Ella vive en la ciudad, pero mejor que—"
"No tengo ningún interés en tu tía. Tu, sin embargo..." Inhaló profundamente, como si estuviera respirándome y, a continuación, lamió sus labios mortalmente pálidos. "Siento curiosidad por saber por qué estás aquí. Este club es solo para miembros. Pero una vez que te inscribes, lo eres eternamente. A menos que... "
"A menos que ¿qué?"
"A menos que ya te hayas unido."
Antes de que tuviese oportunidad de detenerlo, puso su mano fría contra mi mentón y giró mi cabeza de un lado al otro, inspeccionando mi cuello.
"¡Suéltame!"
"No lo creo. Realmente no deberías estar aquí. Esto no es un lugar para tu especie. "
"No tengo una especie."
"Una lástima. ¿No es esto lo que siempre has soñado?" Me miró a los ojos y trazó el escote de mi vestido con sus uñas negras. Se lamió los labios y sus colmillos destellaron.
Phoenix se interpuso entre nosotros. Se miraron fijamente mientras Jagger se alejaba.
Decenas de clubsters se reunieron alrededor de Jagger, y los demás se juntaron del lado de Phoenix, como si esperasen una lucha a muerte.
No sabía que lado elegir. Aunque sabía Jagger era nefasto, por lo menos tenía una idea de con quien estaba tratando. Pero como la tensión creció entre los dos, sabía que era mejor irse.
Me escabullí y me oculté detrás de la tela negra a escasos metros de distancia. Después de recuperar el aliento, miré al interior por una ranura en la tela.
No estaba muy segura en que tipo de club había tropezado, pero tenía una idea. Bebidas de sangre, colmillos que parpadeaban, un club donde los miembros duraban una eternidad. Solo había una forma de estar segura.
Cogí mi bolso y saqué el compacto de Ruby. Enfoqué lo que tenía a mis espaldas. Respiré profundamente y miré lo que el espejo reflejaba. Me congelé. El concurrido club y la atestada pista de baile estaban vacíos.
Acababa de entrar en el verdadero Club del Ataúd.
5. Las catacumbas.
Después de pasar de largo junto a Dragón, que estaba comprobando a otros miembros, corrí por la empinada escalera hasta llegar a la entrada principal del Club del Ataúd. Oí el sonido del motor de una moto detrás de mí cuando llegué junto a la tía Libby fuera del Old Town Folk Music Center, sujetando un viejo tambor africano bajo el brazo, quien estaba muy sorprendida de verme.
Pasé la noche en el futon de la Tía Libby, pero no conseguía dormir. En medio de la noche, oí el sonido de una moto pasar calle abajo. Me levanté, aparaté la cortina azul y mire detenidamente por la ventana. No había señales de Phoenix o de cualquier otro conductor de una Harley. Me dejé caer sobre el colchón, pero aún estaba muy emocionada por los acontecimientos sucedidos esta noche, que no dejaban de darme vueltas por la cabeza.
Justo cuando pensaba que lo había visto todo, o que sabía todo lo que un mortal debía saber sobre el inframundo, había tropezado con otra aventura sobrenatural. Pensaba que mi vida se había enriquecido cuando descubrí la verdadera identidad vampiro de Alexander. Después encontré a Jagger, Luna, Valentine y sus sanguinarias venganzas. Quién iba a pensar, al vivir y crecer en Dullsville (donde el mayor evento anual era el carnaval de primavera), que un día, no sólo me sucedería eso, si no que también encontraría un club de vampiros que me aceptarían como uno de los suyos.
Una cosa era pasar el rato con Luna y encontrar a Jagger en Dullsville. Lo de esta noche no se parecía a nada de lo que había experimentado. En vez de ir dar una vuelta con Becky, había estado bailando con los vampiros. Inmersa en su mundo, conseguí ver lo que era el Inframundo. Sin la amenaza de los mortales, podían ser ellos mismos. Coqueteando, bebiendo, y festejando como cualquier clubster en un club, excepto por una cosa—la clientela eran sanguinarios vampiros inmortales.
Recordé de nuevo los acontecimientos sucedidos esta noche. Me preguntaba por qué Jagger se había quedado en Hipsterville. ¿No estaría mejor en Rumania con Luna y Valentine? ¿Y quién era Phoenix? ¿Por qué yo, junto con la banda de vampiros mafiosos, nos sentíamos tan atraídos hacia él? ¿Era más problemático que Jagger? ¿Y que planeaban hacer su banda y él?
Lo peor de mis nuevos descubrimientos era que no podría contarle nada a Alexander. Ni de Primus o Poison o mi visita al Club del Ataúd. Y sobre todo, no sería capaz de contarle ni una sola palabra sobre mi entrada a la Mazmorra, los bailes con Onyx y Scarlet, o mi encuentro con Jagger y Phoenix.
La principal razón por la que Alexander había dejado Rumania era por este oscuro y mortífero inframundo. Él era un desconocido en este carnívoro mundo en el que había nacido. Si supiese que justo delante de sus narices había un club privado de vampiros, podría sentirse aun más solitario.
Quizás Alexander ya sabía sobre los círculos de las cosechas y del club subterráneo. Tal vez ese era el motivo por el que él y Jameson se habían quedado en Hipsterville—para ver si sucedía algo. Pero entonces ¿por qué había sido tan reservado y no me lo había contado?
Quizás debería confesárselo todo. Contárselo todo— también lo de Jagger y Phoenix. Pero entonces correría el riesgo de que Alexander se involucrarse con La Mazmorra, retrasando aún más su regreso a Dullsville. Por el momento, sería mejor dejar las cosas como estaban.
La pulsera de plástico de mi brazo le revelaría a Alexander mi entrada en el club. Odiaba ocultarle algo, pero tenía que pensar bien las cosas antes de tomar la decisión correcta.
Si me quitaba la pulsera, no habría marcha atrás. Me levanté y agarré mi maleta y quité una pequeña bolsa de viaje Black Catz. Dentro tenía una toalla de Hello Batty. Cogí la pulsera y la envolví bien, guardándola de forma segura.
Imaginé que estaba de nuevo en la casa señorial, con Alexander sosteniéndome entre sus brazos dentro de su ataúd en el enorme ático. Nada del mundo exterior o del inframundo podría distraernos del amor que nos teníamos.
6. Sueños de Mazmorra.
No estaba segura de que hora era, sólo sabía que estaba de vuelta en la Mazmorra. Las catacumbas estaban llenas de vampiros, —sedientos, hambrientos, al acecho, —escondidos detrás de los arcos o a simple vista. De repente me vi rodeada por la banda de vampiros clubsters. La pista de baile se había convertido en una especie de bautismo medieval. Un ataúd cubierto se encontraba en el centro de la pista de tierra rodeado por candelabros de casi 2 metros de alto. Al frente, dos miembros encapuchados estaban sentados en dos tronos tallados como si fueran dos reyes vampiros. Los clubsters comenzaron a cantar, "Sangre nueva, sangre nueva".
"¿Qué sucede?", Pregunté. Finalmente encontré a Onyx y a Scarlet entre la multitud de vampiros que estaban cantando.
"Estamos iniciando un nuevo miembro", reveló Onyx con emoción.
Mi estómago se encogió. No estaba preparada para ser testigo de alguien que va a "el colmillo".
"¿Quién?", Le pregunté.
Scarlet se rió. "¡Tu!"
La muchedumbre se dirigió hacia mí y de repente los clubsters me levantaron y me pasaron por encima de ellos como si fuera la Queen of the Mosh Pit.
Los clubsters continuaron cantando, "Sangre nueva, sangre nueva".
Luché todo lo que pude contra la marea de manos con uñas negras o rojas, pero mis dos puños y mis dos pies no tenían ninguna oportunidad contra la fuerza de una multitud de hambrientos vampiros.
"¡No estoy lista!" Lloré. "¡Estoy esperando a Alexander!"
Antes de que me diese cuenta, me habían bajado junto ataúd y me sujetaban por los brazos brazos, mientras los vampiros con los ojos rojos cantaban, "Sangre nueva, sangre nueva" a mi alrededor.
"¡Soltadme!" Lloré, pero los clubsters sujetaron mis brazos y mis piernas fuertemente. Noté dos caras familiares entre la gente que me rodeaba — eran Primus y Poison.
"¡Primus! ¡Poison!" Los llamé. "¡Decidles que no estoy preparada para unirme a ellos!"
"Te dijimos que el Club del Ataúd había cambiado," dijo Primus.
"Deberías haberte quedado con nosotros, en cambio quisiste curiosear y abriste la puerta de la Mazmorra", dijo Poison. "¡Ahora también somos miembros" Dijo enseñándome sus colmillos.
Un par de miembros que se mantenían junto a los tronos se acercaron a mí. El más pequeño levantó la copa con una mano e introdujo dos dedos de la otra dentro de la copa. Entonces, como si fuese cera que goteaba, roció el líquido caliente sobre mi cuello, haciendo suaves trazos, marcándome con una sangrienta X.
"No", Grité. "Déjame!"
El vampiro se quitó la capucha. Todo lo que vi fue el pelo blanco y dos ojos rojos. Era Jagger.
Me giré. Allí, en la multitud mirándome fijamente estaba Alexander. Sentí su decepción al encontrarme aquí en el Club del Ataúd. Extendí mi mano hacia el, pero se apartó y desapareció entre la multitud.
El otro miembro encapuchado se acercó a mí. Una chica de colmillos amarillos le quitó la capucha y su pelo púrpura le cayó hacia abajo.
Phoenix me sonrió con una mueca amenazante, sus colmillos tan afilados como cuchillos. Se inclinó y sumergió sus dientes en mi cuello.
"¡No!" Intenté gritar, pero estaba sin voz.
Me desperté con un grito, en un charco de sudor, mis manos alrededor de mi cuello.
Grateful Dead Bears de colores bailaban en el mantel de la chimenea. Un tambor africano estaba al lado de una antigua mecedora. La luz atravesaba la ventana, mientras el sol comenzaba a elevarse por encima de los árboles. Estaba sin aliento, pero suspiré de alivio. Estaba a salvo en el apartamento de mi tía, acostada en el futon de su sala de estar, bajo la protección de sol. Tiré del edredón hasta taparme la cabeza e intenté desesperadamente dormirme y soñar con el único vampiro en el que confiaba, Alexander Sterling.
Esa tarde, estaba tomando unos dulces en la mesa de desayuno de la tía Libby y preparándome una taza de café cuando oí el sonido de las llaves de la puerta.
La Tía Libby entró con su chaqueta de Happy Homes y unas cuantas bolsas de la compra.
"Me gustaría preguntarte que es lo que quieres hacer hoy", me dijo mientras la ayudaba a llevarlas hasta la cocina ", pero el día casi se esta terminando. Por lo tanto, ¿qué quieres hacer esta noche? "
"Bueno..."
"Estoy segura de que todavía estas cansada de ayer, así que si quedarte..."
Anoche cuando Alexander y yo cenábamos en la casa señorial el me había prometido que esta noche iríamos al Club del Ataúd. No quería deshacerme de la tía Libby, y aunque todavía estaba asustada por la pesadilla de la Mazmorra llena de vampiros, me moría por ver realizado mi sueño de bailar los dos juntos en el Club del Ataúd.
Sin embargo, mi tía seguía esperando por mi respuesta, y el "Ya tengo planes" no era lo que estaba esperando oír. Aquí estaba yo, quedándome en su casa, comiendo su comida, y había llegado a ser tan egoísta que había hecho planes sin consultarle a ella.
"Cualquier cosa que quieras hacer", dije finalmente. "La noche es tuya."
Pero en lugar de responder, mi tía Libby siguió descargando los víveres.
"Podemos ver una película," sugerí. "Ir a un club de jazz. Visitar algunas tiendas. "
Aún así, mi tía no estaba tan emocionada como pensé que lo estaría al proponerle mis ideas.
"O si tienes alguna otra idea..."
"Tengo otra idea ", dijo con impaciencia.
"Entonces podemos hacer eso".
"Es una cita."
"¿Una cita? ¿Con Devon? "
Ella asintió. "Soy una tía horrible", dijo. "Devon me llamó durante el almuerzo. Me pidió salir esta noche y antes de que me diese cuenta ya le había dicho que si. "
"Eso está bien."
"No, no debí hacerlo. Lo llamaré y lo cancelaré", dijo, intentando alcanzar el teléfono inalámbrico del mostrador de la cocina.
"Ni siquiera lo pienses", le dije, agarrándolo primero.
"Entonces tendrás que venir".
"¿Estás bromeando? En tu primera cita? Sería un desastre".
"Por favor, no puedo dejarte sola de nuevo. A tus dieciséis años no deberías quedarte sola en el apartamento de tu tía. Sé cual fue la razón por la que te escabulliste anoche y apareciste en mi clase, —porque te aburrías. "
A mis dieciséis años, tampoco quería ir a una cita con mi tía y su nuevo pretendiente, lo pensé, pero no podía decírselo. "No me aburriré esta noche. Te lo prometo. Tengo libros que leer y así podré avanzar materia".
Levantó una ceja. "Te pareces mas a tu padre de lo que creía."
"O por lo menos a Billy."
7. Bailando con la Muerte.
Alexander y yo llegamos al Club del Ataúd para encontrarnos que la moto de Phoenix ya estaba estacionada en su zona VIP. "Wow, esa moto es fantástica", comentó Alexander cuando pasamos a su lado. "¿Qué opinas?"
"Que está bien, pero no tan bien como tú” le contesté, apretando su mano mientras caminábamos hacia la cola de clubsters.
Me imaginé a Phoenix entrando en el club todo chulo como si fuera de la realeza, mientras que mi novio y yo teníamos que esperar nuestro turno.
Pero realmente, no me gustaría estar en ninguna otra parte del mundo. Alexander estaba a mi lado, y dentro de poco mi deseo se haría realidad. Sería una noche memorable.
Sin embargo, no podía evitar que mi mente se distrajese. Alexander, después de todo, era un vampiro. Podía conseguir una llave y ser socio de por vida de La Mazmorra en un abrir y cerrar de colmillos. Sin embargo, si le decía a Alexander que había estado allí, sin él, se enfadaría. Y si le comentaba que había visto a Jagger sabría que habría estado en el club subterráneo. Por lo que Alexander sabía, el había regresado a Rumania, y de la misma manera Jagger, probablemente pensaba que Alexander estaba en Dullsville. No iba a ser yo quién revelase su ubicación. Ya le había causado bastantes problemas a Alexander en el pasado—había conducido a Jagger desde Hipsterville derecho a Alexander. Sería difícil, pero tenía que mantener mis labios negros cerrados.
Alexander y yo entramos con orgullo en el Club del Ataúd, de la mano, como si fuésemos una pareja de famosos que entran a una fiesta. Estábamos tan acostumbrados a ser los forasteros, que se sentía realmente bien entrar finalmente en un lugar donde la gente era como nosotros.
Me sentía eufórica al estar allí con mi propio novio vampiro. La multitud y la música retumbaban más que la noche anterior. Esta vez los clubsters no estaban tan centrados en sí mismos. De hecho, ¡las chicas se comían con los ojos a mi cita! Al principio pensé que era divertido, como si hubiese llegado del brazo de una estrella del rock. Después de unos minutos de exhibición de escotes, y miraditas de chicas con minifaldas, estaba celosa. ¿Es que no se daban cuanta de que estaba a su lado? Algunos chicos me miraban, pero cada chica que pasábamos lo miraban como si Alexander fuese Criss Angel haciendo magia.
Finalmente, lo llevé hasta la barra. "¿No te has dado cuenta?"
"¿Darme cuenta de qué?" Preguntó ingenuamente.
"¿De las chicas?"
"¿Qué chicas?"
"¡Hola! Estabas tan preocupado por traerme a un bar cuando debería ser yo la preocupada por traerte aquí. "
"No sé de qué me estás hablando", dijo con seriedad.
"¡Todas las chicas están babeando por ti!"
Alexander se sonrojó, después sonrió dulcemente.
"Bueno, solo hay una chica con la que quiero estar y está ya a mi lado", dijo.
La camarera, una robusta mujer que parecía haberlo sido desde antes de que inventaran la cerveza, nos preguntó nuestros pedidos.
Alexander y yo nos refrescamos con unas guillotinas no alcohólicas.
Alexander se veía divino contra el telón de fondo de las lápidas de neón, sus conmovedores ojos dulcemente miraban los míos. Parecía tan feliz como yo de verlo a él, como si no quisiese estar en otra parte del mundo que estar a mi lado en este club. Me rodeo con su brazo de forma protectora, nuestros dedos entrelazados. Sin embargo, sentí una punzada de soledad por Alexander. Pasaba mucho tiempo en su habitación del ático, solo, ya sea en Dullsville o Hipsterville, su único compañero era su escalofriante pero bondadoso mayordomo. Estaba muy entusiasmada de ser parte de la vida nocturna de Alexander durante esta noche.
Por supuesto, no pude evitar preguntarme lo que estaba sucediendo en la Mazmorra. ¿Cómo se introducían los nuevos miembros? ¿De donde salían? ¿Estarían Jagger y Phoenix enfrentándose nuevamente? Me moría por compartir el club subterráneo con Alexander, una cultura llena de vampiros sedientos de sangre, que era precisamente por lo que Alexander había dejado Rumania. Él era mucho más feliz en un ambiente en el que los mortales se vestían como vampiros en lugar de uno donde los vampiros vestían como mortales. E incluso aunque quisiera, no creo que fuese capaz de encontrar nuevamente la puerta secreta con forma de ataúd.
"Pareces distraída", comentó Alexander.
"En realidad, estaba pensando en ti."
"Bueno, no tienes que pensar en mí. Estoy aquí mismo". Se inclinó y me mordisqueó el labio, lo que hizo que me temblaran hasta las botas.
Puso nuestras bebidas en la barra, agarró mi mano y me llevó a la pista de baile.
Durante la siguiente hora, bailamos y festejamos, a la vez que olvidábamos la diferencia entre mortal e inmortal.
Cuando el DJ enlazó el final de una canción con el principio de otra, aproveché el momento para recuperar el aliento. Mientras me estiraba el cuello, vi una figura en el balcón, sentado en un sofá con forma de ataúd, un candelabro iluminaba un pelo blanco, con las puntas color rojo sangre.
Agarré a Alexander por debajo del brazo y lo arrastré a la otra punta del la pista de baile, debajo del balcón. No quería que Jagger descubriera el pastel, y le contase a Alexander que había estado en la Mazmorra. Quería contárselo a Alexander yo misma.
"¿Por qué hiciste eso?"
"Simplemente pensé que aquí sería mas intimo”.
