Capitulo 3
3. La locura del mar
Si el cielo decidiese algún día acordarme un insigne favor, borraría totalmente de mi memoria el
descubrimiento que hice, por simple casualidad, al echar una ojeada a una hoja de periódico que
recubría un estante. Era un viejo número de
Sidney Bulletin del 18 de abril de 1925, con el cual nohubiese podido dar en mi vida cotidiana. Había pasado inadvertido hasta para la agencia de recortes
que había estado coleccionando ávidamente durante esa época materiales para mi tío.
Había yo casi abandonado mis investigaciones cerca de lo que el profesor llamaba el "culto de
Cthulhu" y me encontraba de visita en casa de un docto amigo de Patterson, New Jersey, conservador
del museo local y mineralogista de renombre. Examinando un día los ejemplares de reserva,
amontonados en desorden en los estantes de una de las salas del fondo del museo, mi mirada se
detuvo en la rara ilustración de uno de los perdiódicos extendido bajo las piedras. Era el
SidneyBulletin
que he mencionado. Mi amigo tenía corresponsales en todos los países extranjerosimaginables. La imagen era una fotografía en sepia de una odiosa estatuita de piedra casi igual a la
que Legrasse había encontrado en el pantano.
Despojé vivamente a la hoja de su precioso contenido, leí el artículo con cuidado y lamenté su
brevedad. Lo que sugería, sin embargo, era de suma importancia para mi ya vacilante búsqueda.
Arranqué cuidadosamente la noticia con el propósito de ponerme en seguida en acción. He aquí el
contenido:
EL VIGILANT ARRIBÓ REMOLCANDO A UN YATE NEOCELANDÉS
ARMADO. UN MUERTO Y UN SOBREVIVIENTE A BORDO. RELATAN
COMBATES FURIOSOS Y MUERTES EN ALTA MAR. MARINERO
RESCATADO SE NIEGA A DAR DETALLES DE LA MISTERIOSA
EXPERIENCIA. ÍDOLO EXTRAÑO ENCONTRADO EN SU PODER. SE
INICIARÁ UNA INVESTIGACIÓN.
El carguero
Vigilant de la compañía Morrison, procedente de Valparaíso, arribó estamañana a su puesto de amarre en Darling Harbour remolcando al yate
Alert deDunedin N.2 con serias averías, pero dotado aún de un poderoso armamento. El yate
fue avistado el 12 de abril a los 34°21' de latitud sur, y a los 152°17' longitud oeste, con
un muerto y un sobreviviente a bordo.
El
Vigilant dejó Valparaíso el 25 de marzo, y el 2 de abril fue alejadoconsiderablemente de su curso, en dirección sur, por excepcionales tormenas y
enormes olas. El 12 de abril avistó el buque a la deriva. En apariencia había sido
abandonado, pero luego descubrió que llevaba un sobreviviente en estado de delirio, y
un hombre muerto por lo menos desde hacía una semana.
El sobreviviente apretaba entre sus manos una piedra horrible de origen desconocido,
de unos treinta centímetros de alto, cuyo origen los profesores de la Universidad de
Sidney, la Sociedad Real, y el museo de College Street no pudieron determinar, y que
el hombre afirmaba haber descubierto en la cabina del yate, en un altarcito
rudimentario.
Este hombre, ya recobrado, relató una historia de piratería y violencia sumamente
extraña. Se trata de un noruego llamado Gustaf Johansen, de cierta cultura, segundo
oficial en la galeta
Emma de Auckland, que partió para el Callao el 20 de febrero, conuna tripulación de 20 hombres.
El
Emma, dijo, fue retrasado y alejado considerablemente de su ruta por la tormenta del1° de marzo, y el 22 del mismo mes a los 49°51' de latitud sur y a los 128°54' de
lingitud este encontró al
Alert conducido por una tripulación de canacas y mestizos deaspoecto patibulario. El capitán Collins no obedeció la orden de virar, y la tripulación
del yate abrió fuego sin aviso con una batería de cañones de bronce particularmente
pesada.
Los marineros del
Emma, dijo el sobreviviente, se resistieron con valentía, y aunque lagoleta comenzó a hundirse, pues varios proyectiles habían alcanzado la línea de
flotación, lograron acercarse al enemigo y lo abordaron poniéndose a luchar en
cubierta. Como los tripulantes del yate combatían de un modo torpe y cruel, tuvieron
que matarlos a todos.
