John Stagg - El Mensajero de la Muerte
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"Levántate de tu lecho, bella Lady Jane,
y remueve de tus ojos el sueño,
levántate de tu lecho, bella Lady Jane,
pues tengo noticias que traigo para ti."
Pero raramente duerme Lady Jane,
casi nunca el sueño visita sus ojos;
desvelada y rendida por su aflicción,
aún así pregunta: ¿Qué noticias traes para mí?
Alto y fanfarrón chilla el invernal vendaval,
¡Escucha cómo corren los cercanos torrentes!
Temo sea la caprichosa noche
que se ríe de mí a esta hora de medianoche.
"Quita de ti el sueño, Lady Jane,
levántate de tu lecho, y vete;
quita de ti el sueño, Lady Jane,
pues tengo prisa y no debemos quedarnos."
"Di, extraño, ¿cuál puede ser tu prisa
o cuál puede ser tu recado?
¿Quién y de dónde te envían,
o di qué noticias me traes?
"Lord Walter, mi querido marido,
ahora vence en las llanuras de Hesperia,
donde con orgullo los estandartes de Bretaña ondean,
donde la muerte y la devastación reinan.
"Tres meses apenas han pasado,
aunque tres largos y tediosos meses para mí,
desde que el valiente Lord abandonó estas armas,
y con sus escuadrones se hizo a la mar.
"Aunque parezca largo y tedioso el tiempo,
todavía es poco lo que añoro
pensar en noticias de mi lord
o en noticias de la lamentable guerra.
"Levántate de tu lecho, bella Lady Jane,
levántate de tu lecho y sígueme;
es de parte de Lord Walter que vengo,
yo soy su mensajero para ti."
"Pero dime, extraño, dime donde
Lord Walter vence, y como le va;
pues, aunque de buena gana oiría sobre él,
mi pecho espera por cuidarte"
¿Lo hará la esposa de Lord Walter,
lo hará su lady Jane,
a medianoche abandonar su lecho
y con un extraño por la llanura caminar?
"Levántate de tu lecho, Lady Jane,
levántate, y no te demores más;
la noche ha casi acabado, y tengo prisa,
y aquí no puede permanecer más.
Cerca de donde el espumoso Derwent corre,
sus corrientes hacia el oeste van al mar,
allí en la playa, del lado de Solway,
Lord Walter ansiosamente os espera.
Rápido a la llamada de su bien conocido amo,
por el matorral aparece el halcón,
y a los silbidos acude volando,
de forma rápida, con las alas extendidas.
Y así de su lecho Lady Jane salta,
en realidad, no es perezosa ni lenta,
ni teme por una vez la lluvia torrencial,
no se preocupa por los vientos que puedan soplar.
Y se coloca su sobrefalda verde,
su bufanda y su capa azul,
y se cierra todo con mucha rapidez
para comenzar su viaje de medianoche.
Y ya está fuera de la verja de entrada
y se aventura entre el viento y la lluvia
con una urgente y extraña rapidez,
por la triste pradera azotada por la tormenta.
Más allá de la colina y el valle, por el pantano y el arroyo
y por muchas cañadas ellos se apresuran.
No hablan ni una vez, ni paran ni descansan
hasta alcanzar el lado del Solway.
La noche es oscura, el turbulento océano
golpea impetuoso contra la orilla
y fuera del agua se escucha un duende
gritando con terrible estruendo.
"¿Dónde está mi amado?" ( dijo Lady Jane)
Traedme pronto a Lord Walter.
Veo el mar, veo la costa
pero no puedo ver a Lord Walter."
"Oh Lady Jane ( el extraño gritó)
Dulce dama, siempre amable y fiel;
¿Porqué te encoges con miedo tonto?
¡El espíritu de Lord Walter te habla!"
"En la famosa y tormentosa bahía de Biscay
nuestro navío se hundió para no navegar más.
Allí, enterrados en una tumba acuosa
tu amado marido yace frío.
Fiel y amable conmigo en vida
tuviste dominio sobre mi vida.
Nuestro amor era mutuo, por eso
¿Separará nuestro amor tan perfecto la muerte?
Un horror frío sacudió a Lady Jane.
Sus huesos temblaron de horror.
Un frío terrible heló su sangre
y el pulso la abandonó.
Con mirada silenciosa e insensible
observó y observó al espectro.
Era tan terrible y horrorosa visión
como sus ojos nunca habían visto.
La escasez oscurecía su cara oscura,
Escasez de carne arrancada por monstruos insensibles.
Burbujas del mar llenaban sus ojos vacíos
y de su ropa el agua brotaba.
Sus sienes, una vez gentilmente rubias
se acompasaban ahora con las algas marinas;
y una maraña asquerosa de sucias cuerdas
unían las partes de su hermoso cuerpo.
Luego así, con sepulcral voz, una vez más,
el fantasma dijo ‘Sea como sea
tú debes, mi bella dama, hoy
esperar dormir conmigo en la muerte.
Ella tembló, y sin vida, sobre la orilla.
Ella cayó; y una gran ola rápidamente
sobre ella rodó, y con su retroceso
la enterró en una tumba marina.
Nada más se oyó de Lady Jane;
Lord Walter no fue visto nunca más.
Sin embargo los vecinos ven a veces
sus espíritus vagando por la costa.
Y entre las ráfagas de torbellino
se escucha un grito estremecedor,
y dos extrañas figuras a menudo se deslizan
a lo largo de la orilla del arroyo Derwent.
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