"Pero esta tan abarrotado que es difícil respirar. ¿Por qué no nos acercamos allí y no relajamos?, "dijo, señalando unos sofás a un lado de la pista de baile.
"Está bien…”
"Te ves un poco cansada. Está bien si tomamos un descanso." Me sacó de debajo del balcón.
Alexander se dirigía a la parte principal de la pista de baile, a la vista del balcón.
"No", dije, tirando de el hacia atrás.
"¿Qué tiene de malo?"
"Quiero sentarme".
"Pero los asientos están allí."
Alexander me miró con ojos curiosos y confusos. Si le decía que Jagger se encontraba todavía en la ciudad, prolongaría su estancia en Hipsterville. Le obligaría a permanecer en la ciudad indefinidamente, quizás más de lo que en primer lugar, misteriosamente lo retenía aquí.
"Vamos", dijo.
Pero yo estaba más preocupada por la seguridad de Alexander. Aunque él y Jagger se habían reconciliado, no estaba segura de cómo reaccionaría Jagger al vernos en el club. "Acabo de ver..." empecé. "Quiero decir, creo que he visto..."
"¿Qué has visto?"
"Acabo de ver a Jagger!"
Alexander pausa. "Aquí, en el club?"
Asentí. "Cuando visité Hipsterville hace unos meses, me encontré a Jagger por primera vez en el balcón cuando pensé que Romeo me llevaba hasta ti. Ahí es donde está Jagger ahora. "
"¿Qué estará haciendo ahí?" preguntó Alexander.
"Tenía miedo, porque si te decía que Jagger estaba encima de nosotros en el balcón, nunca regresarías a Dullsville. Pero si se te ve bailar aquí cuando cree que has dejado la ciudad, no sé qué pasaría. "
Alexander me llevó de vuelta bajo el balcón y se apoyó en una de sus columnas.
"Está bien", dijo, quitándome el pelo de delante de la cara. "Regresaré a Dullsville esté Jagger aquí o en Rumania."
Me animé. "¿En serio?"
"Tienes mi palabra."
Tiré de el, acercándolo, mis dedos agarrando su camiseta, y lo besé con todas mis fuerzas. Miré fijamente sus ojos oscuros. Tal vez había llegado el momento de contarle a Alexander acerca del verdadero Club del Ataúd. "Tengo algo que decirte."
"Yo, también. Prefiero Jagger siga sin saber que estoy aquí. "
"Pero después de todo lo que has hecho por su familia. Lo menos que podría hacer es invitarte a algo. Realmente necesito—"
"No tentaremos el destino. Es mejor que él piense que estoy de regreso en Dullsville".
"Uh... bien."
"Ahora, ¿qué es lo que me querías decir?"
"Es hora de otro baile."
8. La gótica que llevas dentro.
Después de que Alexander me diese el beso de buenas noches fuera del apartamento de la tía Libby, me dijo que había hecho planes con Jameson y que no podríamos vernos la noche siguiente. Estaba decepcionada, pero como no le había avisado a Alexander de mi llegada a Hipsterville, traté de ser madura. Aunque estaba totalmente deprimida por que mi novio y yo estaríamos una noche separados, aún no había salido con mi tía Libby. Había llegado el momento de estrechar lazos familiares.
Al día siguiente, como de costumbre, me levanté tarde. Afortunadamente, la tía Libby tampoco era una persona madrugadora. Cuando me desperté y me arrastré fuera del acogedor edredón, encontré a mi tía que llevaba un kimono hasta la rodilla, mientras bebía te de hierbas, y escuchaba la NPR.
"Ya pasan de las dos", le dije, mirando el reloj de la cocina. Me sorprendió que hubiese dormido tanto, pero aún me sorprendió más el hecho de que mi tía no estuviese vestida.
"Bueno, ayer tuviste un día bastante largo. Así que decidí tener hoy un día relajado".
Mi tía Libby me sirvió una taza de café y me preparó un sándwich vegetal.
"Tengo el lugar perfecto para salir esta noche", dijo, poniendo el plato delante de mí.
"¿No tienes una cita esta noche con Devon?" bromeé.
"No, hasta mañana por la noche. Y le dije que vendrías conmigo. "
"Ni en sueños!"
"Lo siento, pero nos va a llevar al Festival Veraniego de Arte".
"Bueno, tienes veinticuatro horas para convencerme de que es una buena idea", le dije entre dientes. "Entonces, ¿qué vamos a hacer?"
"Hay un club aquí en la ciudad que tiene horario para adolescentes de nueva a once."
Puse en blanco los ojos. Me imaginé el Chuck E. Cheese's, con una bola de discoteca.
"Se llama el Club del Ataúd", exclamó mi tía.
"¿Perdón?"
"Se ha hecho muy famoso. No me refiero a la parte del ataúd, por supuesto. Pero es muy gótico y creo que te encantará. "
"¡Me encantaría ir!"
"Estoy algo mayor para ir allí, pero oye, ¿por qué no?"
Esa es la razón por la que la tía Libby era tan especial—no le importaba lo que la gente pensaba. Desde que era niña, mi tía siempre iba con su propio tambor, africano o no.
"Así que tenemos un par de horas para encontrar algo apropiado para mí", dijo mi tía. "No tengo nada más oscuro que el amarillo".
Para cualquier cosa que mi tía Libby hiciese, siempre se entregaba al 110%, como tocar el tambor hasta que le salieran callos o ensayar hasta perder la voz. Salir a una discoteca con su sobrina de dieciséis años de edad, no una excepción.
"¿A dónde vamos?" Le pregunté mientras entrábamos en el coche. "¿Al Hot Gothics?"
La Tía Libby se rió fuertemente. "Tengo que encontrar algo con lo que pueda encajar, ¿verdad?"
Unos minutos más tarde, aparcamos a un aparcamiento de grava y caminamos hasta las escaleras de la vacía escuela de primaria, que ahora era el hogar de la Village Players Theater.
Junto con la llave del coche, la llave del buzón, la llave del apartamento, y la llave de la puerta, mi tía también tenía la llave del Village Players Theater. Le llevó un minuto o dos encontrar la que abría la puerta, pero finalmente la encontró.
Nos paseamos por el pasillo principal, dejando atrás los carteles de West Side Story, The Sound of Music, y South Pacific, una vacía oficina del director, y una cafetería.
Pasamos una pequeña fuente de agua que tenia un pequeño escalón de madera delante de ella, y nos detuvimos delante de una puerta marcada con el número "3." La que una vez había sido un aula para niños de diez años y que ahora tenía un cartel que ponía: ALMECÉN DE DISFRACES.
La pizarra y archivadores estaban todavía en su lugar, pero las mesas del profesor y las de los niños habían sido retiradas, tal vez se habían subastado o habían sido enviadas a la nueva escuela primaria. Docenas de cajas en las que ponía, BROCHES, SOMBREROS, BUFANDAS, estaban en el suelo en la parte delantera del aula, mientras bastidores de trajes polvorientos estaban colocados en filas donde una vez había estado las mesas de los niños.
La sala olía a una combinación de ropa y libros.
La Tía Libby y yo rebuscamos en las cajas a través de la ropa vieja con el único propósito sacar la gótica interior de mi tía.
"Esto es increíble", le dije mientras empezaba a buscar en un bastidor de ropa. "No creo que nadie hiciera esto por mí".
"¿Estás bromeando? Yo vivo para esto." Dijo mi tía mientras rebuscaba en otro vestidor. "Esta es una de las razones por las cuales me encanta actuar. Siempre puedo usar un estilo diferente del que normalmente uso. He estado atrapada por el mismo durante décadas. "
"No puedo imaginarte de que cualquier otra forma. La forma de vestirse indica como eres. Es algo más que perlas y brazaletes. No lo haces para parecerte a alguien o encajar"
"Dejé de encajar hace años", dijo mi tía con una sonrisa.
"Eso es lo que mi madre no entiende acerca de mi lápiz labial y la ropa oscura. No me pongo tatuajes para enfadarla; me los pongo porque tengo que hacerlo. Por que forman parte de mi forma de ser. "
Tía Libby hizo una pausa.
"Mi madre tampoco entendió mi forma de ser", confesó. "Soy lo que soy", dijo sabiamente. "No se trata de diseñadores o marcas, sino de la libertad de expresión. Y la actitud".
Sonreí. La Tía Libby y yo vestíamos de forma tan diferente como el día y la noche, pero compartíamos los mismos valores.
"Me llevó años entender lo que era realmente", dijo. "Pero en realidad, siempre he sabido quién era, desde que tenía tu edad. Es sólo que había tanta gente a mi alrededor que quería que fuese como ellos y que me atormentaban cuando no lo era. Tu padre creció y se adaptó bien a las modas. Pero yo siempre mantuve mis collares de Hippie, mis álbumes de Pink Floyd, y mis ideas de centro-izquierda. Poco a poco encontré gente que piensa de la misma forma que yo. "
"Por eso es tan guay e importante para mi que cambies tu imagen esta noche para que podamos salir juntas por la ciudad".
"Bueno, ahora si que vamos a ser mas parecidas que nunca." Mi tía sonrió.
"Aquí ahí un corsé negro", le dije, sacando un disfraz de un estante.
"Llevé eso puesto para A Midsummer Night’s Dream, cuando hice de Elena" borboteó mi tía. "No pude respirar durante una semana."
"¿Qué tal este?" me preguntó, modelando un sombrero de bruja, presumiblemente de una exagerada producción de The Wizard of Oz.
"Creo que podría ser algo exagerado", le dije.
La tía Libby encontró un vestido negro de puritanos de cuello alto. "Llevamos esto en el The Crucible. Si le subimos unos cuantos centímetros... sería fantástico. "
"Creo que sería horroroso", la felicité.
Cajas de cartón que ponían HOMBRES, MUJERES, NIÑOS estaban en línea pegadas a la pared debajo de las ventanas.
Quité una caja de las que estaban etiquetadas con MUJERES, 9 y rebusqué en ella. La caja estaba llena botas camperas, zapatos de claque, chanclos y zapatos de tacón de aguja.
"Aquí hay algunos Mary Janes. Con un par de medias negras y el vestido de The Crucible, te verías como... "
"Una Wednesday Addams crecidita", dijo mi tía con indiferencia.
"¡Perfecto!" Declaré con entusiasmo.
Ahora era el momento del cambio de imagen a lo Raven Madison. Lo más cerca que había estado de ser una asesora de moda o de cosméticos fue cuando le apliqué colorete rosa a Becky cuando se estaba preparando para una cita con Matt.
Si alguna vez tenía mi propio desfile de moda, sería totalmente de un estilo suburbano, rechazaría los colores pastel, los vestidos floreados y los diamantes de imitación y la sustituiría por tonos color rojo sangre, colores ácidos, y negros mórbidos.
Lo de hoy era totalmente diferente a lo que había hecho con Becky. Desde su pelo color marrón rojizo hasta las uñas de los pies color verde lima, tenía que trasformar a mi tía de una hippie a una dama de la noche.
Mientras tenía una mano metida en agua de lavanda, le pinté las uñas de la otra de color negro murciélago.
"Bueno, cuéntamelo todo sobre la cita!" le pedí, como si fuese una cosmetóloga profesional.
La Tía Libby reía tontamente como si fuéramos las mejores mientras me describía la cena con Devon.
"Es diferente a cualquier otro hombre que he conocido. Es muy paciente e intenso. Escucha todo lo que digo. "
"¿Tienes una foto de él?"
"Solamente hemos tenido una cita. Además, no le gusta que le saquen fotos".
Curioso, pensé. Mientras se le sacaban las uñas, atenué su rostro acariciado por el sol aplicándole un polvo blanco pálido. Le apliqué eyeliner y una sombra de ojos negra sobre sus parpados. Le sobre apliqué rimel y terminé con dos tonos de pintalabios rojo vampiro.
La emperifollé con una gargantilla con forma de cicuta, pendientes con forma de rosas colgantes, brazaletes negros y gruesos. Después le cerré la cremallera del vestido de The Crucible recientemente arreglado.
Rápidamente desempaqueté mi ropa para salir y sentí que me llevaba más tiempo prepararme en la habitación de mi tía que el viaje en autobús hasta Hipsterville.
"Creo que me estoy derritiendo," gritó, llamándome desde detrás de la puerta de la habitación. "Date prisa, también quiero ver como me veo."
Arreglé mi pelo y abrí la puerta.
"¡Guau! Déjame echarte un vistazo! ", Exclamó.
Giré delante de ella como una modelo, llevaba un minivestido negro; un corsé negro y violeta y una falda de picos, medias de rejilla color medianoche, y botas Demonia negras de cuero. Me gustaba mi piel y mi ropa. Podía pasar por un vampiro en la Mazmorra y una joven adulta en el Club del Ataúd y seguía siendo yo misma. Era electrizante tener la oportunidad de regresar al club—aunque fuese con mi tía Libby.
Sólo que ella no pensaba de la misma forma. "A tu lado creo que me veo como tu abuela!"
"¡Ni hablar! Parecemos hermanas."
"Mientras me digas cosas como esa, iré contigo a cualquier lugar al que quieras ir. ¿Cual es el más cercano, el cementerio? "
"Ahora, ¿estás preparada para verte?", Le pregunté.
"Desde hace una hora...".
"Redoble por favor..." empecé, y la llevé hasta el espejo de cuerpo entero de su dormitorio.
Cuando mi tía se vio reflejada, no se reconocía. Jadeó como si hubiese visto un fantasma.
"Te ves hermosa, ¿no crees?" Le dije.
"Bueno... ciertamente es algo diferente a lo que estoy acostumbrada."
"Te vestí como yo", le dije con admiración.
Hubo un silencio sepulcral. Luego, como si ella pensase que había herido mis sentimientos, dijo, "Nadie se puede ver como tu, Raven. Eres única y preciosa. "
"Puedo cambiarme".
"No te atrevas." Ella tomó un espejo de mano y comprobó el pelo. "Este color adelgaza." Retocó sus labios rojo vampiro como una mórbida Marilyn Monroe. "El negro es el mejor amigo de una chica".
9. La Noche de la Salida de los Demonios.
¡Mira que cola!" gritó la Tía Libby cuando llegamos al Club del Ataúd. "Es tan larga como si el club fuera una sala de fiestas de Nueva York! Ni hablar—sígueme".
La Tía Libby fue directamente a la entrada y se acercó a un desconocido gorila.
"Disculpa, mi nombre es Libby Madison. Estoy con Village Players... "
"Libby?" Preguntó el gorila con escepticismo.
Mi tía lo escudriñó. "Jake?" Preguntó, reconociéndolo de repente. "¿Qué haces trabajando aquí?"
"Es sólo a tiempo parcial, mientras voy a la escuela", dijo, tomando los cinco dólares que costaba la entrada de una chica de la cola. “Casi no te reconozco."
"Bueno, esta noche voy a salir por el club. ¿Me he arreglado bien? "
Jake sonrió y selló a un chico de catorce años que tenía más piercings que yo. El sello apenas cabía en su pequeña mano.
"Raven, este es Jake," comenzó mi tía con orgullo. "Jake, esta es mi sobrina, Raven. Jake representó el papel de Lenny en la producción de Of Mice and Men con los Village Players".
"Encantada de conocerte." Nos selló con el murciélago en cada una de nuestras manos.
"No necesitamos pulseras?", Le pregunté.
"Esta noche no. La barra está seca hasta las once".
"¿Cómo sabías lo de las pulseras?" Susurró mi tía.
"Uh... lo vi en una película."
Jake saltó fuera de su taburete y, al igual que el servicio en un hotel de cinco estrellas, amablemente nos abrió las puertas con forma de ataúd.
Mi tía y yo cruzamos las puertas como si fuésemos de la realeza.
"Cuando crezca, tía Libby, quiero ser como tú!" Exclamé.
Mi tía tomó un momento para echarle un vistazo al Club del Ataúd, comenzando por las lápidas de neón.
"¡Me encanta!" dijo.
Yo, sin embargo, estaba sorprendida. El ambiente del club había cambiado totalmente desde última noche que lo había visitado. Era como una empalagosa fiesta secreta para adolescentes. Ni todo el pálido maquillaje ni los pintalabios color gris cementarlo podían ocultar los granos, tirantes, y los chicles que remarcaban la presencia de los adolescentes por todo el club. Claro, algunos adolescentes disfrutaban con la música o experimentaban con una paleta más oscura de moda, pero para la mayoría parecía una oportunidad de estar lejos de mamá y papá.
La Tía Libby no podría estar menos despreocupada, incluso si lo supiese. Asimilaba el entorno como un adicto al bronceado disfruta el sol.
"Este club es increíble!", Dijo. "No me había dado cuenta de hubiese tanto gente como tu".
"Ni yo", le dije.
"¿Quién esta cantando?" Preguntó, moviéndose al ritmo de la música.
"The Skeletons.”".
"Tendré que conseguir este álbum", dijo. "Descargarlo. O lo que sea. "
Mientras no introducíamos en el club, noté un grupo de góticos de más edad, que estaban bailando y festejando. Ellos, como yo, miraban a los más jóvenes con desprecio. Tal vez debería tener menos prejuicios.
"Quiero saciar mi sed", dijo mi tía cuando vio las botellas de la barra llenas de telarañas.
"Claro. Yo invitó," ofrecí.
"Rotundamente no".
Nos atendió la misma mujer que anoche.
"Oye, no te he visto antes?"
"Eh... no."
"Juraría que anoche te vi aquí."
"Me temo que no."
"Estuviste aquí con tu novio. Él es alto y muy guapo".
"No hemos sido nosotros."
"Lamentablemente se encontraba en casa", confesó mi tía. "Yo la había encadenado toda la noche."
"Bueno, debes de tener una de esas caras—".
"Mi sobrina? Ella es única como todos los demás lo son. "
Mi tía leyó el nombre de las bebidas que estaban escritas en una lápida junto a la caja registradora.
"Nos gustaría dos Manicomios, por favor. Sin alcohol. "
"Eso todo lo que servimos esta noche. No hacemos mucho en la barra en la noche adolescente."
"Bueno, recordaremos dejaros una propina", dijo mi tía. "También he sido camarera durante mucho tiempo. Te entiendo perfectamente."
La Tía Libby tenía una forma de hablar con la gente muy peculiar, como si fuese un amigo.
En ese mismo momento descubrí a Romeo por el rabillo del ojo.
Se había acercado para coger unas cerezas de un bote de plástico.
Lo esquivé, escondiendo mi cara mientras que hacia que rebuscaba en el bolso.
"Es lindo", dijo mi tía, dándome un codazo.
"Tía Libby!" Dije.
"No seas tímida. Pero, ¿qué te estoy diciendo? Tienes novio. Por cierto, cuando voy a conocer a Alexander Sterling? "
"Shhh!"