Tres de los hombres del
Emma, incluso el capitán Collins y el primer oficial Gree,murieron; y los ocho restantes, bajo el mando del segundo oficial, Johansen, se
pusieron a navegar en la dirección seguida originalmente por el yate, a fin de descubrir
por qué motivo se les había ordenado cambiar de rumbo.
Al día siguiente desembarcaron en una islita que no figuraba en ningún mapa. Seis de
los hombres murieron allí, aunque Johansen se mostró particularmente reticiente a este
respecto y dijo que habían caído en una grieta entre las rocas.
Más tarde, parece, Johansen y sus compañeros volvieron al yate y trataron de hacerlo
navegar, pero fueron vencidos por la tormenta del 2 de abril.
Desde ese día hasta el 12 de abril, fecha en que fue recogido por el
Vigilant, Johansenno recuerda nada, ni siquiera cuándo murió su compañero William Briden. La muerte
no se debió aparentemente a otra causa que a privaciones.
Cables procedentes de Dunedin informan que el
Alert era muy conocido como barco decarga y tenía muy mala reputación. Pertenecía a un curiosos grupo de mestizos cuyas
frecuentes incursiones nocturnas a los bosques atraían no poca curiosidad. Luego de la
tormenta y los temblores de tierra del 1° de marzo se había hecho apresuradamente a la
vela.
Nuestro corresponsal en Auckland afirma que el
Emma y sus tripulantes gozaban deuna excelente reputación y que Johansen es un hombre digno de toda confianza.
El almirantazgo va a iniciar una investigación sobre este asunto, durante la cual se
tratará de convencer a Johansen para que hable más libremente.
Esto era todo, además de la diabólica imagen, ¡pero qué pensamientos despertó en mi mente! Estas
nuevas y preciosas noticias acerca del culto de Cthulhu probaban que éste tenía fieles seguidores
tanto en el mar como en la tierra. ¿Qué motivo había impulsado a la híbrida tripulación a ordenar el
regreso del
Emma mientras navegaban con su ídolo? ¿Qué isla desconocida era aquella en que habíanmuerto seis de los tripulantes, acerca de la cual el contramaestre Johansen se mostraba tan reticente?
¿Qué resultado había tenido la investigación del almirantazgo y qué se sabía del odioso culto en
Dunedin? Y lo más extraordinario, ¿qué profunda y natural relación de hechos era esta que daba una
significación maligna e innegable a los sucesos tan cuidadosamente anotados por mi tío?
El 1° de marzo -el 28 de febrero de acuerdo con el huso horario internacional- se habían producido
una tormenta y un terremoto. El
Alert y su malencarada tripulación habían dejado rápidamenteDunedin como obedeciendo un imperioso llamado, y en el otro extremo de la Tierra poetas y artistas
habían comenzado a soñar con una ciclópea ciudad submarina mientras un joven escultor modelaba,
en sueños, la forma del terrible Cthulhu. El 23 de marzo la tripulación del
Emma desembarcaba enuna isla desconocida, perdiendo allí seis hombres; y en esa misma fecha los sueños de algunas
personas alcanzaron su mayor intensidad y se oscurecieron con el terror de un monstruo maligno y
gigantesco, mientras un arquitecto se volvía loco, y un escultor caía presa del delirio. ¿Y qué pensar
de esa tormenta del 2 de abril, fecha en que cesaron todos los sueños de la ciudad sumergida, y
Wilcox salió indemne de aquella fiebre extraña? ¿Qué pensar igualmente de aquellas alusiones del
viejo Castro a los Antiguos venidos de las estrellas y a su reino próximo, y a su culto, y a
su gobiernode los sueños
? ¿Estaba balanceándome en el borde de un abismo de horrores cósmicos, insoportablespara un ser humano? En todo caso no afectaron sino a la mente, pues el 2 de abril puso término de
algún modo a la mostruosa amenaza que había sitiado el alma de los hombres.
Aquella tarde, luego de haber pasado el día enviando telegramas y haciendo urgentes preparativos,
me despedí de mi huésped y tomé un tren para San Francisco. En menos de un mes llegué a Dunedin,
donde, sin embargo, descubrí que se sabía muy poco de los extraños miembros del culto que habían
vivido en las posadas marineras. El vagabundeo en los muelles era asunto demasiado común, y no
valía la pena mencionarlo; pero algo oí a propósito de una expedición terrestre realizada por estos
mestizos durante la cual se escuchó el débil golpear de unos tambores y se vio un fuego rojo en las
colinas lejanas.
