LAGARTIJA
Rhea
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El edificio tenía un patio interior rectangular. Los rayos del sol no llegaban hasta
él, incluso en verano el lugar era fresco aunque el calor fuera sofocante.
Había una piscina que ocupaba casi todo el patio. Dejaba el espacio justo para
que los niños pudiesen corretear y sus madres pudieran tumbarse en las hamacas.
Era mayo y los de mantenimiento comenzaban a arreglar la piscina en previsión
del verano que se avecinaba .Era un día extraño. Hacía un sol demoledor.
Raramente llegaban los rayos solares al interior del patio, pero ese día gracias a
ocultas y caprichosas leyes de refracción la piscina y el mismo eran un autentico horno,
y una de las paredes interiores quedaba totalmente iluminada.
Sobre las 12 de la mañana los trabajadores que intentaban poner en funcionamiento
la ansiada bañera hicieron una pausa. El calor era inaguantable.
El patio quedó desierto durante unos breves instantes.
Fue entonces cuando apareció ella. Allí estaba .De una de las grietas colindantes
con los matorrales, que se había formado gracias al abandono de todo un invierno , salió.
Era el bicho más insignificante de la tierra. Media solamente unos 6 centímetros
y su aspecto era frágil .Era una lagartija bastante absurda , de esas que más que asco
hace gracia.
Lagartija observó los alrededores . No le llamo nada la atención...hasta que vio
la pared iluminada.
Por alguna corriente irracional que las personas no llegamos a comprender , ni
tan siquiera a atisbar , comenzó a escalar decididamente la pared.
Con el peculiar movimiento que poseen estos animales ascendía sin dilación.
Puede que pasaran 45 minutos hasta que llegó al quinto piso , y la pared , ahora ,
a la 1 del mediodía debía acumular una temperatura de unos 40 grados. Increíble . Mayo
y 40 grados.
Era un bicho muy curioso . Daba la sensación que a cada ventana que sobrepasaba
echaba una ojeada , como si quisiera saber quién se encontraba en su interior.
Finalmente encontró una ventana abierta y parece que se decidió a entrar.
Cuando penetró en la habitación no había nadie. Se planto en el techo y se quedó
inmóvil . En el habitáculo la temperatura era muy agradable , pero el dueño había cometido
el error al dejar la ventana abierta. En un par de horas convertiría el piso en una especie
de microondas.
A la media hora de entrar el animalillo y quedarse plantado en el techo alguien
llegó a la casa. Al instante entró en la habitación. Era una mujer de mediana edad . Se
desnudó y se tendió en la cama . era evidente que venía sofocada por el calor. Sudaba.
Seguramente había tenido un duro dia porque a los 5 minutos se quedó dormida.
Respiraba con una leve dificultad , seguramente porque era fumadora , y dormía
con la boca entreabierta.
Nada más dormirse la lagartija avanzó por el techo y bajó hasta la cama de la
mujer. Se colocó a dos palmos de su cara.
Con toda naturalidad la lagartija avanzó y comenzó a introducirse en la boca de
la mujer.
Ella , la mujer , sintió una especie de cosquilleo primero en los labios y después
en la lengua , pero no fue suficiente para que se despertara.
Al bicho le costaba avanzar en el interior de la boca de la mujer , pero consiguió
llegar a la boca de la garganta. Con un gracioso saltito se introdujo en la faringe.
De repente la mujer abrió los ojos . Tenía una sensación de ahogo inaguantable .
Tenía algo en la garganta que no le dejaba respirar.
Intentaba vomitarlo pero era inútil . Ese algo se resistía . Se estaba ahogando.
Fue dando tumbos por la habitación hasta el lavabo . Tristemente se vio reflejada
en el espejo . Era una caricatura de si misma . tenía ya la expresión totalmente desencajada
y comprendió que su muerte era inevitable.
Segundos después la mujer se desplomó y perdió definitivamente el pulso . Era
ya solamente otro cadáver. Nada más.
Lo rocambolesco no estaba aquí . Breves instantes después la lagartija salió indemne
de la boca de la mujer y emprendió el camino de vuelta hacia la piscina.
El calor sofocante lo único que había hecho era anunciar una horrible tormenta
de verano . La lagartija lo sabía y se dio prisa para volver a su guarida.
Evitó que la lluvia la cogiera por el camino y se puso a salvo.
Cuando llegó me alegre de verla. Le di de comer y la felicité por su excelente
trabajo. Al fin y al cabo me había costado mucho amaestrarla.
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