"Qué. ¿Dije algo malo? "
Romeo se detuvo delante de nosotras. Me señaló con un dedo, como si tratase de recordar mi nombre.
"No te vi...?"
"Te estás confundiendo con otra persona", dijo la tía Libby. "Vamos, vayamos a bailar."
Y con eso terminamos nuestras bebidas y nos fuimos a la pista de baile.
Me sorprendió que la tía Libby bailase tan bien como lo hacia. Pero después de todo, ella era una actriz y había pasado la mayor parte de su vida en el escenario. Estoy segura de que había tenido que bailar claque, hacer acrobacias o jitterbug* a lo largo de su carrera. La pista de baile del Club del Ataúd sólo era una extensión más en la actuación de mi tía, y ella se estaba moviendo como si estuviera bailando para una audiencia de miles de personas.
La Tía Libby se agotó antes que yo y preguntó si podíamos hacer un descanso. Nos sentamos unos minutos en unos sofás con forma de ataúd, mientras recuperábamos el aliento, luego nos dirigimos hacia el mercadillo que estaba en el otro lado del club. La tía estaba en el cielo artístico. No sabía a que lector o vendedor ir primero.
"Vamos a comprarte alguna joya." Dijo la Tía Libby mientras examinaba las filas de anillos, colgantes, pulseras hechas de peltre, cristales y perlas.
"No tienes por que comprarme nada."
"Pero quiero... soy tu tía. Todo lo que hay aquí está hecho a mano. Elige algo que te guste."
Un brazalete llamó mi atención. Una pulsera delgada, hecha con cuentas con un amuleto—una botella pequeña de poción del amor.
Me la puse en mi muñeca, junto con la oculta pulsera del club, y le di a mi tía un gran abrazo de agradecimiento.
Entonces algo captó su atención. "Cartas del Tarot!", Exclamó. "Vamos a que nos lean las cartas."
"Suena como una gran idea. Tú primero."
Cuando mi tía se sentó, me di cuenta de que esta era mi oportunidad de volver a visitar el club subterráneo. Odiaba dejarla plantada, sobre todo después de que me hubiese comprado un regalo, pero sólo sería por unos minutos—no más tiempo del que se tardaría en ir a los abarrotados baños y regresar. Sabía que si quería ver el club de nuevo, esta era mi única oportunidad. La puerta secreta se oculta en algún lugar en las proximidades y tenía que investigar. Me llevaría sólo unos pocos minutos, y para cuando a mi tía ya le hubiesen leído el pasado y el futuro, yo ya estaría de regreso.
"Tengo que ir a la sala de los DEMONIOS. No te preocupes si tardo un poco. Esas bebidas tienen salir."
La Tía Libby ni se inmutó. Ya había comenzado a hablar con la mujer como si fuera su terapeuta desde hace mucho tiempo.
Intenté reconstruir el camino que había seguido la noche que tropecé con la puerta secreta. La otra noche había dejado atrás los baños y me desorienté con la niebla. Ahora estaba cerca de la barra, así que cerré los ojos, y di vueltas, intentando desorientarme. Entonces me empujé a través de los adolescentes y fui en dirección a los baños. Cuando descubrí que iba en sentido contrario, pensé que estaba cerca. Vi una pared oculta por las sombras. Palpé con las manos, buscando la puerta, cuando descubrí lo que debía de ser un armario privado. Diana.
Giré el pequeño pomo de la puerta con forma de ataúd y empujé con todas mis fuerzas. Entré a un oscuro pasillo y supe que había acertado. Rápidamente recorrí el estrecho vestíbulo y baje las empinadas escaleras. Cuando llegué hasta la puerta con forma de ataúd en la que ponía CALLEJÓN SIN SALIDA, intenté abrirla de un empujón.
Por supuesto, estaba cerrada.
No tenía elección. Llamé.
Golpeé y golpeé, pero nadie respondió. Esperé durante un rato, con la esperanza de que alguien bajase por las escaleras. Pero cuando pasaron los minutos y seguía sola, me puse muy nerviosa.
Me imaginé a Onyx y Scarlet bailando como locas en la pista de baile, bebiendo bebidas sangrientas y chismeando sobre las actividades de su vida nocturna. Mis nuevas amigas vampiro, Onyx y Scarlet. ¿Por qué no había pensado antes en ellas?
Saqué el móvil de mi bolso. Busqué por la lista de amigos, hasta que encontré el número de Scarlet, y pulsé el botón Enviar.
Esperé un momento a que el teléfono conectase. Había tanta piedra y hormigón rodeándome que era imposible obtener una señal. Corrí hacia el primer escalón de las escalera y presiona el botón Enviar de nuevo. Ring… Ring... Ring...
"Vamos, Scarlet", me dije a mi misma. "Cógelo." Estaba segura de que no sería capaz de oír el teléfono por encima de la música del club. Estaba solo a una tapa de ataúd de entrar en el club vampírico de mis sueños.
"Hola?" Respondió la voz de una chica.
"Scarlet?" Pregunté con emoción.
"Sí?"
"Soy Raven".
"Raven. ¿Qué pasa? "
"Estoy fuera de la Mazmorra. He olvidado mi llave".
"Estaré ahí en un segundo."
Unos minutos más tarde, la puerta crujió al abrirse y Onyx y Scarlet estaban detrás de Dragón.
Cada chica me cogió de la mano y me llevó a través de la cortina, más allá de la concurrida barra, hacia la pista de baile.
De manera extraña, el ya de por sí peligroso y desconocido club subterráneo, ahora hervía con la tensión. Los clubsters que una vez parecieron seductores y atractivos ahora se miraban entre ellos con escepticismo, susurrando en reuniones privadas.
Onyx y Scarlet, sin embargo, no habían cambiado. Scarlet colocó una llave maestra en mi mano y mi cerró los dedos.
"De esta manera nunca la perderás", dijo.
"Pero—"
"No hay necesidad de discutir—nosotras estamos aquí todo el tiempo."
"Y cuando no estamos aquí, estamos juntas", añadió Onyx.
Guardé mi nueva preciada posesión en mi bolso antes de que cambiaran de idea.
"Estábamos esperando que regresaras", dijo Onyx, conduciéndome a la barra. "¿Quieres un refresco? Esta noche están de oferta, te dan uno gratis."
"No gracias", le dije.
Mi mayor fantasía era ser un vampiro—ser inmortal, ser seducida por la noche, para amar a Alexander eternamente. Lo que yo no había previsto era tener que tragar una copa llena de sangre como si se tratase de leche con chocolate. "No puedo quedarme mucho tiempo esta noche, pero quería pasarme a saludar."
"Nos alegra que lo hicieras", dijo Scarlet. "Están sucediendo tantas cosas." Cogidas del brazo zigzagueamos a través de las catacumbas. Traté de memorizar el camino que estábamos tomando, haciendo notas mentales de las marcas en los túneles. Pasamos una chica que sonreía con pasión, estaba apoyada en una tumba, su cita la besaba en el cuello. Algunas decenas de cráneos adornaban las paredes. Grupos de clubsters se encontraban en algunas de las tumbas excavadas. Entonces empecé a distraerme cuando Onyx comenzó a hacerme preguntas.
"¿Cómo fue tu cita de anoche?" preguntó.
"Eh... muy bien."
Pasamos una enigmática figura que acechaba en las sombras. Unos pocos votivos que estaban en el suelo en la tumba de al lado de la figura iluminaban sus botas de motorista.
Eché un vistazo hacia atrás mientras seguíamos caminando. La figura se mantuvo oculta en las sombras.
Pasamos por debajo de un amplio arco y entramos en una sala llamada LA CÁMARA DE LA TORTURA. Una silla eléctrica, un potro, y una prisión adornaban el lugar. Una enorme plataforma circular de madera con media docena de mesas giraba lentamente. Una barra libre, del tamaño de las que se encontraban en la recepción de una boda, estaba a un lado. Nos sentamos en la única mesa desocupada.
"¿Por qué no traes aquí a tu novio?" me preguntó Scarlet.
"No estoy segura de que le guste este club".
"¿Es mortal?" preguntó Onyx.
Las dos chicas esperaron ansiosas mi respuesta. Pero fui yo quien esperó con más inquietud que las palabras saliesen de mis labios. "No, mi novio no es un mortal. Es un vampiro ", les dije. Era la primera vez que admitía que mi novio era un inmortal (excepto una vez a Becky y ella pensó que estaba tratando de hacerle reír). Sentí como si una carga fuese retirada de mis hombros, y fue emocionante. "Mi novio es un vampiro," repetí con orgullo.
"Entonces tienes que traerlo aquí", sugirió Onyx. "El objetivo de este club es que tengamos un lugar al que podamos llamar nuestro."
"Y eso podría cambiar", dijo en voz baja Scarlet.
"¿Por qué?", Le pregunté.
"Hemos escuchado rumores de que alguien está planeando hacerse cargo del club".
Una persona—a quien había visto teniendo reuniones secretas—me vino a la mente. Me acordé de Phoenix hablando con sus secuaces. Era magnéticamente atrayente y misteriosamente peligroso. Recordé como sus seguidores escuchaban sus órdenes. "Phoenix—", dije en un susurro.
"¿Qué?" preguntó Scarlet. "No puedo oírte por encima de la música".
Sentí que los pelos de la nuca se me erizaban. Miré hacia atrás y Phoenix estaba sentado en la silla eléctrica, mirándome fijamente.
Mi corazón se hundió en mi estómago. Aunque estaba rodeada de dos amistosos vampiros, estaba muerta de miedo por el que tenía detrás de mí.
"No importa", les dije. A pesar de que estaba lejos del alcancé del oído y que la música retumbaba mas rápido que los latidos de mi corazón, sentí que podía escuchar cada palabra.
"El club ha sido una fantástica guarida", comenzó Scarlet.
"Tienes toda la razón, si el club existe es para que podamos estar placidamente", dijo Onyx.
"Hay muchos de nosotros que no queremos una nueva dirección. El club se está desgarrando ", admitió Scarlet, negando con la cabeza.
Tenía que saber más. Me incliné todo lo que podía hacia las chicas. "¿Cuál es su historia?" Le susurré a Onyx.
"¿La historia de quién?" dijo acercándose a mí.
"¿Qué?" preguntó Scarlet, retirando su pelo de sus hombros. "No puedo escucharte."
"Ella está interesada en un chico", dijo Onyx.
"Pensé que tenía un novio", añadió Scarlet.
Onyx le dio un codazo a su mejor amiga, entonces me preguntó ansiosamente, "¿Cuál?"
Puse mi dedo índice sobre mis labios. Con un susurro empecé, "no me interesa... quiero decir si... pero no de esa manera. No mires ahora... pero el chico que está detrás de mí, sentado en la silla eléctrica... "
Onyx hizo todo lo posible para mirar sin que resultase evidente, pero Scarlet clavó la mirada en la prisión. "¿Quién, él? Ese es el camarero. "
Negué con la cabeza. "No, él no."
"No, a ese lado no", corrigió Onyx. "Pero no hay nadie en o cerca de la silla eléctrica."
Me giré. La silla eléctrica estaba vacía.
"¿En quién estabas interesada?" preguntó Scarlet.
"Uh... en nadie."
"Dinos," exigió Onyx.
"El motorista con el pelo púrpura", confesé.
"Él es tu tipo, ¿eh?" continuó Onyx. "Guapo, misterioso y peligroso?"
"No—tengo novio. Simplemente parece que está siempre escondido en las sombras y mirándome fijamente".
"Todavía no se nada sobre él. Pero mantente alejada", me advirtió Scarlet.
"Sí, él siempre tiene reuniones con tipos de aspecto malvado," confirmó Onyx. "Tal vez es el—"
El camarero se acercó a nuestra mesa con una bandeja con tres martinis rojos.
"No hemos pedido esto," dijo Scarlet.
"Son de parte de los dos chicos de la esquina", dijo el camarero.
Los dos chicos que me habían dejado entrar en la Mazmorra unas noches antes levantaron sus copas hacia nosotras.
"Dos chicos para tres chicas? Es asqueroso ", comentó Scarlet.
"Está bien. Tengo novio ", le dije.
"Ese no es el punto," continuó. "Ellos no lo saben".
"He oído que si aceptas la bebida de un desconocido, entonces lo estas invitando a tu mesa", les susurré a las chicas. "Gracias de todos modos", le dije al camarero, rechazando el martini.
"Nunca rechazo una bebida gratis", dijo Onyx. Las dos chicas se rieron y aceptaron gustosas las sangrientas bebidas.
Pero yo no estaba interesada en regalos. Quería saberlo todo sobre el funcionamiento interno del club.
"¿Se cerrará el club?", Les pregunté.
"Esperamos que no!" comenzó Onyx. "Hemos conocido a tantas personas fabulosas".
"Y en donde más podemos pasar el rato y ser nosotros mismos? En una cafetería?"
"Ciertamente no venden cafés de AB-negativo." Ambas chicas se rieron.
Scarlet se acercó. "¿Conoces a Jagger Maxwell?"
Asentí. "Él es legendario. ¿Qué pasa con él? "
"Desde que abrió este club hace unos meses, creó un refugio seguro para que seamos nosotros mismos y podamos festejar", dijo Scarlet en un susurro.
"Él incluso proporciono un lugar a los miembros que son de fuera de la ciudad para pasar la noche", dijo Onyx.
"Pero ahora eso no es lo suficientemente bueno para algunos," agregó Scarlet. "Así que el rumor es que Jagger tiene otro plan."
"No quiere que permanezcamos en secreto", dijo Onyx.
"Pero sin perder el verdadero objetivo de la Mazmorra", continuó Scarlet.
"Ser visibles, —pero sólo para nosotros, los inmortales".
"Jagger y su banda piensan que esta en la verdadera naturaleza de un vampiro acechar entre los mortales."
"Así que muchos de nosotros creemos lo contrario. Es mejor mantener la sangre pura y separada de los mortales".
"Si revelamos nuestra verdadera identidad", advirtió Scarlet ", entonces los mortales desconfiaran de nosotros, y creerán que somos peligrosos”.
"Jagger solo busca poder. No es lo suficientemente feliz siendo el líder de la mazmorra. No tiene en mente lo que nos beneficia a todos. Solo piensa en si mismo".
"¿Qué opinas? ¿Qué tipo de vampiro eres?" Onyx pidió con convicción.
Estaba sorprendida. Dos vampiresas, una con unos relucientes ónix en sus colmillos, me preguntaban que tipo de vampiro era? Desde luego, no podía decir que clase era— de hecho, no un vampiro.
"Debemos seguir estando en secreto y puros", les contesté enfáticamente. "Nos aceptarán los mortales como realmente somos? Creo que es mejor seguir siendo fieles a nosotros mismos y así no perder nuestra identidad. Somos lo que somos por una razón. No encajamos en su mundo, así que ¿por qué deberíamos intentarlo? "
Estaba hablando tanto de los vampiros como de mi misma.
Las chicas sonrieron mostrándose de acuerdo.
Percibimos que alguien estaba escuchando nuestra conversación. Miramos fijamente a los dos chicos que estaban de pie detrás de nosotras.
"Veis", les dije con una falsa sonrisa.
"¿Os importa si nos sentamos?" Preguntó el rubio.
"Por supuesto que no", dijo Scarlet.
Justo entonces me di cuenta de un pelo púrpura oscuro que estaba en un salón cercano al nuestro.
"Uh... me siento mareada", admití, refiriéndose al suelo giratorio. "Vuelvo en seguida".
Era mi oportunidad de espiar a Phoenix. A hurtadillas me escabullí por el pasillo y me escondí en las sombras al lado de su salón.
Phoenix, junto con una pandilla de chicos de aspecto siniestro, se sentaban en torno a una mesa de piedra. Phoenix era bastante popular. Cuando no estaba escondido en las sombras, estaba rodeado por miembros del club. "Jagger no conoce el verdadero significado de ser un vampiro", dijo uno.
"Es hora de que renuncié", agregó otro.
"Y de que asumas su puesto", dijo el primero a Phoenix.
"Sí," dijeron todos al unísono.
"Mañana por la noche, entonces," declaró una voz.
"Me reuniré con él en los círculos de la cosecha. Todo se terminará," acabó Phoenix.
Me oculté de nuevo en las sombras mientras Phoenix salía del salón seguido por sus amenazantes clubsters.
Phoenix planeaba su propia rebelión. ¿Qué pasaría si dirigía el club de vampiros? ¿Era el tipo de vampiro que consideraba necesario esconderse entre los mortales? Si tenía previsto reunirse con Jagger, sin duda estaba arriesgando exponerse el mismo.
Sentí que mi bolso vibraba. Saqué mi móvil. Era la tía Libby.
"Raven? ¿Dónde estás?" Preguntó, estaba preocupada. "Acabo de comprobar el DEMONIOS y que no estabas allí".
"Me equivoqué de camino. Estoy a escasos metros de la pista de baile ", le dije la verdad, sólo que no era la misma pista de baile en la que estaba pensando ella.
"Ya he terminado con mi lectura. Dijo que en las cartas me veía casándome. "
"Me reuniré contigo junto al puesto de las cartas del tarot".
Colgué. Si la lectora de cartas del tarot hubiese sido verdaderamente una psíquica, le habría dicho a mi tía mi verdadera ubicación. Afortunadamente, sus poderes solo eran lo relativamente buenos como para coger el dinero de otras personas.
Cuando regresé me encontré que las chicas seguían inmersas en una conversación agradable con los chicos de los martinis.
"¿A dónde has ido?" dijo Onyx.
"Fui a dar una vuelta. Incluso un fantasma podría perderse en estas tumbas." El rubio me sonrió. Una pequeña gota de sangre goteaba de la esquina de su boca. Onyx se la limpió con la servilleta del martini.
"Me tengo que ir."
"¿Tan pronto?" preguntó Scarlet.
"Sí, tengo que volver."
"Te reunirás con nosotros mañana", dijo Onyx, que estaba entrelazada con el chico pelirrojo.
"Sí, reúnete con nosotros", repitió el.
Salí para reunirme con la tía Libby. Una vez más, me perdí en las tumbas. No recordaba el camino por el que Onyx, Scarlet, y yo habíamos entrado. No pude encontrar los cráneos incrustados, o los clubsters reunidos en las tumbas. Y había decenas de chicas por este laberinto de túneles con los chicos colgados de sus cuellos.
Me introduje en un nicho lleno de jugadores que estaban jugando al Medieval Morticians, en otro hacían carreras de viudas negras, y en otro estaban jugando a girar la botella sangrienta. Todos eran callejones sin salida.