En Auckland me enteré de que Johansen había vuelto a Sidney, donde acababa de sometérsele a un
inútil interrogatorio,
con el pelo totalmente cano, y que luego de vender su casita de West Streethabía regresado con su mujer a su viejo hogar, en Oslo. De su aventura no dijo a sus amigos más de
lo que ya sabían los oficiales del almirantazgo, y todo lo que pudieron hacer fue darme su nueva
dirección.
Volví entonces a Sidney, y hablé sin éxito con gente de mar y miembros de la corte. Vi el
Alert enCircular Quay, en la bahía de Sidney, pero nada me reveló su casco. La imagen en cuclillas, de
cabeza de pulpo, cuerpo de dragón, alas escamosas, y pedestal con jeroglíficos, se conservaba en el
museo de Hyde Park. La examiné con cuidado, y descubrí que estaba exquisitamente labrada, y tenía
el mismo profundo misterio, terrible antigüedad, y sobrenatural rareza de material que el ejemplar
más pequeño de Legrasse. Para los geólogos, me dijo el conservador del museo, la estatua era un
enigma monstruoso, y juraban que no había en el mundo una roca parecida. Recordé,
estremeciéndome, lo que había dicho el viejo Castro a Legrasse a propósito de los primeros Grandes
Antiguos: "Vinieron de las estrellas, y trajeron consigo sus imágenes".
Profundamente perturbado resolví visitar al oficial Johansen en Oslo. Llegué a Londres, me
reembarqué en seguida para la capital de Noruega, y un día de otoño eché pie a tierrra en un limpio
desembarcadero, a la sombra del Egeberg.
La casa de Johansen, descubrí, estaba situada en la Ciudad Vieja del rey Harold Haardrada, que había
conservado el nombre de Oslo durante los siglos en que la ciudad principal adoptara el nombre de
Cristianía. Hice el corto viaje en un taxi, y golpeé con el corazón tembloroso la puerta de una casa
vieja y limpia de frente enyesado. Salió a recibirme una mujer de cara triste, vestida de negro, quien
me comunicó en un inglés vacilante que Gustav Johansen no era ya de este mundo.
file:///D/005%20-%20eBooks/H.%20P.%20Lovecraft/H.%2...craft%20-%20cthulhu3%20-La%20locura%20del%20mar.html (3 of 7)09/11/2003 17:45:07
Capitulo 3
No había sobrevivido mucho a su regreso, pues su aventura marina de 1925 le había destrozado la
salud. La mujer no sabía más que el público, pero Johansen había dejado un largo manuscrito, que
trataba "asuntos técnicos", escrito en inglés con la intención manifiesta de que su esposa no lo
entiendiese. Mientras paseaba por una callejuela, cerca del muelle de Gothenburg, un atado de viejos
periódicos, salido de la ventana de un altillo, lo golpeó y lo hizo caer. Dos marineros indios lo
ayudaron en seguida a levantarse, pero el hombre murió antes que llegase la ambulancia. Los
médicos, incapaces de precisar la causa del deceso, lo habían atribuido a un malestar del corazón y a
un debilitamiento general.
Sentí entonces que un oscuro terror, que no me abandonaría hasta que a mí también me fuese
acordado el eterno reposo, "accidentalmente" o por otro motivo, me traspasaba los huesos. Habiendo
persuadido a la viuda de que mi conocimiento de esos "asuntos técnicos" me autorizaba a poseer el
manuscrito, me llevé el documento y comencé a leerlo en el barco que me conducía a Londres.
Era un relato simple, desordenado; un diario de mar redactado de memoria en que se intentaba
recoger día a día aquel último y terrible viaje. No lo transcribiré literalmente a causa de sus
oscuridades y redundancias, pero mi resumen bastará para explicar por qué el rumor de las aguas
contra los costados del buque se me hizo tan intolerable que tuve que taponarme los oídos.
Johansen, gracias a Dios, no lo sabía todo, aunque vio la ciudad y el mosntruo; pero yo ya no podré
dormir en paz mientras recuerde el horror que espera emboscado del otro lado de la vida, en el tiempo
y el espacio, y aquellas malditas criaturas que vinieron de los astros más antiguos y que sueñan en las
profundidades del mar, conocidas y favorecidas por un culto de pesadilla decidido a lanzarlas sobre
nuestro planeta cada vez que algún terremoto vuelva a elevar la mosntruosa ciudad de piedra al aire y
la luz del sol.
