Jaime Bayly - El francotirador cazado
-Anoche, mientras dormía, unos sujetos desalmados, a no dudarlo hombres de
mal vivir, irrumpieron sigilosamente en mi casa y, tras doparme con un
pañuelo, cortaron un mechón de mi espesa cabellera, me sacaron sangre, fui
conminado a miccionar abusando de mi estado inecuánime y se marcharon
presurosos, no sin antes advertirme que enviarían esos residuos de mi
confundida humanidad a un laboratorio de alta tecnología en los Estados
Unidos a fin de conocer si yo, el francotirador cazado, he incurrido en
vicios privados y pecadillos inconfesables, que el gran público debe
conocer.
Los resultados de dicho examen médico acaban de llegar a mis manos y
confieso que me han sumido en la desolación, la rabia ciega y el mutismo.
Me avergüenza compartirlos con ustedes, pero soy, ante todo, un hombre de
prensa y no puedo escamotearles la verdad, aunque ésta ponga en evidencia
mis propias (bien escondidas) miserias.
Estos son los resultados del examen
clínico/toxicológico/policial/siquiátrico/urogenital al que he sido
sometido en contra de mi voluntad:
Consumo de marihuana: altamente positivo entre 1985 y 1988.
Cocaína: en extremo positivo, entre 1986 y 1988.
Barbitúricos sedantes: positivo entre 1985 y 1988, para dormir en aviones
transatlánticos y suicidarme en vano en una suite del hotel Country que
dejé pagada por razones de elemental decoro.
Licores varios, especialmente de procedencia escocesa: positivo hasta
1990, con alta incidencia tras la derrota del candidato Mario Vargas Llosa.
Visitas a una casa de masajes en la calle Miguel Dasso, conocida como "La
Mano Amiga" y regentada por madame Haydé, que operaba como fachada o
tapadera de un prostítublo de lujo: 6 en total, entre 1984 y 1985.
Incursiones sinuosas al motel arrabero y cuartel prostibulario conocido
como "Cinco y Medio": 3 en total, 2 de ellas en transporte público, entre
1980, año en que entregué mi castidad a la tierna Olenka, y 1982, ocasión
en que acudí a consolarme de la derrota peruana contra el veloz once
polaco en el mundial de fútbol de España.
Caspa: positivo.
Piojos: negativo, a pesar de que fui peinado en los estudios de Canal 4
por la peluquera del programa infantil Hola Yola.
Práctica del onanismo: escandalosamente positivo.
Presencia de culpa, esa sustancia viscosa difícil de aniquilar: positivo,
con tendencia a decrecer.
Episodios de bisexualidad: positivo (ver los libros del autor).
Cruce de semáforos en rojo: número impreciso cercano a infinito.
Coimas a agentes de la ley: entre 8 y 10, generalmente bajo efectos del
alcohol (ambos, el examinado y los agentes), no siendo siempre el soborno
dinero en efectivo sino a menudo autógrafos para la familia del señor
policía.
Noches pernoctadas en comisarías: 1, en 1978, cuando escapé de casa de mis
padres y fui detenido por la gendarmería en el parque de Miraflores.
Shop-lifting o hurto al paso: 2, en un centro comercial de Pueblo,
Colorado, en 1986, y en una galería exclusiva del sur de Miami, en 1987,
enojosas situaciones en las que me vi obligado a pagar por la mercadería
birlada, corbatas de seda que luego trajiné en televisión y una de las
cuales fue cortada de un tijeretazo por el cómico Melcochita.
Visitas al hostal Melody de Surquillo o al Queens de la calle Arriola: 0,
pues todos los cuartos estaban ocupados.
Visitas al club Emanuelle: 2, por razones estrictamente periodísticas.
Conversaciones de medianoche con la chata Zoila, dama de compañía del Two
Star Club, en la penumbra de un parque cercano de San Isidro: 2 que al
momento de escribir estas líneas podrían ser 3.
Ocasiones en las que me he parado a silbar en el cruce de Javier Prado y
el puente Quiñones con la plausible ilusión de que me secuestrasen tres
féminas, me dopasen a sus anchas y grabasen conmigo un comprometedor video
sexual: ya van 8 días seguidos y allí estaré mañana a mediodía.
Grado de arrepentimiento del examinado: 0.
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