Estaba tan perdida que quería gritar. Tenía que regresar junto a la tía Libby antes de que empezase a preocuparse y llamase a la policía o, peor aún, a mis padres. Al final de una catacumba, descubrí una puerta. Esperaba que diese al exterior del club. No encontré ningún pomo por toda la puerta. En la oscuridad, deslicé una mano a lo largo de la madera impecable hasta que descubrí un pestillo. Lo apreté y la puerta se abrió. La puerta no daba a ningún callejón, sino que daba al apartamento de alguien—un loft con decenas de candelabros medievales. Me detuve durante un momento. Me resultaba familiar, y luego me di cuenta de que había estado aquí antes. Era el apartamento de Jagger.
Entré a hurtadillas en el interior.
La puerta principal de metal de color gris en el lado opuesto estaba totalmente abierta. Un acuario, vacío de agua, pero lleno de rocas y una mortífera tarántula, estaba cerca del radiador, tal y como lo recordaba.
En la esquina mas alejada del loft había un ataúd, adornado con pegatinas de bandas góticas, rodeado de tierra.
Noté una estaca de madera que tenía restos de fango y hierbas, una bobina de cuerda, y varias tablas largas —similares a las herramientas que había visto en un programa de televisión sobre como hacer los círculos en los cultivos.
Sentí una presencia en la puerta por detrás de mí. Me di la vuelta lentamente.
Era Phoenix. Sus gafas de sol arrojan una sombra sobre su cara pálida, lo que me dificultaba ver a su expresión.
"¿Qué es lo que estás buscando?" Preguntó con un marcado acento rumano.
Me sentí alarmada. Sabía que no tendría que estar curioseando en el apartamento de Jagger, o en La Mazmorra, en realidad. Phoenix parecía estar vigilándome, siempre en un segundo plano, apareciendo inesperadamente en un manto de oscuridad. No sabía cuales eran sus motivos lo que lo hacia misterioso y sospechoso.
"No deberías estar fisgoneando. Pero puedo acompañarte al exterior".
"Eso no será necesario", oí decir a alguien al lado de la habitación. Jagger estaba en la entrada principal. "Raven es una vieja amiga. Y he conocido a su novio por una eternidad. "
Ambos vampiros bloqueaban las salidas —la que llevaba de vuelta al club y la que conducía a un pasillo. (Recordaba haber bajado por un pasillo débilmente iluminado cuando visité por primera vez el apartamento de Jagger.) La habitación no tenía ventanas y no había otras salidas. No tenía forma de escapar.
No sabía de que vampiro fiarme. No era lo suficientemente rápida para escapar de ellos o lo suficientemente fuerte como para abrirme camino a través de ellos. Para ellos sería suficiente rasgarme la carne con una simple mordedura.
Hice algo que nunca pensé que haría. A toda velocidad me escondí detrás de Jagger Maxwell.
Escogí la compañía del nefasto pero conocido Jagger contra la del extraño vestido de cuero.
"Ella tiene buen gusto", le dijo descaradamente a Phoenix. Y con esto cerró la puerta de su apartamento y dejó solo a Phoenix.
No estaba segura de por qué Jagger estaba siendo agradable conmigo. Tal vez sentía que tenía una obligación hacia Alexander desde que el le había traído a su hermano sano y salvo. Pero Jagger no era de confianza. Era sólo cuestión de tiempo antes de su Jagger me amenazase verbalmente o con sus colmillos mientras lo seguía por el pasillo débilmente iluminado hasta el ascensor. Pero en lugar de desafiarme, Jagger me llevó con calma a través del solitario pasillo, sin incidentes, como un caballero que protege a su reina. Estaba sorprendida. Estaba honrando su tregua con Alexander. Al parecer, la reconciliación era tan importante para él como lo había sido para mi novio. Casi me sentía decepcionada cuando me adentré en el interior del ascensor, sola, sin habernos enfrentado. Creo que después de todo había elegido la opción correcta. De pie en el pasillo, Jagger comenzó a cerrar la tambaleante puerta. Cuando le cerró con un crujido, algo se acercó volando y pasó por encima de mi cabeza, tuve que esquivarlo.
Cuando me recuperé, me di cuenta de que un murciélago colgaba boca abajo del techo. Sus oscuros ojos negros me miraban fijamente.
Una solitaria bombilla iluminaba el ascensor como una película de horror de serie B. Rápidamente presioné el botón que ponía "C.C."
Jagger me miró fijamente con sus fascinantes ojos. "Espero que hayas disfrutado de la visita. Nunca se sabe. Si lo deseas, puedes unirte para siempre", dijo con una sonrisa malvada.
El ascensor chirriaba mientras ascendía lentamente desde las profundidades de la Mazmorra al nivel del club, hasta que hizo una parada.
Rápidamente abrí la pesada puerta de ascensor y descubrí la entrada al Club del ataúd. Recorrí el camino mientras el murciélago volaba por encima de mí.
De nuevo a salvo en el apartamento de la tía Libby, me senté en su futón y garabateé en mi diario, la luz de la farola me iluminaba suavemente. Mi tía estaba profundamente dormida, pero yo me sentía como si acabase de tomarme una doble ración de cafeína.
Tenía tantos dilemas en mi mente. No estaba segura de por que me sentía atraída hacia Phoenix, del mismo modo que con Trevor y Jagger. No era igual a lo que sentía por Alexander, pero Phoenix despertaba mi curiosidad, y me intrigaba saber por qué me sentía de esa forma hacia él. También estaba preocupada por la situación del club. Si Phoenix de hacia cargo de el, ¿qué significaría esto para mis nuevas amigas? Las chicas tendrían un lugar seguro para toda la eternidad —seguro y libre de la posible persecución de los mortales. Con Jagger en el cargo, se daría a conocer en Hipsterville la presencia de los vampiros? Me molestaba saber que Jagger estaba tan hambriento de poder para incluso poner a su propia especie en peligro. Sus acciones iban en contra de todo lo que Alexander creía. Alexander quería armonizar en el mundo mortal como un mortal, mientras que Jagger quería que los demás lo temiesen —para conseguir popularidad y notoriedad. Entendía el anhelo de Jagger de darse a conocer. No estaba en mi carácter permanecer oculta en las sombras, —pero había una gran diferencia —no era vampiro. No soy un peligro para nadie. Y ahora que había comenzado a sumergirme en una comunidad de vampiros —la vida que siempre había soñado —tuve que preguntarme si este nuevo mundo era diferente del que ya conocía. La Mazmorra estaba siendo tirada en dos direcciones, justo como cualquier comunidad mortal. Los mortales y los inmortales no eran tan diferentes después de todo.
Pero tenía que admitir, que el mundo inmortal me resultaba embriagador. Tenía todo lo atractivo del mundo mortal, con el borde y la oscuridad que tanto deseaba. Aunque no había logrado olvidarme por completo del sueño que había tenido la pasada noche. En este momento, tenía lo mejor de ambos mundos. No tenía que convertirme en algo que no era. Incluso aunque fuera bajo falsos pretextos, fui aceptada en la Mazmorra siendo yo misma. Si eso cambiaba, no estaba segura de que el inframundo siguiese siendo tan atractivo.
Todos en Hipsterville estaban durmiendo excepto los clubsters en la Mazmorra, que bailaban y bebían, y un solitario vampiro, Alexander Sterling. Lo echaba de menos y odiaba no poder pasar con el sus largas noches. Quería que Alexander me abrazase en el aire calido de la noche, a la luz de la luna entre las lápidas de un cementerio remoto, ingenuos a los problemas de los vampiros subterráneos. Soñaba con un tiempo antes de que conociese la Mazmorra, a Jagger, o Phoenix.
¿No era suficiente con hacer frente a los problemas y aflicciones de salir con un vampiro?
Tenía una misión cuando las vacaciones de verano habían comenzado— ver a Alexander. Pero una vez más, mi curiosidad me había llevado fuera del camino correcto y me había adentrado directamente en un laberinto de peligro.
Estaba aprendiendo acerca del complicado mundo de Alexander—sin él.
10. Foto perfecta.
El Festival de Arte de Hipsterville, según la tía Libby, era un acontecimiento regional donde los artesanos exhibían sus obras, festival que se remonta a la fundación de la ciudad. Era un tremendo lió. Cinco manzanas de Main Street, con sus pintorescas boutiques y tiendas de café, se acordonaron con viejas pegatinas de DAVE MATTHEWS, SAVE THE RAIN FOREST y de PETA, permitiendo a los clientes y vendedores caminar libremente por la calle sin miedo de ser atropellados. Los vendedores viajaban desde los estados vecinos para vender sus originales productos artesanales. Brillantes puestos azules y rojos llenaban las calles, mostrando y vendiendo de todo, desde cerámica a monederos. La brisa fresca cercana a la noche olía deliciosamente a bistec, barbacoa, y a mazorca de maíz hecha a la parrilla. Los niños disfrutaban pintándose las caras, mientras que los adultos participaban en los sorteos para ganar premios que iban desde microondas a un coche nuevo.
En el extremo norte del festival, una banda de jazz tocaba junto a una fuente con una estatua del fundador de la ciudad. Hipstervillians, ancianos y jóvenes por igual, relajados en sus sillas al sol, seguían con los pies el ritmo de las canciones.
Normalmente, la tía Libby llegaba tarde a cada acontecimiento, cena o reunión. Esta noche, ella estaba tan emocionada de ver a su nuevo pretendiente, que se había duchado, vestido, cambiado de rompa y vuelto a vestir, una hora antes de la cita—en la fuente justo después de la puesta de sol. No sólo estaba nerviosa por ver Alexander, iba a tener una doble cita con dos adultos. Mi Tía Libby y yo esperábamos nerviosas junto a la banda de jazz a que llegasen nuestras citas.
"No puedo esperar para que conozcas a Alexander", le dije a mi tía.
"Yo también", dijo ella, dándome un apretón. "Estoy deseando saber lo que piensas de Devon. Quiero que seas honesta. Durante toda mi vida no he sido muy buena juzgando a la gente. Sin embargo, creo que este es el indicado."
La tía Libby siguió el ritmo de las canciones moviendo sus caderas, su vestido de flores se movía y los pendientes se balanceaban. Si hubiese estado acompañada por madre, hubiese estado horrorizada. Pero estaba encantada de ver a mi tía tan animada y feliz, e inesperadamente yo misma me moví al ritmo de la música.
El sol aún se veía sobre el distante campanario.
"Crees que si doy unos cuantos saltos el sol se ocultará más rápido", le dije a mi tía.
Exploré la multitud del festival, llena de hippies, góticos. Parejas de todas las edades, formas, y tamaños paseaban agarrados de la mano. Niños que corrían, sujetaban globos, o eran llevados en cochecitos, estaban disfrutando de la feria.
Miré entre la multitud ecléctica, imaginando a Alexander viviendo a la luz del sol en lugar de la luz de la luna. Observé a varias parejas que estaba cogidas de la mano, deseando que pudiésemos ser Alexander y yo.
Antes de que me diese cuenta el crepúsculo había alcanzado la Calle Main. Las farolas iluminaron las calles como las del siglo XIX en Londres. Le comenté a la tía Libby qué habíamos tenido suerte de que los días lluviosos se hubiesen ido y que las nubes hubiesen desaparecido para la noche del festival.
Un hombre apuesto, con dos dulces de algodón (una de color rosa pastel, y el otro azul bebé) apareció entre la multitud y se acercó a nosotras. Mi tía estaba ayudando a un niño pequeño a inflar su globo con forma de un animal y no se percató del hombre que estaba a nuestro lado.
"Tu debes de ser Raven", dijo. La Tía Libby lo escuchó y se movió a nuestro alrededor.
"Devon" dijo mi tía mientras le devolvía el globo al niño.
Devon era un apuesto caballero mayor con el cabello canoso y una mandíbula cuadrada. Tenía unos ojos penetrantes y vestía unos vaqueros de diseño, sandalias Bjorn, una chaqueta de deporte, y un pendiente de oro. Era delgado y estaba en forma, como si pasase la mayor parte de los días haciendo footing al aire libre.
Mi tía, poderosa e independiente, parece desplomarse ante la presencia de Devon. Parecía estar deslumbrada por el, al igual que un miembro del público que no sospecha que esta siendo encantado por un hipnotizador.
Entonces me empecé a preguntar... no, el no podía ser... El hechizo que tenía sobre mi tía— era amor o algo más del inframundo? Después de todo, Hipsterville estaba experimentando un aumento en la población de vampiros. Y él era inusualmente pálido y acababa de aparecer justo después de la puesta de sol.
Alguien me tocó en el hombro.
Me di la vuelta y vi a mi Nosferatu favorito.
"Alexander" lo rodeé con los brazos y le di un fuerte abrazo.
Quería que Alexander me inclinara hacia atrás y que me diese un beso en el cuello con su boca con colmillos, pero en cambio me dio un beso rápido en la mejilla, —una muestra de afecto apropiada delante de mi tía y su cita.
"Me gustaría presentaros a Alexander. Esta es mi tía Libby y Devon." Estaba tan orgullosa de presentárselo a mi tía. Ella nunca me había conocido ningún novio, ya que nunca lo había tenido. De repente me sentí mayor.
"Él es tan encantador!" Borboteo mi tía como si Alexander no estuviese delante de ella.
"Usted es aún más hermosa en persona", elogió amablemente Alexander.
Los dos hombres se dieron la mano mientras los examinaba de cerca. Tenía mis sospechas acerca de Devon, y me pregunté si podría sentir algo mientras interactuaban. Pero no había nada inusual en su presentación.
Los cuatro dimos un paseo por el festival. Mi tía y yo compartimos nuestros algodones de azúcar con nuestras citas. Alexander y yo caminábamos de la mano, mientras que la tía Libby se prendía de cada palabra de Devon. Entrábamos en todos los puestos, modelando y apuntando cualquier cosa que nos gustase.
Dos chicas, una vestida con un vestido largo con corsé, y la otra con una camiseta de My Chemical Romance, leggings y flats a cuadros, entraron en un puesto por delante de nosotros. Eran Scarlet y Onyx.
Abandoné a Alexander en un puesto de cerámica, me acerqué a las chicas, y les di un toque en el hombro.
Se giraron hacia mí al mismo tiempo. Comprendí que no tenia forma de explicarle a Alexander o a la tía Libby de que conocía a estas dos chicas góticas. En un momento Onyx y Scarlet me darían un enorme abrazo y tendría que contarles donde nos habíamos conocido. Ellas, obviamente, no iban a Dullsville High. No eran parientes lejanos. Y explicar que nos habíamos conocido en un club de vampiros no era algo que pudiese contar.
Pero cuando nuestros ojos se encontraron, sus expresiones parecían vacías.
"¿Nos conocemos?" preguntó Scarlet.
Mi corazón se paró. Sentí la misma sensación que tuve en la escuela cuando tenía cinco años e intenté jugar Kick Ball con los niños de recorte de catálogo de mi vecindario, quienes me quitaron la pelota y se marcharon dentro. Durante las últimas dos noches había estado festejando con estas dos chicas, y habíamos congeniado al instante como si fuésemos viejas amigas. Me había estado engañando a mi misma. Entonces me di cuenta. Ellas tenían miedo de que revelase su identidad.
"Pensé que erais otra persona", les dije a sabiendas, pero con tristeza.
"Nos pasa a menudo", dijo Scarlet.
Las chicas miraron a Alexander, que se había acercado.
Onyx me dio un rápido guiño antes de darse la vuelta y alejarse.
"¿Quiénes eran?" preguntó Alexander, agarrando mi mano.
"Pensé que las había visto en el Club del Ataúd", dije con sinceridad.
"Hablando de eso, ¿qué hiciste anoche?", Preguntó.
"Bueno, no lo creerás."
"Fuiste al Club del ataúd!", Exclamó.
"¿Cómo lo supiste?" Le pregunté, desconcertada.
Señaló el murciélago descolorido de mi mano.
"Oh, eso..." dije.
"Raven, te había pedido que no fueras. No quiero parecer un novio sobreprotector, pero... Prométeme que no volverás. "
"No es tan siniestro como suena", me defendí. "Fui con la tía Libby. De hecho, fue idea suya. "
Alexander parecía tan sorprendido como aliviado.
"¿He oído mencionar el Club de Ataúd?" Mi tía, que estaba un poco alejada de nosotros, se giró y mostró con orgullo sus uñas negras. "Nos lo pasamos muy bien! Bebimos Manicomios. Me sentí por lo menos diez años más joven. "
Alexander sonrió. Podría decir que Alexander estaba imaginándose a mi tía intentando invocar fantasmas en la barra.
"Quizás deberíamos ir," le sugirió mi tía a Devon. "¿Has estado?"
Esperé desesperadamente la respuesta de Devon. Aunque él sobrepasaba la media de edad de los clubsters, no me sorprendería si dijese que si.
Estaba intrigada por oír su respuesta.
"Se supone que hay un club subterráneo dentro. Una verdadera guarida de vampiros." Dijo mientras se reía.
Alexander y yo nos miramos fijamente.
"No lo vimos cuando estuvimos allí", admitió mi tía. "Parece divertido".
"Solo es algo que escuché", me dijo a mí.
¿Cómo sabía Devon sobre la guarida de vampiros? Sólo podía imaginar que debía de haberla visitado el mismo.
Seguimos paseando y pasamos al lado de un puesto con adornos de cristal y figuras.
"Os alcanzaremos en seguida", le dije a mi tía, y arrastré a Alexander al interior.
Alexander observó como el artesano con una antorcha hacia un pequeño elefante con el cristal.
"Tengo fuertes sospechas sobre Devon," le susurré.
"¿Qué sospechas?", Preguntó, hipnotizado por la antorcha.
"Que el es un..." Entonces giré su rostro hacia el mío y articulé con la boca la palabra vampiro.
Alexander se rió y volvió a mirar como el artesano esculpía el cristal.
"Es posible", persistí.
"Sí puede ser."
"¿De verdad? Entonces me crees! A Devon no le gusta que le saquen fotos, y la tía Libby dice que tiene una mirada hipnótica. No se presentó hasta después de la puesta de sol, y ahora está hablando de los clubes de vampiros. "
"Y que si lo es?"
"Entonces tenemos que advertirla".
De repente Alexander ya no estaba interesado en la escultura. "¿No quieres que tu tía salga con un vampiro?" Sus ojos medianoche no pudieron ocultar la tristeza que sentía en su interior. Le estaba haciendo sentir a Alexander el mismo sentimiento horrible que yo misma había sentido cuando Scarlet no me reconoció, o cuando mis compañeros me condenaban al ostracismo. Después de todo, Alexander era un vampiro, y yo acababa de decirle que no quería que mi tía saliese con alguien como el.