El viaje de Johansen había comenzado tal como lo declarara él mismo ante el almirantazgo. El
Emmahabía dejado Auckland en lastre el 20 de febrero, y sintió todo el impacto de esa tempestad
consecutiva al terremoto que arrancó a los abismos marinos el horror que pobló los sueños de los
hombres. Recobrado el gobierno, el buque navegó favorablemente hasta encontrarse con el
Alert el22 de marzo (y sentí la pena del oficial al describir el bombardeo y el hundimiento de su nave). De
los mestizos del yate, Johansen hablaba con un horror relamente significativo. Había algo abominable
en ellos que hacía que su destrucción pareciese casi un deber, y Johansen se sorprende ante la
acusación de crueldad que contra él y sus compañeros hizo la corte. Ya en el yate capturado,
Johansen y sus hombres, impulsados por la curiosidad, prosiguen viaje hasta avistar una alta columna
de piedra que emerge del océano, y a los 49°9' de latitud oeste, y 126°43' de longitud sur, se
encuentran ante una costa barrosa, y una albañilería ciclópea cubierta de algas que no puede ser sino
la sustancia tangible del terror supremo del universo: la ciudad muerta de R'lyeh, construida hace
millones de años, antes de los comienzaos de nuestra historia, por las enormes y espantosas criaturas
que descendieron desde unos astros desconocidos. Allí yacen el gran Cthulhu y sus compañeros,
ocultos en unas bóvedas verdes y húmedas desde donde envían, luego de incalculables ciclos,
pensamientos que aterrorizan a los hombres sensibles y reclaman imperiosamente a los fieles del
culto que inicien el peregrinaje de la liberación y la restauración. El oficial Johansen ignoraba todo
esto, ¡pero Dios sabe bien que había visto bastante!
Creo que emergió de las aguas sólo la cima de la ciudadela, coronada por un enorme monolito, donde
yace el gran Cthulhu. Cuando imagino el
tamaño de todo lo que puede esconder el fondo del océano,siento deseos de morir sin esperar ya más. Johansen y sus hombres se sintieron aterrados ante la
majestad cósmica de esta húmeda Babilonia habitada por demonios, y debieron sospechar,
instintivamente, que no pertenecía ni a éste ni a ningún otro planeta similar. En todas las líneas de la
estremecida descripción de Johansen se advierte el mismo pavor; ante el tamaño indescriptible de los
bloques de piedra verde, ante la altura vertiginosa del monolito labrado, ante la asombrosa identidad
de esas colosales estatuas y bajorrelieves con la rara imagen encontrada en la sentina del
Alert.Sin conocer el futurismo, Johansen describe, al hablar de la ciudad, algo muy parecido a una obra
futurista. En vez de referirse a una estructura definida, algún edificio, se reduce a hablar de vastos
ángulos y superficies pétreas... superficies demasiado grandes para ser de este mundo, y cubiertas por
jeroglíficos e imágenes horribles. Menciono estos
ángulos pues me recuerdan los sueños que merelató Wilcox. El joven escultor afirmó que la geometría de la ciudad de sus sueños era anormal, no
euclidiana, y que sugería esferas y dimensiones distintas de las nuestras. Ahora un marino ilustrado
tenía ante la terrible ralidad la misma impresión.
Johansen y sus hombres desembarcaron en la playa de esta monstruosa acrópolis, y se treparon,
resbalando, por los titánicos y musgosos escalones que ningún ser humano hubiera podido edificar.
El sol mismo parecía deformado cuando se lo miraba a través de las miasmas polarizadas que
emanaban de esta perversión submarina; una amenaza tortuosa acechaba en esos ángulos
desconcertantes donde una segunda mirada descubría una concavidad donde se había creído ver la
convexidad.
Todos los exploradores, aun antes de ver algo definido (salvo las rocas, los musgos y las algas) se
sintieron presas de un indefinible terror. Todos habrían escapado si no hubiesen temido la burla de los
otros, y sólo de mala gana se decidieron a buscar -vanamente, como comprendieron más tarde- algo
que sirviese de recuerdo.