"No quise decir..." le dije, acercándome a el.
"Pero lo hiciste", sostuvo rotundamente.
"No—eso no es lo que quise decir." Entonces comprendí que era realmente lo que había querido decir. En mis ojos surgieron lágrimas.
Alexander me alejó de la multitud hasta quedar entre dos puestos.
Me limpió una lágrima que se había resbalado por mi mejilla.
"No quise ofenderte," comencé. "Yo nunca —"
"Lo sé", dijo, y luego continuó en una voz suave. "Raven, tienes razón para estar preocupada. No es como salir con alguien que no es de tu misma religión, clase, o zona conocida. Los vampiros, por naturaleza, son letales para los mortales. Es lo que he estado tratando de decirte desde que nos conocimos."
"Por eso dije lo de antes. Pero tú no eres así. Así que tal vez Devon tampoco lo sea".
"En primer lugar, no sabemos si Devon es o no un vampiro".
"Si lo es y es como tú, entonces sería fantástico!"
"O podría ser como Jagger. Es por eso que estoy protegiéndote. No lo entiendes? "
"Pero, Alexander, hay vampiros que son como tú."
"¿Qué quieres decir?"
Estaba a punto de contarle a Alexander lo del club subterráneo cuando la tía Libby nos interrumpió. "Tienes que ver este cuadro", dijo, agarrando mi brazo. "¡No te lo vas a creer!"
Implacablemente me arrastró a través de la multitud, hasta que finalmente se detuvo en un puesto delante del parque de bomberos.
Sobre un caballete, junto a una pintura de un jarrón lleno de flores, estaba una imagen mía. Vestida con mi vestido escarlata y de corsé negro del baile, unos guantes negros de encaje y con una sombrilla, yo estaba de pie fuera de la Mansión. Tres murciélagos planeaban a mí alrededor—uno con ojos verdes, otro mas pequeño con los ojos azules, y otro con uno color azul y el otro verde. Por detrás de mí en la ventana del ático, la cortina estaba un poco retirada y una silueta me miraba fijamente.
En la esquina de la pintura había un gran lazo azul.
"Esto se ve exactamente como tú!" comentó la tía Libby.
Devon lo examinó y después me miró a mí. "Es cierto."
"Soy yo!" Exclamé.
"¿Quién pintó esto?" Le preguntó la tía Libby al voluntario del festival. "Tenemos que encontrar a esa persona".
"No había información sobre el artista. Por lo general, nos dan una imagen, un sitio web, o una biografía. Pero el artista debe de haber querido permanecer en el anonimato. "
"Se ve perfecto, como una fotografía," observó mi tía.
"Hemos estado atendiendo a preguntas y solicitudes de compra todo el día."
"No puede venderlo", comenzó mi tía, "hasta que averigüemos más sobre él."
"Realmente se parece mucho a ti", comentó el voluntario. "¿Conoces algún artista?"
Devon, mi tía, y el voluntario buscaban por el cuadro alguna firma. Esperé con nerviosismo mientras Alexander se quedaba atrás.
"Aquí está!", Exclamó mi tía, como si hubiese descubierto un huevo en la caza de Pascua. En la esquina, incrustado en una telaraña, estaba el nombre de "Sterling".
"Sterling... Eres tú —," le dijo mi tía a Alexander.
Devon y el voluntario se giraron hacia Alexander.
"Esta es la razón por la que te quedaste en la ciudad?" Le pregunté a Alexander.
"Jameson insistió en que participase", dijo con timidez.
"Esa es mi sobrina", declaró con orgullo mi tía. "Y su novio es el artista."
"Encantado de conocerlo", dijo el voluntario como si fuera una reunión de celebridades. "Aquí está mi tarjeta. Conozco a un director de una galería que estaba interesado en esta pieza. Si tienes otras, estoy seguro de que también le encantaría verlas. "
"Esta es la razón por la que te quedaste tanto tiempo en Hipsterville. Te estabas preparando para mostrar tus obras en la feria".
Alexander no respondió.
"¿Por qué no me lo dijiste?" Le pregunté, apretando su mano.
"Estoy seguro de que hay un montón de cosas que tu no me dices", dijo, señalando el sello del murciélago en mi mano.
Unas horas más tarde, el festival anual de arte había llegado a su fin. Los vendedores recogían y los puestos estaban siendo desmontados. Los cuatro estábamos sentados al borde de la fuente, con las barrigas llenas de alimentos y los pies cansados de caminar.
La Tía Libby y Devon se fueron caminando hasta la salida del festival que estaba a unos metros para darse las buenas noches, mientras Alexander y yo estábamos abrazados junto a la fuente.
"Te recogeré mañana por la noche", dijo Alexander, con su brazo sobre mi hombro. "Y te tengo una sorpresa."
"No puedo esperar. Estaré contando los minutos!"
Se le iluminó la cara como si la luna brillara por encima de él.
Alexander se inclinó y me besó lentamente. Sus labios sabían como la soda y las manzanas de caramelo.
Me observaba a través de la fuente mientras me dirigía junto a mi tía y su novio, quienes ahora estaban cogidos de la mano y se miraban fijamente. En cualquier momento, Devon podría inclinarse hacia ella y hundirle los colmillos en el cuello —si es que tenía colmillos. Pero si los tenía, realmente lo haría delante de toda la ciudad?
Conociendo a mi tía Libby, una vieja alma de otro mundo sin preocupaciones, probablemente podría desear convertirse en un vampiro. Si no tenía suerte, tendría que visitar a mí tía en el inframundo mientras yo seguía siendo una desconocida mortal en Dullsville.
"Me ha encantado conocerte, Raven," dijo Devon cuando finalmente los alcancé.
"Gracias por el algodón de azúcar", le respondí. "Espero verte pronto."
Les di la espalda para darles a la pareja un momento de privacidad para que se despidieran. Pero lo que es más importante, tenía que confirmar la verdadera identidad de Devon.
Saqué mi compacto del bolso, lo abrí, y apunté con el a lo que tenía a mis espaldas. Jadeé cuando mi tía me tocó el hombro. Cuando eché un vistazo, Devon ya se había ido.
La tía Libby y yo nos pasamos horas sobre el futón, con nuestros pijamas puestos, como si fuera una fiesta de pijamas, rodeadas de votivos rosas e incienso de lavanda y hablando sin cesar sobre nuestros magníficos chicos.
Mi tía estaba eufórica, ya que repetía cada pensamiento y sentimiento que tenía.
"¿Dónde celebrarás la boda?" Le pregunté mientras nos bebíamos a sorbos un te de manzanilla.
"Creo que es demasiado pronto como para ir mirando sitios", dijo con una sonrisa. "Pero siempre he querido casarme al aire libre."
Entonces planteé una pregunta perfecta para una fiesta de pijamas. "¿Hasta dónde llegarías para demostrarle tu amor?"
"Si me mudaría?" Preguntó.
No era lo que yo tenía en mente. "Claro", le dije, siguiendo con la farsa.
Se encogió de hombros. "¿Tendría que trabajar?"
"Eh... si", le contesté. Mi tía se estaba alejando del punto de mi interrogatorio.
"¿Jornada completa?" Preguntó seriamente.
"Si eso es lo que quieres."
"Entonces diría que sí!"
"Bueno, eso no parece mucho sacrificio", le dije. Pensé por un momento, mis ojos observaron su televisor. Recordé el informe de noticias sobre los círculos de cultivo que había visto el otro día. "¿Y si viviese en otro planeta?"
"Como un extraterrestre?" Preguntó, sonriendo abiertamente.
"Sí", le dije. "¿Lo seguirías?"
Mi Tía Libby hizo una pausa, pensando realmente mi pregunta. Me estaba cansando de esperar su respuesta.
"¿El planeta es respetuoso con el medio ambiente?" Preguntó.
"Es un juego, tía Libby!"
"Quiero dar respuestas verídicas."
"El planeta respeta el medio ambiente y es ilegal comer carne."
"Entonces tendría que decir,"Allá voy".
"Ahora," le dije con ímpetu, "si él fuese un vampiro? Le dejarías cambiarte? "
Hizo una pausa. "Claro, ¿por qué no?"
"Eso es todo? No te lo piensas? No te preguntas sobre el inframundo? Tendrías que beber sangre y dormir en un ataúd".
"Me dijiste que no me lo pensara. Además, es sólo un juego, ¿recuerdas? Tu turno ", dijo ella. "¿Hasta qué punto le demostrarías tu amor a Alexander? ¿Te mudarías? "
"Fuera de Dullsville? En un santiamén. Además, mi madre no tendría que darme la lata para que limpiase mi habitación. "
"¿Te irías a otro planeta por el?"
"Claro," comencé. "Entonces realmente no tendría que limpiar mi habitación en absoluto. Mi ropa flotaría en el espacio y nunca tendría que recogerla. "
Ambas nos echamos a reír.
Entonces mi tía se puso sería. "Si fuese un vampiro, —le dejarías convertirte?"
La verdad era que Alexander era un vampiro. Esta pregunta era la más difícil de responder porque pensaba en ella todos los días. No tenía ninguna duda de estar vinculada a Alexander para toda la eternidad. Pero realmente quería lo que esa vinculación implicaba? Si Alexander ya había rechazado el mundo en el que yo quería entrar, ¿cómo viviríamos en él juntos?
"Bueno, ¿Qué harías?" Repitió mi tía.
Puse la taza de té sobre la mesita al lado del incienso ardiente. "Se suponía que esto se trataba sobre Devon y tu!" Dije. Me incliné hacia atrás, cruzando las piernas. "¿Has ido a su casa?"
"Todavía no. Dice que no es una buena ama de llaves".
Hmmm, pensé. Podría estar encubriendo el hecho de que duerme en un ataúd.
"¿Es carnívoro?"
"Acabo de recordar—" Se levantó y regresó con su bolso al estilo vagabundo y sacó algo de dentro. "Me preguntaste si tenía una foto de Devon", dijo, sacando una cámara digital.
Apretó algunos botones de la cámara. "Saqué esta hoy", dijo, y me mostró la imagen de la pantalla. Era una foto de Devon, sonriendo abiertamente, junto al puesto de las figuras de cristal. "Le hubiera sacado más, pero odia que le saquen fotos".
Estaba sorprendida. Estaba tan empeñada en demostrar que Devon era un vampiro, que ni siquiera me había tomado el tiempo necesario para pensar en otra opción.
"Estás al fondo", dijo, señalando. Parecía que estaba hablando conmigo misma. "Gracioso, Alexander se cortó. Estaba a tu lado".
La tía Libby apagó las velas, me dio un abrazo de buenas noches, y se fue hacia su cama.
Ahora que se había confirmado que Devon era un mortal normal, podría dormir tranquila, sabiendo que lo peor que le podía pasar a mi tía era que le rompieran el corazón.
11. El Círculo de los cultivos.
Al día siguiente la tía Libby insistió en que me lo pasara bien esta noche en mi cita con Alexander, no sólo porque "él es tan guapo", como ella dijo, sino porque iba atrasada en sus clases de yoga. Mientras mi tía iba a estirar su cuerpo y mente, yo pasaría la noche pegada a Alexander. Pero todavía tenía una eternidad antes del atardecer y podría pasar el rato en el apartamento de la tía Libby o ir a la biblioteca de Hipsterville. No escogí ninguna de esas opciones y opté por un poco de aventura.
A pocos kilómetros de la ciudad había un misterioso círculo en los cultivos que necesita ser investigado. Phoenix se enfrentaría allí con Jagger al atardecer y yo podría captar algo de la conversación y volver a tiempo para mi cita con Alexander.
Por lo menos, yo estaba intrigada por los círculos de los cultivos y podría saber quién o qué los estaba haciendo. Realmente eran señales para los vampiros? ¿Por qué Jagger tenía todo aquel material escondido en su apartamento? Me preguntaba como se vería el círculo de cerca.
Según las señas que conseguí online, el mismo autobús número siete que había cogido con anterioridad para ir a la casa señorial iba incluso más lejos a través de la ciudad y tenía una parada a un kilómetro de distancia de la granja del Sr. Sears.
La RBI —Agencia de Investigaciones Raven —estaba de regreso en el negocio y detrás de las pistas. Por si acaso la situación se volvía peligrosa, preparé mi caja de ajo, una maza, y una linterna que tomé prestadas de debajo del fregadero tía Libby.
Dullsville tenía grafiteros, vándalos, y vagabundos, pero nada tan emocionante como una invasión extraterrestre. Además, si unos extraterrestres habían viajado millones de años luz hasta la tierra, estoy seguro de que se sentirían estafados cuando se dieran cuenta de que habían llegado a la ciudad mas aburrida de EE.UU., Dullsville. Hipsterville, en cambio, podría ser una gran parada en boxes de camino a Nueva York o París.
Pero si mi suposición era verdadera y el niño de la televisión había visto verdaderamente murciélagos volando sobre el lugar, además de lo que si lo que me había contado el tipo en la barra de la Mazmorra y el desorden de Jagger resultaban ser pistas correctas, los círculos de los cultivos tenían que ser marcas de vampiros.
Quizás el agricultor estaba vendiendo entradas para que la gente viese los cultivos de su patio trasero. Esperaba que el autobús número siete, se hubiese transformado en un autobús turístico. Pero no había nada inusual en el número siete o en sus pasajeros, y cuando el autobús hizo la parada en una sacudida, yo fui la única que se bajo.
Las señas que había tomado me llevaron hasta un solitario camino de tierra que separaba un exuberante bosque de un lado y una finca de trigo del otro.
Estaba en medio de la nada y el sol ya había empezado a desaparecer detrás de la granja. Cuando exploré la Mansión o la Casa Señorial, había por lo menos otras casa a la distancia de un grito.
Estaba tan entusiasmada como aterrorizada mientras recorría apresuradamente el solitario camino de tierra.
Este era un excelente lugar para avistar extraterrestres o vampiros. No había nada un unos cuantos kilómetros a la redonda.
De repente, sentí a alguien o algo detrás de mí. Sujeté la linterna con una mano y la maza con la otra, el polvo de ajo estaba a unos centímetros de distancia en mi bolso. Estaba segura de que quizás tendría que enfrentarme al granjero o a uno de sus vecinos, pero sabía que era una posibilidad muy remota.
Tal vez me estaba imaginando cosas. Después de todo, había crecido viendo Los Chicos del Maíz y La Matanza de Texas.
Sin embargo el granjero Sears parecía jovial en la televisión. De cualquier manera, solo estaba preparada para un único encuentro y tarareé suavemente para mi misma para mantener la calma.
Un perro ladró a lo lejos, y vi a una niña pequeña salir corriendo de la casa y meterlo dentro.
Sólo había una valla que rodeaba la casa y otra que recorría el campo de trigo. Tal vez por eso era tan fácil para algunos niños realizar travesuras a media noche.
Decidí alejarme de la casa así el Sr. Sears no saldría "disparado". Unos minutos más tarde, estaba lo suficientemente alejada como para subir la valla y meterme entre el trigo. En realidad el entorno era muy hermoso. No había luces como en la ciudad y las estrellas eran tan visibles y brillantes que no estaba segura de que fuesen reales.
Mientras me encaminaba a través del trigo vi lo que creí que eran unos cuervos que volaban sobre un espantapájaros a escasos metros por delante. Cuando me acerqué al espantapájaros que tenía las ropas rellenas y hechas harapos, me di cuenta de que en realidad eran murciélagos. Me acerqué un poco más hasta que desaparecieron.
Fue entonces cuando me di cuenta de que unos pocos metros por delante de mí, en medio del campo de trigo, había un círculo tan grande como una casa.
El círculo era aún más impresionante que cuando lo había visto por la televisión. Era difícil ver en su totalidad la gigantesca circunferencia, debía de ser del tamaño de una nave espacial. No podía imaginar a Jagger haciendo esto el solo. Por un momento me pregunté si en realidad había sido hecho por algo diferente a los vampiros o a los humanos.
Me sorprendí cuando recordé la curiosa reacción del agricultor en la televisión. Yo habría estado furiosa. Quienquiera que fuese había destruido la mayor parte de su trigo.
Seguí el círculo por algún tiempo, sondeando y explorando la tierra buscando algo inusual. Pero no era un científico de la NASA, y no podría decir si había piedras o huellas de una forma de vida que no se hubiese visto antes.
Era difícil inspeccionar en la oscuridad, por lo que había decidido encender la linterna cuando oí voces procedentes del otro lado del campo. Estaba segura de que el Sr. Sears me había descubierto curioseando. Apagué la linterna, me giré y corrí por entre el trigo.
Estaba dispuesta a salir pitando de allí y cancelar mi aventura de los círculos del cultivo cuando me giré para echarle un vistazo a la granja. Vislumbré un pelo blanco. Inmediatamente regresé sobre mis pasos empujando el trigo.
Jagger y dos tipos corpulentos con tatuajes y vestidos de camuflaje estaban examinando el círculo.
Ni me moví.
"Ha salido por la TV," dijo Jagger. "Ha estado en todas las noticias. Esto es bueno".
"Pensé que querías que el club fuese un secreto", dijo el más alto del grupo.
"Para los mortales, estúpido. No para nosotros. Es por eso que estamos aquí, para asegurarnos de que permanecen intactos", dijo Jagger, examinando el trigo aplastado. "Los vampiros han estado utilizando durante siglos, los círculos de los cultivos, para indicarles a otros vampiros acerca de las zonas donde hay presencia del inframundo. Sin embargo, los mortales no pueden entender nuestra genialidad, por eso piensan que están hechos por los extraterrestres. Realmente es lo mejor para ambos mundos. "
"Pero estamos atrayendo a otros que pueden causarnos problemas", dijo el de la cabeza rapada.
"Nadie causará problemas mientras estoy en el cargo", sostuvo Jagger.
"Hay otros que no quieren seguir tu plan," dijo de nuevo el de la cabeza rapada. "No todo el mundo quiere que sigas al mando, Jagger".
Sobresaltado, Jagger se giró y enfrentó a sus compinches. "¿Perdón?"
"Es cierto", dijo el más alto, defendiendo a su amigo. "Hemos oído rumores. Hay otros que piensan que el club debe seguir siendo sólo un club. Nada más. Solamente quisimos que lo supieras".
"Si alguien se atreve a desafiarme no solo tendrá que tratar conmigo, si no con una banda de vampiros sanguinarios."
En ese momento vi una cabeza con el pelo púrpura asomando por detrás de Jagger y sus compañeros. Estaban tan asustados como lo estaba yo.
"No he oído tu moto", dijo Jagger, desconcertado.
"¿Qué estáis haciendo aquí?" preguntó Phoenix.
"Yo debería preguntarte eso. Estamos ampliando nuestro club, —mi club. Y quizás sea hora de que revocar tu adhesión".
"No puedes. ¿O si?" lo desafió Phoenix. "Soy miembro para toda la eternidad. Pensé que eso es lo que querías cuando abriste la Mazmorra".
"Lo hice, pero bajo mis normas. Ahora fuera de nuestro camino, tenemos trabajo que hacer."
Phoenix se acercó a él. "No necesitamos más miembros", le discutió Phoenix. "Es hora de que tu y tu grupito dejéis de hacer estos círculos. Ya somos muchos en la ciudad. Si seguimos aumentando nuestro número, aumentamos nuestras posibilidades—"
"De controlar la ciudad?" preguntó Jagger con una sonrisa siniestra.
"De que nos echen de la ciudad", dijo firmemente Phoenix.
"No te preocupa el futuro del club. Todo lo que quieres es tener el control. Y luego quién sabe lo que harás con el"
"Necesitamos un nuevo líder por que el anterior ha minado a sus seguidores. Estas invitando a los vampiros a esta ciudad con el único propósito de controlarla".
"Es hora de ser parte de la ciudad. Estoy cansado de ocultarme. Ahora que tengo unos socios fuertes, podremos vagar libremente entre los mortales. Tenemos derecho a darnos a conocer, y esa decisión no la tienes que tomar tú. "
"Tampoco es tú decisión", dijo Phoenix, con los brazos cruzados. "Has creado un gran club, —un lugar donde los vampiros podemos estar en secreto y ser nosotros mismos, sin ser una amenaza. Donde ambos mundos pueden vivir placidamente. Pero tu ego creció en el camino. Y ahora estás planeando destruir aquello que has construido. "
"Pienso ampliarlo."
"No mientras estoy aquí."
"No te das cuenta de que te superamos en número? Y de que mientras consigamos mas miembros no tendrás ninguna posibilidad?"
La banda de Jagger lo rodeó.
"Nadie te nombró", lo desafió Phoenix. "Yo te quitaré tu puesto."
"Entonces ¿por qué no lo haces aquí? Ahora?"
Los matones de Jagger cerraron el círculo.
"Es demasiado fácil", dijo Phoenix insolentemente. "Quiero hacerlo donde todo el mundo pueda verte caer".
Había algo tan ardiente y poderoso en Phoenix. A pesar de que estaba solo ante Jagger y los otros dos musculosos vampiros, no se sentía amenazado.
Ellos se tensaron.
"Ni siquiera lo pienses", dijo Phoenix, sin inmutarse. "O terminaremos todo este asunto aquí."
Jagger se quedó pensativo por un momento —y entonces echó atrás a su banda. "Esto no se ha acabado. Puedes hacerte el importante aquí, en medio del un campo, pero tengo un club que me apoya. "
Con esto, Jagger y sus matones desaparecieron en la oscuridad.
Phoenix permaneció en su lugar. Yo apenas podía respirar. Si ni tan siquiera se había estremecido bajo la mirada de tres aterradores vampiros, que es lo que podía hacer un simple mortal como yo?
Se encaminó hacia de donde me escondía.
No moví ningún músculo ni respiré.
Cerré los ojos. En cualquier momento iba a encontrarme. Finalmente los abrí. No estaba por ninguna parte. Había desaparecido.
Esperé un momento, asegurándome de que no había moros en la costa. Corrí a través del campo, salté la valla, y recorrí a toda prisa el solitario camino. Sacudí mis brazos y grité frenéticamente, mientras el autobús número siete se alejaba por la carretera. Un pasajero me vio y se lo comunicó al conductor.
Cuando el autobús arrancó y yo me dejaba caer en un asiento de la parte trasera, oí el sonido de una moto pasar a toda velocidad por la carretera.
12. Una cita con un vampiro.
Me bajé del número siete en la parada frente al piso de la tía Libby, limpié mis botas que se habían manchado, y me quité los trocitos de trigo que se habían enredado en mi ropa y mi pelo. No podía olvidar lo sucedido en el círculo de la cosecha. No podía creer que hubiese pensado tan mal acerca de Phoenix, —me había imaginado que el motorista de pelo morado que se veía muy misterioso y siniestro podría ser incluso más peligroso que la Némesis de Alexander. Debajo de todo su alarde, el quería que el club permaneciese en secreto, y cuando se enteró de que tenían otros planes para el club, el mismo había ideado un plan. Había juzgado mal a Phoenix, al igual que los estudiantes de Dullsville High siempre me habían juzgado mal a mí.
Me parecía que había pasado una eternidad antes de que descubriera el Mercedes negro acercándose por la calle rodeada de árboles. Alexander abrió la puerta para mí y yo corrí a su lado. Después de un rápido beso y el bocinazo de un coche que esperaba detrás de nosotros, me subí al coche y nos fuimos.
"¿Adónde me llevas?" Le pregunté mientras nos dirigimos a través del centro y por una larga y sinuosa colina.
"No hemos podido explorar la ciudad, así que pensé en llevarte a un lugar desde el cual podamos verla", dijo Alexander.
Alexander siguió conduciendo por la sinuosa carretera, que era tan empinada que a veces parecía como si fuésemos en ángulo recto. En la cima de la colina había un campanario que se alzaba hasta el cielo. Giró hacia la parte menos resquebrajada, evitando varios baches, y aparcó.
"Este es el campanario que vi cuando la tía Libby y yo os estábamos esperando en el festival de arte!"
El campanario pintado de color blanco era un hito histórico que se remontaba al año 1800. De un sencillo diseño con una plataforma de observación y la torre del reloj. La pintura se estaba desprendiendo y la azotea se encontraba en mal estado. Una señal de gran tamaño, colocada junto a un antiguo pozo a escasos metros de distancia pedía perdón a los visitantes por los inconvenientes ocasionados debido a su actual renovación.
Alexander y yo nos deslizamos por la acera agrietada, pasando por encima de varias láminas de plástico y clavos desechados. Un palo, encajado en la puerta la mantenía ligeramente abierta.
En la compañía de Alexander, el inframundo, Dullsville, y la Mazmorra eran recuerdos distantes.
Una vez dentro, subimos tres tramos de escaleras que nos llevaron a la puerta de la torre del campanario. Agarrando la mano de Alexander, lo seguí a través de la puerta y una interminable escalera de caracol. Cuando finalmente llegamos a la parte superior, estábamos tan por encima del nivel de la ciudad, que pensé que si extendía las manos podía tocar las estrellas.
Una enorme campana de cobre colgaba de una viga de hierro fundido. Toqué la campana oxidada, que estaba degradada y sin brillo. No se veía ninguna cuerda o cable para tocar la campana. Debía de pesar cerca de una tonelada, y aunque lo intentase con todas mis fuerzas, no sería capaz de hacerla sonar.
"¿Qué pasa si la campana toca automáticamente?" Le pregunté a Alexander. "Será ensordecedor".
"No lo hará", dijo, apoyando sus manos contra ella. "No la han tocado en años. Mira". Me señaló un nido de pájaros y un montón de telarañas que llenaban la viga de hierro fundido.
Alexander me guió alrededor de la campana. Un candelabro encendido, votivos y un mantel de encaje negro estaban debajo de la bóveda de la torre esperándonos. Su mochila estaba llena de golosinas.
"Es precioso!" Lo abracé con todas mis fuerzas. Sostuve la mano de Alexander como un ancla mientras me acercaba poco a poco a bóveda y me asomaba. Había pasado varias noches enterrada en lo más profundo de Hipsterville. Esta noche la pasaría en su punto más alto.
Era impresionante. Estrellas amarillas llenaban el cielo nocturno y centelleaban como si nos estuvieran lanzando guiños. Teníamos una vista panorámica de Hipsterville. La ciudad parecía un diseño en miniatura como si estuviera en una vitrina, — farolas, árboles y coches diminutos.
Me apoyé en Alexander, mi brazo alrededor de su cintura y el suyo alrededor de mis hombros, mientras mirábamos la pintoresca noche.
"Creo que ahí esta el apartamento de la tía Libby", le dije, apuntando a un grupo de casas de la ciudad.
"Creo que puedo ver tu ventana", dijo, metiéndose conmigo.
"Bueno... creo que ese es su apartamento."
"Sin embargo, tu tía Libby vive en esa otra parte de la ciudad", dijo, indicándome con la cabeza un área de viviendas a unas pocas millas.
Yo no tenía ningún sentido de la orientación.
"Bueno, sé que ahí está Main Street. Y hay un parque, la estación de tren, y el museo de arte ", le dije, con orgullo señalando los lugares de interés.
"¿Te he dicho que eres la guía turística mas hermosa que alguna vez he visto?" Me alzó, dio un giro y me dio un apasionado beso. Cuando me dejó en el suelo, no sólo el campanario daba vueltas, si no también la ciudad.
Me agarré a él hasta que me recuperé.
"Quería traerte a un lugar desde donde pudiésemos explorar juntos toda la de la ciudad en una noche", comentó Alexander.
"Esto es perfecto!" Estuve de acuerdo.
Desempaquetamos nuestra cena, especialmente preparada por Jameson. Alexander cortaba su emparedado de filete hecho a la parrilla y tragaba su bebida de color rojo mientras yo repartía el pan. Estaba tan distraída por la hermosa noche, el aire fresco, y mi guapo novio que apenas tenía apetito.
Me maravilló la forma en que Alexander disfrutaba de su cena.
"Quizás cocine para ti algún día," me ofrecí.
"¿En serio? ¿Sabes cocinar? "
"Se hacer unos estupendos macarrones con queso y patatas fritas con filete. O puedo prepararte medio tazón de cereales".
Alexander me sonrió. "Tendré que probarlo".
Entonces descansé mi cabeza contra su regazo mientras bebía a sorbos su botella de líquido espeso.
Después de terminar y recogerlo todo, nos apoyamos en la bóveda, a una distancia segura de la cornisa, pero pudiendo ver toda la ciudad. Me senté inclinándome hacia atrás, encantada, viendo a Alexander en contraste a las luces brillantes de Hipsterville.
Cada vez que Alexander me llevaba a una cita, esta era más espectacular que la anterior. Pasaba tanto tiempo, pensando y preparando nuestras citas como lo hacia cada vez que pitaba un cuadro. Mi corazón se disparaba con el toque de su mano, o un beso sobrenatural. Al mismo tiempo, me conforta saber no había ningún lugar en la tierra en el que yo quisiese estar, que estar a su lado.
"Tengo algo para ti", dijo, rebuscando en la mochila.
Me lo imaginaba regalándome una pequeña caja de la joyería —tal vez un anillo —o un regalo más grande, como un ramo de rosas negras muertas.
En lugar de eso me dio un paquete plano, del tamaño de un sobre, cuidadosamente envuelto con un lazo negro.
Rompí el paquete en mi excitación por ver su contenido. Era un billete de ida a Dullsville.
"¿No te has entusiasmado?", Preguntó, tan radiante como las estrellas que brillaban por encima de nosotros.
"Claro..."
Parecía decepcionado con mi reacción. "Pensaba que era lo que querías. Jameson y yo ya hemos comenzado a hacer las maletas. "
"Es... Pero todavía estás aquí. La tía Libby. Y el —"
"¿El qué?"
"Uh... el verano.... La libertad".
"Pasaremos el verano en casa. Juntos".
"Tienes razón. Es el mejor regalo que nunca me han dado", dije, dándole un beso.
Cuando finalmente me habían dado las noticias que había estado esperando escuchar desde que Alexander había dejado Dullsville, no estaba tan contenta como me lo había imaginado. Alexander no podía volver a Dullsville ahora, cuando la Mazmorra estaba a punto de estallar. Acababa de comenzar a salir con la tía Libby, y anhelaba bailar y cotillear hasta el amanecer con Scarlet y Onyx. Estaba desesperada por saber qué iba a pasar con Jagger y Phoenix. No estaba preparada para que esto se terminase.
Alexander se estaba preparando para marcharse. No había ninguna forma de retrasar mi regreso a Dullsville. O tal vez si había una forma... podía jugar la carta del Club del Ataúd.
Si le decía a Alexander sobre la Mazmorra, se vería obligado a que se lo enseñase y retrasaríamos nuestra salida. Me aseguraría al menos un par de días, o más bien noches, mientras inspeccionábamos el club subterráneo. Había llegado la hora de contárselo todo.
"He oído que Devon tenía razón," le dije de repente. "Hay un club vampiro aquí!"
"Es sólo un rumor. Crees el chisme?" me desafió.
"¿Y si es cierto? ¿No crees que deberíamos quedarnos y comprobarlo?
Alexander puso su mano sobre la mía. "Nuestro viaje ya se ha terminado. Ambos conseguimos aquello por lo que habíamos venido. Valentine está fuera de Dullsville y de regreso en Rumania. Y tu y yo estamos juntos".
"Pero—"
"Vamos a disfrutar de nuestra última noche aquí", dijo. Él se aseguró de que lo hiciéramos, demasiado bien, poniendo sus rosados labios sobre los míos pintados de negro.
Cuando Alexander mordisqueó juguetonamente mi cuello, me hizo pensar en algo más.
Me eché hacia atrás.
"¿Qué está mal?"
Hice una pausa. La noche, la vista, y Alexander eran todos magníficos. Estaba en los brazos de un vampiro muy real—a quien yo amaba y el me amaba a mi. También había pasado otros días rodeada de otros vampiros. Había hecho nuevos amigos, como Onyx y Scarlet, y había echado un vistazo a su mundo. Después de todo no era tan horroroso o mortífero. Me preguntaba si varios días serían suficientes para mí, cuando podría estar viviendo en el toda la eternidad.
Y si quería ser convertida, que hora y lugar más romántico que el de ahora. Pero realmente... estaba preparada?
"No pasa nada malo", finalmente le respondí. "Solamente estaba pensando."
"¿Sobre qué?"
"Sobre mi... siendo como tu".
Se retiró y pareció enfadado.
"Solamente estoy diciendo. Tú estás aquí, yo estoy aquí, la luna está llena."
"En serio. Es así de fácil para ti?" Me preguntó con escepticismo.
"Creo que piensas que no voy a ser capaz de manejarlo."
"Tienes una visión romántica de mi mundo. Probablemente, como yo la tengo del tuyo. "
"Pero sé más acerca de tu mundo de lo que crees."
"No soy el típico vampiro...."
"De cualquier forma tu no eres típico. Eres único. Es solo que... quiero que me consideres parte de tu mundo".
"Ya lo hago. Desde el momento en que te conocí".
Alexander estaba de ensueño, su rostro enmarcado en contra de la brillante luz de la luna.
Tenía razón. Estaba tan preocupada con vivir en otro mundo, que no apreciaba que ahora estábamos juntos.
Le sonreí y me deje caer en sus brazos.
"¿Cuando me conviertas” empecé, "tendremos una ceremonia de convenio? Vamos a invitar a los amigos? O se me sostendrás en una noche perfecta como esta?"
"Bueno. Todo lo que tengo que hacer es empezar por aquí". Tomó mis dedos y los besó, y luego siguió su camino subiendo por mi mano y el antebrazo. Mi piel hormigueaba mientras seguía besando mi brazo hasta llegar a mi cuello. "Entonces te inclinaría..."
De repente los ojos de Alexander se volvieron rojos y apartó la mirada. "Es hora de irnos", dijo.
"¿Ya? Pero acabamos de llegar. "
"Hemos estado aquí durante horas. Se hace tarde ", dijo.
"No pensé—"
Pero Alexander ya había arrojado la mochila sobre su hombro y cogido mi mano. "Tengo mucho que hacer antes de marcharme".
"¿Puedo ayudarte a hacer las maletas?" Le pregunté, de puntillas como un niño.
"No será necesario. Jameson es muy organizado."
No estaba preparada para separarnos y no había nada que pudiese decir que le hiciese cambiar de idea. Antes de darme cuenta ya estaba junto al apartamento de la tía Libby.
"Así que cuando te vuelva a ver", comenzó Alexander, "será junto a las puertas de la Mansión, al igual que en el cuadro".
"Si".
Alexander me besó durante mucho tiempo. "Me alegro de que vinieras a visitarme."
Me sentía como si me estuviesen arrancado de el con una palanca. Mi corazón empezó a hundirse mientras me dejaba ir.
Sujetaba el billete de autobús en mi mano. Finalmente tenía lo que había venido a buscar — reunirme con Alexander y finalmente saber que regresaría a Dullsville.
"Muchísimas gracias por mi regalo", le dije.
Alexander esperó a que entrase en el apartamento de mi tía. Una vez dentro, intenté volver a colocar el llavero en mi bolso. Algo brillaba—una llave de oro larga y antigua. Era la llave maestra de la Mazmorra.
Todo el tiempo que Alexander había estado en Hipsterville, había estado pintando un cuadro en donde yo estaba fuera de la Mansión. Durante nuestra separación, el había estado pensando en mi vida en Dullsville tanto como yo había estado pensando en el durante mi viaje.
Y ahora, mientras sujetaba la llave maestra en mi mano, yo estaba pensando en otro lugar— el nuevo club de Hipsterville, una enorme tumba vacía llena de vampiros que bailaban.
Alexander tenía razón. Había llegado el momento de dejar Hipsterville. Pero, de hecho, no quería subir a un autobús rumbo a Dullsville sin visitar una vez más un verdadero club de vampiros, tenía que volver a la Mazmorra una última vez.
13. La Mazmorra.
La bicicleta Schwinn azul marino de cuando la tía Libby tenía unos quince años, no era tan sexy como la Harley Night Rod. Los neumáticos estaban medio desinflados, al manillar le faltaba un manguito de goma, y la rueda trasera chirriaba con cada giro.
Pedaleé a través de Hipsterville y me deslicé cuesta abajo por Main Street, rodeando la basura que había quedado del festival. Deje la Schwinn en un aparcamiento para bicicletas fuera de la biblioteca, a un bloque de pisos del club vampiro.
Iba caminando por la acera cuando escuché una motocicleta que iba zumbando a través de un callejón. Seguí el sonido, que parecía venir de detrás de los edificios. Me aleje sin rumbo hacía un callejón poco transitado por detrás del Club del Ataúd, donde encontré un coche fúnebre aparcado junto a un basurero. Reconocí el coche — un Cadillac negro de época con un murciélago plateado en la capota, neumáticos con la superficie lateral blanca, una calavera y tibias cruzadas en la parte trasera izquierda, y un esqueleto que colgaba del espejo retrovisor. La matrícula era de Hipsterville y la placa decía: MUERDO. Era de Jagger.