Rodríguez, el portugués, fue el primero en llegar a la base del monolito y les gritó a los otros lo que
acababa de descubrir. Poco más tarde los hombres contemplaron curiosamente una enorme puerta de
piedra labrada con el ya familiar bajorrelieve del pulpo-dragón. Se parecía, dice Johansen, a la
enorme puerta de un granero. Todos vieron allí una puerta, ya que estaba encuadrada en un umbral,
un dintel y dos montantes, pero nadie pudo decidir si estaba situada horizontalmente, como la puerta
de una trampa, o algo inclinada, como la puerta exterior de un altillo. Como lo hubiese dicho Wilcox,
la geometría del lugar era errónea. Uno no podía estar seguro de que el mar y el suelo fueran
horizontales, de modo que la posición relativa de todo el resto parecía variar fantásticamente.
Briden presionó sobre la piedra en diversos sitios sin resultado. Luego Donovan palpó con delicadeza
los bordes, apretando separadamente cada punto. Subió con lentitud a lo largo de la grotesca moldura
de piedra -puede decirse que subió si se admite que la puerta no era al fin y al cabo horizontal-, y los
hombres se preguntaron cómo una puerta podía ser tan enorme. Al fin, muy suavemente, muy
lentamente, la parte superior del panel comenzó a inclinarse hacia adentro, y todos vieron que la
piedra se balanceaba.
Donovan se deslizó o trepó de algún modo a lo largo de uno de los montantes, y los hombres se
pusieron a observar el curioso retroceso de la puerta monstruosa. En este fantástico mundo de
deformaciones prismáticas, la piedra se desplazaba anormalmente en diagonal, despreciando todas las
leyes de la materia y la perspectiva.
La abertura mostraba una oscuridad casi material. Estas tienieblas tenían realmente una
cualidadpositiva
, pues ocultaban algunas partes de las paredes interiores que debían ser visibles. Al fin surgióde aquella cárcel milenaria algo así como una humareda que oscureció la luz del sol mientras se
elevaba hacia el cielo, empequeñecido y arrogado, con la ayuda de sus alas membranosas. El olor que
salía de aquellos abismos recién abiertos era insoportable, y Hawkins, que tenía el oído fino, creyó oír
allá abajo un sonido chapoteante e inmundo. Todos escucharon, y todos escuchaban aún cuando el
monstruo se hizo visible, babeando y apretando su inmensidad verde y gelatinosa a través de la
tenebrosa abertura hasta elevarse pesadamente en el aire corrompido de aquella ciudad de pesadilla.
La letra del pobre Johansen es apenas inteligible en esta parte. De los seis hombres que nunca
llegaron al barco, cree que dos murieron simplemente de miedo en aquel instante maldito. El
monstruo está más allá de toda posible descripción. No hay lenguaje aplicable a ese abismo de horror
inmemorial, a esa pavorosa contradicción de todas las leyes de la materia, la fuerza y el orden
cósmicos. Una montaña que caminaba. ¡Dios! ¿Puede extrañar que en el otro lado de la Tierra
enloqueciese un gran arquitecto, y que en aquel telepático instante la fiebre devorara al pobre
Wilcox? El monstruo de los ídolos, el verde y viscoso demonio venido de otros astros, había
despertado para reclamar sus derechos. Las estrellas eran otra vez favorables, y lo que un viejo culto
no había podido lograr por su voluntad, un puñado de inocentes marineros lo hacía por accidente.
Luego de millones y millones de años el gran Cthulhu era libre otra vez.
Tres hombres fueron barridos por aquellas patas membranosas antes que nadie tuviese tiempo de
volverse. Que descansen en paz, si hay algún desacanso en el universo. Eran Donovan, Guerrera y
Angstrom. Parker resbaló mientra los otros tres sobrevivientes se precipitaban frenéticamente en un
escenario infinito de rocas verdosas. Johansen jura que fue absorvido hacia arriba por un ángulo que
no debía estar allí; un ángulo agudo que se había comportado como si fuese obtuso. De modo que
sólo Briden y Johansen llegaron al bote, y se dirigieron desesperadamente hasta el
Alert mientras lamontañosa monstruosidad descendía por los escalones de piedra resbaladiza y se detenía, titubeando,
a orillas del agua.