Pasando el gran cubo de la basura, vi al motorista que todavía llevaba el casco puesto aparcando su moto en el callejón. Me deslicé más rápido y más silenciosamente que un mosquito típula. Cuando el motorista se quitó el casco, se giró. Las sombras lo ocultaban, pero no lo perdí de vista.
Incluso en las sombras, podría decir que parecía sorprendido de verme.
Phoenix se dirigió hacia mí, gravemente preocupado. "Esta noche puede haber problemas en el bar", advirtió.
"Problemas? Ese es mi segundo nombre. "
"Hablo en serio." Puso su mano firmemente en mi hombro. "Te sugiero que te vayas a casa".
Me miró fijamente, de forma amenazadora desde detrás de sus gafas, su pelo color negro y púrpura oscuro le caía seductoramente sobre ellas.
Tuve la sensación de que si me quedaba, podría haber más problemas fuera del club.
Asentí a regañadientes.
Phoenix entró en el Club del Ataúd por la puerta trasera del callejón. Me sorprendió que no hubiese estacionado en su zona VIP y que no se hubiese paseado por el club como un príncipe vestido de cuero. Tal vez iba a haber una lucha en el interior del club esta noche y quería tener preparada una rápida escapada. Me quedé detrás de él, y cuando la puerta comenzó a cerrarse puse mi pie dentro del marco. La puerta era pesada, por que me hizo daño cuando se cerró sobre mi bota. Entré cojeando.
Vi unos mechones púrpuras a escasos metros por delante de mí antes de que desaparecieran a través de otra puerta. Anduve con dificultad en la oscuridad, haciendo todo lo posible por mantener el ritmo, pero manteniendo una distancia segura para no ser descubierta. De repente me encontré descendiendo por una empinada escalera de caracol hasta que llegué a la puerta de la Mazmorra que con un spray tenía pintado: CALLEJÓN SIN SALIDA.
Destapé mi pulsera del Club del Ataúd, rebusqué en el bolso hasta encontrar mi llavero, y con una creciente ansiedad agarré la llave maestra. A iguales cantidades el miedo y la euforia recorrían mis venas. La llave temblequeaba en mi inestable mano, pero después de unos pocos minutos logré introducirla en la cerradura y la giré rápidamente.
La puerta crujió abierta.
Dragón me examinó cuando pasé volando por delante de él y me deslizaba a través de la cortina.
La Mazmorra estaba espectacularmente animada. Los clubsters cuchicheaban, bailaban, bebían y festejaban, como si pudiese ser su última noche en el club. Las diabólicas y decadentes cámaras de las catacumbas estaban repletas de góticos, punks y emos con dentados colmillos. Tal vez sería la última vez que vería a Scarlet y a Onyx, si me perdonaban que las hubiese reconocido cuando intentaban pasar inadvertidas en el mundo mortal.
Pero mientras la multitud se arremolinaba a mí alrededor, un estado de ánimo más oscuro comenzó a adueñarse del club como si le drenasen la sangre. Me encontré con varios miembros que tenían puestas camisetas blancas con la palabra en negro POSEER, en homenaje al tatuaje de Jagger, que estaban en reuniones privadas, susurrando, y transmitiendo mensajes.
"Raven" Oí la voz de una chica que me resultaba familiar. Era Onyx. Tenía el pelo recogido en dos trenzas largas con dos lazos en forma de telaraña. Ella y Scarlet corrieron hacia mí.
"Siento tanto haber fingido que no te conocíamos en el festival de arte", se disculpó Scarlet.
"¿Nos perdonarás alguna vez?" preguntó Onyx.
"Tenemos que procurar pasar desapercibidas cuando estamos en el mundo mortal", dijo Scarlet.
"Yo también, pero a veces me olvido", le dije.
"No podía reconocer que nos habíamos conocido aquí", dijo Onyx.
"Lo entiendo", le respondí. "¿En qué estaría pensando?"
Pero estaba realmente triste. Aunque no encajaba en Dullsville. Yo realmente no sabía lo que era ocultar una parte de mí— o todo — de otros, como Onyx, Scarlet, Jagger, y Alexander hacían diariamente. Si bien Alexander prosperaba en su aislamiento y Jagger en su amenazante ego, todos ellos eran verdaderos desconocidos. Comprendí más que nunca, que para muchos de los vampiros como Scarlet y Onyx, este club era su único salvavidas.
"Están sucediendo tantas cosas," dijo Scarlet, su voz llena de preocupación.
"¿No puedes sentir la tensión?" preguntó Onyx. "El club está a punto de explotar!"
"Lo sé — hay algo que tengo que contaros..." empecé.
"Va a pasar algo esta noche," me interrumpió Scarlet.
"Será una noche muy larga, puedes quedarte aquí si quieres", le ofreció Onyx a Scarlet.
"¿Dormís en el club?" les pregunté.
"Scar no", comenzó Onyx. "Ella vive en la ciudad. Pero yo me quedo aquí cuando estoy de visita. Eso es lo que hace este club tan guay y por eso esperamos que no cambie.
"¿Te gustaría ver el lugar donde duermo?" preguntó Onyx con orgullo. "Podemos contarte más sobre—"
"Sí", declaré con entusiasmo.
Tenía curiosidad por ver qué tipo de cámara para dormir había creado Jagger para atraer a los miembros al club del Hipsterville.
Una vez más, me guiaron a través de las estrechas y sinuosas catacumbas, pasando por cámaras, tumbas sagradas y sepulcros. Todo me resultaba familiar, aunque sabía que nunca antes había pasado por estos túneles. Finalmente nos paramos delante de una puerta corredera de metal color gris. Onyx abrió el portal. En mi vida me hubiese imaginado esta vivienda de vampiros.
La habitación sin ventanas era del tamaño de un almacén. Era el sueño de un encargado de una funeraria hecho realidad. En el suelo de tierra estaban colocados los ataúdes uno detrás de otro, perfectamente alineados, — en hileras de diez. Pero lo que era aún más macabro eran los ataúdes que estaban suspendidos por encima de ellos, colgados del techo por un cable de acero, como crípticas hamacas.
Con un golpe, el portal se cerró detrás de nosotras.
Esperé que las tapas de los ataúdes se abrieran de golpe y que los vampiros con sus brillantes colmillos gritasen, "¡Sorpresa!" Pero no sucedió nada. Tenía que parecer excepcionalmente pálida porque Scarlet colocó su mano con las uñas color rojo sangre sobre mi hombro. "No te asustes," me tranquilizó. "Es sólo una puerta contra incendios."
"Déjame mostrarte mi ataúd", dijo Onyx con excitación.
No estaba segura de cómo sus propietarios podrían distinguirlos porque todos parecían idénticos. Caminamos por delante de las camas de vampiros de la primera fila.
"Esta es la mía", dijo, dando un toque sobre la tapa.
En un lado tenía un ónice negro, perfilado en blanco. Levantó la tapa del ataúd. Dentro tenía unas sabanas rojas y negros, un edredón y su correspondiente almohada, un iPod negro, y un UglyDoll Ice Bat negro.
Cerró la tapa de forma despreocupada, como si se tratara de la caja de una guitarra.
Cuando me había imaginado siendo un vampiro, nunca me había imaginado esto—dormir entre extraños como en un albergue juvenil para los no-muertos, sólo para tener la oportunidad de despertarse, bailar, y estar con otros vampiros. ¿Está es la vida que tendría si me unía al inframundo? ¿Permanecería eternamente ocultando mi identidad, —o lo arriesgaría todo para darme a conocer entre los mortales?
Había llegado el momento de contarles a Onyx y a Scarlet lo que había sucedido en el círculo de los cultivos y lo que había escuchado.
"Nos equivocamos, —me equivoqué. Acerca de Phoenix. Él no quiere exponer el club. Quiere que sigamos siendo pacíficos".
"Estás de broma", dijo Onyx con incredulidad.
Los ojos de Scarlet se pusieron rojos con la rabia. "Así que solamente había sido Jagger...todo el tiempo".
"¡Sí! Él y Phoenix se enfrentaron en el círculo de la cosecha. Jagger ha estado invitando a los vampiros aquí, ofreciendo un club seguro para pasar la noche, pero todo el tiempo tenía la intención de juntar tantos miembros como le fuese posible para tomar el control de la ciudad. "
"Nos ha engañado todo el tiempo!", Exclamó Scarlet.
"Tenemos que hacer algo antes de que arruine el club —y a nosotros!" ordenó Onyx.
El portal se abrió. Era el acompañante rubio de Scarlet que parecía muy preocupado. "Estás aquí!" Le dijo a Scarlet. "Algo pasa en..." se paró cuando me vio. "Me temo que vamos a perder el club."
En vez de explicar lo que sucedía, agarró la mano de Scarlet, quien a su vez agarró la de Onyx. Onyx cogió la mía, su suave mano estaba sudando. Yo estaba aún mas ansiosa — que era lo que estaba poniendo a los vampiros tan nerviosos?
Nos adentramos en un laberinto de estrechas y oscuras catacumbas. Era como una casa embrujada de Halloween, sólo que los voluntarios disfrazados eran verdaderos vampiros. Con colmillos, de aspecto cadavérico, vampiros de labios azules, donde todos llevaban camisetas blancas, abarrotaban las bóvedas mientras nos apresurábamos a través de ellas. Nos amenazaban, lamiendo sus labios, los ojos rojos de ira, intentando alcanzarnos y queriendo agarrar algo de nosotros, desde nuestras camisetas a nuestras faldas. Algunas partes de las catacumbas eran tan curvilíneas que tenía miedo de que nos separásemos. Otras eran tan oscuras que lo único que podía sentir era la mano de Onyx y mis botas que golpeaban el uniforme suelo de tierra.
Cuando finalmente una solitaria bombilla iluminó nuestro camino, me di cuenta de que no era la mano de Onyx la que yo sujetaba. Cuando alcé la vista, dejé escapar un grito horrible. Un vampiro de ojos rojos estaba agarrando mi mano, sus uñas eran tan largas como cuchillos. Antes de que pudiera darle un rápido golpe de karate o darle un pisotón sobre sus Vans a cuadros, Onyx se puso delante de él, sus ojos brillando con furia, y de un tirón me alejó de el.
Alguien saltó desde las sombras, bloqueando mi camino. "Vota por Jagger si sabes lo que es bueno para ti."
Apenas había conseguido evitarlo cuando otro vampiro, mirándome desde el extremo de la bóveda, me advirtió, "Jagger pertenece a la única línea de sangre de gran valía que merece ser admirada".
Onyx apretó mi mano y tiro de mi fuertemente, lanzándome a mí y a nuestra cadena hacia adelante. Salimos a tropel y llegamos sanos y salvos a una cámara donde una niebla mística impregnaba el aire y una cola de miembros esperaban su destino confuso. Habíamos salido de las catacumbas.
En la cámara había dos podios tapados con una cortina de terciopelo rojo. Uno por uno, los miembros entraban en los podios como si votasen en una elección nacional.
"Firmad", nos ordenó un vampiro, señalándonos una hoja de papel de carnicero desplazada sobre una larga mesa de roble.
Onyx recogió una pluma, la mojo en la tinta y escribió su nombre, tan bello como la caligrafía. Garabateé debajo de su nombre Raven Madison.
"¿Qué estamos votando?" Le pregunté a Onyx.
"La dirección del club."
El tipo nos entregó un pedazo de papel de pergamino del tamaño de un libro de bolsillo, un alfiler encerrado en un recipiente de plástico, y un algodón con alcohol.
"¿Dónde está la pluma?", Le pregunté.
"Es esto” dijo con desdén, sacudiendo el recipiente que guardaba el alfiler.
"No estoy realmente segura —" Comencé mientras otro miembro me empujó a un podio justo detrás de Onyx.
Cerró la cortina de terciopelo rojo a mí alrededor. Coloqué mi pergamino en el podio. Miré fijamente los dos nombres de los vampiros — JAGGER y PHOENIX —y una caja vacía al lado de cada uno. Bajo el nombre de Jagger ponía AMPLIAR MAZMORRA. Debajo del de Phoenix ponía CERRAR MAZMORRA.
Esperé un momento por las instrucciones pero no llegaron. A diferencia de la escuela, aquí no había profesores ni reglas escritas en un papel, por ejemplo, "Rellena completamente el círculo", "Usa un lápiz número dos," o "Presiona firmemente".
Después de todo, estaba en un club de vampiros, —solamente había una forma de votar.
Esterilicé mi dedo con el algodón, y entonces respiré profundamente y me pinché el dedo. Estaba tan nerviosa, que pensé que me desangraría hasta morir, pero sin embargo ni una sola gota salio de mi dedo. Con mi otra mano, me lo apreté con todas mis fuerzas. Se formó una gota de sangre del tamaño de un punto que fue creciendo hasta ser tan grande como la goma de borrar de un lápiz. Utilizando mi dedo como si fuese una pluma, escribí una sangrienta X.
Me reuní con Onyx, Scarlet, y sus citas junto a la silla eléctrica. No perdimos el tiempo en volver a la pista de balie, nos quedamos con los demás preocupados clubsters. Se hablaba más y se bailaba menos, todos se apiñaban, y cuchicheaban. El escenario estaba vacío del grupo y de instrumentos.
No sabía exactamente por que estábamos esperando—una celebración? Una pelea? Después de todo, estaba en un club de vampiros—quizás estábamos esperando por un sacrificio.
Unos minutos más tarde, Dragón subió al escenario sujetando un montón de pergaminos de las votaciones. Torpemente dio un paso hacia el micrófono. Él, evidentemente, estaba más cómodo registrando a la gente delante de la puerta con forma de ataúd que hablando delante de todos ellos.
Se movía nerviosamente hacia delante y hacia atrás y aclaró su garganta. "Ya tenemos los resultados", declaró, tocando con una mano uno de los bolsillos de sus pantalones de camuflaje.
La multitud irrumpió en aplausos. Los miembros con las camisetas blancas gritaban, "Jagger, Jagger", mientras que los otros gritaban ", Phoenix, Phoenix."
Phoenix y Jagger, flanqueados por sus bandas, subieron al escenario por lados opuestos como si fuesen boxeadores que entran al cuadrilátero.
Jagger se adelantó levantando sus brazos saludando a los vampiros, mientras que Phoenix se cruzó de brazos y se quedó atrás.
Dragón aclaró de nuevo su garganta. "Y ahora... lo que todos habéis estado esperando.... El Amo de la Mazmorra es... "
Todos se quedaron en el silencio.
Luego Dragón se inclinó hacia el micrófono y gritó, "El Amo de la Mazmorra es... Phoenix!"
La multitud vitoreó, aunque los miembros de las camisetas blancas estaban visiblemente decepcionados.
Agarré las manos de Scarlet. Las chicas lloraban de alegría, levantamos nuestros brazos vitoreando y bailamos.
Dragón que era el doble de alto y tres veces más ancho que Jagger, se dirigió a él.
"Es el momento, Jagger, de que renuncies a tu Llave Maestra", exigió, y tomó el cordón de alrededor del cuello de Jagger.
Dragón regresó al micrófono. "Está es única y no puede ser duplicada", anunció Dragón. "Es la única llave que puede cerrar o abrir definitivamente el club, da a su portador el control total."
Phoenix se acercó al micrófono entre aplausos y vítores, mientras que Dragón le ofrecía la brillante y dorada llave maestra.
La multitud vitoreó a Phoenix quién asintió aceptándola. "Por nuestra propia supervivencia", comenzó con un fuerte acento rumano, "debemos seguir siendo pacíficos y permanecer en el anonimato. La mazmorra se ha convertido en el lugar perfecto para que seamos nosotros mismos. No tenemos que ser violentos para ser vampiros. "
La multitud lo vitoreó con entusiasmo.
"Y lo más importante es que no miremos a alguien como un líder. Así que, mientras sigamos la vía pacífica, cedo el control a los verdaderos líderes del club —vosotros! "
Phoenix chocó las cinco con su pandilla, salió del escenario y desapareció.
"Esto es increíble!" Gritó Scarlet.
Onyx y Scarlet me cogieron de las manos mientras saltábamos y reíamos tontamente. Las trenzas de Onyx y los rizos de Scarlet botaban como si fueran dos niñas jugando en el patio de la escuela.
Jagger saltó al escenario y se apoderó del micrófono. "Aun no estoy preparado para cederle el club!" El ruido se extinguió y finalmente se paró. Todos estaban confundidos por la reaparición de Jagger.
"Uno de nuestros miembros es un impostor!" desafió. "De hecho, ella ni tan siquiera es un miembro! Somos un club de inmortales y uno de nosotros es un mortal! "
Los susurros recorrieron todo el club como un reguero de pólvora. Honestamente estaba tan absorta en el momento, que jadeé con Scarlet y Onyx.
"La votación es nula!" argumentó Jagger. "Phoenix no es el ganador!"
"Eso es extraño", me comentó Onyx. "¿Por qué querría un mortal estar rodeado de vampiros? ¿Es que quiere morir? "
"Exijo un recuento!" Gritó Jagger.
La banda de Jagger subió al escenario y examinó el montón de los votos uno por uno.
La multitud estaba de los nervios como si estuviesen esperando una orden de ejecución.
Varios de los partidarios de Phoenix subieron al escenario y rodearon a Jagger y su banda.
"Uno de estos no tiene sangre de un verdadero vampiro", dijo Jagger, agitando el montón en el aire.
"Aquí está!" uno de los secuaces de Jagger gritó como si hubiese encontrado un billete de lotería ganador.
Jagger se lo arrebató.
"Este es la sangre de un mortal!" Proclamó. "Os lo dije! Comprobadlo vosotros mismos! "
El grupo de confusos inmortales hablaban silenciosamente entre ellos.
"Sé quien es el mortal!" declaró Jagger.
La multitud empezó a echarse vistazos. Nadie podía creer que hubiese una persona entre ellos que no fuese un inmortal. Por un momento yo tampoco. Tal vez estaba hablando de alguien más.
El funesto grupo miraba a Jagger buscando una respuesta.
Jagger estaba echando chispas. "La mortal se esconde entre vosotros. Y ella está justamente ahí!" Soltó, señalándome.
Los Clubsters jadearon con incredulidad.
Mi estomago se retorció. En cualquier momento la multitud de vampiros se me echaría encima.
Dragón se abrió camino hasta el micrófono. "No importa!", Dijo, agarrando mi voto y fijándose en el grupo. "Phoenix tiene el doble de votos que tu."
Su fantasmal cara blanca se volvió aún más pálida.
"Phoenix ganó de forma honrada y justa!" proclamó Dragón.
La multitud vitoreó con un estruendo ensordecedor.
Jagger los miró fijamente, y después me miró a mí, sus ojos azules y verdes se volvieron rojos de ira. Bajó de un salto del escenario.
Uno de su grupo se acercó al micrófono. "Todavía tenemos entre nosotros a un mortal!"
"Cálmate", dijo Dragón, pero los seguidores de Jagger de las camisetas blancas se estaban poniendo muy agitados.
Toda la multitud se dirigió hacia mí, enseñándome sus colmillos.
"Recordad la razón por la cual votasteis a favor de Phoenix", les dijo Dragón.
Scarlet y Onyx estaban desconcertadas.
"Soy yo—", rogué.
"Pensé que eras nuestro amiga," Dijo Scarlet, decepcionada.
"Lo era. Lo soy. Sólo porque sea mortal no significa —”
El grupo de Jagger se estaba concentrando a nuestro alrededor.
"Nos mentiste", sostuvo Scarlet.
"¿Yo? Nunca dije que fuese un vampiro. "
"Tiene razón", me defendió Onyx. "Nos gustó porque ella es genial. Y eso no ha cambiado. De hecho, ella es valiente. Yo nunca hubiese andado con vampiros antes de convertirme".
"No pensé —", le dije a Scarlet.
Entonces el comportamiento de Scarlet se ablandó. "No me importa que seas mortal", estuvo de acuerdo. "Me gustas por tu forma de ser".
El resto del club no estaba tan dispuesto a perdonarme. El grupo de Jagger me rodeo.
"Ella puede revelar todo al mundo exterior", dijo uno.
"Y destruir nuestro anonimato!" Gritó otro.
"Tiene que tomar una decisión!"
"Es mejor cambiarla ahora!" Exigió una.
"Debes decidirlo por toda la eternidad", dijo uno de forma seductora. "No lo vas a lamentar."
"Sólo hay una manera de ser miembro!" añadió otro, mostrándome sus dorados colmillos.
"Nuestro camino es la mejor manera", sumó alguien más.
"Te estamos ofreciendo la inmortalidad. ¿Prefieres ser enterrado en una tumba o simplemente dormir en una? "
"Únete a nosotros. No mordemos... "dijo uno con una sonrisa.
Scarlet agarró fuertemente uno de mis brazos y Onyx el otro.
"¡Dejadla en paz!" Gritó Onyx.
Las dos chicas, me protegían como si fuese una preciada posesión, pero me sentía más bien como una piñata. No eran rivales contra el enfurecido grupo de Jagger, y sólo les llevó unos minutos separar nuestro agarre.
Estaba sola, rodeada de vampiros sedientos de sangre. El resto del club estaba inmóvil. Incluso los benignos vampiros seguidores de Phoenix, que solo querían un lugar seguro para pasar el rato, estaban indecisos. ¿Sería yo una amenaza viva —o no -muerta?
Desde siempre había fantaseado con convertirme en un vampiro entre los brazos de un seductor vampiro. Siendo yo la única que lo sustentaría en su vida eterna. Sin mí, no existiría y se enterraría en las profundidades de su ataúd, incluso en las horas iluminadas por la luna. Viviríamos nuestras vidas en el inframundo juntos —unas vidas llenas de misterio. Esta es la imagen que había tenido siempre en mi mente, y cuando me encontré con Alexander, sentí un amor imperecedero —mi sueño se estaba haciendo realidad.
Sin embargo, estar siendo seducida por la banda de matones de Jagger no era lo que me había imaginado. Estaba viviendo la pesadilla que había tenido un par de noches atrás. No estaba dispuesta a renunciar a mi vida mortal por que una banda así lo quisiese. Siempre esperé que fuese Alexander el que me convirtiese—no una banda de desconocidos del inframundo. Siempre había querido ser un vampiro, pero en una ceremonia de convenio a la luz de la luna, no en una reyerta en un club. Mi corazón latía fuertemente. Esperaba despertarme en cualquier momento, sin aliento en el futón de la tía Libby. Pero esto no pasó.
"No la toquéis" gritó Onyx mientras unos vampiros la sujetaban.
"Así que te has estado dejando caer por aquí..." dijo uno con una camiseta blanca, mientras se deslizaba a un lado. "¿Esto es lo que siempre habías soñado?"
El grupo de Jagger se acercaba poco a poco a mí, situándose a mí alrededor como una bandada de buitres.
"¡Sí! Sólo que no de esta manera. "
"Sólo hay una manera de convertirse en un miembro de nuestro club", dijo uno, estrechando aún más el círculo.
Miré a mis nuevas amigas, Onyx y Scarlet. Y a todo el club que me había aceptado y había querido que formase parte de ellos. Aunque me sentía atraía, hipnotizada, e incluso seducida por la Mazmorra, ahora que me enfrentaba a la decisión, ¿estaba yo realmente dispuesta a abandonar mi vida? ¿Quería ser un verdadero miembro del club sin importar el precio?
Esperaba que en cualquier momento, como un héroe de acción, Alexander irrumpiera a través de la puerta de la Mazmorra.
Pero no encontraría a Alexander por ningún lado. Él y Jameson estaban ingenuamente haciendo las maletas mientras yo en unos momentos me convertiría en una vampiresa.
Incluso Dragón no estaba a la vista. Tendría que librarme de este lío por mi misma. Sólo que no sabía cómo. La entrada estaba cerrada, aunque seguramente no podría librarme de la banda de "Poseídos".
"Siempre quise ser como vosotros. Por eso estoy aquí. Por eso entre a escondidas!" Les grité. "¿No lo veis?"
"Entonces únete a nosotros!" Dijo uno.
"Estarás eternamente agradecida", proclamó otro. Me miraban fijamente con sus ojos hipnóticos. Me mareé y aparté la mirada.
"Ahora no, no de esta manera!" Lloré.
Dos clubsters con camisetas blancas que ponían POSEER me agarraron de las muñecas y me apartaron el pelo de los hombros.
Me tenían dominada. No podía moverme. Mi corazón latía tan fuertemente que pensé que en cualquier momento me explotaría. "No te dolerá", dijeron, lamiendo sus labios.
"Bueno, puede que sientas un pinchazo", dijo uno y se inclinó hacia mi.
"¡No! No de esta manera. Quiero a Alexander! "
De repente el sonido del motor de una moto que iba a toda velocidad se escuchó por las catacumbas.
Phoenix salió de un túnel y con un frenazo se detuvo al borde de la pista de baile. Vehementemente aceleró su moto repetidas veces.
Varios miembros se alejaron, con miedo a lo que haría Phoenix. Pero el resto simplemente apretaron mas fuertemente el agarré de mis muñecas.
Phoenix aceleró de nuevo. Pero cuando el grupo de Jagger no se acobardó, sacudió la cabeza. Dio marchar atrás y avanzando lentamente, centímetro a centímetro, sin apartar su mirada de mi. Dio marcha atrás hasta el pasaje abovedado— aproximadamente unos 20 metros de nosotros—y se preparó para arrancar. Mi corazón estaba más revolucionado que el motor de la moto. Cuando mis cautivos no me liberaron, Phoenix aceleró por última vez. Salió disparado hacia mí.
Me congelé. Todo pasaba a cámara lenta. Phoenix venía a toda velocidad hacia mí, su motor rugía, el polvo se levantaba detrás de él. La muchedumbre de la pista de baile se dispersó rápidamente. Mi corazón debía de haberse parado y me olvidé de respirar. Siguió su trayectoria hacia mí. Traté desesperadamente de escabullirse de las garras de la banda, mientras la Night Rod seguía acercándose, pero no pude. En unos segundos la moto se me echaría encima. Phoenix estaba ahora a escasos metros y yo seguía sin poder moverme. Cerré los ojos y dije que una rápida oración. En el último segundo, los miembros del grupo de Jagger me soltaron y se alejaron. Solté un grito espeluznante mientras la motocicleta se detenía de un patinazo a unos cuantos centímetros de donde yo estaba de pie.
Me llevó un momento respirar de nuevo. Estaba sin fuerzas y mis piernas apenas podían sujetarme. Phoenix se bajó de la moto y me ofreció su mano, pero me negué. Todavía no sabía que clase de tío era. Quizás Phoenix quería que yo fuese la Maestra de la Mazmorra.
No agarró mi mano o se inclinó para morderme. En realidad, parecía bastante sorprendido.
Dragón volvió a aparecer, junto con un grupo numeroso de miembros del club, quienes se reunieron alrededor del grupo de Jagger y les retiraron sus llaves.
Scarlet y Onyx vinieron corriendo hacia mí. "Está bien. Phoenix te ha salvado. Ha restaurado el orden en nuestro club".
La multitud empezó a vitorear "Phoenix, Phoenix" mientras las chicas me ayudaban a subirme a la moto.
"Todavía tengo la Llave Maestra", anunció Phoenix a la multitud.
Todo el mundo vitoreó.
Miré a la multitud de los inmortales. Ellos, como yo, sólo querían un lugar para pasar el rato y sin que nada cambiase.
La música comenzó a sonar y muchos siguieron vitoreando, o comenzaron a besarse o a bailar.
Onyx me dio un fuerte abrazo y yo se lo devolví. "Vuelve, por favor", dijo, mientras su colmillo con el ónice negro destellaba. "Tienes una membresía de por vida".
"Mantente en contacto", dijo Scarlet. "Tienes mi número. Sólo recuerda llamar después de la puesta de sol. Mis—"
"...padres odian ser despertados durante el día," dijimos al unísono. Entonce reímos tontamente.
Eché un vistazo a la Mazmorra —la pista de baile, la barra llena de bebidas de sangre, los sepulcros excavados y las tumbas utilizadas para vivir. Nunca antes había estado en el inframundo, y no sabía cuándo o si volvería a estar de nuevo en el. Había estado rodeada por los vampiros de sangre fría, y aprendí que, sorprendentemente, eran cálidos. Había encontrado el club de mis sueños —el único al que verdaderamente me hubiese gustado permanecer. Phoenix me entregó su casco y me lo puse en la cabeza. Envolví mis brazos alrededor de su chaqueta de cuero y sonreí a Scarlet y a Onyx, ahora en compañía de sus citas. Los miembros se apartaron, bailando al son de la música y despidiéndose.
Phoenix arrancó y yo me agarré fuertemente a él mientras me llevaba a través del oscuro laberinto de catacumbas y salíamos por la puerta secreta.
Phoenix se quedó junto a la motocicleta mientras yo quitaba la bicicleta de mi tía Libby del aparcamiento de la biblioteca. Sentía su mirada fija en mí mientras que yo quitaba la pesada cadena del asiento de la Schwinn.
Estaba apoyado en su moto, sus botas cruzadas a la altura del tobillo, vestía unos pantalones de cuero que se le ajustaban al cuerpo como el celofán. Su chaqueta de cuero estaba abierta, enseñando una camiseta negra, y sus brazos estaban cruzados. Su pelo púrpura le caía sobre las gafas de sol negras, y a la luz de la luna, el pelo ensombrecía su pálido rostro. Me estaba mirando fijamente —de la misma forma que la primera vez que lo había visto en la Mazmorra.
No sabía qué decir. Phoenix me había salvado la vida.
No estaba segura de cuando lo volvería a ver, si es que lo volvía a ver.
"No puedo agradecerte lo suficiente —” Le dije desde una distancia segura.
"Bueno, puedes intentarlo", dijo tímidamente.
Sonreí y juguetonamente hice rodar mis ojos. "Te lo dije, tengo novio."
Por alguna razón sentí que no le importa si yo hacia caso o no a sus insinuaciones. Casi sentí que el prefería que no lo hiciese. Parecía ser la clase de tipo que estaba más cómodo en las sombras mientras que otro tipo conseguía a la chica.
"Me equivoqué contigo", le confesé. "Eres más benévolo de lo que me imaginaba. Siento haberte juzgado mal".
Asintió. "Está bien", respondió. "Yo también te subestime."
"¿De verdad?", Le pregunté.
"Sí". Eres mas problemática de lo que imagine".
Ambos reímos. Sabía que tendría que estar contenta de que Phoenix me hubiese salvado, pero en cambio estaba triste al saber que nunca volvería a ver a mi amigo vampiro.
Había comenzado a montarme en la bicicleta de la tía Libby cuando la deje caer rápidamente. Corrí hacia Phoenix y lo abracé, dándole un largo y apretado abrazo. Lo había sorprendido, porque no me abrazo. Entonces sentí sus brazos cubiertos de cuero a mí alrededor. También me abrazó, en señal de despedida.
Subí rápidamente en la bicicleta y me alejé a toda velocidad sin mirar atrás. Cuando pasé por Main Street y tome una curva, escuché el familiar sonido del rugir de una moto que corría en la noche.
14. Secretos revelados.
Mientras pedaleaba de regreso al apartamento de la tía Libby, me inundaba un torrente de emociones. Había venido aquí a Hipsterville por una sola razón —para reunirse con mi novio. Sin embargo, una vez que había conseguido lo que deseaba, había desafiado su petición —han regresado al Club del Ataúd sin él.
No sólo había descubierto un mundo subterráneo de vampiros en la Mazmorra, embriagador y peligroso, también había estado a un mordisco de pertenecer al inframundo eternamente —todo esto sin mi querido Alexander.
Después de enamorarme de Alexander, no solo quería ser un vampiro, —quería que lo fuéramos juntos.
Sin embargo, me había sumergido en un mundo en el cual mi propio novio se sentía como un extraño. ¿Qué era lo que quería Alexander para mí? O para sí mismo?
Mientras iba cuesta abajo, repase mentalmente lo que había pasado esta semana. Había pensado que estaba investigando y que me estaba comportando como una persona adulta cuando quizá sólo esta siendo imprudente.
Y si alguna vez Alexander se enteraba de mis aventuras en la Mazmorra, quise que lo oyera de mis propios labios. Quería que supiese que siempre y cuando el estuviera al otro lado de mi cuello, yo me convertiría en un inmortal.
Me sentía como si lo hubiese traicionado. Estaba avergonzada y decepcionada de mí misma. Tenía que contarle a Alexander todo lo que había hecho. Tenía que dejarle saber que había estado muy cerca de incorporarme a su mundo, pero que sin él no significaba nada.
Alexander había acertado al comprarme el billete para irme de la ciudad. Él siempre sabía lo que era mejor para mí, y yo había tomado el camino equivocado. En lugar de girar hacia la calle de la tía Libby, giré a mi izquierda hacia Lennox Hill. En ese momento empezó a llover.
A toda velocidad atravesé los crecientes charcos y me dirigí por la larga calle que llevaba al callejón sin salida en donde estaba la casa señorial.
Pedaleé hasta el camino de la entrada y apoyé la Schwinn contra una pequeña puerta. Corrí a lo largo del desigual camino de piedra y golpeé la puerta de la entrada.
Nadie contestó. Me aparté de la puerta. No vi a nadie acechar por las ventanas de las habitaciones o por la del ático. Un relámpago resplandeció mientras corría rodeando la casa hasta llegar a la puerta de atrás. Golpeé con mis puños en la puerta, las gotas de lluvia saltaban con cada golpe.
Me subí encima de la caja y me asomé por la ventana de la cocina. No había señales de platos, flores, o algo parecido que demostrase que estaban allí. La solitaria casa señorial lucía ahora más vacía.
Frustrada, atravesé los descuidados jardines repletos de hierbajos. Traté de mirar detenidamente la ventana del ático de Alexander, pero desde donde estaba no podía verla con claridad.
Una cosa había cambiado. La cortina no estaba en la ventana.
Mi corazón se hundió. Disgustada pateé el banco de madera.
Tenía una última oportunidad. Me acerqué corriendo al garaje. El candado había sido retirado y la puerta estaba ligeramente entreabierta. Cuando abrí la puerta del garaje estaba impresionada — el Mercedes había desaparecido.
Esto significa una cosa — que Alexander y Jameson ya habían dejado la casa señorial.
No podría dejarme caer en los brazos de Alexander y contarle sobre mi aterradora noche o explicarle que no quería ser un verdadero miembro del club sin él.
Por ahora, mi confesión tendría que esperar.
Quité la llave maestra de la Mazmorra de mi llavero y la coloqué simbólicamente en el suelo del garaje.
Un relámpago iluminó el cielo y vi algo en el garaje que brillaba. Me moví hacia delante poco a poco para examinarlo más de cerca mientras los truenos caían a mí alrededor. Vislumbré un destello de algo tapado por una manta oculta en las sombras. Tal vez se trataba de un ataúd o de los espejos de la casa señorial. Lo que sobresalía por debajo de la manta y capturaba la plateada luz de la luna era un brillante tubo de escape.
Me acerqué un poco más. Retiré la manta para revelar lo que estaba ocultando. Retrocedí llena de incredulidad. Cuadro de cromo. Manillar. Era una motocicleta.
¿Qué diablos estaba haciendo aquí? Tal vez Alexander había comprado una Night Rod después de admirar la moto que estaba fuera del club.
Pero sentía el calor que emanaba la motocicleta como si la acabasen de montar.
Respiré profundamente y descubrí que algo dulce impregna el aire. Era el olor de Obsession.
Sentí una presencia familiar. Vislumbré algo en el suelo por detrás de mí. Una brillante bota de motorista.
Giré y me quedé sin aliento.
Alexander me estaba mirando, sus suaves ojos color chocolate me miraban de forma conmovedora. Vestía una chaqueta y pantalones de motorista de cuero y en una mano sujetaba una peluca de color púrpura y unas gafas de sol.
Me quedé inmóvil.
De mis ojos brotaron lágrimas.
"Eras tu todo el tiempo." Limpié una lágrima de mi mejilla. "Fuiste tu el que salvó el club—y a mí."
Alexander se quitó los guantes y me tendió su mano, su anillo de araña casi brillaba.
Me atrajo hacia él y rodeó mi cintura con sus brazos.
"Esta es la razón por la que te quedaste en Hipsterville tanto tiempo?", Le pregunté. "No por el Festival de Arte si no por la Mazmorra?"
Asintió.
"Pero, ¿por qué el disfraz?", Le pregunté.
"Jagger y yo finalmente habíamos llegado a una tregua. No sólo era importante para mí, —también para mi familia. Si el me descubría en la mazmorra, se habría dado cuenta de que conocía sus verdaderas intenciones y que trataría de frustrar su plan. Sé que suena extraño, pero me pareció reconfortante saber que Jagger y yo ya no éramos enemigos. Si me dejaba notar, me arriesgaría a otra contienda. Sin embargo, alguien tenía que pararlo. Y ya que yo no podía, tuve que encontrar a alguien que pudiese".
Miré fijamente a Alexander, comprendiendo por primera vez por que Phoenix me había atraído tanto.
"Es hora de volver a casa, juntos", respondió, y nos besamos con la intensidad de dos vampiros muy misteriosos. Luego, lamió sus labios, me mostró sus colmillos y me sonrió. "Eternamente."
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