Las calderas habían quedado funcionando a pesar de que todos habían bajado a tierra, y bastaron unos
pocos segundos de frenéticas corridas entre ruedas y motores para poner en marcha el
Alert.Lentamente, entre los horrores distorsionados de esa escena indescriptible, la hélice comenzó a
golpear las aguas. Mientras tanto, en la costa mortal, sobre aquellas construcciones que no eran de
este mundo, el monstruo gigantesco venido de las estrellas emitía unos gritos inarticulados, como
Polifemo al maldecir el veloz navío de Ulises. En seguida, con más audacia que los cíclopes de la
leyenda, el gran Cthulhu penetró en las aguas e inició la persecución con unos golpes que levantaron
unas enormes olas. Briden volvió la vista y enloqueció. Desde entonces rió a intervalos hasta que la
muerte lo alcanzó en su cabina mientras Johansen vagaba delirando de un lado a otro.
Pero Johansen no había abandonado la partida. Comprendiendo que el monstruo alcanzaría
seguramente el
Alert antes que la presión llegase al máximo, resolvió intentar algo desesperado, y,acelerando los motores, subió rápidamente a la cubierta e hizo girar el timón. En la superficie de las
aguas hubo un remolino espumoso, y mientras crecía la presión del vapor, el valiente noruego dirigió
el navío contra aquella montaña gelatinosa que se alzaba sobre las sucias espumas como la popa de
un galeón demoníaco. La horrible cabeza de pulpo, envuelta en tentáculos, llegaba casi hasta la punta
del bauprés; pero Johansen no retrocedió.
Hubo un estallido como el de un globo que se desinfla, un líquido inmundo como el que surge de un
hendido pez luna, una hediondez que el cronista no se atrevió a describir. Durante un instante una
nube verde, acre y enceguecedora, envolvió al buque, y un hervor maligno quedó a popa, donde -
Dios del cielo- la esparcida plasticidad de aquella entidad celeste estaba
recombinándose yrecobrando su forma primitiva, mientras el
Alert se alejaba más y más, y ganaba velocidad.Eso fue todo. Desde ese momento Johansen se contentó con meditar sombríamente sobre el ídolo de
la cabina y preparar unas pocas comidas para él y su enloquecido compañero. No trató de dirigir el
navío; después de aquel incidente había perdido alguno de los resortes de su alma. Luego sobrevino
la tormenta del 2 de abril, que terminó de nublar su conciencia. Recordaba confusamente infinitos
abismos líquidos de espectrales paredes giratorias, vertiginosos desplazamientos por mundos huidizos
en la cola de un cometa, y saltos convulsivos de las profundidades del mar hasta la luna y luego otra
vez hasta el mar, todo envuelto en el coro de carcajadas de las antiguas divinidades y de los verdes
demonios del Tártaro, de alas de murciélago.
Luego de esas pesadillas vino el rescate, el
Vigilant, el tribunal del almirantazgo, las calles deDunedin y el largo viaje de retorno a la casa natal, junto al Egeberg. Nada podía contar; pasaría por
loco. Lo escribiría todo antes de morir, pero su mujer no debería sospechar nada. La muerte sería para
él beneficiosa sólo si borraba los recuerdos.
Tal era el documento que leí. Lo he guardado en la caja de lata junto con el bajorrelieve de arcilla y
los papeles del profesor Angell. Incluiré este relato, esta prueba de mi propia cordura donde se ha
unido lo que espero nunca volverá a unirse. He contemplado todo lo que en el universo puede haber
de horroroso, y aun los cielos de la primavera y las flores del verano me parecerán desde ahora
impregnados de veneno. Pero no creo que viva mucho. Como desaparecieron mi tío y el pobre
Johansen, así desapareceré yo. Conozco demasiado, y el culto todavía existe.
Cthulhu existe también, supongo, en ese refugio de piedra que le sirve de abrigo desde que el sol era
joven. Su ciudad maldita se ha hundido otra vez, pues el
Vigilant navegó por aquel lugar después dela tormenta de abril; pero sus ministros en la Tierra bailan aún, y cantan y matan en lugares aislados,
alrededor de monolitos de piedra coronados de imágenes. Cthulhu tuvo que haber sido atrapado por
los abismos submarinos pues si no el mundo gritaría ahora de horror. ¿Quién conoce el fin? Lo que
ha surgido ahora puede hundirse y lo que se ha hundido puede surgir. La abominación espera y sueña
en las profundidades del mar, y sobre las vacilantes ciudades de los hombres flota la destrucción.
Llegará el día... ¡pero no debo ni puedo pensarlo! Ruego que si no sobrevivo a este manuscrito, mis
ejecutores testamentarios cuiden de que la prudencia sea mayor que la audacia e impidan que caiga
bajo otros ojos.
FIN
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